Segregación de género en la ciencia en Cuba

Conceptos descritos en la tesis de licenciatura Soy una mujer científica, defendida en 2020 por la periodista cubana Nayley Vecino.

Desde las teorías de género se han identificado un grupo de mecanismos que contribuyen a la discriminación o invisibilidad de las mujeres en el entorno laboral –y en particular en el ámbito de la ciencia- que resulta importante conocer.

A partir de una entrevista a la secretaria académica de la Academia de Ciencias de Cuba Lilliam Margarita Álvarez, la periodista Nayley Vecino describe ocho mecanismos de ocultamiento o segregación de las mujeres en la ciencia, a nivel global y también en este país caribeño.

La Redacción IPS Cuba reproduce los conceptos y análisis incluidos sobre estos mecanismos en la tesis de pregrado, defendida en la Facultad de Comunicación de la UH en 2020.

Mecanismos de segregación aplicados a la ciencia
1. Techo de cristal: Este se define como la “superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que les impide seguir avanzando y (…) está construido sobre la base de otros rasgos que, por su invisibilidad, son difíciles de detectar” (Burin, 1996 en Corso, 2010).

Este concepto, empleado por primera vez en el Wall Street Journal en 1986 (Adams & Funk, 2009), ilustra el empoderamiento femenino, y las barreras que las mujeres deben superar para ocupar responsabilidades mayores en las esferas de poder a nivel político, gubernamental, ministerial, territorial, organizacional, institucional y empresarial. El techo de cristal, de acuerdo con la doctora Lilliam Álvarez (2018), representa esa barrera transparente que las mujeres saben pueden asumir, como es el caso de un puesto de poder, pero que sin embargo no obtienen ya sea porque no son propuestas, porque ellas mismas no lo desean, o porque observan a otras mujeres que sí han llegado al poder, pero éstas no representan para ellas modelos a seguir, etc.

2. Suelo pegajoso: representa “la concentración de mujeres en las escalas más bajas del mercado laboral (los puestos que exigen menores cualificaciones, con peores salarios y condiciones, más vulnerables, etc.), desde los que es muy difícil ir mejorando y obteniendo puestos en mejores condiciones” (Orozco & Baeza, 2006 en Corso, 2010)
Este segundo término ilustra el fenómeno de las barreras para acceder a puestos de dirección, pero no por factores externos, sino porque ellas mismas se sienten atadas a la familia, los hijos, los abuelos, a la cotidianidad.

Aunque en ello también influye la sociedad, el entorno que las obliga a desempeñarse como buena esposa, buena madre, buena hermana, ama de casa, y además, buena profesional. Es entonces que siente que el tiempo no le alcanza para además ser líder y ocupar puestos de alta responsabilidad, u ocupar carreras más “avezadas”, como aquellas de las ramas científico técnicas, por ejemplo.

3. Círculo de terciopelo: sirve para identificar áreas de desempleo profesional y ocupacional que incrementan su población femenina o se feminizan con una consecuente disminución de la calidad, salarios y condiciones de trabajo y posibilidades de ascenso a posiciones ejecutivas. (Burin, 1996 en Corso, 2010)

Explica desde el factor externo cómo muchas veces (las mujeres) son ubicadas en esos espacios macerados, suaves, de terciopelo, donde no se tenga que enfrentar a personas o tareas difíciles; y en el fondo se trata de la duda sobre las reales capacidades y fortalezas para cumplir determinadas tareas. Llevado a la actividad científica, ello explica el por qué muchas mujeres descartan la actividad científico-técnica, ya sea porque sienten que es un sector “demasiado difícil” para ellas, o llegan a sentir dudas sobre sus reales capacidades y fortalezas.

4. Gueto del collar rosado: Este término se utiliza para explicar el fenómeno de las carreras a donde acuden más mujeres como es el caso de la medicina, las letras, la pedagogía y otras profesiones afines a las ciencias sociales.
Según explica Álvarez en su libro “Ser mujer científica o morir en el intento”, (2008), y también lo ratifica la doctora Norma Vasallo, estas carreras, que requieren una vocación de servicio y entrega a los demás, se van convirtiendo en un gueto o una especie de refugio donde las mujeres e sienten seguras, altamente valoradas y congratuladas.

5. Efecto Pipeta: metáfora que denota el éxito de las mujeres consiguiendo credenciales para una carrera, pero sin avanzar en la misma ((LSU) & (KNU), 2005) Esto muestra la tendencia de las mujeres a no evolucionar en la misma medida que los hombres en sus carreras científicas.

