Patrimonio: Por un centro histórico vivo

La parte más antigua de la capital cubana constituye un atractivo turístico que beneficia a la población local.

Baldrich - IPS

Los centros históricos están amenazados por la pérdida sistemática de inmuebles por razones de sobreuso o abandono.

El grupo turístico Habaguanex, que opera comercialmente el Centro Histórico de La Habana,  estrenará en 2010 nuevas instalaciones de alojamiento para incrementar una planta hotelera que clasifica entre las de mayor ocupación en la isla.

Fuentes institucionales indican que en el venidero año se incorporarán el San Felipe y Santiago de Bejucal, con 27 habitaciones, ubicado en la Plaza de San Francisco, y el Terral, de 17 habitaciones, frente al malecón habanero, en la entrada de la bahía de La Habana.

En la actualidad, esta entidad encargada de la gestión turística en el Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982  por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, cuenta con 18 hoteles en el casco histórico, con diseños y estilos diferentes, en viejas edificaciones de pocas habitaciones muy bien acondicionadas para brindar atención personalizada.

Este proyecto de desarrollo turístico tiene entre sus atractivos las excursiones dedicadas a mostrar las obras de conservación y rescate del Centro Histórico, sobre la base de los proyectos que desarrolla la Oficina del Historiador de la Ciudad, organizadas por la agencia de viajes San Cristóbal.

Aunque la parte más antigua de la capital cubana constituye un atractivo turístico en pleno fomento y con una explotación creciente, no se renuncia a la vitalidad que le da ser morada de miles de habitantes y de emplear una buena parte de los recursos que se obtienen en beneficiar a la población residente, cuyas viviendas presentan, generalmente, algún grado de deterioro, algunas muy agudo.

En opinión de la arquitecta Patricia Rodríguez Alomá, directora del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad, ante los retos del deterioro urbano, físico y ambiental, se imponen la sensibilidad colectiva y los compromisos políticos, capaces de prevenir, reducir y evitar futuros desastres. Según explicó, podrían generalizarse acciones como las de planeamientos estratégicos, modelos de desarrollo integral, participativo y descentralizado, y acciones de emergencia ante desastres.

Sobre estos temas versó el VIII Encuentro Internacional sobre Manejo y Gestión de Centros Históricos, realizado a inicios de diciembre en La Habana. En estos espacios urbanos hay que tenerlo en cuenta todo, por su condición de patrimonio. En la cita, Eusebio Leal, al frente de la Oficina del Historiador, recordó los momentos de desconcierto vividos cuando, en octubre de 1999, los vientos del huracán Irene derribaron y fragmentaron la escultura del dios Mercurio, situada sobre la gran cúpula que corona el edificio de la Lonja del Comercio. En marzo de 2001 la escultura regresó a su pedestal, esta vez con un soporte giratorio que le permitiría, en lo adelante, burlar la furia de la naturaleza.

El encuentro, convocado por el Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, con el tema central Vulnerabilidad, riesgos y mitigación en situaciones de desastres, contó con el respaldo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (Aecid), el Programa de Desarrollo de la Naciones Unidas (Pnud) y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, entre otras agencias de Naciones Unidas. Como auspiciadores se encontraron también la Universidad Oberta de Catalunya y la Generalitat de Catalunya, a través de las empresas públicas Reursa e Incasol.

En la jornada inaugural, Leal aseveró que ese espacio antiguo de La Habana llegó en mejores condiciones al evento, pues fueron «terminadas un grupo de viviendas, gabinetes del Colegio San Jerónimo, la Casa de las Tejas Verdes, los Almacenes de San José en la Avenida del Puerto y el traslado y restauración de 22 locomotoras de ingenios», para el Museo del Ferrocarril, entre otras obras.

La obra restauradora no olvida a las personas. Realmente, si uno pasea por las estrechas calles de este espacio, puede apreciar que en edificaciones antiguas o solares se ejecutan proyectos de construcción y/o rehabilitación que beneficiarán a cubanas y cubanos que viven hoy en inmuebles deteriorados o con peligro de derrumbe. Según se advierte en los carteles ubicados en cada lugar, para ello se cuenta con la cooperación de diferentes organizaciones no gubernamentales de variados países.

El tema de la ciudad como entorno habitable de miles de personas fue considerado por Leal como  la «principal motivación» del trabajo,  pues «una ciudad desierta con un maravilloso patrimonio sería solamente un centro turístico  a visitar», dijo, para luego subrayar que, «a pesar de ciertas calumnias que se repiten, la voluntad ha sido mantener una comunidad amplia y equitativa en el Centro Histórico».

Estos conceptos de dar prioridad a la atención de los problemas de los pobladores de los centros históricos no son nuevos, sin embargo, en no pocas ciudades han sido ignorados.  Según se analizó, existen centros tradicionales donde solo quedan muestras aisladas de algún edificio significativo; otros donde el proceso de gentrificación ha acabado con la vitalidad que los caracterizó en épocas precedentes; y aquellos donde se hacen ingentes esfuerzos para una rehabilitación responsable que haga sobresalir sus potenciales socioeconómicos, enfocados desde la perspectiva cultural.

Por otra parte, dado el creciente deterioro urbano y la ocurrencia de desastres, los asistentes coincidieron en la necesidad de elevar la sensibilidad colectiva y definir compromisos políticos, capaces de minimizar los daños estructurales y de las poblaciones. Análisis entre instituciones de la planificación física, científicas, de defensa civil y gubernamentales, entre otras, podrían conllevar a acciones preventivas, se precisó.

Al analizar la cultura ambiental frente a los huracanes, desde la perspectiva de diversas disciplinas, la historiadora Liliana Núñez, de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, concluyó que resulta imprescindible elevar la cultura de la prevención por encima de la de emergencia.

