1994: El año del mercado interno

Resumen económico anual

En el pasado 1993, el estado gastó el 25,9 por ciento de su capacidad importadora en comprar alimentos básicos para la población, que solo sirvieron para paliar el déficit alimentario.

Foto: Archivo IPS Cuba

El rasgo más significativo de la reforma económica cubana en 1994 fue el rescate del mercado interno, prácticamente borrado por la crisis económica y relegado por el gobierno hasta el presente en su programa de ajuste.

Hasta fines de 1993, los cambios apuntaron hacia dos áreas fundamentales: transformaciones estructurales (referidos a la propiedad y el papel del estado) y la reorientación del comercio exterior.

El lro. de octubre abrió sus puertas el Mercado Agropecuario, un espacio comercial regido por la oferta y la demanda, a donde pueden asistir todos los productores (menos los azucareros), con sus excedentes agropecuarios, una vez cumplidos los acuerdos contractuales con el estado.

A pesar de que su apertura se realizó a fines de la cosecha de verano (la menor), sus ventas hasta el 15 de diciembre totalizaron 364,6 millones de pesos. La medida significó un importante balón de oxígeno para la sociedad cubana que recién había salido de la Crisis de los Balseros, un trance político que comenzó el 5 de agosto con disturbios antigubernamentales en La Habana.

Alrededor de 35 mil cubanos abandonaron la isla en precarias embarcaciones desde mediados de agosto, proceso que terminó con un nuevo acuerdo migratorio, suscrito el 9 de septiembre en Nueva York.

Como contraparte a ese Mercado Agropecuario, el 1ro de diciembre comenzó el Mercado Industrial, que bajo condiciones similares al Agropecuario, acogió a trabajadores por cuenta propia, las industrias locales y las producciones secundarias de la gran industria.

Esta nueva propuesta comercial abrió por debajo de las expectativas creadas en la población, y en las primeras jornadas los compradores regresaron a casa decepcionados por no encontrar los productos que buscaban, pero según avanzó el mes, las propuestas fueron mejorando. En la primera quincena de diciembre las ventas fueron de 7,6 millones de pesos.

Se trata pues de importantes pasos que marcan el comienzo de la rehabilitación del mercado interno, una cuestión con efecto inmediato en la sociedad, sin que por ello signifique soluciones completas para los dramáticos déficits que vive la población cubana, fundamentalmente en términos alimentarios.

«Nosotros no debemos sobrestimar el papel de estos mercados, no debemos idealizar la importancia de estos mercados ni su repercusión en la solución de nuestros problemas», dijo el vicepresidente Carlos Lage el 9 de noviembre.

Estos mercados tienen dos propósitos fundamentales: incrementar la oferta a la población e incentivar la producción, pero a la vez refuerzan las acciones de reordenamiento de la economía interna.

Y es precisamente en esa dirección hacia donde el gobierno dirigió este año sus medidas más trascendentes, sin desatender direcciones anteriormente trazadas.

El programa de saneamiento financiero comenzó a concretarse en junio con el alza de precios, fundamentalmente de los cigarrillos y la bebida, lo que significó un drenaje potente para la masa monetaria circulante.

Cifras del Ministerio de Finanzas, indican que el 31 de mayo la liquidez monetaria era de 11 mil 896 millones de pesos, de los cuales siete mil 076 estaban en cuentas de ahorro y cuatro mil 819 millones en manos de la población.

Según cálculos de esa cartera, desde el lro. de junio a fin de año se retiraron de circulación mil 852 millones de pesos, lo que tiende paulatinamente a estabilizar la economía y a equilibrar el mercado interno.

Para José Luis Rodríguez, Ministro de Finanzas, eso significa que «estamos en una posición más favorable, y aunque no se puede decir que la economía como tal, en conjunto, haya comenzado a recuperarse, si hay que señalar que se ha detenido la caída que traía hasta el verano de este año».

Durante los primeros meses de 1994, la economía siguió el deterioro que marcó su paso desde 1989, y que tuvo en 1993 su primer año.

