Villa Rosa: de la metáfora a la cotidianidad

Entrevista al joven realizador, quien apuesta -esta vez- por contar una historia afincada en una comunidad del «interior» de Cuba.

Graduado de Comunicación social, el joven realizador se enfrenta a su primer largo.

Foto: Tomada de cmbfradio.cu

Lázaro González ha llegado a su primer largometraje. Villa Rosa, en fase de posproducción, ha tenido un proceso difícil de montaje —según confiesa el propio realizador—, pues convergen demasiadas historias en un pueblo como Caibarién, que dentro de su mortecina cotidianidad desemboca una vez al año en un carnaval acuático sin precedentes, tanto por la creatividad del hecho artístico cultural como por el respeto que muestra hacia la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales), residente en el lugar.

Villa… resultó ganador del Fondo Sparring Partners de la Unión Europea, coordinado con la Asociación Hermanos Saíz y el Fondo Noruego para el Cine Cubano. Con la producción de Yamila Marrero, la edición de Susana Ortega, la fotografía de Alain López y el sonido de Pedro Espinosa, el también director de Máscaras intenta mostrar, en esta ocasión, procesos colectivos en los cuales se empoderan las personas.

Máscaras, fue la tesis de licenciatura en Periodismo de Lázaro González.
Máscaras, fue la tesis de licenciatura en Periodismo de Lázaro González.

Hay un personaje, Roxy (Roxana Rojo) que viene de Máscaras y en Villa Rosa continúa siendo uno de los personajes centrales, ¿cuánta relación hay entre un documental y otro? ¿Cuán difícil ha sido diferenciar ambos?

Empecé a trabajar en Villa… y Nelson González, como guionista, ha sido fundamental para distanciarme de las obras anteriores. Desde el principio teníamos ese prejuicio, utilizábamos un personaje que ya estuvo en Máscaras y que tuvo cierto recorrido. Además, muchos de ellos no solo estuvieron en Máscaras, sino en otros documentales, pero creo que la línea que logramos trabajar de ficción — si se quiere— con Roxana, hace que no se repita en nada.

De alguna manera, en Máscaras, la Roxana que aparece es solo en el espectáculo, en El Mejunje y en el proceso de preparación de Pedro Manuel González (Pedri) hacia Roxana Rojo; en Villa Rosa no aparece nada de eso. Aquí es un personaje muy poético, en la calle, que tiene unos textos en off que son parte, la mayoría de las veces, del propio monólogo de Roxana; y otras son improvisaciones resultantes de un trabajo con el actor para hacer determinados discursos relacionados con la línea estructural que tiene el documental.

Son performances que están dialogando con el espectador. Si se quiere, Roxy es un personaje que al mismo tiempo forma parte del pueblo, pero que también lo mira alejado, toma un distanciamiento. Esto, a nivel estético, produce que sea un personaje que solo ven los gays, una especie de fantasma que, en ocasiones, interactúa y propone soluciones a determinados temas. También va develando la vida de otros personajes que aparecen en el documental.

Ella guía la tesis que estoy trabajando en el documental: como esa Villa Blanca deviene Villa Rosa, por la acción de estos personajes empoderados. Un grupo de personas que difieren de la norma heterocentrista, le dan color a una ciudad en ruinas; a una ciudad que fue un gran puerto, un pueblo de mar muy importante y, sin embargo, está actualmente destruido y lo poco que le activa es la acción de estas personas, y en particular el carnaval acuático, que es el que atraviesa toda la película.

Tampoco pusimos nunca a Pedri como transformista. Cuando yo conocí a Pedri, quien es además la causa de este documental, me pareció fascinante por su versatilidad, es un artista que no solo es transformista, es un escritor, un pensador, un activista del Proyecto Arcoíris y, en este material, quise explotar más su arista como escritor y promotor literario; y, por supuesto, su militancia en el espacio y su influencia en la comunidad como pensador.

La diferencia radical creo que está en que, en ningún momento, el dispositivo se muestra; o sea, no hay un momento de transformación como lo hay en Máscaras.

Un carnaval, acuático, queer… ¿Hasta qué punto el hecho artístico popular ha influido en la visualidad del audiovisual?

En este material me interesa la interacción del sujeto con el espacio, más que el sujeto en sí mismo. Por lo que hay planos muy abiertos, aunque haya detalles en algún momento. Es una película contada en un tempo más contemplativo, centrada completamente en el espacio y lo que este genera, en los grupos sociales. A Nelson y a mí nos obsesionaba la idea de mostrar esta comunidad. Estamos hablando de una comunidad LGBTI y el carnaval nos servía para eso: era el momento en que los sujetos estaban en su momento de gloria. El diseñador/decorador del evento, quien es uno de los personajes del documental, es gay. Adela, ya conocida por ser la delegada transexual, es quien supervisa el carnaval; la Patri, transformista en Caibarién, es un sujeto muy popular en su pueblo. También aparece una pareja gay que proyecta una de las preocupaciones que tiene el documental: el matrimonio igualitario en Cuba.

En ese sentido es interesante observar y reflejar que en un pueblo de pescadores, que parece el lugar más abierto para la diversidad sexual en Cuba cuando sucede este carnaval, aún persiste la discriminación laboral, la sombras del pasado. Pero al mismo tiempo creo que el material intenta proponer una metáfora de lo que puede ser Cuba. Esa Villa Blanca devenida Villa Rosa, desde mi punto de vista, se convierte en una muestra de cómo debería funcionar este tema en Cuba. O sea, que no veas un gueto, sino personas disfrutando y respetando la diferencia.

