2000: Otro año difícil

Resumen económico anual

Las autoridades de la isla aseguran que la recuperación de la economía cubana, luego de la profunda crisis desencadenada a inicios de los años 90, obedece a los avances conseguidos en diversos sectores y al uso racional de los recursos, en especial el combustible.

Foto: Archivo IPS Cuba

A pesar de no pocos tropiezos a lo largo de 365 días, del alza de los precios del petróleo y la baja de los del azúcar, las autoridades de la isla mantuvieron hasta último momento la aspiración a un crecimiento económico en el 2000 por encima del estimado oficial de fines de 1999 del cinco por ciento y pudieron dar a los cuatro vientos la buena nueva de un incremento del PIB del 5,6 por ciento.

En varias ocasiones, el vicepresidente cubano Carlos Lage afirmó la continuidad de la tendencia a la recuperación económica de Cuba. A inicios de diciembre, en la inauguración de un puente en la oriental provincia de Guantánamo, el dirigente dijo que durante el 2000 “la economía se había desarrollado en condiciones extremadamente difíciles” por el aumento de los precios del petróleo en más de tres veces y la baja en unos cinco centavos de la libra de azúcar.

La primera circunstancia provocó que la isla tuviera que destinar unos 500 millones de dólares adicionales para la compra del crudo, dijo Lage, considerado uno de los estrategas de las reformas aplicadas en la última década.

Estas dos situaciones acontecidas en el mercado mundial obligaron a reducir las importaciones y a detener o disminuir el ritmo de algunos programas sociales, pero no evitó que se mantuviera el sostenido proceso de recuperación “que refleja el esfuerzo de que estamos aprendiendo a hacer más con menos y a trabajar con mayor eficiencia”, aseveró.

Esa afirmación reiteró la idea expresada el viernes 10 de noviembre, al intervenir en la inauguración del II Encuentro Mundial de Amistad y Solidaridad con Cuba, cuando aseguró que la economía local crecería más de lo planificado a inicios del 2000 (4,5 por ciento). “Aspiramos a que la economía cubana crezca por encima del cinco por ciento”, apuntó entonces el vicepresidente ante más de 3.000 delegados de 103 países.

Según Lage, los resultados del 2000 confirmarían que la tendencia a la recuperación en Cuba había sido estable por quinto año consecutivo a partir del 1995, cuando, tras el ligero crecimiento de 0,7 en 1994, arrancó el despegue del país desde una muy difícil etapa económica iniciada en 1989. A su juicio, “en el primer semestre de 2000 exportamos azúcar con el valor del dulce muy deprimido en los mercados donde Cuba negocia ese producto”, y añadió “Cuba es un país exportador de azúcar e importador de petróleo, y por tanto estas circunstancias externas perjudicaron la evolución de la economía”, dijo Lage.

El PIB cubano registró un crecimiento promedio del 4,4 por ciento desde 1995 hasta la fecha, un comportamiento superior a ese índice en América Latina (tres por ciento), hecho que además tuvo lugar sin recurrir a fuentes de financiamiento externas y en medio del recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos a la isla.

Las cifras del crecimiento se repitieron en boca de los principales dirigentes de la isla, y fue ratificada también por el director del Centro de Estudios de la Economía Mundial, Osvaldo Martínez durante el V Congreso de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC) celebrado entre el 13 y el 15 de diciembre. Martínez, también presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional (parlamento) indicó que el crecimiento del 5,5-5,6 por ciento superaría el pronosticado para América Latina por los organismos internacionales, que quedaría sobre el 4,5 por ciento.

Finalmente, en la sesión de la Asamblea Nacional (parlamento) el día 21 de diciembre, el informe sobre los resultados económicos del 2000 y el plan económico y social para el 2001 ratificó que se había concluido “un año verdaderamente extraordinario” y que el país había alcanzado “un crecimiento económico del 5,6 por ciento en el producto interno bruto de un plan que preveía entre un 4,0 y un 4,5 por ciento” con lo que se lograba “llegar al 85 por ciento del nivel de este indicador en 1989, aunque en condiciones de una economía más eficiente y que asegura un desarrollo cualitativamente superior”.

Los estudiosos indican que el crecimiento de la isla se produce desde niveles muy bajos, después de una caída sostenida del PIB durante los años 1990-1993. Los vaticinios moderados sostienen que el país demorará aún en recuperarse del impacto que produjo en la economía nacional la pérdida de los socios del extinto bloque socialista, la profundización del bloqueo y errores internos en la dirección económica, con el consiguiente descenso de 34,8 por ciento del producto interno bruto.

Varios análisis sostienen que las comparaciones contra 1989 han perdido objetividad porque al cerrar el año 2000 no se pueden emplear los raseros de entonces. En aquel momento, indican los cálculos, el PIB estaba en el orden de los 19.000 millones y al finalizar el 2000 se estimó en los 15.000 millones; Sin embargo, en términos de eficiencia, productividad, aprovechamiento de los recursos y el manejo de las inversiones son hoy incomparablemente superiores a los existentes antes de la caída del desplome del socialismo europeo.

Algunas cifras ilustran tales afirmaciones: en 1993 cerca del 70 por ciento de las empresas estatales eran ineficientes y subsidiadas, mientras que pasados siete años el fenómeno se redujo a un 10 por ciento, concentrado principalmente en el sector agropecuario que sigue siendo uno de los más graves dolores de cabeza de la realidad cubana.

En medio de todos esos vaivenes externos e internos se movió la economía cubana, observada de cerca por simpatizantes y detractores fuera y dentro de la isla, analizada tanto en foros de especialistas como en coloquios callejeros. Las autoridades no tuvieron más remedio que admitir que “el año 2000 ha sido uno de los de mayores dificultades desde que se inició el proceso de recuperación económica”. Para la mayoría, fue otro año difícil, uno más en esta larga década, pues a pesar de que algunos sectores han dejado atrás la inercia, aún no se ve la luz al final del túnel.

EL LENTO PASO DE LA REANIMACIÓN

Las autoridades de la isla aseguran que la recuperación de la economía cubana, luego de la profunda crisis desencadenada a inicios de los años 90, obedece a los avances conseguidos en diversos sectores, al incremento de la eficiencia y de la productividad del trabajo y al uso racional de los recursos, en especial el combustible.

Según el informe a la sesión final del año del parlamento, durante los últimos doce meses del milenio la productividad del trabajo en la isla aumentó en 4,6 por ciento, mientras que la efectividad de las inversiones – calculada como la relación entre lo que se pone en explotación y lo que se ejecuta en un año -, reportó un incremento del 5,8 por ciento, a pesar de que todavía persisten problemas en el cumplimiento de los cronogramas y la calidad de las obras, afirma.

Al cierre del último año del siglo, los principales sectores de la economía cubana confirman su dinámica de crecimiento. De esta forma, el turismo creció un diez por ciento, dejando un saldo de visitantes ascendente a 1.850.000 viajeros, ingresos brutos del orden de los 2.000 millones de dólares y utilidades ascendentes a 600 millones.

En la zafra 1999-2000, la producción azucarera alcanzó 4.059.000 toneladas de azúcar con mejorías en los índices de eficiencia y dando continuidad a la recuperación de este sector, indica el informe.

El sector de las construcciones reportó una dinámica de crecimiento estimada en un seis por ciento con relación a 1999. Uno de sus clientes más cercanos, el turismo, recibió cerca de 4.000 habitaciones nuevas y remodeladas; pero vio aplazada la entrega de otras 1.000 para el primer año del nuevo milenio, con el consiguiente perjuicio al turismo en varios millones de dólares, pues ya estaban comercializadas para la temporada alta, de diciembre a marzo.

Por su parte, en la obtención de hidrocarburos se reporta un ascenso de seis veces el volumen de crudo y gas natural extraído en los últimos ocho años. El 2000 cerró con alrededor de 3,3 millones de toneladas de petróleo equivalente. Este es un sector estratégico para la economía cubana que espera disponer de la autosuficiencia petrolera a mediano plazo y en el próximo lustro deberá ahorrarle al país 1.000 millones de dólares por concepto de importaciones.

Sobre la industria niquelífera, donde generalmente las noticias son bien cautelosas, se conoció que la producción sobrepasó la marca de las 72.000 toneladas del compuesto níquel más cobalto y se mantiene como uno de los cuatro pilares de las exportaciones cubanas. El monto de los ingresos provenientes de su exportación se estima en 500 millones de dólares.

Según los resultados del año, el país produjo 344.000 toneladas de acero, y 10.000 toneladas de acero inoxidable, mientras que la acuicultura reportó la captura de 90.000 toneladas.

La industria cubana tuvo incrementos en 15 de las 21 ramas industriales no azucareras, aunque es lento aún el desempeño del papel, el vidrio, los textiles, las confecciones, el cuero y los materiales de construcción.

Un indicador importante, aseguran fuentes oficiales, es el coeficiente de intensidad energética que se redujo en 3,4 por ciento, lo que arroja que para producir un millón de pesos del PIB sólo se emplearon 400 toneladas de combustible equivalente, contra 449 en el año precedente.

De acuerdo con observadores, aunque el país lleva seis años con crecimientos promedios del cuatro por ciento, a nivel de la macroeconomía imperan lastres de carácter coyuntural y estructural que continuarán influyendo sobre la situación económica al menos en los próximos diez años.

El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba por más de 40 años es un factor que mantiene un impacto negativo en los esfuerzos de la mayor de las Antillas por salir adelante con pérdidas superiores a los 70.000 millones de dólares. Desde el punto de vista estructural, con soluciones perspectivas a mediano y largo plazo, la dependencia que aún mantiene el PIB respecto de la industria azucarera que aporta el 19 por ciento de los ingresos por exportaciones a la balanza de pago, es un lastre de consideración.

El informe oficial del año 2000 indica que los cambios en la estructura del comercio exterior han favorecido el país, ya que los servicios alcanzaron en ese período el 62 por ciento de los ingresos por exportaciones, con menores gastos energéticos y un mayor dinamismo. Además, señala, que en el caso de los bienes se observó un incremento del 12 por ciento en las exportaciones, con un “alentador crecimiento del 24 por ciento en los fondos exportables”.

Los expertos consideran que uno de los problemas al que debe hallársele una inaplazable solución es el de las exportaciones. La isla sigue dependiendo de una gama muy reducida y con productos primarios, dígase azúcar, níquel y tabaco con aportaciones a las finanzas del seis y el cuatro por ciento, respectivamente. Los intentos de diversificar las exportaciones son incipientes y a pesar de los distintos frentes abiertos en este sentido no se han podido asegurar productos competitivos capaces de aportar ingresos considerables al país.

Sobre este tema el informe indica que “en el caso de los nuevos fondos exportables merece una consideración especial el esfuerzo que sostenidamente ha realizado la nación para desarrollar la llamada economía del conocimiento y particularmente la industria farmacéutica de avanzada, la biotecnología y la producción de equipos médicos, donde se registran más de 300 patentes en el exterior y se avanza en la consolidación de nuevos mercados”.

En el último año del milenio las importaciones crecieron un 14 por ciento, aunque el incremento se reduce sensiblemente si del cálculo se excluye el efecto del aumento del precio del petróleo. “Este desempeño es más destacable si se toma en cuenta que debido a la negativa dinámica de los precios, se deteriora la relación de intercambio un 22 por ciento”, sostiene el documento.

El estimado de inversión en el 2000 fue superior a los 3.100 millones de pesos, el doble de 1995 y 16 por ciento superior a la de 1999, que se emplearon en direcciones estratégicas como la industria del petróleo y el gas, la electricidad, la producción de níquel, el turismo y las comunicaciones.

Por otra parte, durante los primeros nueve meses de este año, la banca otorgó créditos por algo más de 7.000 millones de pesos a las empresas nacionales. “En moneda libremente convertible, el monto de los financiamientos, en sus diferentes modalidades y términos de reembolso, en la misma fecha, oscila en alrededor de 1.500 millones de dólares estadounidenses, con perspectivas de alcanzar los 2.000 millones al cierre del año, y es la industria uno de los sectores más beneficiados”, dijo.

En el 2000 se mantuvo la doble circulación monetaria. Al respecto, el presidente del Banco Central, Francisco Soberón dijo a la prensa local que este fenómeno “fue algo inevitable, con ventajas y desventajas”, pero “ahora, con la economía en recuperación sostenida y creciente, y al ampliarse las relaciones interempresariales, se hace más compleja su existencia”. El titular manifestó su aspiración a que el peso cubano sea la única moneda que circule en el país, pero la “desaparición de la doble circulación monetaria no quiere decir que se prohíba la tenencia en efectivo y de cuentas bancarias en dólares u otras monedas”, agregó.

Según informó, desde mayo de 1994 hasta la fecha, la isla redujo la liquidez monetaria en más de 2.000 millones de pesos. El peso es igual al dólar al cambio oficial, pero en las casas de cambio abiertas por el gobierno, la moneda estadounidense se cotiza entre 20 y 21 pesos. En este sentido señaló que de los 5.300 millones de pesos situados en bancos por la población, algo más de 760 millones están acordados a plazo fijo, con 75 por ciento de éstos pactados a tres años. “Hoy una parte importante del ahorro está contratado entre los ahorristas y sus bancos a plazos de hasta 36 meses, debido a que desde principios de este año se ofrece la posibilidad de abrir cuentas a plazo fijo con tasas de interés más elevadas que los depósitos corrientes a la vista”, añadió.

Aseguró, además, que “aunque la economía está creciendo cada año y se han producido incrementos salariales desde 1999, además de iniciarse la concesión de préstamos en efectivo de los bancos a los trabajadores, la liquidez ha crecido a un ritmo inferior al incremento del producto interno bruto (PIB), sin efectos negativos para los precios”.

Durante el 2000, aseguran las autoridades, se mantuvo un equilibrio financiero interno aceptable. La liquidez aumentó unos 450 millones y alcanzó 10.350 millones y representó una proporción del 37,5 por ciento del producto interno bruto, frente al 38,8 por ciento en el año precedente.

Entre las limitaciones que persisten, las autoridades enumeran el suministro de un grupo de productos normados, así como altos precios en otros que lo ponen fuera del alcance de la mayoría, los insuficientes ritmos en la construcción y reparación de viviendas, el arreglo de los viales, el transporte de pasajeros,  la matrícula a los círculos infantiles, los servicios personales, los cuales no cubren las necesidades de la población.

Otro tema recurrente al analizar el desempeño de la economía cubana son las dificultades para acceder a fuentes de financiamientos foráneas. Si bien es cierto que el bloqueo norteamericano tiene un peso específico en esta situación actual y perspectiva, no es menos cierto que la característica de país subdesarrollado no es atractivo para el gran capital. Los grandes flujos monetarios de ese tipo se desplazan como regla entre las naciones desarrolladas, según confirman las estadísticas.

Pero, en el plano externo, no sólo las fluctuaciones de los precios del petróleo y el azúcar y la imposibilidad de acceder a créditos frescos resultaron perjudiciales, los movimientos del euro a la baja también provocaron impactos negativos. El ministro de Economía y Planificación de Cuba, José Luis Rodríguez, aseguró el día 20 de noviembre que la sostenida depreciación del euro, estimada hasta ese momento en un 30 por ciento, había causado perdidas relativamente importantes” en varios sectores de la economía cubana.

El titular admitió a la prensa local que si la divisa europea, que Cuba utiliza desde julio de 1999 en sus transacciones internacionales, hubiera mantenido los 1,19 dólares con los que arrancó 23 meses atrás esta cotización hubiera repercutido en un alza del PIB nacional por medio de una ganancia extra en el comercio exterior. Rodríguez aseguró que la caída del euro frente al dólar había tenido diferentes efectos en la economía cubana, y aunque se abstuvo de mencionar cifras concretas de perdidas económicas afirmó que “el balance general es desfavorable”.

El efecto de la moneda común europea ha impactado sobre todo a empresas exportadoras cubanas conectadas con ventas directas a países de Europa. No obstante, Rodríguez aclaró que el panorama no era totalmente oscuro para el comercio doméstico, porque las corporaciones que compran en euros a partir de bases en dólares se beneficiaban, y de cierta manera propiciaban un balance en la situación nacional.

En el año 2000 prosiguió el proceso de perfeccionamiento empresarial, considerado como la tabla de salvación de la economía de la isla y de la propia existencia del sistema socialista. El V Congreso de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), celebrado en diciembre, calificó este proceso “como la tarea más trascendental y estratégica que tiene ante sí el sistema empresarial cubano” y recomendó al Estado actuar con mayor agilidad en la actualización de la legislación vigente para facilitar la descentralización de funciones y autonomía de las empresas.

Por otra parte, exhortaron a las autoridades a realizar con mayor dinamismo las tramitaciones que permiten a las entidades entrar en este proceso. Por su parte, el dictamen de la Comisión de Asuntos Económicos del parlamento indicó que “el estratégico proceso de perfeccionamiento empresarial avanzó con el rigor necesario y al ritmo que le permitieron las dificultades con la contabilidad y el déficit de cultura empresarial”. Además, aseveró que las empresas que ya lo aplicaban habían obtenido resultados que evidenciaban la “enorme importancia de continuar avanzando con pasos firmes”.

¿EL SECTOR LÍDER TITUBEA?

Con 111 mil kilómetros cuadrados y más de cuatro mil cayos e islotes, con una plataforma insular de 70 mil kilómetros cuadrados, y seis mil kilómetros de costas con playas de fina arena, un clima propicio para el ocio y una seguridad que no se encuentra en lugares con condiciones semejantes, Cuba parecería el paraíso perfecto para el turismo, sin embargo, a juzgar por el crecimiento de este sector emergente el proceso de ascenso parece haberse estancado.

Después de una década de crecimiento anual por encima del 19 por ciento como promedio en los arribos, la isla culminó el 2000 con alrededor de un millón 750 mil – un millón 800 mil visitantes extranjeros para un incremento entre 9 y 10 por ciento en comparación con 1999, aunque para julio se había reportado un millón de vacacionistas extranjeros, con un mes de antelación a lo logrado en 1999.

Casi al cierre del 2000, Ibrahim Ferradaz, ministro del sector, reconoció que “tal flujo estará por debajo de lo previsto, cuando no se contaba con los duraderos efectos del error del milenio, con la devaluación del euro ni con los apreciables incrementos de precios de los combustibles, que encarecieron los boletos aéreos. No obstante, afirmó que “el sector goza de buena salud y seguirá creciendo en los años subsiguientes”.

Al cierre de 1999, las autoridades de la industria sin chimeneas pronosticaron que en el 2000 la isla alcanzaría los dos millones de visitantes, pero la realidad hizo modificar las predicciones y se llegó a la conclusión de que quedaría entre 200 mil y 300 mil visitantes menos que lo previsto inicialmente.

