Esquinas: «Un blog tiene que amoldarse a ti, y no a quienes te leen»
Entrevista con Alejandro Ulloa, autor del blog Esquinas.
Alejandro Ulloa es, actualmente, unos de los periodistas que con más fervor empuja lo que la comunidad virtual ha consentido en llamar blogosfera cubana. Ulloa participa en paneles y ha ayudado a limar, en cierta medida, el recelo que despiertan en el periodismo tradicional las nuevas formas de comunicación, los nuevos espacios de debate. Esquinas es un blog que media entre la batalla política y la tregua, digamos, de lo poético, si es que lo poético pudiera tomarse alguna vez como tregua.
¿Qué significa Esquinas? ¿Es un sitio de confluencias, un punto de partida, o una encrucijada?
Esquinas pudiera ser todo eso y, de hecho, lo es, porque ha sido la oportunidad de desnudar criterios –nunca complacientes–, sentimientos, ansias, hasta versos, y ha hecho que mucha gente pueda saberme mejor incluso antes de conocerme, o me ataque sin el menor pudor. Pero es más, o menos que todo eso: es donde siempre he vivido, al doblar de alguna esquina –para dar mi dirección de Morón siempre tengo que hablar de cuatro céntricas esquinas de la ciudad que preludian mi casa. Entonces, aprovechando esa situación tan pedestre, pues nada mejor que proponer un blog, como mi banner, con una esquina medio barroca, con más de una bandera cubana, un farol y hasta unas piernas de mujer.
Y sí, ya digo, también es lo que insinúa la pregunta, sobre todo encrucijada y punto de partida: la primera, por ciertas «llamadas» que te ponen la piel de gallina o esa desnudez de todo con que asumo el blog; y la segunda, lo de punto de partida, porque tras la imagen de bloguero, un amigo hasta llegó a preguntarme si yo no era abogado: el colmo de la pérdida de identidad como periodista.
Tu blog no es un blog aislado, es un blog que forma parte o pretende formar parte de un grupo de blogueros cubanos que reconocen entre sí afinidades comunes. ¿Cuáles son estas afinidades? ¿Forman ya –según tu criterio- un movimiento, o son todavía un intento de movimiento?
Creo que mi blog es «mi blog» –enfáticamente, y lo que sea que pueda ser– gracias a esa guerrilla de blogueros, que son más amigos que otra cosa, en la que he tenido el placer de compartir y encontrar gigantescas afinidades: sobre todo formas de diversión –que lo mismo es hablando de política, que tomándonos una botella de ron, o los casquitos de helado de Coppelia–, también maneras de entender la realidad cubana y formular la Cuba deseada, y hasta intereses de lectura o simplemente un cariño compartido porque «nos caemos bien».
Y no creo que seamos un movimiento, faltaría mucho para eso. Ahora somos una pila de gente que se supone formemos una comunidad –creo, a veces, demasiado heterogénea o intolerante como para «halar todos pa´ un mismo lao»– que está intentando construir un proyecto asociativo y de creación de contenidos, y hasta realidades «diferentes». Somos gente con ganas de hacer, de proponer, de que se nos escuche y, a veces, también, con demasiados egos descollantes.
Ahora, si quieren saber cuánto me gustaría eso de que un día fuéramos «un movimiento»… Sí, me gustaría mucho. Sobre todo para integrar un grupo ciudadano con capacidad de acción social. Que podamos llegar a la gente «desconectada» con nuestras formas de interpretar la realidad, de contar Cuba –que no se parece a la que vemos en la prensa, aunque yo forme parte de ella y trate de contarla de otra forma.
Pero también para que en Cuba los jóvenes, sobre todo ellos, nosotros, acabemos de entender que hace falta cantarle las cuarenta a cualquiera y que nos tomemos en serio lo de la participación popular y construyamos –fíjense que no digo «ayudemos»– la Cuba que hace falta, que nos debemos, sin paranoicas sospechas ideológicas, sin delincuentes de la información, sin monopolios, vaya, lo digo bonito: una Cuba martiana a cabalidad, «con todos y para el bien de todos».
