Ciudades sustentables ante los retos del cambio climático

La arquitectura está llamada a transformarse en el Caribe insular ante la amenazas de inundaciones, vientos fuertes y pérdida del territorio.

Jorge Luis Baños - IPS

La transformación, evolución y adaptabilidad son categorías inherentes a la arquitectura sustentable.

Como consecuencia del proceso de urbanización que se ha producido, fundamentalmente, en los países en desarrollo durante las últimas décadas, las ciudades constituyen hoy la principal causa del cambio climático, ya que son responsables de 70 por ciento de las emisiones de CO2 resultantes del consumo de energía eléctrica, la generación de desechos y la demanda de transporte provocada por el 70 por ciento de la población mundial que las habita[i].

El cambio climático

Después de una etapa de debates y cuestionamientos, el cambio climático ya es actualmente una realidad aceptada, con respecto a la cual las actitudes han ido evolucionando desde discursos más o menos apocalípticos y enfoques pesimistas, hasta posiciones más optimistas que buscan soluciones de mitigación y adaptación.

Durante el Congreso Mundial de Energías Renovables, que tuvo lugar en la ciudad de Colonia hace 10 años, aunque no todos los discursos fueron apocalípticos, ni predominó el optimismo en relación con el futuro del planeta, se reconoció que, a pesar de que en aquel momento se estaba reduciendo la emisión de CO2, la Tierra se seguiría calentando inevitablemente[ii], aún más rápido de lo estimado por las y los científicos.

En aquel momento se afirmaba que la temperatura en el planeta se había elevado en 0,6 grados durante los últimos 100 años, que también había aumentado la cantidad de lluvias como consecuencia de las acciones humanas[iii] y se anunciaba que en el siguiente siglo se incrementaría la temperatura entre 1,4 y 5,8 grados, habría una elevación del nivel del mar entre nueve y 88 centímetros y un aumento de las precipitaciones entre cinco y 20 por ciento. Algunos de estos cambios climáticos serían ya inevitables, aunque se restablecieran las concentraciones de CO2 en la atmósfera, pues lo que ocurrirá en los siguientes 40 o 50 años estaría ya determinado por las emisiones pasadas y presentes.

Entre las consecuencias de esos fenómenos se vaticinaba, desde entonces, que para 2080 el número de personas que sufrirán inundaciones ascenderá a 80 millones y no habrá agua en las regiones áridas. Por otro lado, se espera la erosión de las costas, la reducción de la producción agrícola, daños al ecosistema y que 290 millones de personas de los países en desarrollo, que son los más vulnerables, serían afectadas por enfermedades como la malaria.

Sin embargo, llama la atención que en el Congreso Mundial de Energías Renovables realizado en la ciudad sueca de Linköping, en 2011, se reconociera que el real desafío ya no es el cambio climático, sino la pérdida de la biodiversidad y el ciclo del nitrógeno, con respecto a lo cual los riesgos se han ido incrementando[iv].

Soluciones que se han ido buscando

El fracaso del Protocolo de Kyoto deja sin efecto una de las posibles vías en las cuales se confiaba 10 años atrás para mitigar el cambio climático, pues ha tenido un impacto bajo en la reducción de las emisiones y la contribución de los países altamente emisores ha sido insuficiente.

No obstante, existe consenso en cuanto a la necesidad de aumentar la eficiencia en el uso de la energía; promover las energías renovables y la generación local, así como la flexibilidad y seguridad en el suministro. Tomando como referencia la estructura de los seres vivos, se plantea la necesaria conexión en redes de generación a pequeña escala y la mezcla de fuentes, mejorando la sinergia y la integración[v]. Entre los principales retos se encuentra la necesidad de llevar las energías renovables al mercado y hacerlas competitivas, para lo cual se requiere de financiamiento.

Un tema ampliamente debatido en el Congreso Mundial de Energías Renovables, celebrado en Colonia hace 10 años, fue el relativo a las posibilidades de financiamiento de esas fuentes energéticas, que resultan muy caras en los países en desarrollo. Los instrumentos financieros más importantes aplicados hasta entonces en Alemania, para estimular el desarrollo de las energías renovables, habían sido los impuestos, los subsidios y los certificados comerciales[vi].

