Crédito agrícola y desarrollo productivo antes de 1959

La economía cubana, hasta principios de los años 50, careció de un sistema normalizado de créditos a la producción agropecuaria.

Jorge Luis Baños - IPS

Hasta 1958, más del 80 por ciento del crédito concedido a lo largo de la década había sido destinado a los medianos y grandes productores.

El crédito, o más bien la carestía del crédito agrícola, es considerado por estudiosos del tema como un padecimiento crónico a lo largo de la historia de la económica agrícola cubana. Desde un inicio lo fue, para la agroindustria azucarera[i] y para el resto de las producciones agrícolas, particularmente hasta 1959.

Los préstamos hipotecarios, así como las compras de esclavos y equipos obtenidos a créditos, con la garantía o respaldo de los resultados productivos, constituyeron las modalidades financieras sobre las cuales se apoyaron los hacendados cubanos, durante el siglo XVIII, para sostener y ampliar sus producciones.

En esa época la oferta crediticia se encontraba, fundamentalmente, en manos de los más acaudalados comerciantes de la isla, cuyos préstamos se concretaban en condiciones bastante costosas, tanto por los plazos, como por los altos intereses y también por el azúcar comprometida como garantía de crédito refaccionario[ii] –se valoraba a precios inferiores a los vigentes en el mercado, lo que representaba un margen de ganancia adicional a las casas  comerciales intermediarias.

Esa posición ventajosa de  los comerciantes se convirtió en dominante y facilitó el traspaso de propiedades azucareras a manos de dichos comerciantes.

Las condiciones socio-económicas prevalecientes en la agricultura cubana, antes de 1959, caracterizadas por la elevada concentración de la propiedad de la tierra en manos de una baja proporción de propietarios y, en sentido general, el bajo nivel tecnológico; constituyeron restricciones  considerables para un mayor uso del crédito agrícola.

En la agricultura cañera se aplicaba, por lo general, bajo las condiciones de crédito por refacción, el cual se otorgaba al central azucarero y, a la vez, éste era  el que daba los préstamos a los productores agrícolas,  a quienes consideraba ajustados a los interese del central.

De igual forma, los comerciantes agrícolas intermediarios y receptores industriales desempeñaban esta función de recepción y distribución del crédito para los productores directos.

En realidad, ello constituía una expresión de manifestación semifeudal, ya que el productor agrícola cañero y la mayoría de los productores directos  no podían acceder directamente al crédito bancario. Por supuesto, esta forma de otorgamiento indirecto de crédito también se hacía extensivo a los pequeños productores de tabaco, café, arroz y papa, fundamentalmente.

La otra producción a la cual se le brindaba acceso al crédito bancario era a los grandes y medianos ganaderos, productores de carne.

Se puede afirmar que la economía cubana, hasta principios de los años cincuenta, careció de un sistema normalizado de créditos a la producción agropecuaria. La falta de fondos, el alto nivel de riesgo de estas actividades y la ausencia de garantías para su recuperación; unidos a los factores anteriormente señalados, constituyeron serias dificultades para su creación.

Esta carencia afectaba a casi 90 por ciento de los productores (fundamentalmente pequeños, los que representaban la mayoría), imponiendo serias barreras a la producción y al desarrollo agropecuario.

En resumen, el limitado financiamiento a la producción y a la inversión estaba centrado, en general, en la banca privada (en su mayor parte extranjera), para el caso de los medianos y grandes productores; y en manos de los intermediarios y receptores industriales, para el caso de los pequeños productores.

Es a comienzo de los años cincuenta que se crea el Banco de Fomento Agrícola e Industrial  de Cuba (BANFAIC), con el objetivo central de formar una red de servicios de crédito agropecuario de cobertura nacional, favorecer la extensión del crédito agrícola e incorporar a los pequeños campesinos al crédito regulado.

Esta entidad desenvolvió una amplia política crediticia, basada en el criterio de “unidad productiva”, mediante el cual se consideraba a la producción en proceso y a los medios como una “unidad” de “garantía refaccionaria”, independientemente de la forma de tenencia de la tierra que le sirviera de soporte.

Esta noción se apoyaba en la Ley de Refacción Agrícola de 1922, que permitía al banco sustentar sus convenios de créditos con suficiente garantía legal de pago en los bienes de los productores. Para el caso de los pequeños productores con limitaciones de garantía, se creó otro tipo de crédito llamado de garantía rural (a través de las Asociaciones de Crédito Rural).

En sus nueve años de existencia, el BANFAIC logró financiar, bajo distintas formas de contrato, a numerosas actividades agropecuarias. Al finalizar 1959, el monto total de los préstamos a cobrar ascendía a 36.500 millones de pesos, de los cuales 84 por ciento correspondía a operaciones con garantía refaccionaria o rural, préstamos pignorativos[iii], etc.