El efecto pipeta explica el avance limitado de las mujeres, una vez graduadas, hacia la obtención de grados científicos como maestrías o doctorados, o hacia su desarrollo como científicas en los diferentes sistemas nacionales de investigadores en nuestro país. “Por tanto se compara con una pipeta, llena de mujeres graduadas, licenciadas, ingenieras, doctoras, etcétera pero donde solo algunas, por cuenta gotas, siguen avanzando en sus profesiones, como docentes o como científicas”. (Álvarez, 2020)

Observar el comportamiento del desarrollo de la carrera de los egresados universitarios a través de este modelo es muy revelador, pues podría ser útil para realizar comparaciones entre países. De hecho, en función de su comportamiento los países de clasifican de acuerdo a otros dos modelos subyacentes (European Commission, 2004 en Martí, 2011):
The overtaking: caracterizado por una mayoría femenina en la formación inicial, lo cual haría suponer que las mujeres poseen ventaja respecto a los hombres; es decir en estos lugares la paridad es posible.

The impossible pursuit: Contrario al efecto anterior, se caracteriza porque las mujeres desde el inicio son minoría, por ello se plantea que les resultará difícil a estos países superar la brecha de desigualdad.

Similar a esta construcción en algunas bibliografías suele aparecer como concepto también el llamado “Efecto Tijera”. Este explica el fenómeno de cómo al iniciar una carrera el número de mujeres y hombres es bastante parejo, sin embargo en el transcurso de los años el mayor porcentaje de graduados lo ocupan los hombres. La “tijera” en este caso, representa el recorte al camino de las mujeres, en quienes influye la maternidad y el cuidado de algún familiar.

6. Síndrome de la abeja reina: Este fenómeno describe la tendencia de algunas mujeres que, al alcanzar posiciones de éxito y poder, impiden o no ayudan a otras mujeres a obtener éxitos similares.

Las mujeres que padecen de este fenómeno se disocian y no se solidarizan con otras mujeres. Incluso llegan a mantener las condiciones que dificultan, limitan o impiden el acceso de otras a su puesto para conservar su posición exclusiva, privilegios y reconocimiento. (Hyde & Plant, 1995)

7. Anillo de diamantes: Autores como Ortí y Cardona (2009) y García Prince (2003) identifican este concepto con los círculos, cúpulas, argollas, cercos o anillos de poder que generalmente se vuelven inaccesibles a las mujeres.

Esta inaccesibilidad termina afectándolas en tanto es en estos círculos de poder donde se deciden y aplican los criterios de acceso de las y los individuos a las más elevadas posiciones de poder. (Martí, 2010)

8. Muro de palabras: Este “se concreta en los diferentes estilos de comunicación y conduce a que las formas en las cuales las mujeres se expresan las hacen lucir menos valiosas, menos preparadas, menos aptas o menos competentes para el ascenso, dado el dominio de las pautas masculinas”. (Orti & Cardona, 2009)
Otros como el efecto de “La niña buena” o el “Síndrome del impostor” son fenómenos aún sujetos a investigaciones concretas. El primero se referiría al terrible y subliminal sesgo de género que media la educación de las niñas para que sean buenas estudiantes, incluso excelentes científicas, doctoras destacadas, respetadas y queridas, pero nunca transgresoras.

“Nunca tan valientes que defiendan sus posiciones y espacios con firmeza, y lleguen a enfrentarse fuertemente a situaciones injustas” (Álvarez, 2020). El segundo, “síndrome del impostor”, explicaría el por qué la mayoría de las veces las mujeres científicas no se reconocen ellas mismas la labor que realizan y reniegan de su consecuente reconocimiento público.

Todos estos mecanismos dan paso a lo que el teórico Nicolson (1997) denominó “contexto tóxico”, compuesto por barreras estructurales visibles como la necesidad de cuidado infantil, familiar, carencia de modelos de referencia, falta de asesoramiento específico para las mujeres, lucha en solitario; y barreras invisibles como prejuicios, creencias, conductas exclusivas u hostiles, impacto de organizaciones sobre la motivación y la autoestima en las mujeres.

Y es que “estas formas de exclusión están determinadas, fundamentalmente, por las creencias, estereotipos y tradiciones que aún persisten en la sociedad y reflejan el “androcentrismo en la Ciencia” (Graña, 2004). (2021)

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