Estados Unidos y China han pasado a ser los países de mayor capacidad de producción de energía eólica instalada, al adicionar 10.000 y 15.000 MW, respectivamente, en 2009. Por otro lado, entre 2004 y 2014 se espera una reducción del costo de los paneles fotovoltaicos de tres a 0,60 dólares estadounidenses por Watt. El costo de la energía nuclear, por el contrario, sigue siendo alto, y las consecuencias del reciente terremoto ocurrido en Japón han echado por tierra las esperanzas que la Comunidad Europea estaba cifrando en esa fuente de energía.

En el Congreso Mundial de Energías Renovables celebrado en Liköping, en 2011, se insistió en el camino hacia un sistema energético global completamente sustentable hacia 2050[vii], a partir de una posible estabilización de la demanda sobre la base de un ambicioso programa de aumento de la eficiencia energética. Se espera que lo mismo suceda con la demanda de transporte, de manera que será posible reducir el uso absoluto de la energía sin afectar los servicios.

Ese escenario optimista asegura que para 2050 será posible que 95 por ciento de la energía consumida a nivel mundial provenga de fuentes renovables, entre las cuales, además del sol y el viento, la bioenergía también juega un importante papel. Para 2050 se espera que la bioenergía pueda contribuir con un tercio de la demanda de energía primaria en el mundo; solo que será necesario el desarrollo de nuevas y más eficientes tecnologías para su aprovechamiento[viii]. Los residuos, tanto urbanos como agrícolas, constituyen un gran potencial, a lo cual se suman los cultivos energéticos. Se afirma que esto es posible de lograr garantizando, a su vez, la seguridad alimentaria.

Sin embargo, los cambios climáticos también tendrán una influencia negativa, incluso, en el uso de las energías renovables[ix]. Por ejemplo, la elevación del nivel de las aguas afectará la extracción de petróleo, la producción eólica, la agricultura y la biomasa en las costas, sobre todo en las pequeñas islas del Caribe.

Los países en desarrollo

De manera general, los países desarrollados pretenden evitar que aquellos en desarrollo transiten por la misma “senda” generadora de CO2 que ellos siguieron, pero en la práctica esto resulta muy difícil, por diversas razones. Una buena parte de los países desarrollados lo hicieron a partir de la apropiación de la capacidad de carga de los que hoy se encuentran en desventaja, mediante los procesos de colonización y neocolonización, e incluso esa relación desigual aún continúa actualmente, con la globalización neoliberal. Es por ello que la verdadera deuda externa que debería ser pagada es la que tienen los países desarrollados ricos con los pobres explotados.

Resulta muy difícil la selección consciente de un camino de desarrollo sustentable cuando los problemas básicos (alimentación, salud, educación, trabajo y vivienda) no están resueltos, no hay acceso a las tecnologías limpias, no existen soluciones “alternativas” y, lo que es peor, se aspira al modelo de desarrollo impuesto por el mundo occidental en el proceso de colonización cultural.

La injusticia histórica se reproduce a partir del hecho de que los países pobres disponen de abundantes fuentes renovables de energía, pero no de la tecnología necesaria para su explotación y uso, por lo cual, a pesar de que la energía solar disponible (20 MW por persona) es muy superior a la necesaria (0,1–10 KW por persona)[x], la proyección futura sería captarla en los desiertos para usarla en las zonas más habitadas y consumidoras de energía. La tendencia en los países desarrollados se encamina a conectar las fuentes de generación a la red nacional, de manera que el futuro de las energías renovables en el planeta va “de la producción regional al transporte interregional de la electricidad”[xi].

Por otra parte, para los Estados Unidos de América el desarrollo de las energías renovables es una cuestión de seguridad nacional, de manera que están promoviendo investigaciones aplicadas en este campo. Durante el desarrollo del Fórum Mundial de Energías Renovables, celebrado en Denver en 2012, las autoridades que intervinieron se refirieron a las políticas necesarias para impulsar el desarrollo de las fuentes renovables de energía y su financiamiento, haciendo mucho énfasis en la gestión de la transición y en la necesidad de demostrar las ventajas económicas (no sólo ambientales) de esas fuentes. Sin embargo, resulta significativo que en ningún momento se mencionara la necesidad de cambiar las formas de vida predominantes en la sociedad estadounidense para poder transitar hacia un desarrollo más sustentable. En aquel escenario, solo un representante de las Naciones Unidas se refirió a los problemas de los países en desarrollo.

