Nara, el mediometraje de Rosa María Rodríguez que estará compitiendo en la edición 42 del Festival de Cine de La Habana, a celebrarse entre el 11 y el 21 de marzo de 2021, alude a los mitos y las tradiciones arraigadas del campo en Cuba.

Rosa María, quien es graduada de Actuación en la Escuela Nacional de Arte y de Dirección en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) y que está estudiando la carrera de Producción en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), no ha detenido su trabajo en todo ese tiempo.

En sus obras como realizadora, aborda temas del mundo femenino, las relaciones de géneros y la sexualidad. Ejemplo de ellas son los premiados cortos La costurera (2016) y I love Papuchi (2017). También ha incursionado en la dirección de documentales con Órgano, al ritmo del son molío (2019).

La idea de realizar Nara surgió cuando Rosa María trabajaba con un grupo de teatro en las montañas del Oriente cubano y conoció a una pareja de niños pelirrojos. Ambos tenían una enfermedad que les impedía salir de día.

“Los guajiros de esa zona hablaban mucho de ellos; les decían ‘los vampiritos’ y asociaban esta enfermedad con que los padres de estos niños eran parientes muy cercanos, no sé si primos de primera generación”, contó la realizadora.

“La enfermedad es como una dermatitis severa a los rayos ultravioletas y se llama XP. Pasó el tiempo y comencé a escribir la historia de estos niños, que no tenían relación con otros de su edad, ni con su familia, porque su vida estaba a la inversa: dormían de día y hacían las actividades de noche. Esto me pareció muy interesante y esos niños eran como dos goticas de agua que andaban juntos todo el tiempo y su vida era totalmente diferente a los demás”, agregó.

A partir de semejante antecedente, Nara cuenta la historia de dos hermanos que viven en medio de la nada con su madre. Cuando la madre muere, se rompe el equilibrio entre ambos.

“Entre ellos va creciendo una fuerte atracción sexual. Ese fue el inicio, pero después me di cuenta que era el pretexto para hablar del despertar sexual femenino. De nuestros deseos, que la mayor parte del tiempo son censurados por nuestra sociedad patriarcal; sobre la primera menstruación, las hormonas floreciendo y todos estos pensamientos. Por eso quise concentrarme más en el personaje de Nara”, explica Rosa María.

“Esta atracción está ligada con la culpa de estar haciendo algo que le han inculcado que no es correcto. Josué, el hermano, decide irse, dejando sola a Nara en medio de la nada, solo dándole algunas instrucciones. Tienen una persona que les provee de alimentos y viene cada cierto tiempo, que les silba; hay como una simbología con el silbido y el empoderamiento. Nara es una adolescente a quien se lo han hecho todo en la vida, primero su madre y después su hermano, y tiene que aprender a enfrentarse a estar sola. Entre sus miedos en el encierro tiene como su despertar”, explica.

Para el protagónico de la niña, Rosa María necesitaba una joven con cabello rojizo y la búsqueda de esa actriz le llevó largas horas de trabajo.

“El casting fue muy complejo, porque al principio quería que fuera una actriz pelirroja natural; de hecho, pensé utilizar no actores que realmente tuvieran la enfermedad. Ellos son de piel muy blanca, porque no cogen sol, y pecosos, porque las lesiones de la piel comienzan por una peca que no se cura y les provoca daños. Hice un casting muy grande. Es la primera vez que veo a tantos actores juntos. Otro detalle es el tema de la edad, porque tenían que ser actores muy jóvenes, entre los 17 y 20 años la chica y el chico. Encontré actrices muy buenas, que me interesaban para la película, pero ninguna era pelirroja natural. Entre ellas estaba Annabel Novo, egresada de la ENA y estudiante actualmente de la FAMCA en la especialidad de Fotografía. Realmente es una actriz increíble, lo que proyecta delante de cámara es muy fuerte y literalmente me enamoré de su rostro y, sobre todo, de su mirada. En ella había encontrado a Nara”.