¿Cuáles son las responsabilidades básicas de un bloguero que exige derecho a la expresión y a la participación ciudadana?
Hace unos meses le oí a un amigo algo que suscribo totalmente: «la irresponsabilidad no es opción en ningún lugar»… Partiendo de ese precepto, debo decir también que los blogs no son solamente espacios donde buscamos «derecho a la expresión y a la participación ciudadana», sino que también son espacios para crear: literatura, arte, todo cuanto se nos pueda ocurrir; son diarios, bitácoras personales.
En mi caso, como soy periodista de formación, profesión y forma de vida, la responsabilidad de mis criterios, en cualquier esquina –virtual o real–, la atraviesa una cultura profesional aprendida y, al menos, en esencia compartida, de que debo contrastar hechos, criterios, interpretaciones y nunca reaccionar con pasión ante nada, por mucho que demasiadas cosas me enciendan las venas. Entonces, creo que un bloguero que trata la realidad nacional desde aristas periodísticas e intenta ganar lectores, oídos receptivos y, sobre todo, que desee tener moral para exigir o «hacer», debe tenerse a sí mismo como el primer centro de críticas y exigencias.
Pero ya digo, la responsabilidad es, como el periodismo, una cuestión de forma de vida, no de lugares o situaciones específicas.
Esquinas se mueve, esencialmente, entre una serie post muchos más opinativos, periodísticos, y post más íntimos, introspectivos. ¿Qué te impulsa, qué te mueve a escribir, en uno u otro caso?
Yo abrí el blog porque trabajaba en televisión, y eso hacía que tuviera demasiadas letras varadas entre los dedos. Y como siempre he torturado a mis amigos con «sonectos», o con cualquier cosa que escribía en el aula luego de aburrirme con la primera media hora de cualquier turno, decidí democratizar la tortura y mezclarla con algo de periodismo, así el que quisiera –y solo a mis amigos se los sigo imponiendo– me leería.
Esquinas soy yo, es mi vida, no más. Por eso se puede encontrar desde series de post tan trabajados como los de la necesidad de una ley de prensa en Cuba, pasar por un Padre Nuestro al P1 –guagua que tomo todos los días–, hasta hemorragias metafóricas dedicadas a mujeres, o a esos pequeños fragmentos de mi vida cotidiana, donde me paseo por La Habana mirándolo y escuchándolo todo, riéndome solo o buscando un matiz que espero, algún día, se transforme en cuentos, si no escritos, al menos para que mis hijos se duerman.
Cuando empezaste el blog, vivías en Morón. Luego lo seguiste en La Habana. ¿Un blog es algo que uno se puede llevar a cualquier lugar y sigue, en esencia, siendo lo mismo, o es algo que cambia a medida que cambia uno de lugar?
Un blog, si lo asumes como algo tuyo, como una parte de ti, y lo mimas, y lo extrañas, y hasta te reprendes porque no has escrito nada en 15 días, o te encuentras a una amiga que te ve desde lejos y te dice «oye, siempre te leo»; si haces todas esas cosas y además le pones tus vísceras a parir letras, no importa dónde lo comiences ni dónde lo sigas. Un blog, Internet mediante –no olvidemos este pequeñísimo detalle– se amolda a ti, tiene que amoldarse a ti, y no a quienes te leen, ni a dónde vives. Será lo mismo o cambiará en la medida que tú seas lo mismo o que cambies. Un blog sincero eres tú y lo puedes cerrar como cierras capítulos de tu vida, pero cuando las letras te persigan ya encontrarás dónde ponerlas, sea en un blog, en un árbol o en la espalda de la mujer que amas.
Al final, como dijo el Pepe Martí, «no hay tormento que escribir contra el alma o sin ella» y eso siempre lo harás, lo haré, donde quiera que vaya, lo que quiera sea.
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