Proyecto investiga en barrio cubano para su transformación social
Centros de estudios, comunidad, instituciones y organizaciones se unen para generar cambios en una localidad con vulnerabilidades.
La Habana, 2 nov.- Los turbantes vienen y van en la moda en Cuba. Quienes los usan, en ocasiones desconocen su historia y significados. Saldar esa deuda y promover el cuidado del cabello rizo, la no discriminación y el respeto se propone el proyecto comunitario Afroestética.
“El turbante tiene un alto sentido en la cultura afro. En África, representa el rango social, el estado civil o el poder económico. Ya en las Américas, se empezaron a usar para esconder mensajes de las rutas de los esclavos y esos mapas aparecían en los peinados de las mujeres, bajo los turbantes”, explica Hildelisa Leal, de Afroestética.
En Cuba, opina, se usan, pero no pocas veces se desconoce su bella historia, qué significa usarlo en diferentes partes de la cabeza, “entonces, es importante transmitirles a las mujeres su significado, en momentos en que existen en el mundo corrientes contrarias a que las mujeres blancas los usen”.
“Soy del criterio de que todo el mundo puede usar algo para protegerse la cabeza del sol o lucir más. La cosa está en saber por qué se usan y en respetar a quienes dieron su vida por ellos”, indicó.
“Cuando se pone a la derecha, la mujer es casada; a la izquierda, soltera, y en el centro de la cabeza significa poder, mientras más alto, más poder”, explica Vivian Terán, también de Afroestética, proyecto muy ligado a la iniciativa Sonrisas de esperanza, que defiende la identidad afro desde las muñecas negras.
Kenia Cremadich, de 20 años, participa en el proyecto de peluquería y barbería Artecorte, donde “dan algunas clases para el tratamiento del cabello rizo, muy importante porque es parte de la identidad de muchas personas en Cuba”.
Esas iniciativas se sumaron a la primera acción del recién estrenado Programa de transformación social Casa Adentro, iniciado en El Fanguito, una barriada habanera con vulnerabilidad social y habitacional, desde el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y su Grupo de Estudios sobre Familias.
El Fanguito es una de las 65 comunidades de la capital cubana donde se desarrolla un programa de atención que comprende rehabilitación de viviendas no seguras, la entrega de recursos básicos a familias con vulnerabilidad económica y a madres con tres hijos (menores de 17 años), así como mejoras en las infraestructuras de servicios, iluminación y viales.
Llegar al barrio, con el barrio
Según explicó Rosa Campoalegre, socióloga e investigadora del Grupo de Estudios de Familia del CIPS, Casa Adentro es un programa de transformación social desde el barrio y que se propone hacerlo desde las familias y, en particular, desde las infancias, las adolescencias y las juventudes.
Tiene tres ejes estratégicos: el fortalecimiento de la unidad del barrio para solucionar sus problemas; la formación y capacitación de los liderazgos internos; además del impulso a la base productiva del Fanguito, desde los enfoques de economía solidaria y de trabajo digno, buscando el empoderamiento de mujeres y jóvenes.
Campoalegre considera que “es un proyecto de investigación que avanza con las familias cubanas, muy diversas, y se distingue porque busca el protagonismo del barrio y también “porque los tiempos son muy diferentes y difíciles y el proyecto que debe parecerse a estos nuevos tiempos y encontrar soluciones con criterios de sostenibilidad”.
“Se trata de un cambio, pero cuál: el que ellas y ellos están soñando, diseñando e identificando. Es una idea muy bonita que avanza con niñas, niños, familias y personas de la tercera edad”, destacó.
Para la investigadora, en El Fanguito “hay que estimular los emprendimientos desde el barrio, las potencialidades productivas y apoyarlas. Es un proceso donde no solo se forman capacidades, sino también hay que dotarlas de activos para el desarrollo de todas esas actividades, un proceso complejo”.
Felicitas López, jurista e integrante del Grupo de Estudios sobre Familia del CIPS, declaró que la idea es acompañar desde las ciencias sociales, la investigación y la acción, todos los procesos de transformación social.
En ese camino, en la primera actividad, los dibujos de niñas y niños tuvieron un doble objetivo: la recreación sana y la investigación.
De acuerdo con la psicóloga Lilian Burgos, quien colabora con el proyecto, se aplicó la técnica de dibujo grupal, en función de analizar los indicadores relevantes relacionados con el barrio que niñas y niños pudieron reflejar con sus pinturas.
“Esperamos poder identificar mediante los dibujos algunos problemas desde el punto de vista psicológico y psicosocial que puedan incorporarse en el programa de transformación del barrio”, adelantó Burgos. (2021)
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