No ascender a golpe de palabras

Comienza una nueva etapa para Jorge.

Cortesía Marta María Ramírez

Jorge frente a los restos del Muro de Berlín

En 1994, Jorge ya aparecía en los escenarios cubanos con su guitarra y el acompañamiento del guitarrista Alejandro Valdés.  Eran un tren, igual de arrollador y fuerte. No recuerdo nada parecido ni antes ni después en la música cubana. Ensayaban diariamente y los unía una amistad increíble. Con solo mirarse sabían qué hacer y esto se traducía en el escenario.

 

Pero viaja solo a Alemania. Me contaba que cuando le propusieron viajar, dudó sobre cómo iba a funcionar la comunicación con el público. Sin embargo, se tuvo que poner las pilas porque los conciertos se llenaban, incluso de latinoamericanos exiliados en ese país.

Durante un concierto de Pedro Luis Ferrer en Berlín, conoció al escritor cubano Jesús Díaz, cuyo poema apócrifo parte del libro Las palabras perdidas, había inspirado a Jorge a componer Ay, mi ciudad.Y como casualmente el libro que había llevado para releer durante el viaje era Las iniciales de la tierra, de Díaz, se lo dedicó, tras escuchar la canción. (El libro está extraviado. Ojalá en manos de alguna persona conocida).

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