Ciudades y edificios neutrales

La conexión en red como solución de futuro resulta aún hoy insuficiente. Las proyecciones para 2050 y 2100 confieren prioridad a la energía del sol y del viento. Sin embargo, se reconoce que los problemas no se refieren sólo a la tecnología energética, sino también al planeamiento urbano, los sistemas de transporte, el uso de los materiales y del suelo, y los patrones de consumo.

Uno de los temas más debatidos en el Congreso Mundial de Energías Renovables realizado en Linköping, en 2011, fue el de las ciudades de energía neutral o los edificios de energía “0”. Entre los diversos términos relacionados con este objetivo se encuentra “carbono neutral”, que se refiere solo a los gases de efecto invernadero traducidos al CO2, algo similar a lo que sucede con “clima neutral”, relativo a la influencia en el cambio climático por las emisiones de estos gases. El concepto de “energía neutral” es entonces más amplio con respecto a que la cantidad de energía usada en una región no puede ser mayor que aquella suministrada por fuentes renovables, en cuyo sistema de suministro se concentra la atención[xii].

De lo que se trata, en este caso, es de reducir la demanda por un lado, mediante una mayor eficiencia y también cambios en las formas de vida; y, por otro, elevar la producción de energía a partir de fuentes renovables. El momento en el que ambas curvas (la de la demanda y la de la energía renovable producida) se encuentren, será el punto de la energía neutral, que algunas ciudades se están proponiendo alcanzar antes de 2050.

Para ello hay problemas que resolver y oportunidades que aprovechar, pero el proceso deberá ser monitoreado y una buena contribución sería que cada edificio pueda ser “energía 0”, para lo cual, la recuperación de la inversión deberá incluir el no pago de la energía, es decir, su consumo gratuito. También es necesario incrementar el uso de ciclos o vehículos eléctricos, reducir el consumo, dotar a los edificios de dispositivos para la producción de energía limpia –como puede ser la terminación con paneles solares, entre otras soluciones posibles. Se requiere de un nuevo modelo transicional de gestión, donde tanto la municipalidad como el sector privado y los usuarios finales se comprometan de manera conjunta.

En el Congreso Mundial de Energías Renovables celebrado en Colonia, en 2002, se refirió la experiencia alemana, específicamente en el estado de Westfalia del Norte –donde se desarrolló el congreso– y que fue un gran consumidor de energía después de la Segunda Guerra Mundial[xiii]. Con la “modernización de los apartamentos” lograban reducir en 20 litos/m2 el consumo de combustible por calefacción. Además, habían reordenado las áreas residenciales y proyectado nuevos asentamientos solares, en los cuales 66 por ciento de la energía consumida proviene del sol. Ya entonces los nuevos edificios se concebían como plantas solares usadas para vivir, que a la vez generan energía limpia mediante sistemas fotovoltaicos en paredes y techos, consumiendo sólo 1,5 litros de petróleo/m2 al año.

La aplicación de diseños solares en los edificios ya se estimulaba en Alemania desde hace más de 10 años, con una tasa de interés del cinco por ciento[xiv], previendo que la comercialización de la reducción de emisiones pudiera constituir una fuente extra de financiamiento para las energías renovables, especialmente en los países en desarrollo. Los japoneses, por ejemplo, desarrollaron un intenso programa de techos solares fotovoltaicos con el objetivo, entre otros, de incrementar el mercado para darle a la industria una economía de escala.

Otro enfoque defendido desde el congreso de 2002 en Colonia fue el de fachada del edificio operando como membrana reguladora del confort térmico y visual, así como la calidad del aire, más allá de su pura función estética o decorativa. Para que la fachada funcione como un cierre dinámico, es necesario desarrollar un modelo integrado que vaya de las soluciones pasivas a las activas, con una distribución descentralizada y un sistema de control[xv].

El concepto de “0” se aplica no sólo a la energía, sino también al aire, el agua, el suelo y los materiales, tratando de cerrar todos los ciclos y recuperar (reusar y reciclar) todo lo posible. Sin dudas, para arribar al concepto de “energía neutral” a nivel de un asentamiento o una región, el uso de los residuos urbanos en la producción de energía resulta decisivo, lo cual requiere de legislación, impuestos, directivas y objetivos[xvi]. La evolución en las prácticas va desde enterrar los desechos (lo cual debe ser fuertemente penalizado) hasta su recuperación, reciclaje y reuso, para llegar a la reducción de su producción como meta final.