A pesar de esta contracción en los arribos, el titular dijo en octubre sentirse optimista y calificó al año 2000 como “una etapa de fuerte trabajo en todos los territorios para continuar elevando el nivel de eficiencia del servicio, aunque no se alcanzaran los dos millones de turistas planificados”.

Las autoridades de la isla culpan de este resultado a factores externos. De acuerdo con el titular de Economía y Planificación, José L. Rodríguez, la devaluación de la moneda común europea trajo perjuicios para el turismo. “En la medida en que el euro se devalúa, un gasto en otra moneda resulta más caro y desestimula a los viajeros del viejo continente”. Además, indica Rodríguez, el turismo internacional está siendo golpeado por la espiral alcista de los precios del petróleo, que a su vez encarece las tarifas aéreas de los vuelos trasatlánticos.

Sin embargo, los analistas añaden a estos factores una deficiente comercialización, así como los problemas de servicios, calidad y precios en comparación con otros destinos del Caribe.

De acuerdo con Ferradaz, internacionalmente la industria turística registra una competencia muy fuerte, con megafusiones de compañías y en ese contexto Cuba apuntala su desarrollo en este sector con factores como la belleza geográfica, calidad de su gente, condiciones de salubridad, infraestructura y seguridad.

Durante el 2000 entre los mayores emisores de turismo hacia la isla se encontraron Canadá, Alemania, Italia, España, Francia, Reino Unido, Argentina y México. En una entrevista a la revista española MasCuba durante la Feria Internacional de La Habana, en noviembre, Ferradaz indicó que de Europa proviene el 55 por ciento de los viajeros, mientras que el 17 por ciento procede de Canadá. Estos destinos aportan 70 por ciento del total. Los mayores números de turistas son los canadienses, alemanes, italianos, españoles, franceses, ingleses, mexicanos y argentinos.

Por suerte para la isla, interesada seriamente en establecerse como destino de vacaciones, existen tentadores destinos con crecimientos sostenidos, entre ellos Benelux, Suiza, Portugal y Austria, afirman fuentes del Ministerio del Turismo (MINTUR) y se potencian otras áreas como son los países escandinavos, Holanda, Chile y Brasil. Más de cara al futuro, en la mirilla de las autoridades turísticas cubanas se encuentran Japón, China y Rusia.

El titular atribuye los incrementos en determinados mercados al interés que despierta en el mundo el pueblo cubano, cuyo carácter es considerado el principal atractivo del país, respaldado por una infraestructura medianamente desarrollada y a que la isla cuenta con 17 aeropuertos – nueve de ellos internacionales- y el trabajo por la inserción de campos de golf, acuarios, delfinarios, parques temáticos, parques de diversiones y actividades náuticas.

En un balance del 2000, Ferradaz reveló que el índice de costos fue de 78 centavos por dólar de ingreso, similar al del 99, indicador que se alcanza nuevamente, pese a los déficit adicionales reportados por los factores externos que incidieron a lo largo del año.

Según el MINTUR, al cierre del 2000 la infraestructura hotelera cubana dispondría de más de 36.000 habitaciones para el turismo internacional. Pero las demoras en las entregas de no pocas habitaciones por atrasos constructivos redujeron el total a 35.400. Hechos como éste, devenido tendencia, ha resultado muy perjudicial para el sector desde que el país apostó por el turismo como una vía eficaz para obtener dinero fresco e inició su desarrollo acelerado, hace casi una década.

El 6 de noviembre, el diario oficial Granma criticó los atrasos en las construcciones hoteleras para el turismo internacional, que, provocan pérdidas millonarias a la economía cubana y afectan la competitividad del sector turístico. Sólo una de las empresas del sector, Gaviota, estima que “por el retraso constructivo de cuatro hoteles” durante este año “dejará de ingresar cerca de 8,7 millones de dólares por concepto de ventas, así como de percibir utilidades por unos 3,8 millones de dólares”, indico el rotativo.

Observadores señalan que las demoras se producen por constantes cambios a propuesta de los inversionistas y explotadores cuando la obra está en ejecución, lo cual da pie a una tortuosa cadena de imputaciones, como pantalla a la ineficacia compartida, sin contar las “torceduras” incorporadas por imperfecciones en la proyección, organización y ejecución de obras y gestión de los suministros.

Autoridades y directivos turísticos reconocen que esto perjudica no sólo los planes de negocios, sino también la capacidad para cumplir los compromisos del sector con la economía nacional y con varias instituciones financieras acreedoras.

Aunque las dilaciones bajaron de un período que oscilaba entre uno y tres años a entre seis y ocho meses en la actualidad, el problema no es nuevo y afecta a todo el sector turístico cubano y provoca también grandes interferencias en el trabajo de los operadores turísticos internacionales, quienes venden el producto con antelación, contratan servicios aéreos y establecen vínculos con operadores turísticos minoristas para otros servicios. “Las fallas en ese engranaje generan una larga cadena de reclamaciones e indemnizaciones, cuyo valor puede llegar a varios millones de dólares”, destacan directivos del turismo de la isla.

A pesar de los avances en el cumplimiento de los cronogramas y la calidad de las terminaciones, la inestabilidad en los procesos inversionistas conspira contra el dinamismo del sector, aunque algunos analistas indican que este fenómeno no afecta en nada puesto que aún las habitaciones disponibles en los hoteles tienen un bajo índice de ocupación lineal, indican las autoridades.

Otros fantasmas como los altos costos, el deficiente control económico y el desvío de recursos empañan la imagen del turismo cubano. En lo económico, sin embargo, las autoridades valoran positivamente el impacto de esta industria en el país, pues este sector se ha convertido en la principal fuente de divisas de la economía de la isla.

El presidente de la Corporación Cubanacán S.A., Juan José Vega del Valle, señaló a finales de noviembre que mientras en la década pasada muchas industrias cerraron y sectores importantes como la agricultura experimentaron fuerte contracción, el turismo tuvo un desarrollo impetuoso y permitió la recuperación de otros sectores. Muestra de ello es que hoy el 61 por ciento de los productos que consume la industria del ocio son de producción nacional, cuando a comienzos de los noventa era sólo de un 12 por ciento.

Si bien en la isla se asegura que la industria turística ofrece estabilidad y garantía en el tiempo para la recuperación económica de la isla, especialistas en asuntos cubanos afirman, que “la industria turística cubana, calificada como la locomotora de la economía, no tiene en realidad el impulso propulsor que le atribuyen las autoridades castristas”.

De acuerdo con el diario El Nuevo Herald, de Miami, un encuentro de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana, consideró inciertos los ingresos generados por esa industria en los últimos años. Los estudiosos ponen en duda en Miami la veracidad del papel que juega este sector emergente en la reanimación de la economía cubana. Según cifras oficiales cubanas “en la actualidad más del 50 por ciento de los ingresos en divisas que recibe Cuba provienen del turismo, el cual, junto a las remesas familiares, han reactivado otros sectores de la economía nacional”. Sin embargo, un estudio presentado por la profesora Dolores Espino, de St.Thomas University en Miami, afirma que “el efecto multiplicador del turismo en la economía de Cuba es uno de los más bajos que existen’’ en la región, mientras ese índice es de 1,58 para Jamaica o de 1,20 en Dominica, en Cuba fluctúa entre 0,74 y 0,84.

“El impacto económico del turismo en los ingresos nacionales y el empleo es todavía muy pequeño’’, subrayó. Esta situación se refleja particularmente en la fuerza laboral que atiende al sector y que sólo representa el 2 por ciento, o sea, unos 81.000 trabajadores en 1998, según las cifras oficiales citadas por Espino. “Este porcentaje se ha mantenido constante desde 1996”, subrayó.

Al margen de detractores y críticos, se estima que el turismo aporta buena parte de las divisas que entran al país y esta esfera es una de las de mayor interés de inversionistas extranjeros. El sector turístico fue el primero en asimilar participación extranjera. Hoy existen 26 empresas mixtas y están suscritos alrededor de 46 contratos de administración y comercialización, pero el 83 por ciento de las inversiones se han realizado con recursos de la isla, según el ministro de Economía cubano.

Las autoridades reconocen que ante la alta competitividad en la región, el desarrollo turístico en Cuba debe encontrar una eficiente comercialización del producto turístico. Según Juan Oscar Hernández, director de Comercialización del MINTUR, se ha convertido en una necesidad promocionar integralmente el destino, en lugar de hacerlo de manera separada, que, de acuerdo con expertos, diluye los esfuerzos y los gastos.

Durante el 2000, en el ámbito turístico resultaron significativos hechos como los vuelos directos desde Japón, el ligero incremento que experimenta el turismo ruso y polaco, del 40 y 45 por ciento, respectivamente, en relación con 1999, así como la apertura de nuevas instalaciones a cargo la española Sol Meliá a pesar de las amenazas de negación de visas a sus funcionarios desde Estados Unidos por que la cadena “consciente y deseosamente’’ se ha instalado en propiedades expropiadas a estadounidenses, según el senador Jesse Helms, coautor de la ley que otorga tales prerrogativas a las autoridades estadounidenses.

PETRÓLEO: DE TODO UN POCO

El ámbito energético trajo múltiples dolores de cabeza a las autoridades de la isla. El alza de los precios del petróleo a lo largo del año hizo registrar los ahorros para contar los centavos más de una vez y ocasionó gastos no previstos en los estimados presupuestarios.

Según diferentes fuentes, aunque en el primer semestre logró “escapar” gracias a operaciones financieras previsoras, Cuba cayó finalmente bajo los efectos de precios en el 2000 y se vio forzada a gastar unos 500 millones de dólares adicionales para la adquisición del crudo. Incluso, el país tuvo que adoptar restricciones adicionales a partir de julio para el combustible de los vehículos estatales debido a las carencias.

Por suerte para la población de la isla, gracias a las medidas tomadas para enfrentar el alza de los precios, esta no se tradujo en el regreso de las indeseables interrupciones del servicio eléctrico como en los peores años de la crisis y casi se cumplió la promesa hecha por Marcos Portal, titular de la Industria Básica de que los apagones desaparecerían durante el 2000.

Pero no todo fueron dolores de cabeza. Una de las noticias del 2000 en el ámbito petrolero fue el incremento de producción nacional de hidrocarburos que ascendió a 2.800.000 toneladas de petróleo y 500.000 metros cúbicos de gas acompañante, lo que sumó un total de 3,3 millones de toneladas de petróleo equivalente. Con esto, el país alcanzó la capacidad de producir el 70 por ciento de su energía eléctrica con crudo nacional. Según Portal, la sustitución del combustible importado por el nacional representó en el 2000 un ahorro de 400 millones de dólares.

Otra buena nueva fue sin dudas el anuncio hecho por Cuba de la apertura a la inversión extranjera para la búsqueda de crudos en su Zona Económica Exclusiva (ZEE) en el Golfo de México, una de las regiones más ricas del mundo en ese estratégico renglón. La zona en licitación abarca unos 112.000 kilómetros cuadrados, dividida en 59 bloques, según informó el Ministerio de la Industria Básica. La intención es atraer firmas foráneas a riesgo y con contratos atractivos, incluyen cláusulas con recompensas acordes a los riesgos, flexibilidad y sensibilidad a los niveles de producción y a los precios internacionales del crudo, así como la libre disposición del destino del combustible por parte del socio extranjero.

Los especialistas esperan yacimientos grandes luego de que la región fuera estudiada por grupos de científicos estadounidenses autorizados por el gobierno cubano, los cuales perforaron ocho pozos y encontraron manifestaciones “vivas” de hidrocarburos.

Tras la visita del presidente cubano, Fidel Castro, a Venezuela a finales del mes de octubre, ambos países sellaron sus vínculos económicos mediante un acuerdo integral de cooperación y la isla se benefició, finalmente, de los términos del Acuerdo Energético de Caracas, un sistema que funcionará de forma paralela al Pacto de San José.

Según el acuerdo, Venezuela venderá 53.000 barriles diarios (6.900 toneladas) a Cuba a precios de mercado. Hasta un 25 por ciento de esa factura será pagada con asistencia y asesoría técnica cubanas en el área de la salud, la construcción de centrales azucareros, deporte y turismo, entre otros servicios.

El nuevo convenio empezó a fraguarse en agosto del 2000 ante la negativa de México a ampliar el acuerdo de San José para incluir a Cuba y otros países caribeños. Según la argumentación venezolana, con el tiempo el Pacto de San José se volvió bastante rígido, pues no facilita su modificación.

Con el convenio de Caracas, La Habana quedó integrada al acuerdo firmado por diez jefes de Estado de Centroamérica y el Caribe y, según él, Venezuela ofrece condiciones financieras de 15 años de plazo, 2 por ciento de interés y un año de gracia. El documento prevé, además, una financiación entre el 5 por ciento y el 25 por ciento, de acuerdo a los precios del mercado.

En el caso de Cuba, según reportes de prensa desde Caracas, se ofrece el envío “gratuito” de médicos cubanos a Venezuela en las zonas donde no existe atención médica. Caracas, en tanto, tendrá que prestar alojamiento, comida y transporte a los galenos cubanos y sus familias.

La contraprestación que ofrecerá Cuba a Venezuela como parte de pago de la factura petrolera incluye la asistencia y asesoría técnica para la construcción de tres centrales azucareros, asistencia en la promoción y mercadeo turístico, la creación de una escuela binacional para el intercambio y servicios turísticos, el envío de 3.000 entrenadores y profesores de educación física para formar deportistas, la creación de granjas porcinas, el cultivo de vegetales, hortalizas y de plantas medicinales y la venta de equipos médicos.

La firma del acuerdo suscitó diversas opiniones. El diario El Nuevo Herald, de Miami, aseguró el día 31 de octubre que “las dudas sobre si Cuba podrá pagar la deuda que acarree la venta de petróleo han sido expuestas por analistas políticos y opositores al presidente venezolano Hugo Chávez, quienes sostienen que sería un alto costo para Venezuela subsidiar parte de sus exportaciones petroleras, que constituyen el 85 por ciento de sus ingresos en dólares”.

Para el ministro venezolano de Energía y Minas, Alí Rodríguez, el acuerdo le permitirá a su país desarrollar “una política de penetración y ampliación de los mercados”. “Para Venezuela es un buen mercado que le interesa conservar (…) En cualquier negocio, cuando un cliente tiene problemas, se buscan mecanismos para ayudarlo, porque interesa conservarlo como mercado. Eso es lo que estamos haciendo”, añadió.

Por su parte, el embajador cubano en Caracas, Germán Sánchez Otero, aseguró en una entrevista al diario venezolano El Nacional que la isla pagaría hasta el último barril de petróleo adquirido en Venezuela. El diplomático aseguró que, “con dinero constante y sonante”, Cuba liquidaría entre 75 y 95 por ciento de los 53.000 barriles diarios de crudo que le suministrará Venezuela y el resto lo cancelará en términos similares a los concedidos a otros países centroamericanos y caribeños.

Según declaró su país ha venido adquiriendo 75.000 barriles diarios de petróleo venezolano en los últimos años, aunque la compra se ha hecho a intermediarios, pero ahora la operación comercial se hará con la empresa estatal Petróleos de Venezuela en forma directa. “Si hemos podido pagar al intermediario un petróleo un poco más caro, pues siempre gana algo en cada barril, podemos cubrir la factura directamente. Así que quien se confunde es porque quiere”, dijo.

Añadió que el petróleo que suministrará Venezuela a Cuba significa el 31 por ciento de su consumo diario, mientras que, en relación con otras naciones también beneficiadas por los acuerdos, este porcentaje alcanza hasta el 100 por ciento.

La parte cubana niega que exista favoritismo hacia su país en este tratado “Países como República Dominicana, Nicaragua, Honduras o Haití reciben actualmente a tenor de pactos energéticos regionales más del 60 por ciento de sus consumos diarios de petróleo”, aseguró Marta Lomas, titular para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica.

Estas fueron indudablemente buenas noticias, porque aunque los niveles de extracción de petróleo han crecido en los últimos años, todavía las cifras son insuficientes para cubrir las necesidades de la isla. Fuentes oficiales cubanas sostienen que el país invierte cada día 1,4 millones de dólares para abastecer de electricidad a toda la isla.

A pesar de que en el 2000 se alcanzó una producción récord de hidrocarburos gracias a la alta productividad de yacimientos en el norte de este país, el crudo sigue siendo un problema vital de una economía que intenta recuperarse. Los estimados fueron posibles de alcanzar por los buenos resultados de zonas petroleras ubicadas al norte de las provincias La Habana y Matanzas, donde se descubrieron nuevos pozos y donde se hallan los principales yacimientos de Cuba con una productividad de más de 50.000 barriles diarios, indican los expertos.

El territorio cubano está dividido en 45 bloques petrolíferos, 20 de ellos negociados con compañías extranjeras, que han invertido durante el período 1991-1999 unos 600 millones de dólares en la exploración y producción de petróleo, hecho que contribuyó a cuadruplicar la producción del crudo en estos últimos años.

Una de las más recientes noticias sobre la participación de empresas extranjeras en el sector petrolero cubano es el inicio en noviembre de la perforación de un primer pozo de prueba en cayo Felipe, al norte de la central provincia de Ciego de Ávila, que acometió PETROBRAS, de Brasil. Según medios de prensa, en esa zona han sido detectadas estructuras geológicas con posibilidades de tener petróleo.

De acuerdo con especialistas de Brasil-Cuba, la subsidiaria creada para esa misión y en la que participa la canadiense Sherritt, esa región, prácticamente inexplorada, podría disponer de reservas de unos 700 millones de barriles de crudo ligero. Jorge Epifanio, de la filial de PETROBRAS en la isla, aunque la operación es calificada de “alto riesgo” podría dar una recompensa alta, con una probabilidad de éxito en el primer pozo del 12 por ciento. Hasta el momento ninguna de las compañías de Europa y Canadá que han competido con PETROBRAS en la isla había anunciado previsiones tan altas

Según los cálculos de los expertos en prospección de esa firma, el islote, ubicado al norte de la provincia de Ciego de Ávila, puede rendir entre 100.000 y 150.000 barriles diarios, una cantidad que ni en sueños los cubanos han imaginado en los yacimientos que explotan actualmente. De hecho, ese cayo por sí solo duplicaría la extracción de crudo alcanzada este año en el país.

La expectativa se acentúa además porque la calidad estimada, unos 25 grados API, es propia del crudo ligero, bien diferente del petróleo sulfuroso y pesado común en el archipiélago. De hacerse realidad los sueños, una segunda etapa de la inversión podría ascender unos mil millones de dólares y Cayo Felipe se convertiría en el mayor negocio de una entidad brasileña en el exterior.

Equivalente entre 4 millones y 6,5 millones de toneladas al año, el volumen de producción estimado para ese cayo satisfacería las necesidades de petróleo de la isla, según reconoció el canciller cubano Felipe Pérez Roque durante la visita que hizo a Brasil en los primeros días de diciembre.