Depurando en algo las operaciones de 1959, ya influidas por el proceso de reforma agraria, se puede considerar que, hasta 1958, más de 80 por ciento del crédito concedido a lo largo de la década de los cincuenta había sido destinado a los medianos y grandes productores (ganaderos y arroceros), con lo cual no se introdujo grandes modificaciones a los  flujos de crédito ya establecidos.

En 1948, mediante la ley no.13, se crea el Banco Nacional de Cuba y el Fondo de Estabilización de la Moneda, como Banco Central y Tesorería de la República; se sentaron las premisas para un cierto control estatal sobre el ahorro nacional y sobre las operaciones de la banca extrajera.

Tal como sugería la ley, el Banco Nacional posibilitaría la creación posterior de un Banco Agrícola especializado en el crédito agropecuario, que permitiese la constitución de un sistema nacional de crédito rural. Así, el 20 de diciembre de 1950 se sancionaba por el Presidente de la República la Ley No. 5, mediante la cual se creaba el Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC).

Se considera como la más novedosa e importante institución del sistema agrario cubano de la época, desde la creación del sistema de coordinación y estabilización azucarera, a finales de la década del treinta. Los rasgos más sobresalientes del BANFAIC se pudieran resumir de la forma siguiente:

-Fue creado como una “institución autónoma del Estado”, con el objeto de “crear, fomentar y mantener las facilidades financieras necesaria para el desarrollo y diversificación de la producción” de la agricultura y la industria cubanas, fundamentalmente, mediante el crédito bancario. Sus actividades solo estaban sujetas a la inspección del Banco Nacional y el Tribunal de Cuentas.

-El capital operacional del BANFAIC se constituiría con: un fondo inicial aportado por el Estado cubano, de 25 millones en bonos de la deuda pública; una parte de las utilidades del propio Banco Nacional, acorde a la Ley;  los intereses derivados de los préstamos del BANFAIC; los redescuentos en el Banco Nacional; y la emisión de valores.

-La estructura funcional del BANFAIC estaba compuesta por:

-Un Gobierno del Banco, integrado por una Junta de Directores; el Presidente de la institución; una Junta de Crédito Agrícola y una Junta de Crédito Industrial; dos Divisiones, una Agrícola y otra Industrial, dirigidas por sendos vice presidente del Banco y gerentes de división; una Administración dirigida por otro vicepresidente.

-Dos Oficinas del BANFAIC, una en La Habana y otra en Contramaestre, antigua provincia de Oriente.

-Red de Almacenes Generales de Depósitos y de Frigoríficos.

-Dos Administraciones de Estabilización, una del Café y otra del Tabaco.

-Una red de Asociaciones de Crédito Rural (ACR)

-Las principales actividades desarrolladas por el BANFAIC en sus 11 años de existencia fueron: servicios de créditos a la producción; comercialización, estabilización de precios; fomento de nuevas producciones; y de estudios de extensión y desarrollo.

Cada una de estas actividades fue iniciada por el Banco dentro de ciertos límites y alcanzaron, con el tiempo, una mayor complejidad y extensión territorial. No obstante, el peso relativo de estas actividades en el conjunto nacional fue relativamente bajo, estribando su mayor importancia en haber sido una alternativa ante la economía privada dominante.

Se considera que la experiencia más importante del BANFAIC fue la promoción y creación de las Asociaciones de Crédito Rural (ACR), originalmente cooperativas de créditos que, en su desarrollo, incorporaron actividades de comercialización, mecanización y otros servicios (en cierta medida una forma embrionaria de las posteriormente creadas, a partir de 1959, Cooperativas de Crédito y Servicios-CCS-). Se puede  resumir esta evolución como sigue:[iv]

-Las ACR, previstas en la Ley No. 5 que crea el BANFAIC, eran “cooperativas locales por acciones” y asociación voluntaria, dotadas de personalidad jurídica y capital propio, integradas por empresarios agropecuarios, a los fines previstos en la Ley o autorizados por el BANFAIC. Estas cooperativas podrían ser de responsabilidad limitada o de responsabilidad suplementada, según el caso.

-Los asociados podían ser personas naturales o jurídicas, relacionadas con las actividades agropecuarias y que cumpliesen ciertos requisitos, tales como que sus intereses no pugnasen con los de la Asociación.

-Las ACR tenían como principales funciones:

1. Llevar los beneficios del crédito a sus asociados;

2. Facilitar la producción, transformación, conservación, transporte, distribución, venta y consumo de productos y,

3. Aquellas otras operaciones económicas que redundaran en beneficio de la producción agrícola. Con el tiempo, estas funciones se concretaron en la compra de toda clase de insumos y venta de productos; prestación de servicios de maquinaria agrícola; efectuar cobros y pagos por cuenta de sus socios; servir de Agente o Corresponsal del BANFAIC; hacer operaciones financieras de su interés con el BANFAIC, entre otras.