En el Centro Histórico de La Habana, aunque mucho se ha hecho, resta todavía más por hacer, tanto en la parte habitacional —con alto grado de deterioro—, como en la infraestructura de servicios públicos, desde las redes de acueducto hasta la iluminación en las calles. Pero, por suerte para esta mezcla de historia, arquitectura, cultura y bullicio de ciudad viva, están claros los principios sobre lo que se puede y no hacer para mantener la vitalidad de una zona que atrae tanto por sus valores patrimoniales como por su gente.

Madelaine Menéndez, del Plan Maestro de la Oficina del Historiador, aseguró que La Habana Vieja es un territorio en riesgo permanente, en el que la vivienda sufre el mayor deterioro por la propia antigüedad del fondo construido y la intensidad en el uso residencial. Por tal motivo, consideró que «el mantenimiento de carácter habitacional es el principal desafío del proyecto rehabilitador».

Vulnerabilidades

Entre los factores de riesgo para los centros históricos, los expertos incluyen el carácter de zona de emergencia permanente. Dada la marginalidad del hábitat, están sometidos como ningún otro lugar de las ciudades al peligro de las epidemias, la pérdida sistemática de inmuebles por razones de sobreuso o abandono, a la violencia y la inseguridad ciudadana, a conflictos sociales complejos.

Como segunda fragilidad, los estudiosos señalan el hecho de que el retorno al Centro Histórico ha estado caracterizado por dos tendencias yuxtapuestas: un enfoque de mercado, por naturaleza excluyente, o uno de carácter inclusivo, con un protagonismo significativo del sector público. El equilibrio necesario resulta, en no pocos casos.

Una tercera amenaza estaría asociada al peligro de fenómenos naturales, en ocasiones impredecibles. Los grandes desastres por terremotos y explosiones volcánicas que provocan el derrumbamiento de edificios e infraestructuras; a los huracanes tropicales, que con sus fuertes vientos y lluvias provocan inundaciones, desprendimientos o flujos de lodo; a la sequía, con las consiguientes migraciones masivas a las ciudades, poniendo bajo presión las posibilidades de empleo, de alojamiento y los servicios básicos. En la región latinoamericana están vitalmente presentes todos estos fenómenos, incrementados por el cambio climático. También se producen catástrofes provocadas por incendios, por alta densidad de las construcciones, hacinamiento y concentración humana, así como desastres tecnológicos, debido a averías en infraestructuras, accidentes químicos y explosiones industriales, entre otros efectos.

Reconocimientos y apoyos

Según expertos, el proyecto revitalizador de La Habana Vieja es reconocido por la Unesco como el más exitoso y ejemplar entre los que se despliegan actualmente en sitios latinoamericanos proclamados Patrimonio Cultural de la Humanidad y sobresale como uno de los pocos del área cuya trascendencia puede medirse en tanto los sujetos patrimoniales se han ido diversificando y han ido encarnando un carácter cada vez más integral.

Herman Van Hoof, director de la Oficina Regional de la Unesco para América Latina y el Caribe, felicitó al Plan Maestro para la Rehabilitación Integral de La Habana Vieja y a la Oficina del Historiador de la Ciudad por la obra que hoy exhibe.

En la octava edición del encuentro, Régula Bäbler, directora de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), explicó que esta entidad colabora con la Oficina del Historiador desde hace seis años, en diferentes áreas, siempre con la perspectiva del desarrollo local; de manera particular citó el apoyo de esa institución en la rehabilitación de edificios, la infraestructura de servicios y el programa de atención del Convento de Belén.

Por su parte, durante los últimos 20 años, la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo ha colaborado con la revitalización de centros históricos en 30 países, ayudando a crear 40 escuelas taller, las cuales graduaron hasta 2008, 12.000 alumnos. Según Luis Suárez Carreño, ese organismo también contribuye con la fundación de planes maestros y de protección, y con el fortalecimiento institucional. De gran novedad resulta la formación de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de Cuba, la cual contó con la colaboración de la agencia española, entidad que formará redes similares en otros países latinoamericanos como Honduras, Bolivia y Perú.

Génesis

En 1938 se fundó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el objetivo de proteger el patrimonio cultural e histórico heredado del pasado. En 1959, con los cambios revolucionarios que tuvieron lugar en la isla, el Estado reorganizó por completo el trabajo que esta había llevado a cabo.

Como en 1978 el Centro Histórico de La Habana Vieja fue declarado Monumento Nacional  y en 1982 la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura lo declaró Patrimonio de la Humanidad, en los años ochenta comenzó su rehabilitación, con la intervención de aproximadamente 60 edificios.

En 1993, el Consejo de Estado aprobó el Decreto Ley número 143, declarando el Centro Histórico «área de conservación de máxima prioridad». En ese momento, allí vivían 67.000 personas en una superficie de 214 hectáreas. A partir de este momento, a la Oficina del Historiador se le concedieron poderes legales para desarrollar planes de rehabilitación integral siguiendo patrones de autofinanciación.

Meses después surgió la compañía Habaguanex que, con sus ingresos —que han tenido desde entonces un crecimiento sostenido—, ha contribuido a financiar parte de los proyectos constructivos y sociales para beneficio de la población de la zona.

Crecimiento turístico

A pesar de la crisis económica mundial, Cuba muestra durante 2009 un ligero incremento en el número de visitantes. De acuerdo con estimaciones del Ministerio del Turismo, el país podría recibir 2.400.000 visitantes. La capital cubana recepciona 45 por ciento del total de personas que escogen la isla como destino de vacaciones, y buena parte de ellos no se marcha sin caminar por las calles de La Habana Vieja.

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