Según fuentes oficiales, en los últimos nueve años la producción nacional de petróleo crudo y gas natural benefició a la economía cubana con un aporte de unos 650 millones de dólares. En 1999, la cifra ascendió a 250 millones por la sustitución de importaciones, mientras que en el 2000 la cifra podría haber sido ligeramente superior como resultado del incremento productivo.

Con los incrementos sostenidos, las autoridades aspiran a lograr autosuficiencia energética a mediano plazo. Según el vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage, el “milagro” se debería a que la industria cubana posee el impulso y la potencialidad necesarios.

En declaraciones a la prensa local, el dirigente dijo que no se trataba de algo menor a tres años, pero económicamente hablando, ya se abre esa perspectiva. “Es fácil percatarse de que si consumimos unos 9 millones de toneladas anuales, de hecho nos vamos acercando al 40 por ciento del consumo”, dijo Lage. En cualquier caso, según el vicepresidente cubano, la isla tendrá que lograr un esfuerzo combinado entre una producción más eficiente, con menos consumo de energía y más ahorro en la población, y un incremento cardinal de la producción nacional.

Los más optimistas vaticinan, incluso, que el país pudiera convertirse en exportador. Según el embajador cubano en Venezuela, “si hay petróleo en las áreas del golfo estadounidense y mexicano, ¿por qué no debe haberlo en el cubano? Quién sabe, a lo mejor en un futuro Cuba puede ser hasta un país exportador de petróleo”.

Pero sucede que la isla ya ha exportado crudo. Un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) aseguró que durante 1999 Cuba había exportado 250.000 toneladas por lo que obtuvo unos 30 millones de dólares. Esta información fue difundida por el diario El Nuevo Herald, de Miami, y provocó algunos disgustos entre los cubanos por la incoherencia de tener que soportar interrupciones eléctricas mientras el crudo se exporta.

Por otra parte, la generación eléctrica en Cuba creció 3,3 por ciento durante este año 2000, muy por debajo del producto interno bruto (PIB), indicador favorable para el desempeño económico del país, aseguraron fuentes del Ministerio de la Industria Básica.

Este desempeño parece corresponderse con el ritmo de reanimación de la producción y los servicios y marca una diferencia sustancial con el año 1997, cuando la electricidad creció 6,3 por ciento y se mantuvo por encima del aumento del PIB. A pesar de la disminución, la generación está por encima de la demanda máxima, según fuentes del sector. Al mismo tiempo, informes indican que se registra un deterioro de los niveles del consumo eléctrico, lo cual se refleja en un aumento de la demanda en el horario pico.

De acuerdo con el director técnico del Programa Nacional de Ahorro de Electricidad, Raúl Alfonso Prada, el éxito del programa radica en que permitió en 1999 mantener en las horas de mayor consumo (siete-ocho de la noche) la demanda máxima por debajo de la fijada en 1997. De los 161 días con apagón en 1997, se redujo a 55 en el 2000, y al cierre de septiembre de este año no hubo necesidad de apagar durante 219 días, señaló. Al cierre del año se reportó que los días con apagones habían disminuido 47 por ciento.

AZÚCAR: UN 2000 NO TAN DULCE

El cinco de diciembre comenzó la zafra 2000-2001. Las numerosas recomendaciones hechas alrededor del tema hicieron pensar que detrás del cumplimiento de la contienda 1999-2000 se ocultaron no pocas dificultades.

Tanto el asesor principal del ministro del Azúcar, Ramón Castro, como el experimentado comentarista del diario Granma, Juan Varela Pérez destacaron en reuniones y en los medios de prensa estatales la necesidad de una óptima contienda, que arroje rendimientos superiores tanto en el campo como en el proceso fabril.

En mayo las autoridades consideraron satisfactorio el incremento de 6,7 por ciento en relación con las 3.785.000 toneladas alcanzadas en la cosecha precedente – lo que permitiría un incremento del PIB por encima de lo previsto para el año de 4-4,5 por ciento. Finalmente, la cosecha alcanzó 4.059.000 toneladas para un crecimiento del 7,3 por ciento, según el informe económico al parlamento, el cual destacó de forma muy optimista, que “más importante aún que este incremento resulta la tendencia a reducir los costos y la mayor eficiencia en el uso de los recursos que se registra”.

Pero no todos coinciden con esta actitud. Terminada la zafra, los criterios se dividieron entre quienes opinan que nunca más regresarán las cosechas de ocho millones de toneladas, otros creen que es mejor producir derivados, mucho más rentables, mientras que una tercera corriente sostiene que con los recursos invertidos, se podría haber producido más.

“En medio de la crucial batalla de ideas que libra nuestro pueblo, la económica no se descuida y la más reciente prueba es el cumplimiento del plan de producción de azúcar, alcanzado la víspera”, publicó el día 9 de mayo del 200 el periódico Granma, en referencia a las acciones por la devolución a su país del niño Elián González, sobreviviente de una salida ilegal por mar, retenido en Estados Unidos por su parentela, y posteriormente rescatado por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). Esta afirmación fue un reconocimiento oficial a los resultados de la zafra y a las medidas adoptadas en los últimos años para sacar al sector azucarero del sótano de la economía cubana.

El programa de transformaciones puesto en marcha por el Ministerio de la Azúcar (MINAZ), busca ante todo, una producción que sea competitiva en el mercado internacional por su calidad y los bajos costos. Para alcanzar la necesaria recuperación azucarera, el organismo rector ha indicado la realización de zafras cortas y eficientes, y se ha hecho una programación exacta encaminada a moler en el tiempo óptimo: entre el fin del invierno y el inicio de la época de primavera.

En enero del 2000, a sólo un mes de iniciada la contienda, en recorrido por centrales azucareros en la central provincia de Cienfuegos, el vicepresidente cubano Carlos Lage afirmó que la zafra había comenzado “bien, mejor que la anterior” y que existían buenas condiciones para cumplir el plan, aunque ese debía ser “un indicador más, ni siquiera el principal, porque lo fundamental es la eficiencia”, dijo.

La política oficial al respecto es “no hacer más azúcar, sino que hacerla, cueste menos”, aunque nadie está en contra de que se produzca más, además de reducirse los costos. De acuerdo con las orientaciones de la dirección del, país, la estrategia de abaratar las zafras deberá acompañarse de ahorro de energía eléctrica, para elevar la eficiencia.

Las estadísticas indican que durante la cosecha 1999-2000 paralelamente con el cumplimiento del plan previsto se alcanzaron favorables resultados en la eficiencia económica. Un ejemplo de ello, es que al cierre de abril la tonelada de azúcar se fabricaba con 11,39 pesos menos que en la zafra precedente y 4,02 por debajo del plan para esa campaña.

Los deprimidos precios del azúcar en el mercado mundial han llevado a las autoridades a ser exigentes en este tema. “Los precios en el mercado mundial descendieron. Llegaron a estar durante varios años a 12 y 14 centavos la libra. Ahora se cotiza a seis y en ocasiones por debajo, mientras, las perspectivas no son favorables, por lo que tenemos que prepararnos para enfrentar esa circunstancia. La estrategia es producir cada vez a más bajo costo, y lograr la diversificación”.

En la zafra pasada, del total de 156 ingenios, molieron 110. Esto permitió al país el ahorro de 280 millones de pesos por concepto de disminución del costo de producción. Observadores aseguran que no sólo se produjo más azúcar, sino que se hizo más barato y el precio de venta – a pesar de ser bajo -, resultó más ganancioso. En ello reside la eficiencia, alertan.

Aunque en la temporada pasada el costo de producción se redujo a un promedio de 325 pesos por tonelada, este indicador resulta alto para las aspiraciones de Ministerio del Azúcar y para las necesidades de la economía nacional, indican analistas.

En la zafra pasada, el promedio de corte por máquina en una jornada fue de 8.135 arrobas, por lo que en esta contienda se orientó que debía ascender a 10.000 arrobas. En el caso del rendimiento en azúcar, un índice considerado determinante, fue de 11,18, cifra superior al plan y también por encima del registro final de 1999. Expertos señalan que aunque al recobrado de 85,19 le faltó 0,22 para llegar a lo planificado, aventajó ampliamente al 84,86 de la molienda precedente. Por otra parte, los centrales que abrieron capacidades las aprovecharon, como promedio, al 71 por ciento, ligeramente por encima de la zafra anterior, indican las autoridades del ramo.

Análisis realizados por el MINAZ, afirman que en la temporada 1999-2000 la calidad de la caña fue la mejor de los últimos diez años. Esto fue visto como el resultado de una mayor organización del sistema de cosecha y de la introducción del pago por la calidad a los productores. De acuerdo con fuentes de esa institución, sólo al 40 por ciento de los productores se les pagaba por la calidad de la materia prima entregada. Otro detalle no menos importante, aseveran, es la incipiente reducción del índice de materias extrañas en la caña, considerado aceptable con estimado cercano al 5,24 por ciento.

Para el vocero del MINAZ, Jorge Álvarez, durante la zafra pasada los principales problemas se concentraron en las operaciones industriales, donde existen amplias potencialidades para obtener mejores rendimientos industriales, amén de una mejor capacitación de los trabajadores en todo el proceso fabril en los centrales.

Aunque todavía con niveles modestos, la zafra 1999-2000 mantuvo la tendencia a la recuperación gradual que se inició en la precedente tras haber tocado fondo en la de 1998, con una producción que no rebasó los 3,2 millones de toneladas.

Al hacer una valoración de la temporada, las autoridades enumeraron entre los factores que contribuyeron a estos resultados mejores aplicaciones en la siembra y atención cultural de la caña, así como la organización del corte y tiro, el aprovechamiento de las reservas de energía de los procesos de elaboración, fundamentalmente.

A pesar de ello, fuentes del MINAZ indican que a pesar de los signos positivos como la reducción de los costos por tonelada de azúcar e incipientes incrementos en los rendimientos, la zafra evidenció debilidades cuya solución no puede posponerse. Entre ellas está la necesidad de un mejor aprovechamiento de las capacidades instaladas, que deben ir acompañadas de un mayor abastecimiento y superior organización, tanto en los campos como en los centros de recepción de la gramínea. Para mantener un ritmo de producción estable es preciso en zafras venideras potenciar también el rendimiento de las combinadas cañeras, precisan.

Por otra parte, aunque en la contienda la industria tuvo menos tiempo perdido que en anteriores, durante las primeras semanas de zafra un número considerable de centrales reportó índices por encima de lo permisible, lo que condujo a que se desaprovechara la mejor etapa de molienda, lo que provocó que se pasara el período de madurez óptimo, en detrimento de los rendimientos azucareros.

Durante el XX Congreso del Sindicato de Trabajadores Azucareros, en diciembre, se instó a eliminar los obstáculos que impidan elevar la producción, entre ellos, las voluminosas pérdidas por cañas abandonadas en los campos, sobre todo en torno a los centros de acopio, las cuales impidieron la fabricación de unas 200.000 toneladas de azúcar durante la temporada 1999-2000.

Aunque se han registrado avances, pues en 1997 se perdieron 829 millones de pesos (equivalentes a dólares al cambio oficial), en 1999 la cifra se redujo a 358 millones y hasta junio de 2000 se habían colocado en 147 millones, pero las pérdidas son todavía considerables, indicó el informe al evento.

El congreso del gremio llamó también a eliminar las chapucerías en la preparación de las tierras para las siembras y la mala calidad en estas, así como el descontrol económico y el uso incorrecto de herbicidas y fertilizantes, males que conspiran contra la recuperación de este sector. Los delegados insistieron en que es inadmisible la existencia de cooperativas cuya producción no llegue siquiera a las 30.000 arrobas de caña por caballería, cuando otras con iguales condiciones superan las 50.000, sobre todo cuando detrás de dificultades evidentes como la sequía o las limitaciones de recursos, se oculta un trabajo ineficiente.

Al intervenir en el congreso el ministro cubano del Azúcar, Ulises Rosales del Toro enumeró las múltiples dificultades por la cual atraviesa la industria, entre ellas, el concepto erróneo de la independencia de las unidades productivas, el desconocimiento técnico de muchos cuadros, indisciplinas tecnológicas, el tradicionalismo y el mal aprovechamiento de la jornada laboral.

Otra de las estrategias que continuó su marcha en el 2000 fue la de diversificar la industria azucarera en busca de una real factibilidad económica. En la isla existían 67 instalaciones de producción de derivados de la caña, que al cierre del 200 se aspiraba a ampliar hasta 83, según reportes de prensa. Analistas consideran que el desarrollo de los derivados de la gramínea puede ser decisivo para el futuro económico de la isla.

Para Luis Gálvez, director del Instituto Cubano de Investigaciones de la Caña de Azúcar (ICIDCA), el concepto de diversificación de la agroindustria está en evolución, pues si antes se pensaba sólo en el máximo aprovechamiento de los subproductos, hoy incluye el uso intensivo de los suelos y obtención de bioproductos, entre otros. A su juicio, ante una permanente depresión del mercado internacional del dulce, los países azucareros no tienen otra alternativa que la diversificación.

Rosales del Toro, afirmó en mayo que las direcciones estratégicas para la diversificación de esta industria en la isla son las producciones de energía, alimento animal, alcoholes y tableros. A su juicio, mediante el aprovechamiento de la biomasa cañera es posible el autoabastecimiento energético de esa rama, hacer un aporte extra a la nación y así propiciar un ahorro muy importante en el consumo de petróleo.

El titular consideró alentadoras las perspectivas de la producción de tableros de bagazo destinados a la construcción y reparación de viviendas, fabricación de muebles para el hogar y oficinas. El sector azucarero del país puede trabajar en más de un centenar de derivados, y el punto de partida de la diversificación es el crecimiento cañero y de esa forma disponer de más mieles, azúcar y bagazo, indicó.

Pero las esperanzas de salir del bache azucarero no son compartidas por todos. “Las aspiraciones de Cuba de aumentar gradualmente la producción azucarera hasta alcanzar los niveles anteriores a la crisis económica, deberán prorrogarse durante un tiempo”, señaló una nota del Bridge/CRB, un servicio de información e investigación del mercado con sede en Nueva York.

La información, reseñada por el diario estadounidense El Nuevo Herald, alega citar a una fuente de alto rango en el gobierno cubano que no fue revelada y señala que la próxima zafra sería similar a la anterior, de 4,06 millones de toneladas de azúcar crudo. Al respecto precisa que quizás pueda ser ligeramente mayor, pero siempre por debajo de los 4,3 a 4,5 millones de toneladas que se plantearon las autoridades cubanas.

LA MESA SIGUE ESPERANDO

Lo real no es siempre evidente, versa un antiguo proverbio y ese es el caso del incremento de la agricultura cubana durante el 2000. Según el informe del titular de Economía y Planificación al parlamento en la última sesión del año, el día 21 de diciembre, la agricultura cubana creció en 14, 5 por ciento. Esta cifra, como en años anteriores, dejó estupefactos a no pocos cubanos, quienes no ven ese aumento en sus mesas.

“¿La verdad? No he notado el crecimiento”, afirma un jubilado de 66 años, firme defensor del proceso político cubano, quien reconoce que para el ciudadano común esa cifra no se tradujo en estabilidad en el suministro de productos agrícolas normados, como hubiera podido esperarse. “A lo mejor, como no hubo ciclones, la cosecha de plátano fue mayor que en otros años, pero casi nunca se cumplió lo que decían que vendría por la libreta”, afirma este habanero.

Esta opinión es recurrente y hace recordar una afirmación del vicepresidente cubano pronunciada durante el balance del sector del año 1999: “los récords de producción de que se habla pueden ser contradictorios cuando subsisten necesidades”, dijo entonces y bien podría repetirlo nuevamente pues la situación se mantiene casi igual.

Las autoridades de la isla sostuvieron en agosto que la agricultura cumpliría en el 2000 su plan de cosechar 60 millones de quintales de viandas, hortalizas y granos (un quintal equivale a 46 kilogramos), pues al cierre de julio acumulaba ya 43 millones. Según afirmó el titular del ramo, Alfredo Jordán, esto pondría al país en condiciones de sobrepasar los 65 millones en el 2001.

El informe a la Asamblea Nacional indica que el crecimiento del 2000, es superior “al promedio de 8,4 anual alcanzado en el quinquenio anterior”. Especifica, además, que “resaltan los crecimientos de las producciones de viandas, hortalizas y frijoles, al tiempo que reconoce decrecimiento en el arroz y la leche, como resultado de condiciones climáticas adversas, es decir, una intensa y prolongada sequía que golpea a la ganadería y a la producción agrícola. En el caso del descenso del acopio del huevo señala que aquí incidió la carencia de pienso para alimentar a las aves.

La producción agrícola del país mantuvo en los primeros cuatro meses de este año su línea de recuperación al obtener en ese plazo un 26,5  por ciento de crecimiento en la recolección de viandas y un 34 por ciento en la de vegetales, según informaron entonces fuentes del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI).

Según anunció el día 9 de junio el titular del ramo Alfredo Jordán, estos incrementos representaron una producción nacional de viandas y hortalizas desde enero hasta mayo de 35 millones de quintales. Jordán indicó que la mayor parte de la producción correspondía a plátano y papa, y que se observaba una “franca recuperación” en otros cultivos como la malanga, de la cual se cosechó un millón de quintales.

El propósito de las empresas de ese organismo y del sector cooperativo-campesino era de acopiar 60 millones de quintales de viandas y hortalizas este año, sin incluir los 30 millones de quintales de verduras previstos por la agricultura urbana. Observadores señalan que esta última se convierte en uno de los espacios de mayor rendimiento si se tiene en cuenta que en terrenos relativamente pequeños producen la mitad de lo planificado por el ministerio del ramo en grandes extensiones de tierra.

De acuerdo con informaciones ofrecidas por la radio estatal local, la agricultura urbana sobrepasó los pronósticos y acopió más de los 30 millones de quintales previstos, aunque, según el criterio de la población, este año de vieron menos productos en los organopónicos que cuando este sistema comenzó a extenderse hace unos cuatro años.

A pesar de los avances que ha tenido en múltiples cultivos, el Ministerio de la Agricultura reconoce su insatisfacción por las carencias que aún existen toda vez que su principal misión es aportar más alimentos para la población, incrementar los volúmenes de producción destinados a la industria nacional y para la recaudación de divisas, que contribuyen a sufragar gastos del organismo.

El informe al parlamento cubano reitera, sin embargo, que en este sector “se avanza de manera importante en el tabaco, las viandas, las hortalizas, los cítricos y la madera” y repite “hoy se obtienen más viandas, hortalizas, frijoles, maíz, tabaco torcido de exportación y madera aserrada”, como para que no queden dudas de que las cifras no mienten, aunque la realidad parezca otra y el país siga importando alimentos que se podrían producir en Cuba.

A inicios de junio, el ministro cubano de Economía y Planificación José Luis Rodríguez enfatizó que productos como el arroz, los frijoles y otros pueden producirse aquí sin necesidad de acudir al mercado internacional lo cual ayudaría a reducir el desbalance financiero, uno de los principales problemas que sigue confrontando la economía cubana.