“Además, se logró muy buena química entre Edgar Valle, actor de Teatro El Público, y Annabel, haciendo de estos dos hermanos”, agregó.

Los otros dos personajes que completan el elenco son Sandra Pérez, actriz del teatro dramático de Pinar del Río, quien interpreta el personaje de la madre, y el santiaguero Leodanis Parlay, actor de El Público.

El filme cuenta con el apoyo del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la colaboración de los estudios Cubanacán y el Fondo Noruego para el Cine Cubano. La producción estuvo a cargo de Armando Capó y Fede Blanco Gamboa.

“Nara es una película con planos largos, de transcurso del tiempo. No quería ir en contra de la naturaleza del relato. Se unió Fede Blanco, que es mi compañero de año de la EICTV. Él estudia guion y tiene su propia productora de cine en Costa Rica. Empezamos los dos a trabajar la película y nos presentamos a la Muestra Joven, al Haciendo Cine, y ahí logramos algunos apoyos importantes. Pudimos hacer los foley en los Estudios de Animación del ICAIC gracias a Aramis Acosta y a las demás personas que trabajan allí”.

Rosa María confiesa que, mientras buscaban financiamiento para la película, usó una frase como motivación: “Para enfrentar al sol tienes que despertar a la bestia”.

“De alguna manera este era como mi demonio, y esto de aprender a sacar nuestra bestialidad, si de alguna manera se puede decir, para enfrentar ciertas cosas”, afirma.

En el equipo de realización de Nara trabajaron el realizador Alejandro Alonso como fotógrafo, Enmanuel Peña en la edición y en dirección de arte Niels del Rosario. El también realizador Rafael Ramírez se ocupa de la música original.

Rosa María subraya el maquillaje y peluquería de la película, a cargo de Keity Doeste. “Su trabajo es fundamental, porque tuvimos que hacer una gran caracterización de los personajes, sobre todo de los protagonistas, porque ellos no son pelirrojos y hubo que transformarlos”.

El vestuario fue responsabilidad de Zusú Muñiz, “que hizo un trabajo increíble, porque teníamos ropas originales que se tuvieron que construir para la película”.

El sonido lo realizaron con el colectivo de creación DB Estudio, integrado por Velia Díaz de Villalvilla, Irina Carballosa Socarrás y Glenda Martínez Cabrera.

Rosa María no para de trabajar, pues lleva la producción y la dirección a la vez. Esto, a pesar de que la pandemia detuvo su labor y estudios como productora en la EICTV.

“En febrero retomamos las clases. Me va a tomar gran parte del año, porque tengo que terminar lo que falta de segundo año y continuar a tercero. Me estaría graduando en noviembre de 2021, si todo sale bien y esta pandemia no nos retiene más”.

De sus proyectos futuros cuenta: “Acabo de ganar el Fondo de Escritura con mi proyecto de largometraje La levedad de ella. Ya estoy al habla con la guionista que quiero escriba la película conmigo. Además, estoy produciendo dos películas de Armando Capó, una es El regresado, que fue premio en desarrollo del Fondo de Fomento del Cine Cubano. La otra es un documental que vamos a estar grabando en diciembre, titulado La tierra de la ballena, en Gibara. También estoy trabajando en dos cortometrajes: uno es Cuando el viento estremece los pinos, de Lisa María Velázquez Serrano, y el otro se titula Santo, de Jazz Cortiña Martínez. Con Santo nos ganamos el Fondo Noruego y estaríamos grabando en enero de 2021”.

Sobre el proyecto La tierra de la ballena, Rosa María cuenta que “tiene material de archivo, hace un homenaje tipo cine dentro del cine. Es un trabajo muy personal de Capó; él se quedó con ganas de hacer algo más personal en Agosto (2019), su opera prima, y de filmar en Gibara. El ICAIC nos está apoyando, más otras ayudas que hemos conseguido. Vamos a grabar del 18 al 29 de diciembre. Denise Guerra es la fotógrafa y el sonidista es Pedro Espinosa, de la Televisión Serrana. El resto del equipo es de Holguín”. (2021)