Una historia que puede hacer historia

El posible encuentro “Industriales vs. Industriales”

Jorge Luis Baños-IPS/jlbimagenes@yahoo.es

Hace medio siglo, cuando la pelota cubana apenas daba los primeros pasos en su alejamiento de las estructuras deportivas y económicas que la habían caracterizado por casi un siglo de práctica, la II Serie Nacional de Beisbol (amateur) vio nacer al plantel que con más insistencia, éxito y pasión ha acompañado estas cinco décadas del deporte nacional: el equipo Industriales.

Aquel conjunto, que debutaba en 1963 bajo las riendas del legendario manager Ramón Carneado –para muchos el más sagaz de cuantos han dirigido beisbol en la isla- y lograba incluso hacerse con la corona de campeones, heredaba en su momento una parte de la mística y el color azul de uno de los grandes clubes del beisbol profesional del país, el Almendares, y, sin que entonces fuera posible imaginarlo, comenzaba a tejer su propia leyenda. Porque los Industriales de Carneado repetirían otras tres veces consecutivas su triunfo en las Series Nacionales, patentando no solo una calidad, sino un estilo de juego y un aura especial, la misma que la permitiría sobrevivir a las más diversas alteraciones de las estructuras en los campeonatos nacionales, a ser poseedor de un total de doce coronas (líder histórico en Series Nacionales), a convertirse en el conjunto beisbolero más añejo del país luego de 1959, en el más querido, seguido, vilipendiado y odiado… en una leyenda con la que han convivido tres generaciones de cubanos, que ha escrito historia y que, si lo que ahora se “cocina” al fin se concreta, escribirá muy pronto otra página que podrá darle vuelta a muchas historias de rupturas y alejamientos… y abrir senderos de conciliación y futuro.

Desde mediados del mes de mayo ha comenzado a correr la noticia. Diversos medios de prensa asentados en el sur de la Florida y blogs escritos en la isla han comentado el proyecto que, de realizarse, cambiaría la historia: la celebración, este verano, de dos partidos amistosos entre ex jugadores del plantel azul de la capital cubana… en terrenos de Miami y Tampa, con alineaciones en las que figurarían veteranos residentes en la isla y en el exterior. Hasta el momento presente, la posibilidad de celebración de esos desafíos sigue en pie, aunque todavía quedan cuestiones por decidir, como la de los estadios donde se efectuarían los choques y la nómina definitiva de los que viajarían desde La Habana.

Como suele suceder en casos semejantes, la prensa oficial cubana no se ha pronunciado, prefiriendo –como tantas veces- el silencio antes que la claridad. Pero la trascendencia de la posibilidad de que se concrete ese evento histórico es tal que todos los amantes del beisbol cubano, además de hablar de la deslucida serie nacional que se cierra en estos días del año, comentan con entusiasmo, dudas, esperanzas la idea de efectuar unos llamados juegos de “Industriales contra Industriales” en los cuales vestirían otra vez el uniforme azul algunos de los que se quedaron y algunos de los que se fueron, pero que entre todos marcaron con su presencia una parte de la mística que acompaña a un equipo que es ya una institución cultural.

Según lo leído ha sido la empresa llamada Somos Cuba la que ha asumido la responsabilidad de organizar los encuentros. Con anterioridad esta compañía se había encargado de llevar a Miami a artistas cubanos, una operación ya bastante usual desde los tiempos de la administración Clinton, casi esfumada durante los períodos de Bush Jr., y revitalizado con más fuerzas desde el ascenso de Obama. Tan intensos y sorprendentes han sido estos movimientos de artistas sobre el Estrecho de La Florida que ha ocurrido que en la misma noche alguno de ellos apareciera en la televisión cubana y también lo hiciera en algún canal hispano de Miami.

Numerosos actores, músicos, artistas plásticos y escritores cubanos radicados en la isla han pasado en estos años por sitios públicos de la ciudad del sur de la Florida, mientras diversos intelectuales nacidos en la isla y radicados en Estados Unidos viajaban al país e, incluso, participaban de actos culturales, como recientemente ocurrió con el conocido salsero Isaac Delgado.