Para las autoridades de la isla la necesidad de incrementar la producción agrícola, tiene dos caras. Si por una parte, es blanco de críticas de la población, por otra, se ha convertido en un motor impulsor de reformas e iniciativas.

Una de reformas aplicadas aquí ha sido la vinculación entre resultados finales del trabajo y los ingresos. Según el ministro, “la vinculación del hombre a los resultados finales es lo que más ha contribuido a los avances productivos que exhibimos en la actualidad en el país”. Informaciones del sector aseguran que más del 95 por ciento de los 500.000 trabajadores que agrupa el MINAGRI en el país están vinculados al resultado final de su labor. En general, en el proceso productivo agropecuario participan cerca de un millón de personas incluyendo los campesinos, cooperativistas y parceleros.

A su juicio, “este sector es uno de los que más ha mejorado el salario, a partir de la estratégica puesta en práctica de la vinculación del hombre a lo que en realidad es capaz de producir con el apoyo de la técnica, y que redunda en más alimentos puestos en la circulación mercantil”. Para respaldar tal afirmación se alega que en el año 1993 este organismo perdió más de 1.800 millones de pesos, como consecuencia del pago de salarios sin respaldo productivo. En la actualidad, el número de empresas rentables se ha incrementado.

“Hoy es el momento que menos recursos, fertilizantes, combustible y maquinaria tenemos, sin embargo, con organización, vinculación del hombre a los resultados finales de la producción y la intensificación del extensionismo exhibimos éxitos como éstos. En el mundo existen lugares con muchas más dificultades climáticas y de suelos que las nuestras, pero lo esencial aquí es la mano del hombre y las técnicas utilizadas. He visto que en condiciones casi desérticas se logran altos niveles de producción”, dijo Jordán.

Para analistas, el sistema influye positivamente en la reducción del gasto de salario por peso de producción y elevan el salario medio. Para la mayoría de los consumidores todavía está por ver un real incremento de la producción en la mesa.

Siguiendo el patrón de otros sectores, una de las vías que ha encontrado la agricultura para su reanimación es la asociación con el capital extranjero. En el sector han sido creadas 20 empresas mixtas y asociaciones económicas, que incluyen el desarrollo de cultivos básicos para la alimentación de la población y de otras actividades dirigidas a cubrir las necesidades del mercado interno en divisas y fortalecer las exportaciones del Ministerio de la Agricultura, centrado en reducir los subsidios e incrementar sus utilidades.

En estas empresas participan capitales de 12 naciones, entre las que se destacan por el volumen de sus operaciones Canadá, China, Inglaterra, Italia, España, México, Vietnam y Brasil, afirman especialistas del MINAGRI.

Inicialmente las asociaciones se vincularon a las exportaciones y luego se hicieron arreglos para el cultivo de arroz, tomate, algodón, entre otras. Aunque las inversiones en esta rama son relativamente pequeñas y se ven afectadas por el bloqueo, más de 200 firmas extranjeras han estudiado la factibilidad de iniciar negociaciones con el sector agrícola de la isla.

ENTRE EL MUTISMO Y LAS DIFICULTADES

Ante la incertidumbre de los analistas y el público, dos de los sectores más aportadores de la economía cubana quedaron bastante silenciados en los resultados de fines del 2000: el níquel y el tabaco, dando paso a múltiples interpretaciones.

Acostumbrados a oír loas ante determinados logros, el silencio ha hecho pensar a no pocos que las cosas no andan del todo bien y, en parte, no se equivocan.

En el caso del níquel, el informe económico del 2000 reveló una producción récord de 72.000 toneladas, con niveles de eficiencia superiores a todos los tiempos anteriores. Como ejemplo se cita a la Planta Ernesto Che Guevara, de Punta Gorda, Holguín, que produjo con la mitad del combustible que se usaba en otros tiempos.

Las pocas informaciones que sobre el níquel se dieron a lo largo del año daban cuenta de los resultados obtenidos en Cuba durante los tres primeros meses del 2000 por la Corporación canadiense Sherritt International, que opera este sector.

Un reporte de prensa fechado en Montreal indicaba en marzo que los ingresos totales – en todos los negocios de la Sherritt, desde el petróleo hasta al turismo -, ascendían a 111,7 millones de dólares canadienses, con un incremento considerable contra los 66,2 millones alcanzados en 1999. Cabe suponer que el níquel también influyó en estos ingresos, porque la nota aseguraba que en esta gestión había incidido, entre otros, la fuerte demanda del níquel a escala mundial.

Por otra parte, en dos ocasiones a lo largo del año, una delegación de la Unión Valona de las Empresas (UWE), de Bélgica, viajó a la isla con el fin de explorar oportunidades de negocios en la minería cubana, especialmente en el sector del níquel.

Según reportaron medios de prensa, directivos de once empresas valonesas figuraron entre los visitantes quienes tenían previsto viajar a Moa y Nicaro para analizar in situ las perspectivas de las instalaciones niquelíferas cubanas.

Entre las escasas informaciones sobre este sector que aporta alrededor de 500 millones a las arcas de la isla, se conoció que en la actualidad más de 30 países consumen níquel cubano y las reservas del país de este mineral podrían cubrir un siglo, según el ingeniero Ariel Masó, director de la entidad exportadora de la industria cubana del mineral, Cubaníquel.

La isla ocupa el tercer lugar mundial en las reservas de ese producto y ocupa el quinto escaño entre los productores del orbe de ese mineral, muy utilizado por los grandes consorcios fabricantes del acero inoxidable requerido por la industria automovilística, la aeronáutica y artículos del hogar, entre otros.

Tras perder en 1990 sus mercados tradicionales concentrados en el extinto campo socialista y de la caída de los suministros vitales para el proceso productivo que provenían de la desaparecida Unión Soviética, el níquel cubano se abrió espacio en los mercados europeos. Desde hace cinco años las ventas se han extendido, incluso hasta el Lejano Oriente, donde coloca el 20 por ciento de la producción nacional, aseguró Masó.

Del volumen restante, indican las estadísticas de Cubaníquelun 70 por ciento es comercializado en Europa, mientras que el 10 por ciento va dirigido a América Latina y al mercado interno.

Las exportaciones están respaldadas por una producción creciente, la cual llegó en 1999 a 41.300 toneladas. El volumen del mineral extraído, cerca de 70.000 toneladas anualmente, se concentra en tres plantas situadas en la región oriental.

El país incursiona en nuevas inversiones en la zona oriental, aunque no se descarta en este sentido la central provincia de Camagüey, donde según los especialistas pueden existir grandes yacimientos.

Mientras tanto, durante el año prosiguió un programa para la preservación del medio ambiente y la protección de áreas explotadas por las excavaciones mineras que se desarrolla con éxito en el municipio niquelífero de Moa, al oriente de Cuba.

De acuerdo con reportes de prensa, los trabajos se dirigen a contrarrestar la contaminación que originan las plantas Comandante Pedro Sotto Alba y Comandante Ernesto Che Guevara por el uso de componentes químicos como el carbonato-amoniacal, ácido sulfúrico y azufre en la producción de níquel.

El proyecto incluye la instalación de purificadores contra el vertimiento de gases y residuales agresivos al ambiente y la rehabilitación de áreas despobladas de flora por el laboreo minero. Más de 60.000 personas viven en la zona donde se encuentran los mayores yacimientos de níquel de Cuba y se realizan las extracciones en minas a cielo abierto.

En el caso del tabaco, los pronósticos hechos inicialmente fueron cayendo bajo el efecto del clima. De acuerdo con reportes de prensa, el clima extremadamente seco en Cuba redujo en el 2000 la producción de tabacos, aunque directivos de la industria nacional habían expresado su esperanza de que las fábricas volvieran a sus niveles normales.

Manuel García, vicepresidente de Habanos S.A., entidad estatal cubana que se asoció con la empresa europea ALTADIS, esperaba “que esto sea temporal”. A pesar de los atrasos acumulados durante el año, el empresario insistió en que el objetivo era producir en el 2000 150 millones de puros para la exportación.

Según expertos, debido a la falta de humedad, las hojas de tabaco estaban más tiempo que el acostumbrado en los almacenes donde son sometidos al proceso de cura porque están demasiado quebradizas para la manipulación y liado de los habanos.

Las hojas grandes, especificó García, que se usan como envoltura exterior del puro, son especialmente delicadas ya que hasta la más ligera grieta puede provocar que quede inservible y el habano no tendría una combustión adecuada.

Según la fuente, los productores de tabaco de la isla preferían reducir la producción y esperar a que aumentara la humedad, lo que permitiría que las hojas estuvieran más flexibles. Con esto evitarían producir puros de mala calidad, porque es precisamente esta cualidad por la que los habanos cubanos son reconocidos internacionalmente y por lo que son altamente cotizados en el mercado.

En mayo, tras inaugurar en La Habana una fábrica cubanocanaria de minitabaquitos, capaz de producir por año 10 millones de unidades de la marca Punch, el vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage dijo que la producción de tabaco de este año sería ligeramente superior a la del anterior, así que podía afirmarse que en general el comportamiento era positivo y confirmó que el país podría cumplir y sobrecumplir los propósitos trazados para el período.

De acuerdo con reportes oficiales, a principios de este año, la región tabacalera occidental cubana en la provincia de Pinar del Río obtuvo una de sus mejores producciones en los últimos diez años. Cálculos gubernamentales indican que la producción final allí alcanzaría unos 525.000 quintales de tabaco, unos 24 millones de kilogramos.

Luego, el propio Lage señaló que por situaciones climáticas el sector tabacalero aportaría este año una cuarta parte menos de lo que debió ingresar al presupuesto del Estado. Una porción de esos fondos se destinarían a garantizar la siguiente campaña tabacalera y el resto a la producción de alimentos, aclaró el dirigente cubano, quien advirtió que se debían considerar las experiencias del 2000, un año extremadamente seco para, si la situación se repite en venideras contiendas, poder aplicar variantes dirigidas a minimizar los perjuicios.

En esa ocasión, el dirigente llamó a crear reservas de las producciones ya que existían almacenadas hojas que representaban hasta dos cosechas, pero no así capas, tan necesarias a la industria del torcido. Durante una visita a la provincia de Pinar del Río, la mayor productora de tabaco del país, Lage reconoció el esfuerzo de las personas que trabajan en ese sector y recalcó cómo había mejorado la garantía de recursos y los ingresos de los campesinos, algo, aseguró, justo si se tiene en cuenta la rudeza de la labor y su importancia para la nación.

Para el vicepresidente, la vía para avanzar es la elevación de los rendimientos, de la eficiencia, la disminución de los gastos, y la obtención de más ingresos en divisas por cada litro de combustible, por cada gramo de fertilizantes.

La mala nueva de la contracción en la producción fue corroborada por el copresidente de la compañía mixta Habanos S.A., Oscar Basulto, quien dijo a la prensa local que para el 2000 se esperaba una disminución del 15 por ciento de la producción de tabacos en la isla respecto a 1999. No obstante, indicó, se garantizaba la calidad que ha hecho famoso a los habanos de la mayor de Las Antillas en los mercados internacionales, y la existencia de inventarios en el exterior permitirá cubrir la demanda sin forzar el ritmo productivo, pues el pasado año se elaboraron cerca de 150 millones de tabacos.

Asimismo, el comportamiento de la temperatura en el país permitía pronosticar una estabilización en la producción hacia el 2001, por lo cual los directivos de la industria aseguraron que continuarían con la aplicación de la estrategia de desarrollo prevista.

Durante 1999 Cuba exportó unos 148 millones de puros, de los cuales 128 millones se liaron a mano. Según los comercializadores, Europa occidental acaparó el 65,5 por ciento de las exportaciones cubanas, con unos 90 millones de habanos.

La empresa Habanos S.A. vendió en febrero del 2000 el 50 por ciento de sus acciones, por 500 millones de dólares a ALTADIS, una empresa conjunta de la española Tabacalera y SEITA, de Francia, que de conjunto controlan el 25 por ciento del mercado mundial de puros.

PESADO FARDO PARA EL NUEVO SIGLO

Antes de que concluyera el siglo, las autoridades de la isla intentaron avanzar hacia la solución de uno de los más pesados fardos que la economía cubana llevará de un siglo al otro: la deuda externa, enviando embajadas de mensajeros a tratar con sus principales acreedores.

Japón, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Suiza y Holanda, que figuran entre los acreedores de Cuba del llamado Club de París fueron los destinos de delegaciones del Ministerio de Finanzas para y el Banco Central, quienes buscaron sostener contactos técnicos con representantes de la banca de esas naciones.

Según analistas, las tensiones financieras, agravadas por los altos precios del petróleo hacen que la isla se vea presionada una vez más a buscar la renegociación de su deuda externa con Japón y países europeos, toda vez que esta es la vía para la obtención de préstamos frescos.

El proceso es lento. De acuerdo con fuentes diplomáticas, aunque en esos contactos se han logrado algunos progresos, los resultados posibles serían sólo a largo plazo. Valga aclarar que no se trata de que el Club de París, en su conjunto, esté negociando, sino que Cuba está tratando en esta fase con un grupo ad hoc del foro integrado por países acreedores de la isla, que no incluyen a los ex miembros del desaparecido CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica, bloque económico de los extintos países socialistas), indicaron.

Datos oficiales indican que la deuda externa cubana alcanza los 11.209 millones de dólares – concentrada en Japón y países de la Unión Europa -, esto sin contar las obligaciones contraídas en su momento con la desaparecida Unión Soviética y otros países que conformaban el campo socialista.

A pesar de las implicaciones de este pesado fardo, las autoridades de la isla son inflexibles sobre algunos aspectos relativos al endeudamiento. Según se ha reiterado, Cuba aspira a reestructurar la deuda externa con el Club de París en forma multilateral y “sin condicionamientos políticos” de gobiernos acreedores.

Ese proceso negociador comenzó en 1998 con países que “de alguna manera” habían mostrado una posición de acercamiento y comprensión hacia la situación económica por la que atraviesa la isla. Para observadores este punto de partida significó “romper el círculo” que impedía la obtención de créditos externos en condiciones normales de mercado. Pero, advierte el presidente del Banco Central, Francisco Soberón que los resultados alcanzados hasta el momento no significan que se haya resuelto el problema del financiamiento.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) mencionó a Japón, Italia, Reino Unido, Bélgica, España y Canadá entre los países con los cuales Cuba avanzó en la renegociación de los empréstitos. “Los términos acordados facilitan el cumplimiento de compromisos acumulados durante casi 14 años, en plazos y condiciones posibles de asumir por el país, sin afectar sus planes de desarrollo económico y social, ni perpetuar su endeudamiento”, precisó Soberón a la prensa local estatal.

En el caso específico de Japón, explica, en 1998 se concertó un acuerdo sobre la deuda con proveedores de 28 empresas por 750 millones de dólares y en el primer semestre del 2000 La Habana logró renegociar con Tokío débitos por 125 millones de dólares de la deuda oficial de mediano y largo plazo, que fue reprogramada en plazos largos e importantes períodos de gracia.

La firma del acuerdo se realizó tras la visita a La Habana a finales del año 1999 de una misión de empresarios japoneses que estudiaron las posibilidades de incrementar los actualmente mínimos lazos bilaterales hasta los niveles mucho más altos de hace algunos años. Para los cubanos es importante que Tokío se opone al embargo de casi cuatro décadas de Estados Unidos contra la isla, aunque su presencia comercial y en la apertura cubana a las inversiones extranjeras es poco significativa.

Para analistas, la reprogramación de la deuda a corto plazo con Japón, principal acreedor de Cuba en el Club de París, daría a la isla un respiro en un año en que su situación financiera continuará siendo tensa.

Según algunas fuentes, con ese país asiático la isla tiene un endeudamiento de más del 18 % del total de la deuda, al que le sigue Argentina (cerca del 14 %), y luego España y Francia, cada uno con el 10 % aproximadamente. Otras sostienen que a Japón se le debe el 21,4 por ciento de la deuda total, seguida de España con 13 por ciento y de Francia con 12,8 por ciento. También se cuentan como importantes acreedores Alemania, Argentina, Gran Bretaña, México, Italia y Suiza.

De acuerdo con economistas consultados, ese nuevo acuerdo con los nipones reavivó la aspiración cubana de reactivar la inversión y el comercio de Japón en la isla caribeña. “Es muy importante porque Japón es para nosotros la primera economía en el mundo, ya que no tenemos relaciones con los Estados Unidos”, dijo entonces al comentar el tema el presidente del Banco Central de Cuba.

Aunque Soberón evitó dar cifras de la nueva línea de crédito a las exportaciones para empresas japonesas interesadas en Cuba, fuentes diplomáticas estimaron que se trataba de una suma de alrededor de 120 millones de dólares.

Durante el 2000, en una visita a Berlín, el vicepresidente Carlos Lage y el secretario alemán de Finanzas, Caio Koch-Wesser suscribieron una carta de intención que estableció las bases para dar solución a corto plazo de la deuda que la isla tiene con Alemania.

Según el vicepresidente cubano, la solución del problema de la deuda permitiría a las empresas de este país obtener créditos para invertir en la nación caribeña, así como que se reanuden los seguros a la exportación. Lage interpretó esa determinación como un impulso a los vínculos económicos y comerciales bilaterales a través de los hombres de negocios alemanes, quienes podrían tener más presencia en el futuro en la mayor de las Antillas.

Según fuentes oficiales, la deuda externa cubana total aumentó de 2.913 millones en 1982 a 9.082 millones en 1994, 10.504 millones en 1995 y 11.208 millones al cierre de 1998.

Cuba reprogramó tres veces su deuda en los años 80 y luego de infructuosos esfuerzos por lograr una cuarta reestructuración, suspendió los pagos en julio de 1986. En la actual década y en medio de la peor crisis económica de los últimos 40 años, las autoridades enfocaron su esfuerzo hacia la renegociación bilateral de los débitos, ante la falta de condiciones para la reestructuración multilateral con el Club de París.

A lo largo de esa década, la deuda en moneda libremente convertible mantuvo una tendencia creciente y se estima que al cierre de 1999 llegó a más de 12.000 millones de dólares, debido entre otras razones a las limitaciones financieras de la economía cubana, que restringen su capacidad de pago y la obtención de nuevos créditos.

En 1996, la deuda mostró un ligero descenso y el decremento registrado durante 1997 se debió fundamentalmente a la variación de los tipos de cambio de las monedas en la que está denominada la deuda, que se depreciaron frente al dólar estadounidense. Según economistas, este fenómeno contrarrestó el crecimiento de la deuda, por concepto de intereses vencidos y nuevos financiamientos obtenidos.

Según CEPAL, “el nuevo Banco Central de Cuba ha reestructurado y conciliado su endeudamiento externo de manera que estaría logrando disminuir, así sea parcialmente, la necesidad de préstamos bancarios de tipo comercial”.