Expresado en millones de pesos, el Producto Interno Bruto pasó de 19 mil 335 en 1989 a 10 mil millones en 1993, mientras que en 1994 se espera un resultado similar a partir de señales que marcan el detenimiento de la caída.

«Hay, por ejemplo, crecimientos físicos en 18 de las 21 ramas industriales en los 9 primeros meses de 1994, claro está, comparado con 1993 que es un año de máxima depresión», dijo al respecto el ministro Rodríguez.

Por su parte, el vicepresidente Lage dijo al inaugurar la Feria Internacional de La Habana, el 30 de octubre que «a pesar de las conocidas dificultades por la que ha atravesado la zafra azucarera, el valor de las exportaciones cubanas hasta el 30 de septiembre de este año muestra un discreto crecimiento de 3,5 por ciento».

Ese aumento es «por el efecto de los precios del mercado y del crecimiento en otros productos y ramas de la economía», dijo y citó por ejemplo las construcciones, el turismo y la producción industrial.

En líneas generales, la economía se vio favorecida por una mayor inversión del capital extranjero y la consolidación de otros negocios que ya comenzaron en su etapa productiva. Al cierre de octubre, funcionaban en el país 165 asociaciones con capitales de 38 países en 26 ramas de la economía. La cifra llegó a 173 al concluir diciembre.

Por otro lado, las consecuencias de la llamada Crisis de los Balseros, incidieron negativamente sobre dos actividades que avanzaban rápidamente: el turismo y la entrada de remesas de divisas.

La imagen desfavorable de Cuba como país de intranquilidad política generada a partir de los sucesos del 5 de agosto en La Habana y del éxodo masivo, reducción cancelaciones de contratos de turismo y una reducción brusca en la llegada de vacacionistas.

Por suerte para los empresarios, la crisis fue en temporada baja y a algunos le dio tiempo a implementar medidas de emergencia para contrarrestar el declive en la temporada alta.

Como contrapartida a la tolerancia cubana de dejar salir balseros de la isla, el gobierno de Bill Clinton emitió el 20 de agosto una serie de sanciones contra la isla para reforzar el bloqueo, entre ellas la supresión del envío de remesas monetarias.

Economistas independientes calculan que el efecto asociado de la caída del turismo y la suspensión de las remesas monetarias significan para la economía cubana pérdidas de unos 400 millones de dólares en 1994.

El gran problema de la economía sigue siendo la producción de azúcar, en plena decadencia desde 1992 y que en 1994 cerró en 4 millones de toneladas, lo que significa exportaciones similares a las del año anterior, por unos 700 millones de dólares.

Incluso, la posibilidad de una zafra chica (noviembre-diciembre) de cierta consideración, no existe este año, pues según cálculos no oficiales, la próxima cosecha llegará apenas a 3 millones de toneladas.

Al cierre del año, el gobierno negocia financiamiento externo para esta importante actividad.

Los ingresos brutos por turismo, que en 1993 fueron de 720 millones de dólares aumentaron este año, sobrepasando los 800 millones, pero afectados también por las cancelaciones citadas.

Las exportaciones de níquel también registraron moderados crecimientos y se espera que sobrepasen por algún margen los 157 millones de dólares de 1993.

También se espera ligeros crecimientos en las exportaciones de tabaco (50 millones de dólares en 1993), cítricos (12 millones en 1993), así como en las ventas de mariscos (100 millones en 1993).

Las afectaciones por problemas climáticos también estuvieron presentes en 1994, aunque en menor medida que el año anterior, cuando la Tormenta del Siglo dejó más de mil millones en pérdidas el 13 de marzo, al margen de otras afectaciones.

El ciclón Gordon castigó en noviembre de 1994 la zona oriental del país y dejó pérdidas por 120 millones de dólares, concentradas fundamentalmente en las provincias de Guantánamo y Holguín.

Al cierre del año, las perspectivas para 1995 apuntan positivas para casi todas las ramas, con crecimiento discreto, pero la zafra azucarera, su corazón, seguirá enfermo aún por lo menos un año más, y ello puede mediatizar otros avances.

Para el vicepresidente Lage «lo que más ayuda al mercado agropecuario y lo que más ayuda al mercado de productos industriales es la recuperación de la zafra azucarera, es la producción de renglones exportables».

