El «diversionismo» de la diferencia

A pesar de que hay un ligera apertura con relación al rock y a la homosexualidad, la situación no está totalmente resuelta.

Archivo IPS Cuba

Aún se ven a diario exclusiones y maltratos a rockeros y homosexuales, afirmó Castellanos.

Oportunismo, problemas generacionales o influencia estalinista. A casi 50 años del triunfo de la revolución cubana, aún resulta difícil definir las causas que llevaron en este país a convertir en contrarrevolucionarios al rock, la moda, el cabello largo de los hombres y la homosexualidad.

Peor aún, puede que los momentos más duros hayan pasado, que ya no se expulse a nadie de una universidad por su orientación sexual o porque escuchar a los Beatles sea un síntoma de “diversionismo ideológico”, pero las oleadas de intolerancia van y vienen y los prejuicios siguen rigiendo en no pocos sectores de poder.

“A pesar de que hay un ligera apertura con relación al rock y a la homosexualidad en Cuba, y que ya no se ven las barbaridades en blanco y negro del pasado, la situación no está totalmente resuelta”, dijo a IPS el periodista Ernesto Juan Castellanos, autor del libro El Sargento Pimienta vino a Cuba en un submarino amarillo, publicado en 2000.

“Aún queda gente dirigiendo, sean nuevos o viejos en sus cargos, con esa misma mentalidad prejuiciada y excluyente de los años sesenta”, añadió Castellanos, en entrevista vía correo electrónico.

“El diversionismo ideológico del rock, la moda y los enfermitos” es el título de una conferencia de Castellanos, presentada a debate en la sede del no gubernamental Centro Teórico Cultural Criterios, como parte del ciclo titulado “La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión”.

Resultado directo de la “guerra de los email”, como se le llamó al debate intelectual surgido el pasado año vía electrónica, el ciclo busca profundizar en los acontecimientos del pasado, traerlos al presente y, sobre todo, contrarrestar ciertas tendencias que apuntan al mantenimiento o retorno de políticas erróneas, tanto en el campo cultural como social.

Si la frase del líder cubano Fidel Castro “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada” definió en 1961 la política cultural del país, un discurso del entonces mandatario sentó las bases de la política social que metió “en el mismo saco a homosexuales, delincuentes, lumpens, vagos, elvispreslianos, burgueses y contrarrevolucionarios”, afirmó Castellanos.

En su discurso del 13 de marzo de 1963, Castro había criticado abiertamente a algunos “pepillos vagos, hijos de burgueses” que andaban con “pantaloncitos demasiado estrechos” y guitarras en actitudes “elvispreslianas”, que llevaban “su libertinaje a extremos” de organizar “shows  feminoides” en lugares públicos.

“Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones”, afirmó ese día tras criticar también determinadas prácticas religiosas, entre otros “hábitos nefastos” y “vicios” del pasado.

“Desde la raíz de su preocupación, Fidel proponía un trabajo de profilaxis social, y enfatizaba una determinación política dirigida a aquellos sectores que, sin ser necesariamente contrarrevolucionarios, eran proclives a ser utilizados por el enemigo, o a caer en la órbita del rechazo a la Revolución”, afirmó Castellanos.

De alguna manera, la estrategia de defensa de la revolución socialista contra las agresiones que llegaban de Estados Unidos viró para adentro y llegó al extremo de considerar cualquier canción en inglés como un “arma del enemigo” y al rock como un síntoma de la “enajenación capitalista”.

Así, recuerda el periodista, “a los seguidores y cultores cubanos del rock, que no necesariamente tenían que ser “elvispreslianos”, “pepillitos”, ni tampoco entonces se les conocía como rockeros, se les midió con el mismo cartabón que a los homosexuales y a los lumpens en todos sus estratos”.

“Y muchos de ellos compartieron similares dosis de calificativos, incomprensiones y proscripciones, desde el rechazo social o los procesos depurativos en las universidades hasta la reclusión en los campamentos de rehabilitación de las UMAP (Unidades Militares de Apoyo a la Producción), añadió.

El texto de Castellanos hace un recorrido detallado por varios documentos oficiales y artículos de la prensa cubana de los años sesenta y setenta, que constituyen la plataforma ideológica de una política que empezó a desteñirse en los ochenta y entró en crisis total con la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo, a comienzos de la década del noventa.

En los últimos años, grupos musicales cubanos organizaron homenajes al ex Beatle John Lennon, asesinado en 1980 en Nueva York, e inauguraron una estatua suya en un parque de La Habana, mientras que los grupos de rock empezaron a aparecer en espacios televisivos. Pero hay que estar dentro para saber los prejuicios, discriminaciones y medidas arbitrarias que aún existen.

“¿Qué pasó con el Patio de María?”, se preguntó el escritor José Miguel Sánchez (Yoss), en el debate promovido por Criterios. El espacio, que durante 17 años mantuvo la promotora cultural María Gattorno en una casa de cultura comunitaria, cerró en 2003 con la justificación pública de una “reconstrucción”.

Sin embargo, la “reconstrucción” se convirtió en el cierre definitivo del patio donde se reunían asiduamente jóvenes de cabello largo, ropa negra y estrecha, aretes y otros atuendos mal vistos por la cultura machista hegemónica. Como tantas veces en el pasado, ni con los años Gattorno ha querido hablar de lo que vivió en aquellos días.

Asimismo, varios asistentes a la conferencia recordaron cómo aún hoy el acceso de grupos de rock a la televisión es bastante restringido, la radio sigue aplicando políticas que limitan la transmisión de canciones en inglés y la policía muestra prejuicios contra los hombres que llevan el pelo largo.

Aunque la revolución “ya no excluye a nadie como concepto, en el fondo de la pirámide se ven a diario exclusiones y maltratos a rockeros y homosexuales, quienes son desplazados por las fuerzas del orden de sus lugares de reunión en las calles de La Habana como si se tratara de elementos deleznables”, afirmó Castellanos a IPS.

A su juicio, “es fácil entender que la policía actúe así porque es la sociedad la primera que tiene estos prejuicios y los medios de comunicación tienen, en parte culpa de este mal, porque nunca les ha interesado integrar tanto a rockeros como a homosexuales a la sociedad”.

“Se ve en algunos spots televisivos que se pasan con frecuencia, donde, generalmente, los chicos malos, los drogadictos y antisociales llevan el pelo largo, con alguna canción de rock como fondo musical. Es un círculo vicioso que no parece tocar fondo y lacera sensiblemente a una parte de la población”, concluyó.

Buscar las causas de estas políticas en el oportunismo sería una explicación “simplista y antihistórica”, consideró Desiderio Navarro, director de Criterios. Para el ensayista, hay que preguntarse de dónde venían las decisiones, qué generación las protagonizaba y, sobre todo, observar el ascenso del pensamiento estalinista dentro de la cultura nacional.

Pasado tanto tiempo, aún “no se acaba de aceptar el pluriculturalismo de la sociedad cubana”, añadió.

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