Clientes del agromercado siguen a la espera

La producción de alimentos en Cuba avanza más lentamente que lo deseado, mientras los precios resisten en niveles similares o superiores en algunas líneas de productos.

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS-Cuba

En los mercados agropecuarios resisten los precios en niveles similares a los de hace años, con tendencia a subir.

Ante la incapacidad agropecuaria para levantar la producción de alimentos en Cuba a los niveles esperados, el gobierno incorpora de año en año nuevas transformaciones en ese sector. Algunos de los pasos más recientes apuntan a reestructurar, descentralizar y desburocratizar una vía del comercio interno cuyos precios se muestran reacios a disminuir, como evidencia un reciente informe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

La expansión de nuevos actores en ese ámbito parece estimular un incremento del comercio pero, a la par, frena posibles depreciaciones.

En el primer trimestre del 2014, los productores cubanos vendieron 773 millones de pesos en los mercados agropecuarios y otras formas de comercialización interna, casi un 21 por ciento más que en los primeros tres meses del año pasado. El análisis por líneas de productos muestra irregularidades en la oferta y también que la mayor recaudación respondió esencialmente a un moderado incremento de las ventas físicas, sin influir en la ansiada reducción de precios con que sueñan los consumidores desde hace décadas.

La venta de productos agrícolas, el grueso de la oferta en esos mercados minoristas, ascendió a 666,3 millones de pesos de enero a marzo, un 23,5 por ciento por encima de la ejecución en similar etapa del año anterior. Los precios, entretanto, se mantuvieron prácticamente sin cambios de forma general, si tenemos en cuenta que las ventas físicas (155 mil toneladas) también treparon casi un 23 por ciento entre ambos períodos.

Sin embargo, en los puntos con mayor flujo comercial, los mercados agropecuarios estatales, el despacho de productos agrícolas sí indica una tendencia al encarecimiento. El volumen vendido (74 mil toneladas) apenas creció un 0,6 por ciento, pero propició una recaudación un 11 por ciento mayor (344,5 millones de pesos). La diferencia entre ventas en físico y en valores solo puede responder a mayores precios.
La relación se confirma en los mercados de oferta y demanda, que soportan una décima parte del comercio agropecuario.

La venta de boniato, papa, yuca, malanga, plátano y otras viandas en las tarimas estatales creció de enero a marzo un 44 por ciento, a más de 77 millones de pesos, pero el volumen físico facturado solo aumentó un 29 por ciento en comparación con el primer trimestre de 2013, otra señal de alza en las tarifas.

A pesar de ofrecer la arrancada del año una clima favorable para el cultivo de hortalizas, el despacho físico de esos productos cayó esta vez un 18 por ciento en los mercados estatales, un factor que disparó los precios, como evidencia la recaudación, que no sufrió en igual medida; prácticamente se mantuvo en niveles similares a los del período de referencia del 2013.

Con más fuerza aún se hundieron las toneladas vendidas en los mercados de oferta y demanda: en más de dos tercios retrocedió el volumen de viandas, hortalizas y granos que consiguieron facturar. En general, estos mercados se han deprimido por la competencia, también privada, de multitud de pequeños puntos de venta abiertos en los barrios y de los llamados carretilleros, una de las fórmulas introducidas o aceptadas recientemente por el gobierno para dinamizar el comercio agropecuario, bajo la etiqueta de trabajadores por cuenta propia. La expansión de carretilleros y puntos de venta en los barrios acerca el producto a los consumidores pero incrementa la presión sobre el bolsillo de los cubanos.

De acuerdo con el informe de la ONEI, los puntos de venta cargaron con el 29 por ciento de la comercialización total y dejaron a los carretilleros el 13 por ciento. Entre ambos ya casi recaudan tanto como los mercados agropecuarios, que absorben el 45 por ciento de la distribución de alimentos provenientes del campo.

Con mejor suerte navegan las producciones de granos y frijoles, básicos en la dieta cubana pero esencialmente soportados por la importación. Tanto los reportes de la ONEI, como del Ministerio de la Agricultura, refieren un incremento sostenido de esas producciones en los últimos años.

Las estadísticas oficiales indican que los crecimientos de toneladas vendidas y cobradas recaen, más que sobre los mercados agropecuarios estatales o los desangrados mercados de oferta y demanda, sobre los nuevos puntos de venta en expansión. Estos comerciantes se han convertido en un escalón más en la cadena comercial de productos del campo. Acercan la oferta al consumidor, pero con el inevitable valor agregado o gravamen para el bolsillo del cubano. (2014)

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