Los promedios

Hay en la vida cubana actual tres promedios que resultan reveladores y dramáticos: un aguacate, el trabajo de un albañil y el salario.

Archivo IPS Cuba

Sin duda todos sabrán que, como promedio, un aguacate vale hoy en día diez pesos

Las verdades absolutas, ya se sabe, no existen, por más que algunos se empeñen en querer demostrar lo contrario. Pero el ser humano, por su naturaleza, necesita creer en algo y para tener ese asidero ha inventado, a lo largo de la historia, los más disímiles recursos, que van desde las creencias religiosas hasta los axiomas científicos.

Entre los mecanismos creados por el hombre para acercarse a la verdad y obtener la confianza que esta reporta, uno de los medios más certeros es el promedio. Los cubanos, como nación, sabemos mucho de ellos. Por ejemplo, si alguien dice que un bateador en el beisbol promedia para más de 300, todo el mundo dirá: es bueno. Y si un pitcher promedia para más de cinco carreras limpias por juego, el país en pleno sabrá que es un “explotao” y nadie lo querrá tener en su equipo. En tales casos los promedios se acercan bastante a la verdad, aunque, como siempre, no la cubren por completo: el pitcher de marras puede un día tirar un partido perfecto y salvar a su equipo y el buen bateador puede caer en mala racha y embarcar al suyo. De eso también sabemos mucho los cubanos.

Hay en la vida cubana actual tres promedios que resultan mucho más reveladores y dramáticos que todas las estadísticas del beisbol, y que, en sus proporciones y consecuencias, reflejan diáfanamente cómo se desarrolla la vida diaria de una parte considerable de la población del país. Sin duda todos sabrán que, como promedio, un aguacate vale hoy en día diez pesos. También, todos los que hayan tenido que hacer alguna reparación más o menos grande, más o menos urgente en su casa, saben que, como promedio, un albañil (que, como promedio, no suele tener y por tanto pagar licencia para trabajar por cuenta propia) cobra al menos 120 pesos por “salpicar, resanar, repellar y dar fino” a un metro cuadrado de pared (150 pesos si es un techo). También sabemos, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, que el salario mensual promedio en las entidades estatales y mixtas del país andaba hace un año por los 448 pesos, aunque también sabemos que, por miles de vías alternativas, este promedio de lo que “ganan” los cubanos es de los más engañosos, aunque no para todas las personas, pues hay ciudadanos que viven de su salario… En fin, que, como promedio, muchos cubanos ganan 448 pesos mensuales, lo que equivaldría a disponer de 15 pesos para cada día del mes en un país donde un aguacate vale 10 pesos y un solo metro de pared repellada el salario de entre ocho y diez días de un trabajador. Entonces… ¿cuál es la relación entre la verdad y los promedios?

El complejísimo y muy extraño entramado social y económico cubano se ha montado en las últimas dos décadas sobre una lógica muy peculiar en la cual las diferencias de posibilidades económicas de las personas no siempre se corresponde con sus capacidades, su utilidad social, con su esfuerzo. El origen de esta verdad casi absoluta nos remite, entre otras causas, a la desproporcionada inflación vivida a partir de los años 1990 y la imposibilidad del Estado de poder paliarla con aumentos salariales proporcionales, capaces de darle a una libra de carne de cerdo (hoy entre 25 y 35 pesos, según la calidad) la misma equivalencia económica respecto al salario que tuvo cuando se vendía a 3 pesos la libra.

Estos desequilibrios patentes también guardan relación con otras cuestiones económicas como el alivio (o la solución de muchos problemas) que proporcionan las remesas de divisas recibidas por miles de personas desde el extranjero, o con el trabajo estatal en entidades donde se maneja moneda fuerte (el turismo y la gastronomía resultan los más emblemáticos) y el trabajo por cuenta propia (oficial o no), con el cual muchas veces las rentas de ganancias multiplican los salarios promedios estatales, como es el caso del albañil antes citado que, en un par de días, puede “salpicar, resanar, repellar y dar fino” a diez metros de pared y ganar unos mil doscientos pesos, o sea, casi tres veces el salario promedio mensual de otros muchos cubanos, y un tercio más de lo que en ese mismo mes gana un médico especialista en un hospital de la isla…

Tres de las peleas que hoy libra el gobierno cubano están íntimamente relacionadas con esa problemática álgida y hasta hoy insoluble por medios oficiales de la falta de relación entre salario y costo de la vida.

