Actriz cubana apuesta por expansión del microteatro
Patricia Rodda integra el pequeño grupo de artistas que desarrollan el microteatro en Cuba.
La Habana, 11 feb.- El mundo cambia a diario y el teatro tiene que fluir con las corrientes para sobrevivir, por ese motivo ha sido muy aceptado el microteatro y proliferado en muchos países, considera Patricia Rodda, promotora de ese arte en Cuba.
Más breve que el teatro habitual, en escenarios no convencionales y de menor escala, pero abierto a cualquier género, el microteatro es una forma innovadora de llegar al público, propia de los ritmos del siglo XXI, que apenas da sus primeros pasos en Cuba.
“Es un tipo de teatro en el que la representación tiene lugar en un espacio de tamaño reducido y, a menudo, no usado habitualmente como escenario de ningún tipo”, explica Rodda, quien tiene experiencia en la dirección y actuación en este formato.
Según destaca, el microteatro está pensado para un público de 20 personas y las obras duran mucho menos tiempo, alrededor 15 minutos, con tramas complejas, pero entendibles.
Una de las características esenciales del microteatro es que puede repetirse varias veces durante un día, por lo que públicos variados pueden disfrutar de las funciones, “que al tener ese carácter consecutivo mantiene siempre fresca la escena”.
El concepto microteatro, señala Rodda, es muy reciente, apenas de 2009, con las primeras representaciones en Madrid, España.
“Con él se busca otra manera de llegar al público, más concentrada y expedita. Su concepto está muy ligado al estilo de vida contemporáneo, donde los tiempos van más de prisa, a la vez de nuestra manera de entender un mundo regido mayormente por las distracciones de internet”, señala.
A su juicio, cualquier obra se pudiese adaptar al microteatro, donde “la pericia del dramaturgo es fundamental y el poder de síntesis, la clave. Al no contar con tiempo extra se tiene que recurrir a la esencia, sin adornos”.
¿Microteatro en Cuba?
Según Rodda, en Cuba aún no se explota lo suficiente el microteatro. “Tenemos muy arraigada la estructura clásica y también el público espera ese tipo de teatro”.
Hace algunos años, la compañía teatral Hubert de Blanck hizo una especie de experimento, muy bien logrado, pero no se volvió a repetir, tal vez “por la creencia de que por su brevedad es un arte menor o porque realmente aún no se concibe un cambio conceptual de estructura dramática”, señala Rodda, también poeta.
Por lo general, sostiene, “los cineastas se arriesgan más, como fue el ejemplo del director Kiki Álvarez, con el título Como elefantes blancos, en la Galería Taller Gorría, resultado de su taller para actores y directores.
En esa obra, Rodda participó como actriz y aunque se enfocó hacia el lenguaje audiovisual, mantuvo su esencia principal, su brevedad y repetición.
La joven considera que Cuba vive un momento ideal para desarrollar el microteatro, por sus tiempos breves, lo flexible de sus escenarios y su lenguaje pragmático.
“En estos tiempos de crisis energética y demás, donde cada día se dificulta más el reunir grandes elencos, el microteatro pudiese convertirse en un gran aliado, una tabla de salvación en el proceso creativo, que es tan duro y demandante”, reflexiona.
La experiencia
En diciembre pasado, Rodda tuvo la oportunidad de crear y dirigir su primer microteatro, convocada por el restaurante La Guarida para la celebración del aniversario 30 de una icónica película del cine cubano: Fresa y Chocolate.
“Fue un proceso creativo muy distinto a lo que había conocido hasta el momento. Aunque breve, no es menos riguroso, al contrario. En su síntesis habita una extraordinaria presión, pues los tiempos en escena no se pueden forzar y eso te obliga a depurar hasta el mínimo gesto que ensucie el acto”, expone.
La presentación se desarrolló en uno de los departamentos de La Guarida, como parte de una exposición del artista Esterio Segura y “para nuestra sorpresa, nuestra breve propuesta fue demandada por todos los invitados”, asegura Rodda.
Dada la amplia aceptación de la audiencia, la obra se presentó cuatro veces en una tarde. “En cada una, encontré nuevos detalles que la enriquecían y la mantenían viva y a salvo de los vicios actorales que son inevitables cuando tienes demasiado integrada la partitura”.
La actriz y su equipo quedaron fascinados por el resultado. “Todos sentimos la respuesta del público, cómo llegábamos de manera inmediata. Muchos, no tan asiduos al teatro, agradecieron la brevedad y nosotros descubrimos este nuevo camino tan poco explorado en nuestro país”.
Rodda confiesa: “Ya no me siento cómoda apelando a los antiguos y perennes recursos creativos y eso lo aplico también a la literatura y las exposiciones. El microteatro es una consecuencia evidente del mundo actual y apuesto por él”. (2024)
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