El gobierno prevé para 1995 otras medidas en la economía, que irá tomando según la marcha de las reformas con sus correspondientes alternativas para aplicar en un momento determinado, según se desarrollen los acontecimientos.

Muchos dirigentes del gobierno han asegurado que las medidas de la reforma económica no tienen retroceso y forman parte del esquema que va delineando un nuevo modelo económico cubano.

Sin embargo, el vicepresidente Lage ha reconocido que algunas no se mantendrán inalterables y que tendrán que atenuarse o regularse sobre la marcha hacia un modelo que no renuncia al socialismo, como sistema político.

«Las medidas tomadas, como por ejemplo la de extender el trabajo por cuenta propia o la despenalización de divisas, con todas sus consecuencias en parte desfavorables e incluso políticamente negativas – algunas de las cuales pueden y deben ser atenuadas por reformas posteriores- contribuirán al reordenamiento y a la recuperación económica del país», dijo Lage.

Sin embargo, no parece haber dudas en el modelo que se construye con la reforma, con puntos de contactos y diferencias con las experiencias de China o de Vietnam: se traza un modelo de economía mixta, con preponderancia estatal y cooperativa, gobernado por un partido único.

Finanzas

A pesar de los intentos del gobierno por evadir la crisis económica, ésta se agudizó cada vez más a partir de 1990 y llegó a su máximo deterioro en los primeros meses de 1994. Los dirigentes económicos del país y la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) llegaron a la conclusión que el primer paso tenía que ser poner en orden las finanzas.

Se trata de un déficit fiscal que comenzó a crecer: en 1992 alcanzó los cuatro mil 800 millones de pesos y cerró 1993 con su cifra máxima, cinco mil 50 millones.

Por otro lado, la masa monetaria circulante creció rápida y sostenidamente en los últimos años, en la misma medida en que decreció su contrapartida en productos, creándose un molesto excedente monetario circulante.

Según cifras del Ministerio de Finanzas, 1993 cerró con una liquidez monetaria de 11 mil 044 millones de pesos, la que llegó en mayo de 1994 a 11 mil 896 millones.

La masa monetaria normal para la población cubana de 10,8 millones de habitantes es de unos tres mil millones de pesos, según el criterio de los técnicos.

Para el vicepresidente Carlos Lage esta situación nace del camino escogido para enfrentar la crisis, desechando las recetas neoliberales, y tratando de «compartir entre todos el peso de estas graves consecuencias económicas».

«Nadie se sorprendió por las consecuencias negativas de esa opción», dijo Lage y apuntó que estaba previsto que «crecería el dinero en manos de la población, se acumularía un exceso de circulante inconveniente y se expandiría el mercado negro».

Añadió que «al mismo tiempo, aumentarían las contradicciones entre las circunstancias en que vive la población y la necesidad de estimular e incentivar un mercado y una actividad como el turismo».

No obstante, consideró Lage, «este camino era mucho más humano y soportable para la población que aplicar medidas de ajuste en condiciones de crisis tan abrupta y profunda».

Bajo esa visión, el parlamento cubano se reunión el 1ro de mayo para aprobar un plan muy general de saneamiento financiero, dándole un voto de confianza al gobierno para su aplicación en detalle.

El gobierno comenzó a generar cómo reducir esas cuentas de un modo paulatino, no traumático para la economía en general ni para la gente.

A pesar de que los términos usados en la reunión parlamentaria despertaron preocupación en sectores de bajos ingresos, el gobierno trató de no afectar precisamente a esas personas.

Los primeros afectados fueron los enriquecidos ilegalmente, conocidos popularmente como «macetas». El 4 de mayo se emitió un decreto de confiscación de bienes a esas personas. Hasta el 30 de noviembre se habían dictado 177 resoluciones de confiscación sobre bienes valorados en 50,9 millones de pesos y 23 mil 862 dólares».

El primero de junio decretó un alza de precios a productos no esenciales y que dio pie a la medida más eficaz en términos prácticos para incidir sobre el excedente de circulante: la venta liberada de cigarrillos y bebidas alcohólicas a altos precios.

