«Al comienzo, pensaba que estaba luchando para salvar a los árboles de caucho, después pensaba que estaba luchando para salvar la selva amazónica. Ahora, me doy cuenta de que estoy luchando por la humanidad.» – Chico Mendes

(Francisco Alves Mendes Filho (Chico Mendes). 1944-1988. Xapuri, Estado de Acre, Brasil)

Recientemente leí que el Congreso de Brasil había nombrado a Chico Mendes «Patrón del Medio Ambiente en Brasil». Muchas de mis amistades y yo, egresados de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, recordamos con cierto fetichismo a este líder cauchero tan bien estudiado en aquellas clases de Ecología. Sin embargo, al hablar de Chico en el seno del hogar, con colegas de otras facultades y amigos, me percaté que muchos solo conocen a este singular personaje por aquella canción: «Cuando los ángeles lloran», del grupo de rock mexicano MANÁ. Aun cuando sus acciones a favor de la humanidad, muchas veces quijotescas, lo hayan convertido en un verdadero héroe latinoamericano, parece haber quedado en el olvido o desconocimiento de muchos jóvenes cubanos y de otras latitudes. Es por ello que me interesa recordarlo y evocar su legado, teniendo en cuenta, además, el contexto de crisis ambiental en que nos encontramos. Urge no desconocer que aún muy joven, analfabeto y pobre, Chico Mendes supo generar soluciones que actualmente se ven reflejadas en las más avanzadas líneas de pensamiento ecologista.

 

A finales de la década de los setenta, sus acciones en contra de la tala indiscriminada de la selva amazónica lo convirtieron en una figura internacional. Como líder de los caucheros de Acre convocó, en más de una ocasión, a los pobladores de su tierra natal para que organizaran barreras humanas que lograban paralizar las acciones de las trasnacionales dispuestas a no dejar un solo árbol en pie, desmochándolos a una velocidad extrema y caótica con el uso de sus motosierras. Chico defendía la interacción con el entorno natural de la selva sin provocar su destrucción, principio fundamental del Desarrollo Sostenible hacía donde, inequívocamente, la raza humana ha de dirigirse. Resulta interesante como Chico Mendes, hombre sin instrucción, de procedencia rural, supo elaborar estrategias que proponían y defendían, a toda costa, la valiosa idea de explotar los recursos naturales teniendo como principio no afectar a las generaciones futuras.

El reconocimiento del valor de las costumbres y tradiciones de las comunidades autóctonas de la zona donde vivió fue otra arista del trabajo de este líder brasileño. Los métodos de extracción de caucho habían sido empleados por varias generaciones de pobladores nativos del Amazonas. Se dice que los indígenas de la región ya usaban el caucho mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón. La extracción de la savia o «sangrado» de estos árboles era un proceso devenido tradición y que, por supuesto, no causaba daños permanentes. Mediante cortes diagonales sobre la corteza se extraía el látex que luego se convertiría en una masa gomosa. De esta forma era posible la explotación de los recursos de la selva sin provocar su devastación. Junto a su colega norteamericano, el Dr. Steve Schwartzman, Chico trabajó en proyectos que apoyaban estas alternativas comunitarias sustentables. Juntos negociaron con el gobierno la primera reserva extractiva en Sao Luis do Remanso. Con aquellas reservas extractivas se lograba que los trabajadores mantuvieran su empleo a la vez que se protegían cientos de especies, poniendo en práctica tanto los nuevos conceptos como la invaluable sabiduría ancestral.

Chico fue brutalmente asesinado en 1988 después de frustrar los planes de deforestación del poderoso hacendado Darly Alves Da Silva, planes que, gracias a sus frontales acciones quedaron truncos. Así pudo conservarse una reserva natural que este hacendado intentaba convertir en área de pastoreo lo que alteraba el ecosistema de la región. La noticia de su asesinato recorrió el mundo entero y provocó un profundo impacto en el Movimiento por la conservación de los bosques de la Amazonía. Este suceso influyó marcadamente en un cambio de perspectiva con respecto a la selva latinoamericana, lo que posteriormente llevaría a la lucha por una nueva forma de desarrollo sostenible y ecológico. Marcos Alfonso, uno de los amigos de Mendes, luego comentaría que los rancheros cometieron un error al eliminarlo pues la resistencia y la conciencia ante estas agresiones a nuestro entorno natural, en lugar de debilitarse tuvieron y tienen un mayor alcance. Dieciséis días antes de su muerte Chico pronuncia un discurso premonitorio que sería recordado en la posteridad:

«No quiero flores en mi tumba porque sé que irán a arrancarlas a la selva. Sólo quiero que mi muerte sirva para acabar con la impunidad de los matones que cuentan con la protección de la policía de Acre y que desde 1975 han matado en la zona rural a más de 50 personas como yo, líderes seringueiros empeñados en salvar la selva amazónica y en demostrar que el progreso sin destrucción es posible».

Chico Mendes ha quedado en la cultura popular latinoamericana mediante diferentes manifestaciones artísticas como en aquel libro de Javier Moro «Senderos de Libertad», o en las canciones «Ao Chico» de Tião Natureza, «Cuando los ángeles lloran» del grupo mexicano Maná, «Enciendo una vela» de la cantante mexicana Marianne, «How many People» de Paul McCartney y «La memoria» del cantautor argentino León Gieco. Además, la cadena latinoamericana Discovery Channel, en 2008 estrenó un documental titulado «Chico Mendes: Defensor del Amazonas». Pero quizás la más conocida sea la multipremiada película sobre su vida «Estación Ardiente» (The Burning Season), protagonizada por el puertorriqueño Raul Julia y la brasileña Sonia Braga.

La aplicación de los conceptos de Chico, enfocados en la armonía entre la explotación de los recursos y la protección de la naturaleza y las comunidades que habitan en ella, no se ha materializado del todo. Aunque las tasas de deforestación han disminuido desde la época de Chico, la selva amazónica aún es víctima de muchas amenazas como el fuego, el desarrollo desproporcional de infraestructuras, la expansión puramente mercantilista de la agricultura y la tala indiscriminada. La deforestación así como la violencia criminal siguen siendo realidades de la Amazonía actual. La lucha de Chico por escuelas, trabajos y cuidados médicos que mejoren las condiciones de vida en estos bosques tropicales está lejos de finalizar. Esta lucha continúa porque aún hay mucho por hacer para desarrollar proyectos que afiancen el sentido de pertenencia de las comunidades que habitan estas regiones, patrimonio de toda la humanidad.

Se estima que en 50 años podríamos perder 2 millones de kilómetros cuadrados de esta selva que está considerada como el bosque tropical más grande del mundo, para muchos también «el pulmón de nuestro planeta» o una de las 7 maravillas naturales. Lo cierto es que aunque esta prodigiosa región se encuentra situada en América del Sur, las modificaciones que sufre afectan a escala global diversos indicadores climatológicos y biológicos. Es por esto que la causa de Chico, no es la causa de los brasileños o de los latinos es, como bien él expresó, la causa de la humanidad.