En la segunda edición del libro La economía cubana, reformas estructurales y desempeño en los 90. los expertos de la Comisión, comentan que en el período de ajuste se cubrieron tanto los créditos de proveedores como los asociados al financiamiento de la producción exportable. “Si bien la moratoria implicó un alivio en la balanza de pagos, ello ha entorpecido seriamente los accesos a los mercados foráneos de capitales y obligado a usar financiamientos onerosos de corto plazo, cuyos márgenes reflejan los riesgos percibidos en esos mercados’’

Añadieron que Cuba ha tenido un creciente acceso a préstamos intergubernamentales que, junto con los créditos a la exportación con seguro de gobierno, se han constituido en la principal fuente de endeudamiento oficial bilateral. Por ejemplo, los términos acordados con Tokío facilitaron el cumplimiento de compromisos acumulados durante casi 14 años, en plazos y condiciones posibles de asumir por el país, sin afectar sus planes de desarrollo económico y social, ni perpetuar su endeudamiento, precisaron, en su momento, fuentes oficiales.

“Con todo, se ha facilitado el acceso a financiamientos comerciales de mediano plazo (entre dos y cinco años), por lo que, en el período 1997-1999, se han obtenido préstamos por 500 millones de dólares, que se han utilizado en la compra de equipos para la agroindustria azucarera, la construcción de aeropuertos y el desarrollo de las comunicaciones’’, subrayó CEPAL.

Cuba tiene 27 por ciento de la deuda externa concertada en marcos, 21,5 por ciento en yenes, 17,5 por ciento en dólares estadounidenses, 8,5 por ciento en francos suizos, 5,8 por ciento en pesetas y el resto en dólares canadienses, francos franceses y libras esterlinas, según informes oficiales de 1999.

INMOBILIARIAS: ¿PUNTO FINAL?

Después de un impulso inicial durante los últimos años, las autoridades cubanas decidieron en el 2000 reanalizar su postura sobre la aprobación de nuevos negocios inmobiliarios.

Primero, comenzaron a aparecer rumores del fin de las inmobiliarias, pero, como de costumbre, no se confirmaba o desmentía oficialmente. Algunos funcionarios, sin embargo, aseguraban que al más alto nivel se había decidido analizar todos los proyectos existentes y ver el impacto y factibilidad de continuar introduciendo esta modalidad de negocios en la economía de la isla. Luego, llegaron las primeras certezas.

Como siempre, triunfó la sabiduría popular que afirma que cuando el río suena, piedras trae. Quedó cerrada así una jugosa fuente de ingresos en moneda libremente convertible. ¿La causa? “Analizar su impacto en el país’’ y su repercusión ‘’en la infraestructura de servicios existente’’, según afirmó a la emisora Radio Habana Cuba Lourdes González, funcionaria del Ministerio de Inversión Extranjera y Colaboración Económica.

Esta fue la primera confirmación oficial de la decisión que era tema de conversación en medios empresariales desde el mes de abril. Ampliando escasamente la explicación, González afirmó que a las 17 inversiones ya aprobadas se les respetaba el derecho convenido, mientras que en el caso de los apartamentos que no habían sido vendidos, “serán comprados por la parte cubana para su posterior renta’’.

La funcionaria aclaró que la disposición sólo se aplicaría a las nuevas inversiones en el sector inmobiliario para la construcción de viviendas no así en aquellos casos en que el objetivo era ‘’la construcción de oficinas, centros de negocios y hoteles’’.

Fuentes empresariales aseguraron en octubre de 1994, cuando se lanzó una encuesta a empresarios extranjeros y sedes diplomáticas para averiguar cómo preferirían las viviendas, que el flamante negocio de los bienes raíces podría convertirse en todo un éxito, capaz de generar una inversión de más de 1.200 millones de dólares en los primeros cinco años. A inicios del 2000 los apartamentos de lujo terminados o proyectados se cotizaban entre 150.000 y 200.000 dólares.

Así que la decisión de poner punto final a la construcción de viviendas sorprendió tanto como la de iniciar este tipo de negocios. Un funcionario de un organismo político cubano comentó que la causa radicaba en el cuestionamiento al más alto nivel del aporte práctico a la sociedad – más allá del dinero que reportaban a las arcas del país -, de estos negocios, ya que al ser construidos en los mejores terrenos de capital del país, se convertían en parásitos de los sistemas de acueducto y alcantarillado de la ciudad sin aportar nada para su desarrollo.

Algunos vieron la conveniencia de dirigir el desarrollo inmobiliario hacia zonas de la periferia de la ciudad capital y hacia otras provincias para que las nuevas edificaciones contribuyeran al auge de zonas menos privilegiadas que las céntricas. Pero a pesar de la lógica de esta propuesta, por ahora, sigue en pie la paralización.

Al autorizar este tipo de negocios hace seis años se alegaba que existían en la isla numerosas solicitudes de embajadas y de empresas extranjeras con representación en Cuba de inmuebles, tanto para viviendas como para oficinas y que el país había agotado el fondo disponible para tales fines. Se suponía que las inmobiliarias servirían a tales efectos, pero esa posibilidad se limitó sólo a las oficinas, porque los negocios acordados con inmobiliarias extranjeras comprendían la venta de los apartamentos y no su alquiler.

Tal vez para satisfacer las necesidades de locales para oficinas queden autorizadas las inmobiliarias sólo para este fin, por lo que si no se buscan fórmulas que garanticen nuevas viviendas quedarán insatisfechas las solicitudes de las personas que quieren asentarse en la isla y que en no pocas ocasiones alquilan habitaciones o espacios en casas particulares autorizadas por el Estado para desarrollar esta actividad o no.

La idea de dar luz verde a edificios para oficinas parece satisfacer a algunos en el primer negocio inmobiliario materializado como parte de las reformas económicas cubanas: la Lonja del Comercio. Tras su reconstrucción es en la actualidad el más lujoso edificio para oficinas de Cuba. Allí se han instalado, entre otros, firmas extranjeras, embajadas como la del Brasil y las corresponsalías de la cadena de televisión CNN, de la televisión española y de la agencia de noticias Associated Press.

Esta moderna instalación, inaugurada en su nueva versión por el presidente Fidel Castro, fue el resultado de la asociación entre el Banco Argentaria de España y la Oficina del Historiador de la Ciudad para la creación de la sociedad mixta Áurea.

En Cuba se formaron tres sociedades cubanas que se asocian con inversionistas extranjeros para negocios inmobiliarios: Fénix S.A., perteneciente a la empresa Habaguanex de la Oficina del Historiador, Inmobiliaria CIMEX S.A., de la corporación cubana CIMEX, y Lares de CUBALSE. Según el investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Omar Everleny Pérez, ‘’a partir de 1998 el interés por la creación de este tipo de empresas fue muy evidente, existiendo en el año 2000, 19 asociaciones constituidas y 102 nuevos proyectos’’.

Cabe observar que las empresas destinadas a los edificios para oficinas eran los menos. De acuerdo con el investigador, “de las empresas inmobiliarias existentes, dos se han formado para el alquiler de oficinas, el resto para viviendas. Los capitales de estas empresas provienen fundamentalmente de España, Italia, Canadá, Luxemburgo, Francia, Israel, entre otros’’, asegura el experto en Estabilidad macroeconómica y financiamiento externo: la inversión extranjera directa en Cuba.

Al mismo tiempo, Everleny apunta que ‘’es significativo observar cómo el auge del interés por los negocios inmobiliarios se da en un contexto en el cual no ha sido aprobada la ley inmobiliaria, aunque se encuentra en discusión en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, existe la apreciación que la demora de su promulgación se debe entre otros temas, a las herencias, a los compradores naturales por nacionalidad, a la necesidad de la modificación de aspectos migratorios relacionados con la entrada y salida de los adquirientes, entre otros’’.

Otro de los negocios que marchan son los del Centro de Negocios de Miramar. A finales de 1999 se inauguraron dos edificios, de 18 que se destinarán al arrendamiento de oficinas y locales comerciales en la zona residencial de igual nombre. Según fuentes del sector, el monto total de la inversión se estima en unos 180 millones de dólares y podría alcanzar unos 200 millones si se considera el costo del derecho de propiedad del terreno previsto para unos 50 años. Uno de los dos edificios que conforman el Centro de Negocios de Miramar está alquilado al 100 por ciento y el segundo superaba a mediados del 2000 el 80 por ciento. Este proyecto, previsto para varias etapas, es operado por una empresa constituida en 1996 entre Inmobiliaria Lares, del grupo local CUBALSE y la israelí BM. En una primera fase se levantarán dos edificios de seis plantas, a los que se sumarán otros cuatro, cuya terminación debe concluir en el 2002.

Con el veto a las inmobiliarias destinadas a apartamentos quedaron despejadas algunas de estas dudas, por lo que se hará necesario adoptar medidas para las edificaciones ya vendidas y las que están aún en fabricación. Algunos observadores indican que sería interesante conocer cómo se comportó el mercado después de la desautorización de las viviendas, porque, indican, puede haberse tratado de una maniobra para hacer que los morosos se decidieran a adquirir finalmente las viviendas. Incluso, sostienen, hubiera sido una magnífica oportunidad para subir el precio de cada metro cuadrado porque los compradores potenciales se verían impulsados a comprar ante la posibilidad de perder la oportunidad para siempre.

También deben sentirse decepcionados aquellos empresarios que pretendían entrar en el negocio inmobiliario y que por ahora han quedado fuera del juego, sobre todo porque, aseguran algunos hombres de negocios, parecía tener buen futuro. De acuerdo con Jean Pierre Pastor, presidente de la sociedad Real Inmobiliaria S.A., dijo a la prensa cubana que La Habana ‘’es un mercado de mucho potencial para el negocio inmobiliario’’ y que los planes de Real Inmobiliaria S.A. – un negocio conjunto entre Monte Carlo International Real State S.A., del Principado de Mónaco, y la Inmobiliaria Lares S.A., perteneciente a la empresa CUBALSE- eran llegar a los 600 apartamentos de lujo.

Algunos señalan que la prohibición se debió al temor de las autoridades de perder el control sobre estas propiedades, pues se cuenta de un comprador que especuló con uno de los apartamentos, y obtuvo ganancias desmedidas por servir de intermediario.

El negocio inmobiliario para la venta de viviendas en Cuba pasa por una legislación que no se ha llegado a aprobar a pesar de los múltiples proyectos de ley sobre bienes raíces modificados una y otra vez, que debía regir esta actividad, pues en la Ley de Inversión Extranjera, de 1995 sólo quedó establecido que se admitía la inversión extranjera en bienes inmuebles con destino a: viviendas u oficinas de personas jurídicas extranjeras; viviendas y edificios para residencia propia o para fines turísticos de personas naturales no residentes permanentes’’.

Por lo pronto, siguen construyéndose los edificios autorizados hasta el momento de la prohibición ante la mirada expectante de los transeúntes nacionales, quienes no pueden evitar comparar la rapidez y distinción de esas construcciones con la lentitud y monotonía de las que se fabrican para entregar a sus conciudadanos en un país donde el problema de la vivienda es agudo y las 30.000 viviendas que se fabrican cada año no alcanzan ni para empezar a resolverlo.

Según fuentes del Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica, en la isla existen unas 380 asociaciones económicas o empresas mixtas. El mayor número de firmas está conformado con capital proveniente de Europa y Canadá. La titular del sector, Marta Lomas, ha dicho que existe interés por invertir de Alemania y Japón.

Las autoridades estudian otros proyectos de inversión extranjera para su aprobación. Una de las solicitudes de empresarios foráneos y economistas cubanos es acelerar el proceso de autorización, que se espera dure menos tiempo a partir de decisiones aprobadas por el gobierno cubano que pone límites a los plazos de respuesta a interesados en establecer negocios con la isla. Algunos estudiosos del tema, aseguran que es notable cierta desaceleración del interés por invertir en Cuba.

TRISTE ANIVERSARIO

El 2000 representó para los cubanos algo más que el último año del siglo XX, este fue también el de los 10 años del tan llevado y traído -y no por ello menos controvertido y difícil – período especial. Esa expresión fue usada por primera vez de manera oficial y pública el 29 de agosto de 1990 para referirse a las dificultades que sobrevendrían tras la caída del socialismo europeo y con el descenso en la entrega de petróleo y otros suministros provenientes de ese bloque.

Para unos, la crisis sigue siendo un fenómeno que tocó duro a sus puertas y continúa como un incómodo huésped dentro de aquellos hogares donde los salarios no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas y cuyos moradores persisten en mantenerse dentro de la legalidad.

No pocos de los integrantes de este grupo consideran que para capas no escasas de la sociedad cubana el período especial fue la oportunidad inesperada para mejorar el status o al menos, las condiciones de vida, a través de negocios ilícitos y venta de artículos deficitarios que contribuyeron a desarrollar a una escala nunca antes alcanzada el mercado negro. “Nunca hubiera imaginado que precisamente aquellos que no trabajan son ahora los dueños del barrio porque tienen el dinero que no poseen quienes sí lo hacen honestamente”, lamenta un profesional de 40 años, con dos hijos, que lleva dos lustros haciendo malabares para sobrevivir la tempestad.

Hace 10 años, un informe del diario oficial Granma advertía de probables limitaciones en el consumo de combustibles que, al concretarse, marcaron el impacto más sensible, junto al déficit alimenticio, de la recesión económica que trajo a la isla la pérdida de sus relaciones con los países de Europa del Este, con quienes la isla desarrollaba cerca del 80 por ciento de su intercambio comercial.

Pero la realidad fue mucho más cruda que lo que pudo pensarse y publicarse. Progresivamente fue agravándose la situación de la alimentación, el transporte, la disponibilidad de medicamentos, de calzado y ropa, arrecieron los apagones y comenzó a escasear el combustible doméstico, todo ello hasta límites casi intolerables.

Para algunos lo peor fueron los apagones, que se prolongaban a veces por más de 14 horas, para otros la situación más complicada era la comida. Aún hoy, el mayor gasto de la familia cubana no se dedica a los servicios de electricidad y gas, sino a la alimentación, cuyo déficit resultó particularmente agudo durante los primeros años de la crisis, con efectos dañinos para la salud en algunos casos. De acuerdo con observadores, cualquier estudio sobre este período tendrá que incluir el brote, durante 1992 y 1993, de la neuropatía epidémica, valorada por especialistas como la influencia de elementos tóxico-nutricionales debido a la brusca disminución de la disponibilidad de alimentos.

Estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe indican que la producción local e importaciones de alimentos decrecieron casi un tercio en 1994, por lo cual la disponibilidad de alimentos por habitantes se redujo a casi 2.000 calorías diarias, 1.000 menos que en 1989. De acuerdo a estimados citados por fuentes no oficiales, entre 1989 y 1994 las compras de cereales al exterior declinaron en más del 51 por ciento, pues se compraban 2,3 toneladas de alimentos y la cifra descendió a 1,3 millones.

El impacto sobre los insumos para la producción de alimentos fue tal, que en 1995 la producción de leche y huevos fue menor en casi 50 por ciento con respecto a 1989. Así mismo, ese año se produjo el 41,5 por ciento del arroz producido en 1989, el 44,7 de carne de vaca y el 42,4 por ciento de carne de ave, el 66,1 por ciento de carne de cerdo y el 81,4 de frijoles.

Informes oficiales señalan, en tanto, que en 1993, la dieta cubana diaria por habitante fue 60 por ciento más baja en proteínas y 63 por ciento menor en grasas que en 1989, en tanto el índice de deficiencia en peso de los recién nacidos se incrementó del 7,6 por ciento en 1990 al 9,0 por ciento en 1993.

Al pasar una década, los pronósticos de especialistas dentro y fuera de Cuba sobre el eventual fin de esta pesadilla son cautelosos, mientras que la esperanza de la población de tiempos mejores viene y va según pasan los días del mes y se suceden los acontecimientos internos y externos y se diluye ante cualquier evento.

Para las autoridades, “los momentos más difíciles del período especial (denominación local de la crisis económica) se han rebasado, pero se mantienen condiciones muy duras y muy difíciles, condiciones de restricción que hemos comenzado a superar y vamos a superar”, al decir del vicepresidente Lage. No obstante, desde el punto de vista oficial, el inicio de la recuperación ha marcado “una discreta mejora de las condiciones de vida de la población. “Tiene un reflejo en las condiciones de vida, pero no todo el que quisiéramos o el que se puede interpretar por las cifras”, añadió.

Entre las dificultades reconocidas – e innegables hasta para la dirección del país – están la falta de medios de transporte y la carencia de medicinas y de alimentos. Durante el 2000 el transporte creció en cinco por ciento, aseguraron fuentes del Ministerio de Economía y Planificación al cierre del año, pero ese ínfimo crecimiento no es perceptible para la mayoría de los cubanos, que mencionan este sector como uno de los más golpeados por la crisis. Por otra parte, estudios especializados aseveran que aún el consumo de calorías está por debajo de las dos mil 500 recomendadas por organismos especializados internacionales.

A la hora de valorar la década de manera global, los economistas y especialistas en el tema se dividen entre quienes consideran que esos diez años significaron para la economía cubana una ‘’década perdida’’ y aquellos que los ven como un período de crisis, de transformaciones, inicio de la recuperación y búsqueda que aún continúa.

Los cubanos más optimistas quieren creer que el período especial está prácticamente terminado, teniendo en cuenta las cifras oficiales que muestran una recuperación de la economía. El producto interno bruto (PIB), luego de una caída de 35 por ciento en 1993, creció 28,4 por ciento desde 1994 hasta el primer semestre de este año, en tanto las inversiones extranjeras directas superan los 4.500 millones de dólares. Sin embargo, otras fuentes oficiales alertaron que el PIB es un indicador macroeconómico que no refleja fiel y objetivamente los avances de un país, aunque puede tomarse como una referencia.

‘’Lo que está claro es que los momentos más difíciles han quedado atrás y el país posee una estrategia de desarrollo’’, observó a su vez, un comentarista oficial de temas económicos. Sin embargo, el experto explicó que el ‘’período especial, como concepto referido a las fuertes y especiales tensiones que sufre la economía cubana’’, no debiera considerarse concluido”.

Esa aseveración está clara para la mayoría. “Uno no debe dejarse engañar por las cifras. El crecimiento no se refleja de igual manera en el nivel de vida de la gente y no pocas personas tienen una situación, digamos crítica”, apunta Jorge Martí, ingeniero civil, quien para vivir, además de enseñar en un centro de educación superior, alquila un auto que le tocó en herencia. “Durante estos diez las desigualdades sociales se han hecho muy visibles y si no tienes familiares que te mantengan desde el exterior, tienes que buscarte una forma de ganarte la vida, legal o ilegal, pues el salario no alcanza”.