Estos temas fueron nuevamente objeto de atención en el Fórum Mundial de Energías Renovables celebrado en Denver, en 2012, donde se abordó el movimiento “Arquitectura 2030”, lanzado por el arquitecto Edward Mazria en 2006, con vistas a lograr edificios cero energía para 2030. Se plantea que es posible reducir el consumo de energía y que cada edificio pueda producir más de lo que necesita, si se usan soluciones de diseño y tecnológicas apropiadas, para lo cual hay que cambiar los procedimientos y mejorar los edificios existentes.

Existen diversas maneras de enfocar el tema de los edificios “Energía 0”: según la energía consumida por el inmueble en el sitio o particularmente la energía primaria, de acuerdo con su exergía[xvii], por la emisión de CO2 y también por su costo energético. En cualquier caso, en un gráfico de demanda contra consumo, costo o emisiones, es necesario comenzar reduciendo la primera[xviii].

Los edificios consumen entre 30 y 40 por ciento de la energía y más de 50 por ciento de los recursos primarios, producen 30 por ciento de los gases de efecto invernadero y entre 25 y 40 por ciento de los desechos sólidos, mientras que aportan solo entre 10 y 15 por ciento del producto interno[xix]. Los principales retos de este sector son, entonces, la mitigación del impacto ambiental y la adaptación al cambio climático; un incremento radical de la eficiencia energética y la introducción de energías limpias, a la vez que se satisfacen las expectativas de los clientes en cuanto a salud, seguridad, calidad y costos.

En países desarrollados como Canadá se aprovechan las tecnologías emergentes (nanotecnologías y bioproductos, entre otros) que pueden resultar más durables, energéticamente eficientes y ambientalmente amigables; las tecnologías de control de la información que permiten automatizar los procesos para una mayor eficiencia energética; los sistemas de iluminación con LED y las fuentes de energía alternativa como el hidrógeno. También trabajan en el desarrollo de sistemas integrados con cubiertas fotovoltaicas y celdas de alta eficiencia energética, y emplean los sensores para mejorar los servicios en los edificios, la salud de los habitantes y la calidad del aire interior. Por otro lado, están pasando de los sistemas centralizados al control ambiental automático personalizado, que ha producido un ahorro energético del 30 por ciento en oficinas.

El diseño de los edificios, las soluciones pasivas, la sombra como estrategia principal, el enfriamiento y la deshumidificación, la integración de la energía fotovoltaica, la simulación y la modelación constituyeron temas esenciales de debate en el Forum Mundial de Energías Renovables de Denver, en 2012. Se enfatizó en la diferencia entre la arquitectura pasiva y la solar pasiva, precisando la importancia de la simplicidad y compacidad del volumen y la masa térmica más que las superficies de vidrio expuestas a la radiación solar, cuando se necesita calentar. En cualquier caso, es preciso concebir primero la solución arquitectónica pasiva para luego hacerla activa y partir de un diseño integrado desde el inicio con la participación conjunta de arquitectos, ingenieros y otros especialistas.

Según lo expuesto por Edward Mazria en el Fórum Mundial de Energías Renovables en Denver 2012, se prevé que la inversión en el sector de los edificios, conjuntamente con los ahorros en transportación, será dominante hasta 2030, con costos globales por debajo del dos por ciento del producto interno bruto, y ambos comenzarán a recuperarse a partir de 2035. Pero se requiere de un fuerte liderazgo para que estas transformaciones sucedan.

El cambio climático en el Caribe insular

El cambio climático no es solo una proyección futura, sino que es parte ya del presente, a partir de las manifestaciones que están ocurriendo con respecto a la presencia de fenómenos meteorológicos inusuales, sobre todo, por su frecuencia de aparición.

El calentamiento global hace que en regiones de climas fríos, donde la arquitectura ha sido tradicionalmente concebida para captar la radiación solar y retener el calor, sea ahora necesario que los edificios se adapten a una condición nueva y diferente durante los calientes veranos que se avecinan. Sin embargo, el esperado incremento de las temperaturas agudiza aún más la situación en los climas tropicales cálidos del Caribe insular.