Por concepto de ventas de cigarrillos y puros se recaudaron unos mil 150 millones de pesos, mientras que las ventas de rones y aguardientes aportaron 273,3 millones de pesos y 84 millones de pesos las de cervezas.

También se dictaron el alza de las tasas de algunos servicios como corriente eléctrica, agua, alcantarillado, correos y telégrafos, entre otros. El gobierno también abolió algunas de las muchas gratuidades que gozan los cubanos e implementó un sistema tributario, cuyo grueso entra en vigor en 1995.

Según cálculos oficiales, estas medidas permitieron recaudar hasta finales de año mil 852 millones de pesos, ritmo que debe mantenerse en 1995 con la entrada en vigor de los impuestos y la mayor efectividad de los mercados agropecuarios e industrial-artesanales.

«El grueso de esta recaudación está dada, en primer lugar, por la venta liberada de cigarrillos que tuvo en junio su explosión con una media de venta de 8 millones de pesos diarios, y luego un descenso a 6 millones por día en julio y agosto, se estabilizó en septiembre con 6 millones, aunque en octubre se aprecia un nuevo descenso», recordó José Luis Rodríguez, el Ministro de Finanzas.

En cuanto al déficit del presupuesto, el gobierno previó una baja del 40 por ciento para 1994, respecto al año anterior, lo que llevó con tanto rigor que los números rojos descendieron hasta los mil 400 millones de pesos, un 72, por ciento frente a diciembre de 1993.

Para 1995, el gobierno espera lograr otra reducción de unos 400 millones, pues la Ley de Presupuesto aprobada prevé un déficit de 1 000 millones.

La causa fundamental de la formación de este déficit son los subsidios que pesan sobre la industria y la agricultura cubanas.

Ambas actividades trabajan por eliminarlos, pero la batalla por la eficiencia no resulta nada fácil y el ministro Rodríguez piensa que esto llevará en algunos casos hasta cinco años.

Por otro lado, el gobierno no tiene intención por el momento de eliminar la cartilla de racionamiento que garantiza una canasta mínima a todos los ciudadanos a precios subsidiados.

El vicepresidente Lage es uno de los que entienden que es necesario mantener por el momento la cartilla (libreta) de racionamiento.

«Nosotros, además, no debemos – yo diría – avergonzarnos de la libreta; creo que podemos enorgullecernos de la libreta como factor de igualdad social en todos estos años de Revolución, y aún más en condiciones de dificultades», dijo.

Todos estos cambios han provocado una cierta recuperación del valor del deteriorado peso y la desvalorización del dólar en el mercado negro, en libre circulación en el país desde agosto de 1993.

A fines de agosto el presidente Bill Clinton dictó una serie de medidas para reforzar el embargo contra Cuba, entre ellas la supresión de las remesas monetarias a los familiares en la isla.

Ese corte, en vigor desde principio de septiembre, suponía un alza en el precio del dólar que terminó noviembre cotizándose entre 30 y 35 pesos.

A fines de diciembre, cuando aún queda mucho circulante de divisas en las calles, el dólar comenzó a subir nuevamente para terminar el año entre 50 y 70 pesos.

Inversiones

La apertura y fomento de la inversión extranjera es otro rasgo característico de la economía cubana en 1994. No se trata de un fenómeno nuevo; aprobado legalmente desde 1982, fue realmente estimulado por el gobierno a partir de 1989, cuando se vislumbró la crisis del socialismo en Europa.

Lo característico del año no es el ritmo de aumento de las asociaciones económicas (de diferentes modalidades) con el estado cubano, el que se mantuvo semejante al de 1993, sino las diferencias en orientación, volumen y procedencia.

Los datos oficiales con cierre en octubre, indican que en el país funcionan 165 asociaciones con capitales de 38 países, las que operan en 26 ramas de la economía, por un monto superior a los mil 500 millones de dólares.

Al término de diciembre el viceministro de Inversiones Extranjeras, Octavio Castilla, dijo que estas llegaron a 173.

