Mi cuerpo me pertenece. Reflexiones en torno al tratamiento mediático de la baja natalidad en Cuba

El tratamiento de la baja natalidad en Cuba por el noticiero nacional televisivo provocó la reacción feminista.

Estoy harta de escuchar por los medios cubanos, en boca de periodistas, especialistas y hasta de altos dirigentes de la nación, que las mujeres somos responsables por la baja fecundidad del país. Durante años demógrafos y estadistas estuvieron advirtiendo sobre la tendencia poblacional cubana hacia el envejecimiento, que cada vez eran menos los alumbramientos y la de una emigración mayoritariamente joven, en edad fértil y femenina. Cuando el asunto fue inminente, se precisó, por lógica, un llamado de atención hacia la sociedad toda, como parece estar sucediendo hace un par de años. Sin embargo, más que juicios alarmistas «para crear conciencia del problema», empezamos a requerir políticas públicas coherentes con el escenario real y un enfoque mediático menos reduccionista.

No pretendo aquí explicar el fenómeno de marras. Junto a las excelentes investigaciones desarrolladas por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana y la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, existen colegas que desde las revistas Bohemia y Mujeres, entre otros medios, han descrito a profundidad el asunto desde hace más de una década. Especialmente, mi colega y amiga Dixie Edith reúne decenas de reportajes y comentarios al respecto, además de una investigación sobre el tratamiento de este tema en la prensa cubana, con la que recibió su título de Máster en Demografía y cuyos resultados ha mostrado en eventos y pueden rastrearse en internet.

Sin embargo, el conocimiento acumulado en temas de población en Cuba parece invisible para la prensa cubana, en especial la televisiva. Aunque no me agrada cuestionar el trabajo de colegas a quienes estoy segura les resulta complejo el acceso a las fuentes, la lucha por derribar los límites de las políticas editoriales y unas rutinas productivas asfixiantes, lo sucedido con la sección «Cuba dice» del noticiero estelar televisivo el 29 de abril, dedicada al tema de la baja fecundidad, me parece agraviante y ofensivo del desarrollo de las cubanas en el último medio siglo.

Como en otros materiales de este tipo, se enfatiza en el tema de la natalidad como un asunto de mujeres, desde la entrada de las primeras reflexiones de las periodistas. Junto a más de 5 gestantes o madres entrevistadas como público, solo opina un padre joven (sobre asuntos meramente económicos), y un doctor del Programa Materno Infantil interviene como especialista. Ante cuestiones como la crisis económica, la situación de la vivienda, las múltiples generaciones precisadas a convivir, la emigración externa, entre otros factores que condicionan el que cada vez nazcan menos bebés en Cuba, se decide enfatizar en el lugar social alcanzado por las mujeres como causa del conflicto. Todo el tiempo se refieren a la mujer que decide tener hijos, la mujer embarazada, la madre que atiende a sus bebés y compra la canastilla, la bailarina que no temió tener un hijo aunque pospusiera su trabajo. En fin, si un marciano hubiese llegado a visitar el planeta en ese preciso instante y sintonizara Cubavisión, probablemente considerase que las humanas nos fecundamos por nosotras mismas.

Pero lo más desconcertante fue escuchar a aquella madre primeriza aconsejar a las otras mujeres que no aborten, porque ya verán lo bonito que es tener un hijo, y muy tiernamente evoca al suyo, pequeño y seguramente encantador. «Todo niño viene con un pan debajo del brazo», declara, como si criar se tratara únicamente de alimentar una criatura, y no de educar, de brindar afecto, de compartir su vida y formar valores. Para todo ello la madurez y la seguridad son elementos determinantes.

El derecho al aborto es una de las primeras conquistas de las mujeres cubanas en el período revolucionario. Algo por lo que luchan muchas de nuestras hermanas feministas en todas partes del mundo, porque, lamentablemente, son varios los gobiernos negados a conceder el derecho de seres humanos autónomos a decidir sobre su cuerpo. Prohibir el aborto ha sido la causa de múltiples muertes debido a prácticas abortivas caseras o en condiciones de inseguridad. Me parece ofensivo que, con marcada intencionalidad, el material periodístico se detenga en este comentario de una ciudadana incuestionablemente feliz por su elección, pero ignorante de lo que la imposibilidad de esta puede costar a otras cuando son juzgadas o se les impide decidir lo contrario. En Cuba disfrutamos del derecho a abortar desde hace 5 décadas. DEFENDÁMOSLO.

Ese ideal de maternidad sublimada, absoluta, responsabilizante, puede ser una de las razones que motiva a muchas jóvenes cubanas a posponer la decisión de procrear, e incluso a negarla. Mientras tener hijos se convierta en un límite, no importa si se tiene dinero, o casa propia, o una sociedad segura, algunas seguiremos esperando. Así lo demuestran estadísticas de naciones desarrolladas con dinámicas poblaciones similares a la cubana.
Si el asunto de la fecundidad hace tornar la vista hacia las mujeres: ¿Por qué no preguntar sobre la participación de los hombres cubanos en la manutención y la crianza de sus hijos e hijas? ¿Por qué no insistir en la irrisible cantidad de hombres que optaron por la licencia de paternidad en casi una década de ley? ¿Por qué no mencionar las débiles garantías legales para las madres divorciadas, que muchas veces ven partir al esposo «para siempre»? ¿Por qué no hablar de la baja calidad de la educación y el déficit de círculos infantiles? ¿Por qué no mencionar la sobrecarga del cuidado familiar que pesa sobre las mujeres, sobre todo en la edad mediana? ¿Por qué no cuestionar aquellos directivos o dueños de negocio que no emplean a mujeres gestantes o con hijos pequeños? ¿Por qué no exigir a las instituciones sus propias estrategias para garantizar el cuidado de las familias de sus trabajadoras y trabajadores, por ejemplo: guarderías dentro de las empresas? ¿Por qué no se menciona que las mujeres con hijos tienen más dificultades para estudiar, acceder a postgrados, ocupar cargos de dirección, superarse?

Hay muchas otras preguntas que hacer cuando se trata un asunto tan complejo, con tantas aristas. Tal vez debamos pensar, como notaba una sabia amiga, en cómo hacer más productiva a la población económicamente activa y motivar a la juventud para fundar sus proyectos de vida en esta isla.
¿Hasta cuándo seguirán repitiéndose en la televisión cubana tantos clichés, sin profundizar, sin acudir a fuentes profundas y resultados de investigaciones sociales que nos gritan nuevas verdades desde cátedras universitarias y centros de investigación? Lo peor es que aunque desde la prensa digital, las revistas de corte investigativo, la academia, la blogosfera o los correos personales, se difundan otras versiones y el desconcierto que estas producen, ninguna tendrá tanto impacto como la del Noticiero Nacional de Televisión y otros programas informativos de la pequeña pantalla en los que se ha abordado este tema.

Creo que no basta ya con quejarse, debemos hacer algo que eleve la protesta por este tipo de abordaje sexista al tema de la baja natalidad y los dilemas demográficos cubanos. Si la televisión cubana atiende regularmente el pedido de personas escandalizadas con las relaciones afectivas entre el mismo sexo, espero que sea igual de receptiva para este tipo de llamados.

LA CULPABILIZACIÓN DE LAS MUJERES POR LOS ÍNDICES NEGATIVOS DEL CRECIMIENTO POBLACIONAL EN CUBA DESDE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓn ES OFENSIVA E INACEPTABLE.

29 de abril de 2014

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