Pero la frontera del deporte se ha mantenido hasta ahora inamovible. Al menos de manera oficial. Cierto es que al amparo de las leyes migratorias removidas en enero del año en curso, dos importantes figuras del beisbol cubano –José Ariel Contreras y Reynaldo Ordoñez- que en su momento se “fugaron” del país para probar su suerte en los circuitos profesionales, han visitado Cuba de forma privada, aunque eso no ha impedido que se hayan mostrado en público, para beneplácito de sus antiguos admiradores. Cierto es también que cada vez con más insistencia se habla de la posibilidad de que peloteros cubanos en activo tengan la posibilidad de contratarse en ligas profesionales (no se ha podido establecer cuál o cuáles), una opción que excepcionalmente se había producido en el pasado, pero solo con jugadores ya retirados de la práctica activa del deporte. Cierto es, por último, que un medio tan conservador como la televisión cubana ha comenzado a trasmitir desafíos de ligas profesionales de países como Venezuela y México, mientras se espera que Alguien levante al fin el banderín y se pueda ver algún que otro juego de las Grandes Ligas norteamericanas –como ya se vuelven a ver partidos de la NBA, el básquet de más alto nivel del mundo, o no se han dejado de trasmitir, por años, desafíos de fútbol internacional o torneos de tenis, por supuesto que profesionales.

Todo lo anterior advierte que el mundo ha cambiado y que, de un modo u otro, Cuba ha dado pasos (o se prepara a dar más) en su acercamiento a lo que es la realidad deportiva universal, al menos a nivel informativo.

Pero los anunciados, posibles, comentados, soñados encuentros entre antiguas glorias del conjunto más histórico de la actual pelota cubana, a efectuarse entre jugadores que han permanecido en Cuba y otros que han emigrado, es realmente harina de otro costal. Poner en un mismo terreno, en Miami, vestidos con la I azul, a Lázaro Vargas, Javier Méndez, Armando Capiró, Germán Mesa y otros veteranos radicados en el país, frente a sus antiguos coequiperos Agustín Marquetti, Orlando el Duque Hernández, René Arocha, Alexis Cabrejas y otros muchos, industrialistas o no, salidos de Cuba antes o después de su retiro… era algo que nadie podía imaginar hasta hace muy poco y que, de realizarse, puede ser algo muy serio. Porque aun cuando ese acto afectaría de forma directa a lo deportivo, en verdad lo desbordaría para tocar no ya lo social o lo político –todas las distancias, tantos discursos agresivos, odios enquistados de una y otra parte- sino que llegaría a lo esencial de la cultura y la espiritualidad cubanas, pues sería el paso más contundente hacia la concordia entre dos comunidades de una misma nación que han sufrido todos los alejamientos a los que los ha podido someter la política –con razón o sin ella.

Sin duda, de efectuarse el tope, la memoria cubana del pasado, del presente y del futuro, recibirá una conmoción con ese acto cargado de simbolismo. La nostalgia de los que viven lejos recibiría una alta dosis de sustancia con la presencia viva de algunos de sus ídolos eternos. La retórica del enfrentamiento dentro-fuera recibiría una estocada terrible en el instante en que Pedro Chávez y Manuel Hurtado, septuagenarios, fundadores ambos del club en la temporada de 1993, vuelvan a vestir el uniforme azul y se abracen en un terreno de juego… Todo, mucho puede pasar. La I de los Industriales podría ser la llave que abriera muchas puertas. Ojalá el proyecto llegue a buen fin, el sueño se haga realidad. Por el bien de Cuba.

3 comentarios

  1. Javier Figueroa

    Suscribo el deseo expresado por Padura en el sentido de que «ojalá el proyecto llegue a buen fin, el sueño se haga realidad»; y aunque para mi, habanista empedernido, los Industriales me dicen poco (además de recordar a los detestados Alacranes) ya que no son parte de mi memoria, comprendo el valor de tan importante encuentro.

  2. Alejandro Canton

    Gracias Padura por tan acertado y necesario escrito. Ojalá y pueda usted ser partícipe de este evento.
    Un abrazo

  3. Alejandro Canton

    Mis respetos. Ojalá podamos contar con su presencia.
    Alejandro Canton
    Promotor del evento

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