Los principales socios de Cuba provienen de México, España, Canadá (país que penetró con particular fuerza este año), Francia e Italia, mientras que otros como Gran Bretaña vienen abriéndose paso a una velocidad moderada por la ausencia de un acuerdo de protección de inversiones.

Tales documentos fueron firmados con España, Italia, Rusia y Colombia, mientras se negocia con varios gobiernos europeos como el Reino Unido y Francia, así como otros latinoamericanos.

En cuanto al volumen de las inversiones, los acuerdos realizados en el recién finalizado año son mayores que los acordados en el anterior.

Por ejemplo, en telecomunicaciones el convenio con la compañía Domos de México según diversas fuentes podría alcanzar los mil 500 millones, o de refinación de petróleo con un pool de varias firmas estatales y privadas del mismo país, por más de 200 millones de dólares.

En la industria del níquel se constituyó una nueva empresa, con la firma Sherrit Inc. de Canadá por varios cientos de millones, mientras se suscribió una carta de intención para una inversión de 500 millones de dólares con la compañía minera australiana Western Mining Corporation para explotar yacimientos en Pinares de Mayarí (provincia de Holguín).

Vistas por sectores y ramas de la economía, se han realizado 27 asociaciones en turismo, al margen de 37 contratos de administración y comercialización hoteleras.

El 30 por ciento de las inversiones realizadas en el país se concentran en el sector minero, no sólo en el níquel y el petróleo, sino también en los llamados minerales sólidos.

A fines de año, el Parlamento cubano aprobó una nueva Ley Minera que sustituye a un documento con más de un siglo de vigencia. Según los entendidos, la nueva ley constituye un soporte legal importante para los inversionistas extranjeros.

También existen asociaciones en la producción de textiles, cuero, perfumería, artículos de aseo personal, ron y cervezas, jugos de fruta, agua mineral y otros.

Dos nuevas direcciones se manifestaron en 1994 en cuanto al resultado de las inversiones. Algunas de ellas, como las asociaciones de la firma cubana Suchel con la española Camacho, o con el monopolio británico Unilever, comenzaron a producir para el mercado interno de divisas, tanto para tiendas para turistas como para cadenas destinadas a la población que recibe este tipo de moneda.

Esto se manifestó también en otros tipos de productos, incluyendo alimenticios, como el agua mineral, jugos y otros, lo que significó para la economía nacional un importante ahorro en importaciones.

Otra nueva dirección es que el estado aprobó algunas asociaciones destinadas al mercado interno, dirigidas a satisfacer demandas de la población, retribuyendo al socio extranjero mediante erogaciones en divisas de sus arcas.

Todas estas fórmulas significan, además del ahorro por concepto de sustitución de importaciones, estimular industrias y producciones semiparalizadas, abrir nuevas fuentes de trabajo y de otros beneficios adicionales a la población.

Para 1995 las autoridades cubanas deben responder definitivamente a unos 200 proyectos de inversiones, que se estudian en la actualidad, y cuya tramitación debe ser más rápida como consecuencia de la experiencia adquirida y la agilización de los mecanismos.

El 30 de octubre, al inaugurar la XII edición de la Feria Internacional de La Habana, el vicepresidente Carlos Lage estremeció a la comunidad empresarial con dos nuevos anuncios aperturistas.

«En lo adelante ningún sector productivo estará excluido de la inversión de capitales extranjeros», dijo Lage y agregó que se han iniciado las primeras negociaciones en bienes raíces e inmuebles.

La apertura anunciada corrió las cortinas de sectores vedados hasta entonces como el azucarero o el de los servicios. Al cierre del año se negocia con varias compañías extranjeros financiamiento para la producción azucarera y para la refinación del producto. El ministro del ramo, Nelson Torres, negó que esté en planes inmediatos la formación de empresas mixtas (Joint Ventures) en la producción, o la venta de centrales.

Con respecto al primero, el vicepresidente dijo que «también en la producción azucarera que ha despertado siempre un gran interés, se están considerando positivamente diferentes propuestas».

En cuanto a los servicios, Lage apuntó que la asociación hecha en materia de comunicaciones es un buen ejemplo de la factibilidad de ese tipo de negocio.