Traté de que se viera en todo momento esa mezcla entre lo que conocemos como cultura queer y cultura popular en el centro de la Isla, que es muy peculiar: ambas quedan muy marcadas en lo carnavalesco y humorístico. Hay una noción del espectáculo que está presente todo el tiempo.

En esto último que dices veo el riesgo de que se estaría reforzando el cliché humorístico a la hora de presentar estos personajes, ¿hasta qué punto no correrías el riesgo de que una lectura rápida lleve a estos personajes a una caricaturización?

Puedo compartir ese riesgo, pero creo que no suceda por la diversidad de esos personajes. Intento que se cree un equilibrio entre un pasado cruel y el presente más feliz, ahí es donde está el juego. Sería una cuestión de tono, no hay burla de los personajes, ellos asimilan tanto su diferencia que se pueden burlar de ella y de los mismos clichés, lo cual es muy cubano, similar al choteo. En ellos se ve una sinceridad que no está mediada por el dispositivo cinematográfico, aunque haya una puesta en escena. Cada performance tiene una justificación, el texto es muy intencional. Esto es una manera de no re-victimizar y de no seguir haciendo discursos donde la gente de pronto tiene miedo de usar la palabra “maricón” porque alguien se puede ofender.

Para mí pasa lo mismo que en el movimiento queer estadounidense de los años sesenta, que la palabra comenzó como una ofensa y después se convirtió en el estandarte de una lucha social.  Mi intención es esa.

A ti siempre te ha interesado lo privado, en este documental veo que de lo privado se va a lo público, y sabemos que lo público siempre es político, por ende privado igual a político ¿Qué otros derechos “privados” se enuncian en Villa Rosa?

Roxana y Adela son quienes más representan estos derechos. De alguna manera constituyen los personajes que más han sufrido y los que permiten un equilibrio. A grandes rasgos, además del matrimonio igualitario, está la preocupación que tiene Adela de que la familia no expulse de la casa a estas personas, como le pasó a ella. Por otra parte, Pedri enuncia algo fundamental: que tiene que acabarse de reformar la Constitución cubana, pues todos estos derechos permanecerán en lo alegal mientras la Carta Magna no los legitime.

También está la recuperación de la memoria histórica, no como un derecho básicamente, pero es un tema que me interesa mucho y que aquí es parte de la gran preocupación, a nivel dramatúrgico, en el personaje de Roxana Rojo. Esto está en todo el documental, hay una nostalgia por el pasado, doloroso o feliz, y un contrapunteo todo el tiempo con el presente.

Adela y Roxana Rojo son personajes que han tenido mucho vínculo con los medios de comunicación, creo que son personajes y personalidades, ¿cómo fue tu relación con ambos en aras de poner en comunión sus ideas con las tuyas?

Creo que no solo ellos, sino todos los personajes apoyaron el proyecto desde el inicio. No hubiera podido hacer esto si no fuera por el apoyo de todos y por su creatividad, incluso. Para mí fue fundamental trabajar con parte del equipo técnico con el cual ya había trabajado en Máscaras.

Casi todos estos personajes los conocí por Pedri, él funcionó como una especie de productor en ese sentido. Las ideas de Roxana yo las conocía muy bien, su libro. Así que intenté hacer una película a Roxana y una película al pueblo, que pudiera hablar sobre el presente y el futuro de las comunidades LGBTI en Cuba. Ellos entendieron muy bien esta idea, que yo no estaba para potenciar la crisis o la víctima. Vieron que era un proyecto interesante que los estaba legitimando como grupo, más que como individuos, aunque haya algunos que puedan destacar más.

Creo que lo que puede diferenciar este proyecto, incluso de otros, es que está enfocado en el impacto social de su cotidianidad. Adela es la delegada del pueblo y Pedri el intelectual, ellos nunca se salen del pueblo, aunque haya alusiones al país. Hay que ver cómo se desenvuelven en la construcción de un proceso colectivo, que es la preparación del carnaval, metáfora de construir un país; de construir un proyecto común.

2 comentarios

  1. Pedro Manuel González Reinoso

    Trasmito un comentario a este artículo que fue reposteado por mí y que llegó a mi pagina en FB el cual debo -por cortesía- reproducir. Si hubieran mandado una bomba, la pongo igual.

    Adela La Delegada (por supuesto una persona desconocida que se apropió del sobrenombre) dijo: (y copio con erratas y lo demás)

    Resulta reconfortante ver y constatar los valores humanos mas la mirada desjuiciada sobre un tema antaño tabúe que aborda un documental como este, el que estrenaron hace un mes ya aquí, aunque no fue aun producto terminado, en el patio de la UNEAC Caibarién. Quería decirte que los caibarienses merecen ver esto en la TV o el cine grande pues aunque estuvo lleno, el espacio resultó discreto y sin techo. Hace falta que lo pongan en algún momento en la estación local aunque sea y ¿porque no? en la nacional, para que sepan de que vive y de que se hace gente sencilla en sitios pequeños pero dignos donde a casi nadie se les odia por homosexual. Un abrazo a ti y mis felicitaciones a la compañera que entrevistó al director en esa leyra tuya, porque puso los puntos sobre las yes. Y al equipo completo que salió airoso más o menos de esta muestra. Ya veremos más verdad? del show de la roxy que nos sorprendió. Saludos.
    Ah y gracias por dejarlo leer en tu perfil, Q que está bastante calentico a veces. Cuidaito con comer miedo. No tu.

  2. Maria de Los A. Árias Guevara

    Em arte têm essa magia dela resistência, de colocar o debate, de antecipar lo quê terminará sendo socialmente acetado. Parabéns. Vou a compartir a maravilhosa entrevista em Facebook

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