Una de esas guerras es la recuperación de la responsabilidad, la seriedad laboral y la permanencia en ciertas esferas, que en todos los sectores ha decaído en la misma medida en que descendieron las posibilidades de vivir con dignidad devengando un sueldo estatal. Esta situación, que se hace especialmente dramática cuando se concreta en la fuga de maestros hacia otros sectores más rentables, o de médicos que abandonan el país, representa una pérdida invaluable de talento especializado e, incluso, se refleja en la baja de la calidad de los servicios y producciones que todos podemos haber sufrido.

Otra de las contiendas está dirigida hacia la reubicación laboral de muchos ciudadanos a los que hoy se les alienta por la opción del trabajo por cuenta propia, mediante el cual las personas por lo general consiguen mejorar sus finanzas e, incluso, aportan una parte de sus ganancias al Estado por la vía impositiva sin que el Estado le dé otro beneficio (salvo en la agricultura) que el permiso para ejercer legalmente esa actividad.

Y la tercera y más compleja es la lucha contra la corrupción en todos los niveles: desde las más altas estructuras de ministerios y empresas, varios de cuyos casos han sido medianamente difundidos en los medios cubanos (las causas judiciales y las condenas, pero sin que se conozcan muchos de los detalles de esas actividades ilícitas), hasta la más común y muy extendida del robo de todo lo que sea robable por parte de administradores de locales y simples trabajadores.

Cada una de estas batallas está profundamente relacionada con las otras pues sus causas y manifestaciones son de carácter económico, más que moral. El verdadero dilema llega cuando un trabajador o un jubilado que vive de lo que le paga el Estado debe enfrentar las circunstancias cotidianas de la vida real, donde no solo el aguacate vale diez pesos o el albañil cobra lo que cobra, sino, por ejemplo, el empleado de un “consolidado” estatal donde se reparan televisores Panda le dice al cliente que el “consolidado” no tiene la pieza que vale 15 pesos cubanos… pero un amigo se la puede conseguir en 20 pesos convertibles, o sea, el monto mensual de un salario promedio cubano por lo que, oficialmente, vale un día de ese salario…

¿Cómo será posible ajustar la verdad de todos los días con los promedios? ¿Se recuperará el valor del trabajo con salarios insuficientes? ¿Se eliminará la corrupción con medidas policiales y más auditores y vigilantes? Difíciles cuestiones para los encargados de pensar en ellas y, alguna vez, dar las respuestas que espera el trabajador o el jubilado que pasa por frente al dichoso aguacate de diez pesos y le dice adiós, y sigue de largo pensando en cómo arreglar el día sin un aguacate y en cuándo podrá arreglar los desconchados del techo de su casa.

2 comentarios

  1. Jorge Luis

    Primeramente te felicito Padura, pues soy un asiduo lector de tu literatura, además de admirar tu persona, por lo intelectual y por INDUSTRIALISTA!
    Me parace muy bueno tu análisis, es una lástima que solo los que tienen el privilegio de acceder a Internet (por la vía que sea) puedan leerlo. Me referiré a las preguntas que lanzas al final, sobre todo la segunda y tercera. No creo que se recupere el valor del trabajo sin que haya un cambio radical en el sistema de nuestro país, pues hoy en día ese dilema es como El cuanto de la Buena Pipa, me explico: dice el trabajador común que tiene que inventar para vivir que él no trabaja bien porque no le pagan bien, y el Estado por su parte dice que no le paga bien porque no se trabaja bien; y así estaremos hasta el fin de los días si no hay un cambio pronto. En cuanto a la última pregunta pienso que la corrupción no se eliminará pues al final los auditores y vigilantes tienen las mismas necesidades del cubano de a pie, y pasará como cuando pusieron a los Trabajadores Sociales a trabajar en los CUPETs, además de que está demostrado que siempre el que intenta burlar las reglas siempre va un paso (siendo conservador) por delante del que va cerrándole el cerco.
    Ahí lo dejo, aunque es un tema que da para escribir un libro.
    Salu2 a todos.