Además, la alteración de la pluviosidad, mediante el alargamiento de los períodos de seca o, por el contrario, los extensos intervalos de lluvias intensas, generan situaciones extremas a las cuales hay que adaptarse para contrarrestar, por ejemplo, la tendencia a la acumulación del agua de lluvia que no puede ser evacuada en tiempo por su intensidad y la saturación del terreno, en cuyo caso su nivel se eleva y produce inundaciones. Esta situación puede afectar también las cubiertas, aun cuando estas tengan un adecuado sistema de pendientes, canales y bajantes para la evacuación pluvial.

Los largos períodos de intensas lluvias que pueden estar asociados a fenómenos meteorológicos como huracanes y tormentas tropicales, no solo generan este tipo de inundaciones directas, sino que pueden ser en esos casos también el resultado de la subida del nivel en las corrientes de agua, como ríos o arroyos, o penetraciones del mar resultantes de la acción de estos fenómenos.

Otro efecto de los huracanes que se incrementa por su frecuencia e intensidad se debe a la acción de los fuertes vientos sobre las edificaciones, lo cual se hace más significativo en el Caribe, por la ligereza y permeabilidad de la arquitectura en el trópico húmedo, aunque su impacto mayor es en zonas urbanas.

Todos estos efectos se están percibiendo ya. Sin embargo, la anunciada elevación general del nivel del agua en el planeta significaría la pérdida de gran parte del territorio en los países insulares, por lo que esta constituye la amenaza más grave de todas para el desarrollo futuro de estos territorios, particularmente del Caribe insular.

Soluciones arquitectónicas y urbanas

El modelo arquitectónico recomendable para climas cálido–húmedos es más apropiado para zonas rurales o suburbanas de baja densidad, donde los edificios permanezcan separados y sean permeables para facilitar la ventilación natural, estén protegidos del sol mediante grandes aleros o planos de celosía que también tamizan la luz, generando el contraste de luz y sombra que caracteriza la arquitectura caribeña. A su vez, los materiales de construcción deben ser ligeros y de poca masa e inercia térmica, de manera que no puedan retener el calor ganado, sino que por el contrario, se enfríen rápidamente.

Todas estas características recomendables para una buena habitabilidad en espacios interiores de calidad, que contribuyan al bienestar térmico y visual de las personas, aumentan la vulnerabilidad de las edificaciones, por ejemplo, ante los vientos fuertes huracanados.

Las ciudades históricas, sin embargo, al menos en las antiguas colonias de España, responden al modelo mediterráneo de edificaciones medianeras con patio interior, gruesas paredes de elevada inercia térmica y reducidas ventanas, que no se corresponden con las recomendaciones de diseño para climas cálido–húmedos, pero que presentan un mejor comportamiento ante los vientos fuertes, en caso de huracán.

¿Cuál sería entonces la solución más favorable para dar respuesta a dos requerimientos tan diferentes? Ni la una ni la otra por sí solas logran satisfacer ambas situaciones. Si bien se ha demostrado que el modelo mediterráneo no resulta tan desfavorable en el clima cálido-húmedo de La Habana[xx], no es posible reproducirlo tal como era en las condiciones actuales. Por otro lado, en investigaciones recientes se ha demostrado que el modelo urbano de la ciudad compacta debe ser transformado para hacerlo más sustentable en las condiciones climáticas de Cuba[xxi].

En climas cálido–húmedos, donde se requiere de sombra, ventilación, ligereza y aislamiento, no es posible habitar en edificaciones sólidas macizas y cerradas que resistirían el paso de un huracán, pero afectarían la calidad de vida cotidiana. Por tanto, las edificaciones tendrán que ser normalmente sombreadas, aislantes, ligeras y ventiladas y podrán transformarse para cerrarse y resistir los vientos fuertes en el momento de ser azotadas por un huracán.

La transformación, evolución y adaptabilidad son categorías inherentes a la arquitectura sustentable. No obstante, está demostrado que las tradicionales edificaciones ligeras pueden resistir un huracán si están bien construidas y, sobre todo, si ante la presencia de un huracán, se toman previamente medidas especiales que refuercen y aseguren sus elementos componentes.