-Las ACR funcionaban y eran dirigidas acorde al Reglamento dictado por el BANFAIC al efecto y por sus propios estatutos. Su gobierno estaba constituido por: la Asamblea General de Accionistas; la Junta Directiva; el Presidente y el Gerente. Los Gerentes eran por Ley, funcionarios del BANFAIC.

-Desde las primeras asociaciones constituidas desde 1955 hasta 1960 se crearon un total de 13, con 20 sedes repartidas en las seis provincias y un total aproximado de 5.000 asociados:

Tabla No.1.  Asociaciones de Crédito Rural Constituidas del BANFAIC. 1955-1960.

Sedes

Número de Oficinas

-Artemisa

-Güane

-Güira de Melena

-Managua

-Colón

-Cabaiguán

-Santa Clara

-Camagüey

-Ciego de Ávila

-Manzanillo

-Holguín

-Contramaestre

-Guantánamo

3

4

1

1

1

1

2

1

1

1

2

1

1

Total

20

Fuente: Casto Ferragut, 1995.

-Las ACR, en su condición de cooperativas autónomas, se relacionaban con  el BANFAIC de tres formas diferentes:

1. Su red nacional de distribución de crédito de refacción y de garantía rural;

2. Sus agentes en los territorios; y

3. Como cooperativas con formas de organización de segundo grado, que las dirige en su política general.

Durantes sus años de funcionamiento, el BANFAIC  logró crear una red de Asociaciones de Crédito Rural y desarrollarlas como cooperativas de crédito y servicios, aunque en un ámbito limitado por las exigencias del mercado y la rentabilidad.

Igualmente, logró incidir en el mercado agropecuario, financiando el desarrollo de agroindustrias, creando almacenes y frigoríficos para el depósito de inventarios pignorados y creando administraciones de  “estabilización” o de “compra y venta”, con vistas a la estabilización de precios en producciones como el maíz, café, arroz. .[v]

De igual forma, el BANFAIC logró incidir en algunas producciones mediante su fomento o mejora, entre ellas:

1. La expansión arrocera basada en grandes empresas agroindustriales;

2. El fomento de la producción, beneficio e industrialización del algodón;

3. La sustitución extensiva de los tradicionales patios secadores de café  por patios secadores de cemento;

4. La tecnificación de la producción ganadera, el mejoramiento de los pastos naturales mediante el fomento de la pangola; y otras. (Ferragut, 1995)

Además, el BANFAIC financió acciones de  investigación y extensión,  como estudios de suelos en nueve municipios de La Habana y Pinar del Río; control de vectores de una enfermedad viral del arroz; control de plagas en las zonas frijoleras del norte de Oriente (Velasco), entre otras.

La constitución del BANFAIC y sus formas de funcionamiento constituyeron experiencias novedosas para la época, en cuanto a la instrumentación del crédito agrícola como vía de estímulo a la producción agrícola y ganadera. El BANFAIC continuó sus operaciones hasta 1960, un año y medio después del triunfo de la Revolución cubana, formando parte del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).

Materiales consultados

Castro F.: “La Historia me Absolverá”, Editora Política, La Habana, 1966.

García M.: “La aventura de fundar ingenios. La refacción azucarera en La Habana del siglo XVIII”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana,  2004.

Valdés J.: “Los procesos de organización agraria en Cuba 1959-2006”, pendiente de publicación, La Habana, noviembre, 2007.

Ferragut C.: “El Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC). Su génesis, características y desarrollo”, Washington DC., 1995.

Zanetti O.: “Economía azucarera cubana estudios históricos”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2009.



Notas:

[i] Se asegura que la producción de azúcar adquirió importancia comercial gracias a un prestamote de 40.000 ducados otorgado por la Corona española a finales del siglo XVI.

[ii] Refacción gasto que ocasiona el mantenimiento de una finca, ingenio o central azucarero.

[iii] Acción de empeñar una prenda o posesión y/o propiedad de algo. Contrato pignorativo.

[iv] Estas asociaciones se inspiraban en las “Production Credit Associations” de Estados Unidos, cfr. (Castro Ferragut, 1995) y Ley No.5 1950 “Sobre el Fomento Agrícola e Industrial de Cuba”.

[v] Cfr (Casto Ferragut, 1995).

Un comentario

  1. Roger A. Rodriguez

    Muy buena la hisotria de los creditos antes de la revolucion, todos pensamos que era otra la tonica que se aplicaba, pero ya ven, no todo era color de rosas.!!!!

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