  2. Livant Anido Sehwerert

    En espera de su opinion al respecto, gracias.

    Departamento de atención al lector. Periódico Granma.

    Estimados compañeros:

    Al final del año 2011en asamblea de afiliados de la empresa CORALAC.S.A., se nos dio a conocer por la administración, una resolución emitida por el ministerio de economía y planificación que determinaba la reducción a partir del 1ro de Enero del 2012 del 50% del monto diario de la tarjeta de alimentación, asignada a cada trabajador de nuestra empresa.
    No se entendió que una medida que afecta directamente al trabajador no se haya sometido previamente a análisis con la sección sindical y los trabajadores.
    Esta información y el método utilizado genero un gran descontento y desaliento en los trabajadores, ya que la misma constituye en la práctica una rebaja de salario.
    Inmediatamente de recibirse esta comunicación tanto el sindicato como la administración, es dirigieron a la máxima instancia de la administración, el partido y el sindicato, alertando el malestar creado y solicitando se pospusiera esta medida en nuestro caso hasta tanto se aprobara el estudio que lleva Años Analizándose para la estimulación en divisas en aquel entonces o en moneda nacional, que nos corresponde y que nunca la hemos recibido.
    En el mes de diciembre producto de nuestra reclamación la presidenta de CORALSA y una representación del sindicato se reunieron con los trabajadores, reunión que trajo como resultado más desaliento y disgusto en el colectivo, no se vio ni siquiera una perspectiva de solución.
    Resulta inaceptable e incomprensible que nuestros ingresos no estén vinculados a la producción, ni a sus resultados aunque aportemos millones de divisas al país, siendo los salarios más bajos del sector (240.00 MN.) en el área productiva. Una empresa cumplidora de los planes, año tras año con altos estándares de calidad y eficiencia, nos preguntamos:

    ¿Como es posible que nuestra empresa cumpla lo que establece los lineamientos 170 y 171 del congreso del partido y lejos de aprobarse la estimulación y salarios que nos deben corresponder desde hace años, nos rebajan la cuota alimenticia, que para la mayoría la entrada económica fundamental?

    Los trabajadores de CORALAC S.A. estamos concientes de las trasformaciones y cambios que para el bien de todos se están realizando y que todo no puede hacerse de hoy para mañana. El compañero Raúl planteo que el análisis de los salarios se comenzaría por aquellas empresas que aportaran más al país con eficiencia, la nuestra es ejemplo de esto hace años y no ha habido respuesta.

    Evidentemente Nuestro país esta en un proceso de cambio lógico en la economía. ¿Es lógico en estos tiempos castigar la eficiencia de las empresas mixtas con este tipo de medida?

    Esta medida ilógica llevara consigo, ineficiencia, falta de pertenencia y serias consecuencias sociopolíticas en nuestra empresa.

    Colectivo de trabajadores CORALAC S.A.
    Carretera monumental Km. 23 ½
    Municipio Cotorro.

    En nombre del colectivo de trabajadores de la fabrica Nestlé y del mío propio.
    A quien pueda interesar:

    Medida salarial ilógica e inaceptable en Empresas Mixtas.

    Bloqueo a la eficiencia

    Me siento en la necesidad de opinar con la mas pura intención de dejar un mundo mejor para familiares, amigos y buenos cubanos que seguimos aquí en esta isla, pues no se si tenga la suerte de ver florecer la lógica, incluso para aquellos los que por posición vendita no necesiten de mi opinión y a la ves rechacen con menuda indiferencia.

    En conversación con amigos escuche algo tristemente verídico en estos tiempos “A medida que ha aumentado la tecnología se ha perdido la lógica, ya casi somos una maquina”, y es por eso que quiero reflexionar con todos los que de una forma u otra tienen la obligación de pensar y buscar soluciones lógicas, y no así soluciones a conveniencias de algunos pocos.

