Solo un nombre

La profesora de inglés (Alán González, 2015) triunfó en la 14ta. Muestra en las categorías de ficción, dirección, guión, a cargo ambas de González; fotografía para Javier Pérez y banda sonora para Heidy Carrazana

Coralia Veloz protagoniza este corto.

Coralia Veloz protagoniza este corto.

Foto: Fotograma de la película

Un ambiente gris, oscuro, paupérrimo, que no te deja racionalizar, solo sufrir con Sonia e ir cambiando junto con ella, justificar sus ideas, aunque sean las más deplorables del universo. La profesora de inglés (Alán González; 2015) constituye un audiovisual que reafirma y recrea una terrible cotidianidad: la sociedad envejece y no estamos preparados para ello.

Llega así González a temáticas de género que se debaten hoy día,  incluso, en causas judiciales. El rol de cuidadoras, casi concedido obligatoriamente a las mujeres, deviene hecho inobjetable en este corto. Buscando una historia de frustración, el realizador se adentra en tópicos muy álgidos para Cuba,  tales como la jubilación, el dejar espacios a los más jóvenes y, si se quiere, hasta la eutanasia.

Predomina la imposibilidad del personaje femenino (Coralita Veloz) de continuar realizándose profesionalmente; es esto lo que más la frustra. Y recae aquí la mirada novedosa del director, pues aunque ha quedado demostrado que las cuidadoras van deteriorando su salud, pocas veces se dirige la mirada hacia las aspiraciones profesionales que ven truncadas cuando asumen el cuidado de un enfermo. Para calzar esta ironía, es precisamente ella una profesora, cuya labor es servir de algún modo a los otros, pero de una forma que la reconforta.

La incomprensión por parte de los demás miembros de la familia, en este caso el hijo (Roque Moreno), es una constante cuando se habla de cuidar un enfermo (Héctor Echemendía). Se asume, sin más debates, que la mujer, ya sea madre, esposa  o incluso nuera, debe asumir el cuidado del enfermo,  por supuestas “condiciones naturales”. Esto le sucede al personaje interpretado por Coralita Veloz, quien –es importante resaltar– asume una actuación desde la interiorizacion del conflicto que va explicitado con gestos y acciones,  más que con diálogos,  aunque vale decir,  que en su mer-ce-des se concreta todo por lo que pasa esta mujer.

Así está construida narrativamente La profesora…, desde una formalidad que va desarrollando el conflicto de a poco, con varios niveles de información.

El realizador no pretende esconder nada de la miseria, la tristeza de la situación en que se hallan estos personajes. Busca, expresionista e impresionistamente, más que la compasión, la identificación e ir entendiendo  las angustias de esta pareja.

El rol de Echemendía es el símbolo del enfermo;  en él caben todas las dolencias, y también la imagen de la opresión a la que ambos se enfrentan. Su incapacidad para respirar significa tanto para su personaje como para Sonia, que pasa de verlo como su pareja, a un obstáculo para su realización profesional.

Clásico papel desempeña Moreno: él es quien proveerá materialmente a sus padres, a la vez que realiza por obligación la profesión que su madre idealiza. En ese sentido, la actuación de cada uno de ellos parte de la interiorizacion de conflictos más que la exteriorizacion de sentimientos.  Solo a Sonia le es permitido esto, pero no le hace falta. Gestos, respiraciones y palabras le son suficientes para dar a entender por la agonía que sufre su personaje.

La casa en que viven se convierte en el reflejo de la opresión, la frustración y el deterioro que viven la cuidadora y el enfermo. El corto refleja coherentemente el mundo interior de los personajes, incluso adelanta intenciones de sus protagonistas.

No es solo la fotografía  de Javier Pérez la puesta en función de brindar toda la información posible de estos personajes, incluso el cuerpo famélico y descarnado de Echemendía; sino también la dirección de arte (de Rubén Cruces), que busca desde unos raídos paños hasta una pintada y vieja grabadora Daytron, donde escuchar las clases de inglés grabadas.

Como ya enunciaba al principio, el color que puede definir este material es el gris,  un color intermedio, triste, alejado de esperanzas y soluciones. El amargo intermedio antes de un fin que no será mejor. Más provocador de sentimientos y sensaciones que el negro, más demostrativo de la falta de luz que de la ausencia.

Sonia se encuentra en una montaña rusa de sentimientos, que la llevan desde la compasión y la enajenación hasta el odio, pasando por la creación de falsas esperanzas. Sin embargo, un último plano desde el balcón anuncia la resignación de la profesora, que escucha cómo sus antiguos alumnos aprenden inglés,  cuando ya ella no los instruye; ni tan siquiera una esposa. Es solo un nombre repetido por alguien que ya tampoco es su esposo.

 

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