Esta situación se repite por toda la isla, a pesar de que durante el 2000 haya aumentado el salario medio. De acuerdo con el resumen económico hecho a los diputados al parlamento cubano, en el 2000 “el salario medio se estima llegue a 249 pesos, creciendo un 7,3 por ciento. En ello incide positivamente el pago de acuerdo a los resultados de la producción que abarca el 72 por ciento de los trabajadores que laboran en sectores productivos”. Por otra parte, indica, “se ha calculado el ingreso medio, que incluye otros pagos en moneda nacional y en divisas, así como entregas en especie a los trabajadores, que alcanza 359 pesos”. Pero, no se puede olvidar que según la tarifa de las Casas de Cambio estatales, el dólar estadounidense se cotiza a no menos de 20 pesos y sólo en esta moneda pueden adquirirse algunos alimentos y artículos de aseo de primera necesidad, en un país con once millones de habitantes donde “1.158.000 trabajadores reciben estimulación en divisas, 1.461.000 tienen reforzamiento alimentario, 1.990.000 recibe ropa y calzado y a unos 7000.000 se les entrega módulos de aseo y otros artículos de consumo”. Por demás, algunos de estos sistemas llegan a las mismas personas, por lo que se reduce el alcance de los beneficios.

Otro de los puntos neurálgicos agravados por el período especial fue el problema del empleo. Se agudizó la contradicción de una tasa de desempleo nunca antes vista en los años de gobierno socialista y puestos vacantes en sectores como la agricultura y la construcción. Al cierre del 2000 se reportó una disminución de la tasa de desempleo, indicador que se ubicó en 5,5 por ciento. Fuentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social aseguran que en los últimos años se han creado unos 124.000 nuevos puestos de trabajo, fundamentalmente en el oriente del país donde la situación es tan aguda que requirió la adopción de un programa especial para el tema.

La Comisión de Asuntos Económicos del parlamento reconoció que “el crecimiento de la economía no sigue una relación directa ni proporcional con la velocidad con que la población resuelve sus necesidades y por la existencia de desigualdades surgidas como indeseables aunque inevitables consecuencias de las decisiones económicas que a su vez nos han permitido resistir e impulsar la economía”.

CUBA-RUSIA: ¿DEMASIADO TARDE?

La visita a Cuba del presidente ruso Vladimir Putin en diciembre fue la primera que el mandatario ruso hizo a un país de América Latina, lo que es visto por observadores como una muestra de la importancia que ese país europeo le concede a sus relaciones con la isla.

Para el cubano, sin embargo, este hecho se produce demasiado tarde, pues la isla nunca regresará a la situación de dependencia que tuvo durante décadas de su extinto aliado, la URSS. “Cuba no volverá a comprar camiones rusos que consuman mucho combustible ni una larga lista de renglones que antes inundaban la isla. En 10 años, ese país perdió mucho terreno y ahora le costará mucho recuperarse”, considera un ingeniero cubano.

La visita del presidente ruso vino a poner el interés en reanudar los vínculos de antes al más alto nivel, pues ya durante la IV Comisión Mixta Cuba-Rusia, realizada el 30 de junio y el 1 de julio, ambos países patentizaron la voluntad de recomponer e intensificar sus vínculos económico-comerciales, sensiblemente reducidos al desaparecer la Unión Soviética, principal socio de la isla hasta 1989.

El encuentro permitió a los dos países evaluar el estado actual y las perspectivas de los vínculos bilaterales. Para el ministro cubano de gobierno, Ricardo Cabrisas, ese diálogo bilateral, resultó útil y fructífero en la creación de las bases que permitirán el ‘’relanzamiento’’ de las relaciones en el campo económico.

Según observadores, en una estrategia más pragmática y mucho menos ideologizada que antaño, ambos países aspiran a ampliar el intercambio, que el año pasado sumó unos 400 millones de dólares, en esferas como la energía, medicina, equipos médicos, biotecnología, turismo, petróleo y azúcar, entre otras.

Fuentes diplomáticas comentaron que resulta evidente la voluntad política de los dos países de ampliar y aumentar sus relaciones económicas, pero – alertaron – ésta pasa por la búsqueda de soluciones al problema de la deuda de La Habana con Moscú, estimada por fuentes rusas en 27.000 millones de dólares.

Sin embargo, para expertos cubanos, si bien el tema del endeudamiento requiere de un amplio programa negociador, no debe convertirse en factor que tienda a frenar las tendencias favorables a la reanimación de la colaboración.

Pero, ese asunto ‘’inexorablemente tendrá que incorporarse’’ al debate de las relaciones mutuas ‘’si realmente se pretende lograr una mayor reactivación de los vínculos comerciales’’ e inclusive su ampliación a otras esferas de interés común, comentó el economista Hiram Marquetti en un artículo sobre el tema.

El investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana estimó, además, que el desarrollo de las relaciones cubano rusas depende en buena medida de cómo evolucione la realidad económica y política de la nación euroasiática, así como de las condiciones financieras externas de la isla. En ese sentido, el gobierno del presidente Putin parece inclinarse por recuperar el tiempo perdido en la relación con Cuba, en cuya industria aún perdura una importante base tecnológica rusa.

Cuba continúa considerando un aliado estratégico a la Federación Rusa, heredera de los compromisos de la ex URSS, que durante más de 30 años (hasta 1989) concentró más del 60 por ciento del total del intercambio de la isla.

Durante la visita de Putin a La Habana, se suscribió un protocolo de intercambio comercial para el período 2001-2005, así como acuerdos sobre asistencia jurídica bilateral, eliminación de doble imposición fiscal y prevención de evasión de impuestos y cooperación en salud pública.

Fuera y dentro de la isla no pocos afirmaron que Putin había venido a cobrar la abultada deuda que la isla tiene con ese país, sin embargo,  las autoridades cubanas afirmaron que ese asunto no fue tema de conversación entre las partes. Según especialistas, Rusia asumió la deuda bilateral contraída con la Unión Soviética, por acuerdos de proyectos ejecutados a medias o en proceso que fueron unilateralmente interrumpidos al sobrevenir el desmembramiento de esa otrora potencia, lo que ocasionó daños casi incuantificables a la economía cubana.

Los analistas indican que algunas incógnitas sobre la deuda han quedado despejadas desde que las partes acordaron habilitar créditos viejos, lo cierto que es el tema de la deuda no parece haber sido un obstáculo hasta el momento.

El relanzamiento que se le quiere dar a las relaciones entre ambos países, indican, se hace desde un nivel no bajo de relaciones, pues Rusia continúa siendo el principal comprador del azúcar cubana y en el país existe una importante base tecnológica y de maquinaría soviética, lo que hace predecir que cabe esperar un desarrollo de relaciones normales de intercambio.

En declaraciones a la prensa cubana antes de la visita, el presidente Putin reconoció que en los últimos años, cuando los contactos fueron disminuyendo, “se perdieron muchas direcciones de la actividad conjunta y la posición de nuestras empresas rusas fue ocupada por nuestros competidores extranjeros”, A su juicio, en estos momentos en Cuba trabajan “de forma muy activa” empresarios canadienses, franceses, españoles y, en los últimos tiempos, alemanes.

Pero, a pesar del tiempo y el espacio perdidos, Putin consideró positivo el hecho de que en 1999 se alcanzó por primera vez un intercambio comercial de casi mil millones de dólares, mientras que en los primeros siete meses del 2000 la cifra se acercaba a unos 700 millones. “Esto es un factor alentador y demuestra que ambas partes desarrollan los contactos de forma positiva, en los cuales tenemos todas las razones para estar seguros de que de esa misma forma y ritmo se desarrollarán esos vínculos en el futuro”, afirmó.

Para el actual presidente ruso, existe una razón bastante fuerte para retomar los antiguos niveles de intercambio: “gran parte de las fábricas y de la economía cubana fueron formadas en medio de una fuerte cooperación de la Unión Soviética, y ¿quién mejor que nosotros para participar en la reconstrucción de esas empresas y pensar de forma conjunta en su futuro?”

Habría que ver cuáles son las intenciones de la parte cubana. En todo caso, el inicio de una segunda luna de miel entre esas dos naciones tendrá que pasar por nuevos conceptos y nuevos principios, totalmente alejados de la ineficiencia, el gigantismo, la mala calidad, porque el mundo de hoy no es el de hace diez años y los dos países también han cambiado mucho.

Hasta 1990, Cuba recibía de Moscú más de 700 rubros que permitían satisfacer como promedio más del 35 por ciento de los requerimientos de maquinarias, más del 95 por ciento de las necesidades de combustibles, 80 por ciento de las confecciones, 80 por ciento de las necesidades de cuero y otros insumos requeridos por la industria del calzado, 70 por ciento del tejido y 15 por ciento de las necesidades de maquinaria agrícola.

En 1989, el intercambio comercial cubano soviético alcanzó a 8.753,5 millones de dólares, cifra que se redujo a 4.428.000 en 1991, lo que equivale a una reducción del 49,4 por ciento, de acuerdo con especialistas.

En 1997, fuentes rusas citadas por Marquetti situaron el intercambio comercial bilateral en unos 700 millones de dólares, cifra que representó un retroceso del 38,2 por ciento en relación con 1996, pero superó en 8,02 por ciento los niveles alcanzados en 1992.

CUBA-EE.UU. : LA HISTORIA DE NUNCA ACABAR

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, como cada año, tuvieron momentos de tensiones extremas, seguidos de otros de aparente distensión, en una relación de odio y amor que se extiende por más de 40 años.

Como en un rutinario juego de ping-pong, cada parte lanzaba la bola una y otra vez, proporcionando por momentos nuevos capítulos plenos de sorpresas. Ya el 5 de enero apareció en el diario Granma una demanda de ocho organizaciones de masas cubanas por 121.000 millones de dólares al gobierno de Estados Unidos por los daños económicos ocasionados a la isla durante las cuatro últimas décadas.

El documento indicaba que “la guerra económica y las agresiones físicas de todo tipo ejecutadas o promovidas por el gobierno de Estados Unidos a lo largo de cuatro décadas, además de haber costado miles de víctimas al pueblo cubano, han ocasionado enormes pérdidas materiales al país y a sus ciudadanos, así como sufrimientos y penas morales incalculables”.

Entre los efectos del bloqueo señalados en el documento están: el incremento de la distancia de los mercados a los que Cuba tiene que acudir para sus exportaciones, con el consiguiente encarecimiento de los costos de transportación y seguros; el incremento de los inventarios y reservas lo que inmoviliza recursos financieros y conduce a inversiones para la construcción de almacenes por las prohibiciones de comercio; la imposibilidad que la isla utilice el dólar estadounidense en sus transacciones comerciales; las presiones de EE.UU. a instituciones financieras han obstaculizado el acceso a préstamos, además de provocar que en los otorgados se impongan altas tasas de interés y créditos a corto plazo; obstáculos en las operaciones comerciales de la isla que repercuten en el encarecimiento de los costos, tanto por el aumento de los precios por encima de la media del mercado como por garantías colaterales; y dificultades en el acceso a tecnologías de punta y de intercambios científicotécnicos.

Según el documento, a causa del bloqueo de Estados Unidos, la isla ha soportado pérdidas directas e indirectas por más de 67.000 millones de dólares, mientras que los perjuicios ocasionados por la política agresiva, excluido el bloqueo y la guerra económica, arroja un estimado que excede los 54.000 millones.

Este proceso, que finalmente no condujo a nada, atrajo la atención de la población, la cual escuchó una vez más – con argumentos antes no mencionados -, cómo la política hostil de EE.UU. ha producido afectaciones en todos los sectores económicos de la isla.

Durante todo el 2000, como sucede desde hace años, visitaron La Habana empresarios de Estados Unidos en viajes exploratorios sobre las posibilidades de negocios con la isla, prohibidos desde hace cuatro décadas por el embargo económico que mantiene Washington contra Cuba.

Según John Costello, presidente de la Red Ciudadana para Asuntos Extranjeros, entidad coordinadora de un viaje de 15 agricultores, indicó “estamos aquí para explorar oportunidades de negocios en la agricultura cubana, incluido el comercio. Miramos al futuro’’. A su juicio, existen oportunidades para situar arroz, trigo y otros productos en el mercado cubano, el cual podría exportar tabaco al estadounidense, de ocurrir un cambio en la política de embargo.

Pero, al parecer, algunos sueñan con empezar a negociar aún con el bloqueo, pues afirmaron que otro de los objetivos de la visita era conocer si aún existía la posibilidad de encontrar alguna brecha legal que permitiera iniciar el comercio de algunos rubros en las actuales circunstancias.

Otra de las características de este tipo de embajada comercial procedente de EE.UU. es que, a su regreso, los empresarios intentan promover el cese de las restricciones que impiden comerciar con la isla. Según dijo el ex secretario de Agricultura y titular de Food Distributors International, John Block, resulta ‘’contraproducente’’ la vigencia del embargo contra Cuba mientras Estados Unidos mantiene relaciones normales, por ejemplo, con Vietnam, país con el cual sostuvo un cruento y prolongado conflicto bélico hasta mediados de la década de los 70.

Una misión comercial de Carolina del Norte, formada por 25 empresarios y un senador estadual, se sumó en diciembre a otras similares llegadas desde las regiones estadounidenses de Illinois, Texas, Michigan y Arkansas, todas con el fin de conocer las potencialidades de los vínculos comerciales con Cuba para una era post bloqueo.

El senador Allen Wellon indicó: “Tenemos entendido que muchas de las mercancías que Cuba está importando las poseemos nosotros y somos líderes de ellas dentro de los Estados Unidos. Cuba podría ser uno de nuestros principales socios comerciales, ya que es de los vecinos más cercanos geográficamente y el mercado cubano crearía una nueva plaza para los productos de Carolina”.

Tommy Bunn, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Exportadores de hojas de tabaco de Carolina del Norte, dijo que “Cuba y Carolina tienen en común que producimos una de las mejores hojas de tabaco del mundo y propuso que podría abrirse una línea de cooperación que permita desarrollar variedades de un gusto específico de alta calidad que pudiera interesar en el mercado nacional y mundial. Según la prensa cubana, dentro de la comitiva primó el deseo expreso de “ver qué barreras pudiéramos saltar para comerciar con Cuba.

Para observadores, el denominador común de los sectores empresariales del país del norte que visitan la isla es examinar en el terreno las perspectivas comerciales que se abrirían en caso de un levantamiento aunque sea parcial del embargo.

De acuerdo a estudios del Consejo Estadounidense de Granos, Cuba podría convertirse con rapidez en un mercado para un millón de toneladas anuales de exportaciones de ese rubro proveniente de Estados Unidos. Pero la ley Helms-Burton de 1996 recrudeció el bloqueo con cláusulas que permiten inclusive la aplicación de sanciones a firmas de terceros países con negocios en la isla.

Fuentes del Departamento de Agricultura de Estados Unidos aseguran que las restricciones impuestas a la venta de productos agrícolas hacia países sancionados representan una pérdida neta de 1.200 millones de dólares cada año. En ese sentido, los agricultores estadounidenses, víctimas de la caída de los precios de los productos agrícolas y del impacto de fenómenos climáticos, apuestan a recuperar una plaza que hasta 1959 fue considerada mercado natural para muchos de sus productos. Cuba gasta cada año unos 900 millones de dólares en la importación de alimentos, de ellos más de 120 millones en cereales, cifra que podría disminuir si pudiera realizar sus compras a Estados Unidos.

Otro renglón que atrae en especial el interés de hombres de negocios estadounidenses para eventuales intercambios es el de la salud. Peter Nathan, presidente de PWN Exhibition International, considera al cubano ‘’un gran mercado potencial’’, con gente capaz de desarrollar una relación ‘’antes de que la política entre Cuba y Estados Unidos cambie’’.

Si no se adoptan medidas favorables a los empresarios norteamericanos interesados en el comercio con Cuba, estos podrían usar desde vías normales hasta veredas insospechadas y subterfugios tecnicistas para lograr sus propósitos comerciales.

Esta conclusión se desprende de la afirmación del diario de Miami El Nuevo Herald, el cual, en su edición del 20 de mayo sostiene que “los agricultores y granjeros estadounidenses recurrirán a la banca extranjera en busca de préstamos para vender sus productos a Cuba, si el Congreso decide levantar las restricciones a las ventas de alimentos y medicinas – sin crédito- como pretenden sectores del Partido Republicano”.

Según la publicación, el presidente de la Federación Estadounidense del Arroz, Richard Bell, afirmó que no les quedaba otra alternativa que ir a buscar créditos en la banca de otros países. Según Bell, con el embargo económico Estados Unidos perdió un mercado que representaba el 50 por ciento de sus exportaciones arroceras. “Desde 1962 Cuba ha importado 8,5 millones de toneladas métricas de arroz, o sea, Estados Unidos pudiera haber ganado unos 3.100 millones de dólares con las ventas”, enfatizó el empresario. Además, “las ventas tienen potencial para aumentar, porque Cuba ha disminuido su producción por falta de fertilizantes”, agregó.

Sin embargo, sostiene el Herald, el profesor Brian Latell, de la escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, dijo que no recomendaría a los empresarios estadounidenses invertir en Cuba.

No pocos empresarios estadounidenses fustigan todo intento de limitar sus relaciones de negocios con la isla. “El tema de las reclamaciones por las nacionalizaciones es un tema serio que debe ser considerado con seriedad. Pero nadie debe decirnos si invertimos o no en Cuba. Si tenemos problemas, los resolvemos nosotros mismos con Fidel Castro”, pero “no necesitamos de ningún gobierno que nos diga qué debemos o no hacer”, sostuvo Frank D. Kittredge, presidente de la firma alimentaria NFTC y vicepresidente de USA Engage, una consultora de negocios con la isla.

Otro suceso en los preparativos para una relación comercial futura fue la IV Reunión de Negocios Cuba-Estados Unidos, celebrada los días 7-9 de junio. Para algunos esta dejó a los empresarios estadounidenses el explícito mensaje de que deben apurarse si realmente quieren aprovechar las oportunidades abiertas en la isla al amparo de la Ley de Inversiones Extranjeras.

‘’Hace falta que ustedes acaben de llegar’’, les dijo la ministra para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica, Marta Lomas, importante interlocutora de la isla en el encuentro, al cual asistieron varias decenas de hombres de negocios estadounidenses, en representación de unas 50 compañías, además de empresarios de otras nacionalidades con inversiones en la isla, quienes aportaron su experiencia. ‘’Fue un intercambio muy ameno y completo. En este momento hay un convencimiento en ese país de que las sanciones unilaterales no son ventajosas para Estados Unidos’’, dijo Antonio Zamora, abogado de origen cubano de la Hughes Hubbard and Reed, LLP, con sede en Miami.

La reunión, que se realizó por cuarto año consecutivo, fue organizada por la empresa Cristóbal SRL of Florence, de Italia, en tanto, para evitar sanciones del Departamento del Tesoro, los gastos de los empresarios asistentes fueron asumidos por la firma italocubana Desoft S.A.