    Los seres humanos no somos iguales ni lo seremos, incluso al nacer ya tenemos definido una línea que no todos estamos dispuesto a cambiar, nuestros padres no son iguales ni tienes los mismos derechos pues sus vidas y sus aportes sociales no han sido los mismos, han labrado un camino por donde tenemos que caminar y mejorar cada día cada quien según su capacidad cada quien según su trabajo.

    En momentos donde no pocos países de América trabajamos juntos, para la construcción de un mundo mas prospero, donde nuestro país esta comprometido en un proceso económico desde hace ya un tiempo, es ilógico que estemos resueltos a desencadenar la ineficiencia, la inestabilidad laboral, la falta de pertenencia, la falta de ética, y todo tipo de valores humanos actualmente en crisis ascendiente. Y me pregunto: ¿Acaso le tememos a cualquier medida tomada que nos lleve a ser eficientes? El riesgo es un reto en la vida de cada revolucionario. Evidentemente tenemos que hacer cambios firmes, seguros y responsables en aras a conquistarlo.

    De no venir de una familia 100% revolucionaria pensaría que tales medidas vienen de manos bien oscuras, algo así como un trabajo interno de la CIA con fin de sabotear nuestra economía.

    Como joven cubano me preocupa grandemente el camino ético y moral de personas que de una forma u otra tienen la obligación de tomar acciones lógicas respecto a la economía de nuestro país. ¿Realmente conocen el problema desde la base? Pienso que para esto tienen que aterrizar sus globos y pisar tierra firme, esta es la única manera de ver y sentir los problemas reales de nuestros trabajadores. Se que es un tema difícil mas cuando se pone un juego un estándar de vida personal y familiar logrado de disímiles maneras y desprenderse de todas estas “virtudes” seria como desinflar el globo.

    El salario en nuestro país una historia tan vieja como la del tabaco, es hace años el mayor reto a la imaginación y supervivencia de un ser humano, supervivencia que conlleva a perdidas de valores en cada una de las esferas de nuestro país, y que decir de la pirámide salarial, es increíble como todavía se ha podido mantener en pie.

    No ser dignos seguidores de las ideas y acciones de hombres y mujeres que han derramado su sangre fuera y dentro de nuestro país, cualquiera sea la época que le haya tocado vivir, es la mayor traición a un pueblo que ha confiado en ellos hasta en los peores momentos de su historia, pero tengamos cuidado la confianza se gana en años y vasta un segundo para perderse.

    Como dijera Silvio Rodriguez es hora de quitar la R de revolución y empezar a evolucionar, aunque me queda claro que la palabra revolución habla por si sola. Revolucionemos entonces nuestras mentes, apliquemos lógicas y no caprichos, sacudámonos los tabúes y demos paso a las buenas ideas, abramos las puertas al deseo y no al desencanto, simplemente juguemos a la verdad y no al engaño y sobre todas las cosas hablemos menos y hagamos más.

    Bloquear la eficiencia sinónimo de eficacia, efectividad, calidad, productividad, desarrollo, es el peor acto contrarrevolucionario de estos tiempos, el cual debiera ser castigado rotundamente.

    Podría llenar estas cuartillas de disímiles pensamientos y criterios de especialistas en el tema, pero lógicamente ese no es mi objetivo, mi único propósito es llevarle a quienes les interese (espero que sean mayoría) de manera clara y constructiva la opinión de un joven sin temor a dudas revolucionario, pero no acto para entender que hoy en día todavía se apliquen medidas tan arbitrarias y sobre todo tan falta de sentido común.

    Los tiempos cambian y no debemos temerle a ello, todo lo contrario tenemos que cambiar con ellos, no debemos hundirnos en la historia ni tampoco olvidarla, la historia se hace día a día cada uno en lo que le toca. Nuestra revolución ha lo largo de su camino ha tenido una arma fundamental e irrebatible “la verdad”, sumemos a esto “la lógica” y seremos incuestionables.

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