Con respecto al riesgo de inundaciones, una solución tradicional que sigue siendo válida en las zonas afectadas es la edificación sobre pilotes, que tal vez ante las actuales circunstancias deban ser más elevados. Por supuesto que la selección del sitio para localizar un asentamiento o una edificación deberá tener en cuenta este aspecto.

La situación más grave se presenta ante la amenaza de la subida del nivel de las aguas en el planeta, sobre todo para los países pobres del Caribe insular, que no disponen de tecnologías para mitigar los efectos por otros medios. La construcción elevada sobre pilotes sigue siendo válida, o tal vez sobre una infraestructura de soporte que podría encarecer la solución. Para algunas zonas costeras de Estados Unidos que normalmente se inundan, como New Orleans, ya se han estado desarrollando propuestas de edificaciones que puedan flotar en caso de inundación, y habría que ver cuán factible pudiera resultar algo así para el resto de la región.

En cuanto a la energía, ya desde el Congreso Mundial de Energías Renovables, realizado en Colonia 10 años atrás, hubo consenso con respecto a que la forma más apropiada de generación de energía en los países en desarrollo es la descentralizada a pequeña escala, que es más democrática y contribuye a la creación de empleos[xxii], y que la mayor dificultad en estos casos resulta ser el financiamiento. Otro importante problema a resolver en los países en desarrollo es el agua, tanto el suministro como el tratamiento, para lo cual es necesaria la colaboración técnica[xxiii].

Algunas técnicas tradicionales de acondicionamiento climático en climas cálido–secos, como el enfriamiento evaporativo, están siendo aplicadas con resultados alentadores, por ejemplo, en Malasia[xxiv], usando agua de lluvia reciclada y aditamentos roseadores, colocados en los dispositivos de protección solar. También se experimentan soluciones de doble cubierta con ventilación convectiva que permiten la iluminación natural, a la vez que evitan la entrada de la radiación solar[xxv]. Igualmente, novedosas y prometedoras resultaron las soluciones de enfriamiento solar a partir de sistemas de absorción simples y dobles presentadas en al Fórum Mundial de Energías Renovables en Denver 2012; pero, sobre todo, las que aplican líquidos desecantes, apropiadas no solo para enfriar, sino también para dehumidificar, y que resultan más efectivas y fáciles de ejecutar.

En ese mismo evento se defendió la importancia de la sombra como estrategia fundamental de diseño, aun en los climas fríos, y se mostraron soluciones que van desde la tradicional vegetación hasta las fachadas adaptativas dinámicas, que intentan copiar estas propiedades de los seres vivos. En cualquier caso, se reconocieron las ventajas del sombreado exterior, que permite una mayor reducción en el consumo energético, mientras que el interior es favorable, específicamente, para atenuar el deslumbramiento. Asimismo, las soluciones contemporáneas de ventanas contienen la protección solar “atachada”, en ocasiones en el interior del doble vidrio.

Al igual que en cualquier otra región del planeta, las ciudades sustentables en el Caribe insular deberán planificarse para promover la integración social, así como aprovechar los recursos disponibles, particularmente, el suelo urbano, el verde (incluido el paisaje comestible), el agua y la energía. Para ello resulta deseable la estructuración en unidades de pequeña escala con el mayor grado de autonomía posible, que contribuyan a reducir las distancias de transportación y estimulen los movimientos peatonales y el empleo de ciclos. En cualquier caso, se estimulará el transporte colectivo de gran capacidad de carga, por sendas priorizadas y con soluciones tecnológicas lo más eficientes posible.

La sustentabilidad en el Caribe insular requiere además de estimular la autovaloración y la identidad local para poder dialogar sin riesgos con el mundo global, y transmitir a las futuras generaciones un legado de superior calidad al heredado de las precedentes.

Reflexiones finales de cara al futuro

Las ciudades guardan una estrecha relación con el climático, que ya hoy es una realidad indiscutible. Actuar sobre esos espacios urbanos, para hacerlos más sustentables, es una vía importante para atenuar los efectos del cambio climático.

Escenarios optimistas aseguran que para 2050 podrá estabilizarse la demanda energética, que 95 por ciento de la energía consumida provendrá de fuentes renovables, y que cada edificio podrá producir más energía que la que necesita. Sin embargo, tanto las proyecciones como las posibilidades de lograr estos objetivos difieren en los países desarrollados con respecto a las naciones en desarrollo, particularmente en el Caribe insular.