Algunos empresarios europeos con negocios en Cuba dejaron entrever en la reunión cierta preocupación ante un eventual escenario post bloqueo que pudiera desplazarlos del mercado cubano. Sin embargo, el ministro de Comercio Exterior, Raúl de la Nuez, les dijo que hay ‘’espacio para todo el mundo” y no está en los cálculos gubernamentales volver a depender de un sólo mercado.

Para el senador estadounidense Donald Wayne Riegle Jr., uno de los empresarios participantes en la cita, es hora entonces de encontrar ‘’formas’’ para poner fin al embargo y establecer vínculos comerciales realmente directos, normales y abiertos entre ambas naciones.

Las firmas presentes en la IV Reunión de Negocios entre Cuba y Estados Unidos incluyeron a Pepsi Cola Inc., Shandwick International, Darden Restaurant, Lexington Institute, Patton Bogs y United Airlines, entre otras. Los sectores financiero, turístico, deportes, inmobiliario, telecomunicaciones, equipos médicos, farmacéutico, transporte, energía e industrial, figuraron entre los de mayor interés en la cita.

Durante el año 2000, el gobierno de Estados Unidos inició una investigación en torno al embargo comercial contra Cuba para determinar su impacto en las empresas estadounidenses. La Comisión de Comercio Internacional (ITC), un organismo federal que atiende el efecto del comercio externo sobre las industrias norteamericanas, sería el encargado de investigar el impacto histórico del embargo en las economías de Estados Unidos y Cuba.

De acuerdo con esa entidad, el estudio sería profundo y las conclusiones del trabajo de la comisión serían entregadas al Congreso antes del 15 de febrero del 2001. Analistas consideran este paso una continuidad de los vínculos que se han ido sucediendo entre las partes y una respuesta al creciente interés de empresarios norteamericanos de entrar al mercado cubano. Entre los antecedentes de las relaciones están la I Feria Industrial estadounidense de equipos médicos celebrada en La Habana en enero del 2000, tras una ausencia de cuatro décadas, así como la visita en 1999 del presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos Thomas Donahue, quien manifestó entonces que favorecía el levantamiento del embargo.

Los observadores señalan que los intentos por ablandar el embargo, un punto importante en la política de Estados Unidos hacia la isla casi desde la llegada al poder de Fidel Castro, se han visto frustrados por la resistencia de los exiliados cubanos en la Florida, pero que esa influencia del exilio va teniendo cada vez menos peso sobre Washington.

Medios de prensa aseguraron que la investigación de la ITC – que no haría recomendaciones sobre la mejor política a seguir, sino que simplemente expondría los hechos -, había sido solicitada por el legislador republicano de Texas, Bill Archer, al frente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes y que la idea inicial fue del legislador demócrata de Nueva York, Charles Rangel. De acuerdo con Emile Milne, el asesor de Rangel, “el informe demostrará al público estadounidense, y sobre todo a los empresarios, lo absurdo que es el embargo, que ha resultado en la pérdida de miles de millones de dólares y solamente ha herido al pueblo cubano, no al gobierno cubano, sin servir a Estados Unidos de nada”.

A lo largo del 2000 se sucedieron propuestas de empresarios y políticos estadounidenses sobre el levantamiento de las restricciones para la venta de alimentos y medicinas, que tropezaban con políticos contrarios a la normalización de las relaciones entre los dos países.

La campaña para terminar las restricciones está impulsada por toda una variedad de factores, incluida la inusual convergencia de intereses entre organizaciones de agricultores conservadoras y legisladores de estados agrícolas, por una parte, y el tradicional bloque de cabildeo contra el embargo.

Finalmente, se dio luz verde al comercio de alimentos y medicinas, pero la decisión de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de permitir la venta al contado a Cuba, fue recibida como una ‘’falsa’’ flexibilización del embargo entre expertos y funcionarios cubanos.

‘’No se trata de una flexibilización del bloqueo sino de un reforzamiento del mismo’’, dijo a la televisión cubana Fernando Remírez de Estenoz, jefe de la Oficina de Intereses cubana en Washington.

El presidente de los Estados Unidos, William Clinton, había adelantado que la iniciativa podría parecer ‘’como si fuera una suavización (del embargo), pero realmente no hace mucho’’ al impedir el uso de créditos estadounidenses para financiar las ventas.

La Cancillería cubana, por su parte, advirtió que Cuba no realizaría ninguna transacción con Estados Unidos, aunque el Congreso excluya del embargo los alimentos y los medicamentos, y sólo lo hará si Washington levanta todas las sanciones que le impone desde 1961. ‘’La solución real es la normalización de las relaciones entre ambos países y el levantamiento (….) del bloqueo’’, afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano.

La enmienda, que pretende beneficiar a Cuba, Irán, Libia, Sudán y Corea, fue aprobada el 11 de octubre como parte del proyecto de asignaciones agrícolas para el año 2001. Sin embargo, en el caso de La Habana, la medida se bloquea a sí misma al excluir la obtención de créditos, limitar el mercado de los productores norteamericanos y mantener las restricciones al flujo financiero y al transporte aéreo y marítimo entre ambos países.

Además, la enmienda convierte en ley las actuales restricciones a los ciudadanos estadounidenses para viajar a Cuba y pasa el poder de decisión sobre esos viajes de las manos de la Casa Blanca a las del Congreso.

“Nuestro país no adquirirá un solo centavo de alimentos o medicinas en Estados Unidos”, declaró un editorial de Granma, alegando “razones de elemental ética” y también de carácter práctico. Por su parte, el ex fiscal general de Estados Unidos Ramsey Clark aseguró que las enmiendas aprobadas por el Congreso con el supuesto objetivo de permitir la venta de alimentos y medicinas a Cuba, también buscaban confundir al pueblo norteamericano.

Al presentarlas como una flexibilización del bloqueo económico contra la isla, intentan dar la impresión de que desean normalizar las relaciones con Cuba, cuando en realidad recrudecen las sanciones y violan los derechos constitucionales de los estadounidenses, explicó el ex procurador, vía telefónica desde Nueva York, a la prensa cubana. Es una ley ambigua que no está dirigida a ayudar al pueblo de Cuba, sino que recrudece las restricciones y demuestra que no existe intención de suavizar el bloqueo, precisó el ex secretario de Justicia de Estados Unidos, para quien “el bloqueo debe ser eliminado, debido a los enormes perjuicios que ha causado al pueblo cubano”.

El último capítulo del año del diferendo fue el de las llamadas telefónicas. Cuba advirtió el día 23 de noviembre que cortaría totalmente las telecomunicaciones con Estados Unidos en caso de que Washington intentara impedir el cobro por la parte cubana de un nuevo impuesto sobre las llamadas telefónicas entre ambos países.

La medida extrema, que afectaría a más de un millón de emigrados cubanos en el país norteamericano y a sus familiares en la isla, está incluida en el decreto ley 213 sobre las comunicaciones entre Cuba y Estados Unidos, que establece un impuesto equivalente al 10 por ciento de la tarifa básica por minuto, aplicada en Cuba para las llamadas hacia los Estados Unidos, a las llamadas directas o por terceros países. Los sujetos del nuevo impuesto serían ‘’las personas jurídicas cubanas y extranjeras que en el desarrollo de su actividad empresarial, presten en el territorio nacional, habitual u ocasionalmente, los servicios de telecomunicaciones entre Cuba y Estados Unidos’’.

‘’Frente a cualquier intento por parte de las autoridades norteamericanas de impedir, congelar o confiscar los ingresos que se deriven de este impuesto, el gobierno de Cuba se reserva el derecho de adoptar las medidas que estime pertinentes, incluido el corte total de las telecomunicaciones directas e indirectas entre Cuba y Estados Unidos’’, advertía el artículo 12 del decreto ley.

La Habana respondió así a la aprobación en el Congreso estadounidense de una enmienda que permite usar 90 millones de dólares de fondos cubanos congelados en ese país para compensar a los familiares de tres pilotos derribados por fuerzas aérea cubanas el 24 de febrero de 1996. Luego de un intento infructuoso de compensación a las familias de las víctimas en 1999, la medida fue incluida en la Ley de Protección a las Víctimas del Contrabando Humano que permite compensar a ciudadanos estadounidenses víctimas del terrorismo utilizando los fondos que los países ‘’terroristas’’ tienen congelados en bancos de los Estados Unidos.

En este caso, el dinero para la compensación se tomaría de una cuenta congelada por concepto de servicios telefónicos entre 1969 y 1992 que el Estado cubano tiene en el Chase Manhattan Bank de Nueva York, declaró el abogado Frank Angones al diario de Miami El Nuevo Herald. ‘’Tal despojo de los fondos cubanos constituye un hecho injustificable, ilegal e inmoral’’, aseguró el decreto ley y recordó que ese dinero pertenecía a la empresa estatal cubana EMTELCUBA por servicios prestados durante 28 años, entre 1966 y 1994.

Fuentes del Departamento de Estado afirmaron que las compañías de larga distancia estadounidenses no podían aplicar el aumento del 10 por ciento sin violar la ley Helms-Burton que regula las transacciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos. Por su parte, un vocero de ATT aseguró: “hay que estudiar esta medida y ver qué tipo de implicaciones tiene”.

Funcionarios de empresas telefónicas estadounidenses habrían afirmado a El Nuevo Herald que el gobierno de Cuba, “no tiene jurisdicción para imponer un impuesto extraterritorial como ese”. Según reportes de prensa en Estados Unidos, Cuba también podría estar violando el acuerdo de las tarifas telefónicas vigente entre Cuba y Estados Unidos. Los términos de ese contrato, autorizado por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento de Tesoro, establecen que el costo de la tarifa es de 1,20 dólares por minuto de comunicación. De esa cantidad, Cuba debe recibir el 50 por ciento.

Por su parte, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A.(ETECSA) comunicó el día 25 de noviembre que a partir de ese día, y en cumplimiento del Decreto ley No. 213 del Consejo de Estado de la República de Cuba, solicitaría el pago del impuesto regulado. La cuantía del 10 por ciento establecida asciende a 24,5 centavos de dólar por cada minuto de comunicación por lo que dicho importe será adicionado al precio de cada minuto de comunicación entre Cuba y Estados Unidos, informó la empresa.

El jueves 26 un reporte del diario miamense indicó que el costo de las llamadas telefónicas entre Cuba y Estados Unidos permanecería sin cambio alguno. Gustavo Alfonso, portavoz de la ATT en Miami, afirmó “en lo que a nosotros respecta, las tarifas no han sufrido ningún aumento’’. Voceros de otras compañías que prestan servicios a Cuba se pronunciaron en términos semejantes y señalaron que, de producirse algún cambio, no sería probablemente hasta fines de año, añadió el diario. Las compañías de comunicaciones pagan a Cuba mensualmente su parte correspondiente por los servicios telefónicos, por lo que hasta que llegue ese momento no se sabrá realmente que va a pasar.

Según la fuente, el aumento impositivo de Cuba coincidió con serios cuestionamientos que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos estaba haciendo al elevado costo de las tarifas telefónicas a Cuba, las más altas en el contexto latinoamericano.

Las llamadas telefónicas directas entre Cuba y Estados Unidos fueron autorizadas en 1992 por el Acta para la Democracia en Cuba, más conocida como Ley Torricelli, y finalmente implementadas en 1994. ETECSA tiene acuerdos de comunicación telefónica directa con las empresas de comunicaciones estadounidenses ATT, MCI International, IDB Worldcom Inc., Telefónica Large Distancia (Puerto Rico), Wiltel y Sprint Communications, según fuentes del Consejo Comercial Estados Unidos-Cuba.

La entidad sin fines de lucro con sede en Nueva York asegura que en 1998 ETECSA recibió 86.009.863 dólares por su parte en los ingresos generados por las llamadas a Cuba, originadas en Estados Unidos. Fuentes estadounidenses, en tanto, calculan los ingresos anuales cubanos por este concepto en unos 70 millones de dólares como promedio.

El último litigio telefónico entre La Habana y Washington se inició en febrero de 1999 cuando ETECSA, empresa mixta del ministerio cubano de Comunicaciones y Stet International de Italia, decidió suspender parcialmente las comunicaciones telefónicas. La medida se ejecutó ante el incumplimiento de pago de varias compañías telefónicas estadounidenses que le adeudaban a la isla unos 19 millones de dólares, correspondiente a los servicios telefónicos del mes de diciembre de 1998.

Las reclamaciones de ETECSA condujeron a un proceso judicial que tuvo su final el 14 de marzo del 2000, cuando el propio juez King anuló su orden a las telefónicas estadounidenses de retener el pago de sus deudas a Cuba. Con anterioridad, la Corte Federal de Apelaciones del estado de Atlanta había dictaminado que la empresa conjunta cubano italiana no representaba al gobierno de la isla y por tanto no era legal la incautación de sus fondos para cubrir una supuesta deuda oficial.

Ahora, la familia cubana, siempre rehén de la diputa entre los dos países, espera una solución, al menos de este incidente, mientras lleguen los tiempos de una total reconciliación, vista cercana por unos y más lejana que nunca, por otros.

Según El Nuevo Herald, el canciller cubano, Felipe Pérez Roque habría asegurado el día 28 que su país se reservaba el derecho de aplicar medidas adicionales al ya vigente corte de llamadas telefónicas directas a Estados Unidos.

“Si hasta el momento el corte sólo ha afectado las llamadas desde Estados Unidos hacia la isla, pero permite los contactos desde Cuba hacia ese país, es porque o hemos decidido ir más lejos, lo cual mantenemos en nuestras opciones’’, indicó la publicación. “Cuba va actuando según las circunstancias y se reserva el derecho de continuar tomando otras medidas’’, declaró el ministro. Pérez Roque, sin ofrecer detalles sobre esas medidas adicionales, defendió el corte como una acción porque “nuestros derechos han sido groseramente violados’’, publicó el Herald.

Sin las llamadas directas, según el gobierno, queda la alternativa de la comunicación vía terceros países, como Canadá. Tal sistema se ha utilizado en el pasado. Sin embargo, La Habana ya ha advertido que también podría recurrir a la suspensión de esas llamadas a través de terceros. Este corte es el más reciente desde uno similar aplicado hace 22 meses, y que se levantó en abril último, dijo el diario.

Por lo pronto, el diferendo sigue y la riña entre el gobierno de Cuba y las sucesivas administraciones de Estados Unidos, sigue afectando al pueblo cubano y a comerciantes estadounidenses, a pesar de que la mayoría en ambos lados del estrecho de la Florida quiere ver el día que las relaciones entre los dos países sean, al menos, no hostiles.

LOS CAMINOS AL EXTERIOR

El año 2000 tuvo momentos interesantes para la apertura de la isla al mundo. Desde el caso del niño Elián González y la Cumbre Sur hasta la Cumbre del Milenio y la visita del presidente ruso Vladimir Putin, pusieron a Cuba nuevamente en las páginas de diarios y televisoras en los cuatro puntos cardinales.

Tras todo un año de aplazamientos, Cuba finalmente se convirtió el día 14 de diciembre en el miembro número 78 del Grupo ACP y con ello, la carta de la organización tuvo que ser modificada.

El Consejo de Ministros del Grupo ACP, que acoge a antiguas colonias europeas en las regiones de África, Caribe y Pacífico, acordó en Bruselas la entrada de Cuba a esa entidad y, al mismo tiempo, la reforma del Acuerdo de Georgetown, que le dio vida en 1975.

La modificación del acta fundacional fue necesaria porque La Habana se convirtió en el único miembro de esa organización que no se beneficia del Acuerdo de Cotonou (ACP-Unión Europea), firmado en junio del 2000 por 71 naciones para sustituir la Convención de Lomé IV que, según la Organización Mundial del Comercio, violaba las normas del libre comercio.

Hasta el momento, el Acuerdo de Georgetown impedía el ingreso a naciones que no formaran parte del Convenio de Cooperación con la Unión Europea (UE), mientras que la antigua Convención de Lomé otorgaba condiciones comerciales favorables y asistencia técnico financiera a las ex colonias.

Con estatuto de observador desde 1998, Cuba solicitó su entrada al grupo en febrero de 1999, pero declinó su integración al Acuerdo de Cotonou debido a condicionantes de carácter político incluidas por los países europeos y que fueron consideradas discriminatorias por las autoridades de la isla.

El camino de Cuba hacia el grupo ha estado pleno de obstáculos. La Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó el 18 de abril, en Ginebra, una moción de condena al gobierno de Cuba por ‘’continuada violación de los derechos humanos y las libertades individuales’’, apoyada por Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Luxemburgo y Portugal, los países de la UE que integran esa comisión.

La respuesta de La Habana fue retirar su solicitud de ingreso al nuevo acuerdo comercial entre la UE y el grupo de países de África, Caribe y el Pacífico (ACP), que se había negociado durante unos dos años y contaba con la aprobación unánime de las naciones del grupo ACP. El nuevo acuerdo comercial, que fue ratificado en Fiji, estableció condiciones de preferencia durante ocho años para el acceso al mercado de la UE de productos del grupo ACP, y sustituyó a la Convención de Lomé, firmada en 1975.

En el marco de la Convención de Lomé, la UE brindó durante un cuarto de siglo cooperación financiera y técnica, ayuda de emergencia y preferencias comerciales a los 71 países que integran el grupo, entre los cuales están las 38 naciones más pobres del mundo, en su mayor parte africanas.

“Persistir en la solicitud de ingreso sólo serviría para exponernos a ser víctimas de exigencias inaceptables por parte de la Unión Europea’’, afirmó el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, en una carta a sus pares del grupo ACP. Cuba había confirmado antes su interés de firmar el nuevo acuerdo, reservándose el derecho de “hacer una revisión del texto definitivo’’.

“Con posterioridad a ese paso, hemos observado arrogancia, autosuficiencia y la tendencia de imponer condiciones a Cuba por parte de varios países de Europa’’, señaló Pérez Roque, quien recordó que según las normas de la UE, la incorporación cubana al acuerdo podía ser vetada por un solo país del bloque europeo y añadió que ‘’Cuba ha expresado de manera clara y transparente desde el principio que no aceptaría condicionamientos selectivos y discriminatorios de ninguna naturaleza por parte de la Unión Europea como requisito para nuestro ingreso a la nueva Convención’’, subrayó.

Analistas apuntaron entonces que la incorporación cubana al nuevo convenio comercial con el grupo ACP habría institucionalizado las relaciones de la isla con la UE, que no cuentan con un marco formal como el de los acuerdos de cooperación del bloque europeo con el resto de América Latina. De ese modo se habría resuelto la contradicción existente entre las difíciles relaciones de Cuba con la UE y los fluidos vínculos comerciales bilaterales de la isla con los 15 países que integran el bloque europeo.

Al margen de diferencias políticas, 35 por ciento del intercambio comercial de Cuba se realiza con naciones de la UE, de donde proceden alrededor de la mitad de los turistas que llegan a la isla. Los países del bloque europeo son además responsables de 52 por ciento de la inversión extranjera en Cuba.

Por otra parte, la inclusión en el esquema ACP-UE habría facilitado el acceso cubano a recursos europeos para proyectos de desarrollo, además de potenciar su intercambio comercial con el bloque europeo y con países africanos, caribeños y del Pacífico.

Tras la retirada de la solicitud de Cuba, Anicet Georges Dologuele, primer ministro de la República Centroafricana y presidente del consejo de ministros del grupo ACP, dijo en una conferencia de prensa que los líderes del grupo “decidieron enviar una misión a Cuba para discutir con las autoridades cubanas y reforzar el diálogo político con la UE”.

“La ACP dejó clara su decepción por el retiro de la solicitud de Cuba”, dijo Dologuele. “Para nosotros, Cuba sigue siendo un socio de la ACP, un observador, y trataremos de resolver rápidamente este problema’’, agregó entonces

Funcionarios de ACP sospecharon en ese momento que Cuba había retirado su solicitud debido al temor de que la UE no aprobara su asociación como miembro pleno de ACP y beneficiario del tratado.

Tras la firma del convenio, reportes de prensa procedentes de Cotonou precisaron que Cuba había manifestado que seguiría siendo observador en el grupo y que no descartaba su ingreso.

Finalmente, la isla pasó a ser el miembro 78 del grupo. En vísperas a la aceptación de Cuba como miembro del grupo, Shridath Ramphal, negociador jefe de la Comunidad Caribeña (CARICOM) criticó en Kingston, Jamaica, la actitud negativa del grupo europeo, que frustró la iniciativa para que la mayor de las islas antillanas formara parte de ese convenio.

Ramphal hizo un llamado a los miembros de la UE para que tengan en el futuro una visión más amplia con respecto a Cuba. Asimismo, mostró esperanzas en que Inglaterra, después de votar a favor de Cuba y contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba en la más reciente asamblea general de Naciones Unidas, brinde apoyo y logre respaldo por la parte europea para la incorporación del estado caribeño al acuerdo de los países ACP con la UE.

En tanto, el ingreso como miembro pleno del Grupo ACP fue valorado por Cuba como un paso importante para sus relaciones con el Sur. “Realmente es así”, dijo el ministro de gobierno, Ricardo Cabrisas. Al mismo tiempo, manifestó que la medida no es sorpresiva, pues las naciones caribeñas venían trabajando con ese propósito desde tiempo atrás y que en las dos últimas cumbres del grupo, en Gabón y República Dominicana, se habían tomado las previsiones necesarias con ese objetivo.

A juicio de Cabrisas, estos cambios están dirigidos a que los trabajos y enfoques de los ACP no se limiten exclusivamente a sus relaciones con las antiguas metrópolis de la Unión Europea, sino a los vínculos más generales Norte-Sur.

Por su parte, el embajador cubano ante la UE, René Juan Mujica, dijo el día 21 de diciembre en Bruselas que Cuba ha expresado su voluntad de suscribir el Acuerdo Cotonou siempre y cuando no existan exigencias políticas de la UE y “pretextos” para no tener un convenio de cooperación. El bloque europeo impuso a Cuba de forma unilateral condiciones previas para su ingreso al acuerdo entre ese bloque y el Grupo ACP que incluye el respeto a los derechos humanos y la democracia en la isla.

Al explicar la posición cubana, el representante de la isla aseguró que “hay muchos países con los cuales la UE tiene acuerdos de cooperación, donde la situación de los derechos humanos deja mucho que desear (…) la Unión tampoco es perfecta”.

Las condiciones impuestas por los países comunitarios son “inaceptables” para Cuba, por lo que la isla retiró en febrero su solicitud para el Acuerdo Cotonou, lo que a su vez provocó un distanciamiento en el diálogo entre las dos partes y la cancelación de una visita que iba a realizar la Troika europea en abril a La Habana.

De acuerdo con el representante, Cuba estaría dispuesta a sostener un diálogo serio con el bloque europeo, “pero esa no es la posición de la unión” que “sencillamente nos pone una etiqueta, y a partir de eso se compromete ella a no cooperar con nosotros”. Para el diplomático esa política es el resultado de la posición común acordada entre la UE y Estados Unidos, en 1996. Washington se comprometió a no aplicar la ley Helms-Burton contra empresas europeas a cambio de que Europa impulsara cambios políticos en la isla de régimen socialista.

El secretario general de los ACP, Jean-Robert Goulongana, dijo en tanto que para que los países del grupo se beneficien del Acuerdo Cotonou, la Unión Europea sólo pide requisitos económicos y legales. “La posición de Cuba es muy clara, ellos están listos para entrar en el Acuerdo, pero sin condiciones políticas previas establecidas por los europeos. Sólo hay condiciones económicas y legales para formar parte del acuerdo”, opinó Goulongana. Explicó, que las primeras condiciones están relacionadas con la estructura económica del país, la cual debe ser similar a la de los países que forman parte del convenio, mientras que las condiciones legales son que la nación debe formar parte de la región ACP.

Por otra parte, Cuba no descuidó otras vías. En el proceso de acercamiento hacia el área del Caribe, las autoridades de la isla asignan especial relevancia al Acuerdo de Alcance Parcial suscrito con el Mercado Común del Caribe (CARICOM). El convenio abarca no sólo el intercambio de mercancías, sino también al sector servicios. Se prevé el inicio, en el 2001, de las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio entre Cuba y CARICOM, que debería terminar en un plazo de 24 meses.

Entre otras ventajas, un Tratado de esa naturaleza exime de aranceles a todos los productos de importación y exportación en el comercio intrarregional. Además, incluye otros mecanismos que fomentarían la inversión recíproca y permitirían la unificación de regulaciones fitosanitarias, para evitar que limiten el comercio y, por el contrario, faciliten dentro de la región el movimiento de mercancías y de capital.

Por regiones, el intercambio con América representa alrededor de 39 por ciento, dos por ciento más que el año pasado. Venezuela, México y Brasil se ubican, en ese orden, entre los principales socios latinoamericanos.

A finales de diciembre, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba desmintió un despacho de la agencia de noticias ANSA según el cual la isla había solicitado su ingreso al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) e “insistía en sus deseos de incorporarse al bloque.

Según una declaración leída por el propio canciller Felipe Pérez Roque, la agencia citaba declaraciones del presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, quien descartaba la entrada de Cuba y consideraba la petición como un gesto de buena voluntad. “Cuba no ha solicitado en ningún momento ingresar al MERCOSUR, y no es que el MERCOSUR sea una unión aduanera… sino porque ello no ha estado ni está dentro de nuestras prioridades”, indicó el documento. El titular afirmó que el gobierno cubano no insistiría jamás en integrar una organización como el MERCOSUR sin embargo, sí considera apropiado firmar el acuerdo de complementación que ahora negocia con el MERCOSUR y que se suma a uno similar con la Comunidad Andina de Naciones y a otro con el Mercado Común del Caribe (CARICOM).

“Lo único verdaderamente cierto es que Cuba y el MERCOSUR a través de sus representantes ante la Asociación Latinoamericana de Integración ya habían acordado desde el 14 de septiembre avanzar en la negociación y firma de un acuerdo de complementación económica entre el bloque y Cuba, dirigido a reducir aranceles de importación de manera recíproca a un listado de productos de interés”, dijo Pérez.

Cuba ha sostenido negociaciones bilaterales con los integrantes del bloque (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), como paso previo a las negociaciones con el grupo que se iniciarán en marzo y que se espera puedan conducir a la firma de un acuerdo a finales del 2001. “Esto, insistió Pérez Roque, no significa la entrada de Cuba al bloque, sino que la rúbrica de un acuerdo consolida los acuerdos bilaterales con los cuatro países… para crear condiciones más propicias al comercio”. Uno de estos acuerdos, entre Cuba y Uruguay, fue firmado el día primero de diciembre, se trata de un acuerdo de complementación económica (ACE) que establece preferencias arancelarias para el intercambio comercial entre ambos países.  En el pacto intergubernamental, Cuba concedió a Uruguay una tarifa cero para sus exportaciones a la isla de cárnicos, leche y derivados, medicamentos, productos de la metalurgia y sideromecánica, entre otros. Por su parte, el país suramericano otorgó similar tratamiento a las exportaciones cubanas de bienes de la industria sideromecánica, medicamentos y vacunas, además de ampliar las preferencias arancelarias para el tabaco y el ron.

Se estima que el acuerdo alcanzado entre La Habana y Montevideo abre el camino a las negociaciones que se realizarán en los primeros meses del 2001 entre los gobiernos de la isla y de los países del Mercado Común del Sur, para lo cual era necesario la firma de los ACE con cada socio.

Cuba suscribió en noviembre convenios de ese tipo con Paraguay, extendió y profundizó los que ya existían desde hace varios años con Brasil y ahora sólo la firma de un pacto similar con Argentina que, según fuentes del MERCOSUR, está previsto para los primeros meses del 2001.

Cuba ve este paso como uno más en el camino de la integración regional. “En esa vocación integracionista, latinoamericana y caribeña y no en estrecho interés nacional es que se inscribe el esfuerzo de Cuba en profundizar relaciones con el MERCOSUR”, señaló la declaración oficial de la isla, que quiso dejar claro el incidente.

Por su parte, un experto considera que La Habana ha dado pasos concretos y presentado propuestas con las que también asume determinados riesgos, entre los mayores riesgos estaría el reto a las empresas cubanas ante la posibilidad de empresas o productos latinoamericanos de ingresar al mercado cubano.

A su juicio, la relación con el bloque y el imperativo de mejorar la calidad de sus producciones, dejaría a la isla en mejor posición frente a otros bloques como la Unión Europea (UE) e, incluso, frente al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), impulsada por Estados Unidos, y de la cual está obviamente excluida.

EN EL NUEVO MILENIO

Si el fin de siglo no trajo consigo el fin del mundo, el nuevo siglo no traerá milagros. De acuerdo con el titular cubano de Economía y Planificación, la situación financiera continuará tensa en el 2001 y se mantendrá como la principal limitante para la recuperación económica de la isla.

Si  los pronósticos vislumbran algunos crecimientos, otros sectores podrían sufrir contracciones por diversas causas. Por ejemplo, en el caso del comercio exterior, dijo Rodríguez, se mantendrán altos los precios de los combustibles que el país tiene que importar, mientras que los del níquel serán más bajos y los del azúcar podrían sufrir sólo una discreta recuperación.

Las autoridades pronostican para el 2001 un crecimiento del producto interno bruto en torno al 5 por ciento, basado en un aumento del 4,3 por ciento de la productividad del trabajo, una efectividad de las inversiones superior a lo obtenido en el 2000, una intensidad energética un 2,6 inferior y una reducción de 5,6 en el gasto por dólar de ingreso bruto.

En el caso del sector energético, considerado con posibilidades de brindar un decisivo apoyo a la economía del país, se espera la producción equivalente de petróleo y gas de cuatro millones de toneladas, lo que permitiría cubrir en un 90 por ciento las necesidades para la generación de energía eléctrica.

Entre los estimados para el 2001 se espera que el país reciba finalmente los dos millones de turistas
– cifra aplazada en el 2000 -, y que este sector aporte un 15 por ciento de ingresos brutos superior al del 2000, así como una mejora en los índices de eficiencia. Se vaticina también que en el primer año del siglo XXI se incremente el impacto de la industria sin chimeneas en el resto de la economía.

Una previsión objetiva se hace en el caso del azúcar: 3,7 millones de toneladas, un estimado inferior al real del 2000, que toma en cuenta la baja disponibilidad de caña como consecuencia de la prolongada sequía que ataca a la isla. A pesar de ello, alerta el informe, esta cifra podría arrojar ingresos superiores de verificarse un incremento en los precios del mercado. Por demás, se aspira alcanzar mejores costos, un mayor ahorro energético, avanzar en el autofinanciamiento gradual, así como una táctica que permita garantizar la zafra venidera.

Las autoridades cubanas pronostican un incremento de las inversiones del 14 por ciento, con prioridades similares a las del 2000: el sector energético, el níquel, la industria azucarera, la camaronicultura, el turismo y las telecomunicaciones. Para los primeros doce meses del tercer milenio se prevé la construcción de unas 31 mil viviendas. Por otra parte, se espera que la producción industrial crezca en 7,4 por ciento, las construcciones un 18 por ciento.

Las proyecciones oficiales para el 2001 recogen un eventual crecimiento de la agricultura no cañera sobre el 10 por ciento, mientras que se planifican incrementos para la mayoría de las producciones agrícolas así como una incipiente recuperación de cultivos como el arroz, la leche y los huevos. Entre los aumentos más significativos que se prevén están el de la recolección de café (40 %) y el tabaco torcido (36 %).

En el caso de la industria pesada, la isla aspira obtener una producción superior a las 75.000 toneladas de níquel, para un incremento del 5 por ciento; así como crecer un 15 por ciento en el acero y duplicar las cifras de acero inoxidable – según estimados unas 10.000 toneladas en el 2000. Entre las perspectivas para el 2001 se espera también duplicar los volúmenes de papel y cartón, frascos y botellas de vidrio y ropa exterior.

Para el primer año del siglo XXI, Cuba proyecta incrementar su nivel de exportación de bienes en más del 20 por ciento, con productos del mar, tabaco torcido y ron. El crecimiento de las importaciones será más discreto y alcanzará un cuatro por ciento. De acuerdo con el informe al parlamento, “estas proyecciones suponen reducir el desbalance total comercial”.

Entre los beneficios sociales que traerá el 2001 se encuentra la continuidad del programa de gasificación que debe llegar a unos 78.000 nuevos consumidores, así como unos 40.000 núcleos verán electrificadas sus viviendas. El plan prevé, además, el aumento del financiamiento para la educación y la salud, mayores recursos para la reparación de escuelas, así como una mayor disponibilidad de medicamentos.

Para el 2001, los pronósticos indican un incremento progresivo del salario medio de los trabajadores, así como una disminución leve del nivel de desempleo como resultado del plan puesto en práctica en las provincias orientales.

Al presentar el presupuesto para el 2001, el ministro de Finanzas y Precios, Manuel Millares, indicó que éste sería 6,5 por ciento superior al del 2000. En los egresos, el 62 por ciento del total (6.200 millones) están dedicados s los programas educacionales y de salud, los pagos de pensiones y jubilaciones y a los beneficiarios de la asistencia social. En el caso del sector de la educación, se incrementaron las partidas para alimentos y base material de estudio y se destinaron 160 millones de pesos – 40 millones más que en el 2000- para las reparaciones de los centros.

Sin especificar la cifra, el documento indica que el monto asignado a la salud pública permitirá continuar el programa para extender la atención ambulatoria y reducir así el uso de camas hospitalarias, lo que se traduciría en una mejor calidad de los servicios. Además, se destinan recursos adicionales para reparaciones, aseguramiento de alimentos y materiales de limpieza, para la lucha contra mosquitos y roedores, así como la puesta en funcionamiento de nuevas instalaciones de salud.

Los montos destinados a la seguridad social ascenderán a 605 millones de pesos y a la asistencia social a 200 millones de pesos para el aseguramiento a las instituciones dedicadas a ancianos e impedidos, mientras que los jubilados y pensionados – que llegarán en el año a 1.400.000 personas- recibirán 1.845 millones de pesos.

El presupuesto aprobado en la última sesión del 2000 de la Asamblea Nacional indica también que se asignan 769 millones de pesos, de ellos, 146 millones a la reparación del fondo habitacional y 330 millones para el mantenimiento vial. Estos montos son considerados insuficientes cuando el por ciento de las viviendas en regular y mal estado sobrepasa el 50 por ciento del total.

El presupuesto del año 2001 destinará 311 millones de pesos – 85 millones que lo gastado en el 2000-, a la masificación de la cultura, nuevos espacios informativos, mejoras en la programación, así como nuevos sistemas de pago a los trabajadores. En el caso de la cultura física y el deporte, el Estado decidió asignar una suma superior 9,5 por ciento a la del 2000, para asegurar materialmente las instituciones deportivas, fundamentalmente las de alto rendimiento, así como para las inaplazables reparaciones en los centros deportivos.

Por la importancia que se concede a la ciencia y la técnica, el Estado le otorgó partidas importantes a estas esferas, fundamentalmente en los programas dirigidos a la industria agroazucarera, la biotecnología agrícola, y al incremento de productos biotecnológicos, la alimentación y la creación de vacunas, entre otros. En el caso del medio ambiente, se otorgó una cifra para el financiamiento de programas de tecnologías limpias y cambios globales, además de 160 millones con fines medioambientales destinados a distintos sectores de la economía.

Un aspecto importante en el presupuesto es la disminución de las transferencias de fondos para subsidiar pérdidas a menos de la mitad de lo asignado el año precedente. Al respecto, el documento señala que quedarán solamente 171 empresas nacionales irrentables subsidiadas, de ellas, 112 pertenecen a la industria azucarera, 53 en la agricultura, 3 en la industria básica y cuatro en la ligera.

Según anunció Millares, el déficit máximo refleja un monto que representa el 2,7 por ciento del PIB, en cumplimiento a lo orientado por la dirección del país, lo que sigue la política establecida de que el déficit presupuestario no puede crecer más de lo que crece la economía, sin afectar otros indicadores macroeconómicos. Al respecto resaltó la evolución de la política fiscal referidos a la estabilidad y sostenibilidad del déficit donde el crecimiento económico se produce con un crecimiento moderado del déficit, que son considerados una muestra de la solidez de la reforma fiscal emprendida a partir de 1994, que permitió no sólo que el presupuesto respaldara la política social, sino que contribuyera además al crecimiento económico.

ANEXOS

TABLA 1

TURISMO 2000: ARRIBOS (MIL)

Año Visitantes
1998 1.416
1999 1.603
2000 Pronóstico: 2.000.000
  Real: 1.750

TABLA 2

TURISMO 2000: HABITACIONES

Año Visitantes
1998 30.900
1999 32.260
2000 Pronóstico: 36.150
  Real: 35.400

TABLA 3

DEUDA EXTERNA

UM: MMUS dólar

  1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999*
Deuda 8.785 9.083 10.504 10.465 10.146 11.209 12.000

*Estimado

Fuente: CEPAL Balance económico 1997. Banco Central de Cuba. Informe Económico 1998

RESULTADOS AÑO 2000

(% DE CRECIMIENTO)

Producto Interno Bruto (PIB) 5,6
Productividad del trabajo 4,6
Efectividad de las inversiones 5,8
Construcciones 9,3
Industria 5
Azúcar 7,3
Agricultura 14,5
Turismo 10
Exportaciones 12

Pronósticos económicos para el 2001

(% de crecimiento)

Producto Interno Bruto (PIB) 5
Productividad del trabajo 4,3
Construcciones 18
Industria 7,4
Agricultura 10
Turismo 15
Inversiones 14
Exportación de bienes 20

 

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