El cambio climático agrava la situación térmica en el trópico húmedo e incrementa la amenaza de inundaciones y vientos fuertes, pero la más grave afectación de cara al futuro es la pérdida de gran parte del territorio en los estados insulares.

Para adaptarse a estos cambios, la arquitectura deberá transformarse, como los organismos vivos, de una condición cotidiana de ligereza y permeabilidad a otra excepcional de macices y resistencia, donde la protección contra la lluvia y la sombra, particularmente la sombra verde, resultan esenciales.

La sustentabilidad urbana para mitigar el cambio climático en el Caribe insular deberá ser planificada para la integración social, el aprovechamiento de los recursos, la descentralización y la identidad local, sobre la base de estrategias progresivas y adaptativas, lo cual solo es posible a partir de un enfoque multidisciplinario y participativo. (2012)


Notas:

[i] Mohsen M. Aboulnaga: “Sustainable Cities: Strategy and Indicators for Healthy Living Environments”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[ii] Einsenbeis, G.: “Solar Innovations for Global Sustainability”,World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[iii]Warrilow, D.: “Climate Change and Policy Issues”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[iv] Thomas B. Johansson: “A New Global Energy Agenda for a Rapidly Changing World”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[v]Bull, S.R.:”Renewable Energy. Past, Present and Future”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[vi]Fell, H. – J.: “Financing Renewable Energies –Polítical Frameworks”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[vii]Kornelis Blok. Ecofys, Holanda: “Pathway to a Fully Sustainable Global Energy System by 2050”.

[viii] André P. C. Faaij: “Bioenergy in a Sustainable Future; Results on Bioenergy in the IPCC-SRREN”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[ix]Lux – Steiner, M.: “Photvoltaics – A Contribution to the World – Wide EnergySupply”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[x]Thomas B. Johansson: “A New Global Energy Agenda for a Rapidly Changing World”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[xi]Einsenbeis, G.: “Solar Innovations for Global Sustainability”,World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xii]Jacques Kimman: “The Road Towards Energy Neutral Cities”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[xiii]Vesper, Michael: “Solar Building Policy in North Rhine – Westphalia – aContribution to Climate Protection”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xiv]Drummond, S.: “New Finance for Renewable Energy: Greenhouse GasEmission Trading”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xv]Nolte, C., y C. Otto: “Design Approach for a Dynamic Enclousurewithing theBuilding as a Powerplant (BAPP)”,World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xvi]Per Laurell.GävleEnergi, Suecia: “A Community-owned Energy Company: Its Role in Renewable Energy and As a Driven Force for Regional Development”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[xvii] Propiedad termodinámica que permite determinar el potencial de trabajo útil de una determinada cantidad de energía que se puede alcanzar por la interacción espontánea entre un sistema y su entorno.

[xviii]AlaHasan: “Optimal design of Net Zero Energy Buildings”,World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011..

[xix]MoradArif. “Towards Near-Zero Energy and Carbon Emissions in Buildings and Communities: Overview on R and D and Innovation Projects”, World Renewable Energy Congress, Linkoping, 2011.

[xx]Alfonso, Alfonso, y otros, “Por el rescate de la tradición”, Arquitectura y Urbanismo, No2, 1989, pp. 2-7.

[xxi]González, Dania, Aprovechamiento del suelo y ambiente interior como variables contrapuestas para la sustentabilidad de la vivienda urbana, Editorial CUJAE, 2008.

[xxii]Höhn, Bärbel: “Biomass Contributing to the Future Energy Generation”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xxiii]Behler, Gagbriele: “Education on Energy and Environment – a GlobalChallenge”, World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xxiv]Rao, S. P.; Ariffin, P. A. R., y S. N. Inangda: ”Evaporative Cooling of ExternalWalls and its Influece on Indoor Air Temperatures in an Ecuatorial Climate”,World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

[xxv]Waewsak, J.; Hirunlabh, J.; Khedari, J., y Zeghmati, B.: “A Bio – climatic Roof forHot and Humid Climate Design Approach”,World Renewable Energy Congress, Colonia, 2002.

* La autora es Arquitecta, Doctora en Ciencias, Profesora Titular del Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría” y Académica Titular de la Academia de Ciencias de Cuba.

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