Otro factor que puede imprimir velocidad y nuevas propuestas en 1995 es un proyecto de ley general de inversiones que el parlamento deberá sancionar en el transcurso del año, y que resulta ser a las claras una garantía general.

Las empresas norteamericanas, limitadas por el embargo económico, han hecho notar su interés, válido una vez sean levantadas las restricciones.

Representaciones de 69 compañías estadounidenses visitaron Cuba en el año recién concluido, 14 de ellas consideradas importantes por el volumen de sus negocios.

Industria azucarera

Al cierre de 1994, el problema mayor de la economía cubana es la industria azucarera, la más importante del país, no sólo por la cuantía de sus exportaciones, sino también por ser la de mayor consumo productivo.

Ninguna industria cubana cuenta con 156 grandes fábricas, un aparato de aseguramiento que podría ser otro ministerio sideromecánico, ni da empleo a cientos de miles de obreros, técnicos y profesionales.

Esta agroindustria precisa en cada zafra grandes volúmenes de combustibles, lubricantes, piezas de recambio, neumáticos, baterías, ropa, calzado, planchas de acero, así como apreciables cantidades de fertilizantes, herbicidas y otros productos.

Algunos teóricos afirman que la actual crisis de la industria azucarera cubana equivale a los estertores de un enfermo terminal, y que el país tendrá que renunciar a esta laboriosa e ingrata rama, a la vez que enrumba su economía sobre otras bases.

El crecimiento sostenido del turismo, asociado con la crisis azucarera, convirtió a la «industria sin chimeneas» en el principal aportador de divisas a la economía, lo que al parecer apoyó la tesis.

Sin embargo, el discurso oficial defiende hasta ahora la necesidad de salvar la industria azucarera y mantenerla por el momento como el pilar de la economía, lo que constituye, según esa línea de pensamiento, la condición necesaria para una recuperación general.

El viejo slogan «sin azúcar no hay país» ha sido desempolvado en nuestros días, y esto parece cumplirse para la finalizada zafra y la de 1995.

Sólo para la zafra 1995-96 se sabrá en definitiva quien tenía razón, pues la recuperación azucarera no puede esperar más.

La industria azucarera cubana produjo en 1990, cuando se desató la crisis económica actual, 8,4 millones de toneladas del dulce, las que comenzaron a caer en 1991 con 7,6 millones y 7 millones en 1992.

Pero el descalabro llegó realmente en 1993 cuando la producción cayó súbitamente a 4,2 millones de toneladas, para caer a 4 en 1994.

En octubre, la casa británica E.D. and F. Man estimó que la cosecha cubana 1994-95 sería de 3,5 millones de toneladas, 500 mil menos que la anterior, por falta de caña, en medio de una baja mundial de producción del dulce.

Técnicos locales consideran muy optimista el pronóstico de la casa británica, y advierten que con mucho esfuerzo tal vez pueda llegarse a 3 millones de toneladas.

La zafra menor después de 1959, cuando Fidel Castro asumió la dirección del país, fue en 1962-63, cuando se produjeron 3,8 millones de toneladas.

Es decir, estamos en presencia de una zafra que marca el tope máximo inferior de la producción socialista cubana.

A pesar de las grandes limitaciones materiales en que se desenvuelve la actividad, los expertos sostienen que los principales problemas están en la parte agrícola de la producción y están asociados a la indisciplina tecnológica, la mala calidad en el trabajo y el desinterés.

Un 20 por ciento de las 131 mil caballerías (1 765 000 hectáreas) plantadas de caña tienen un enyerbamiento considerable, lo que merma la productividad por ser campos mal cultivados.

Para garantizar la recuperación cañera, se debieron plantar 21 mil caballerías este año, lo que se hizo en forma incorrecta, sin observar la disciplina tecnológica, por tal de cumplir metas en tiempo.

Algunos consideran que durante años se culpó a la falta o al exceso de lluvia, como el principal problema de las cañas, pero ciertamente se descuidó la calidad de la semilla, las normas de siembra y la correcta preparación de los terrenos, entre otras cosas. A la falta de combustible para las labores culturales se unió la insuficiencia de tracción animal prevista, pues el Ministerio de la Agricultura sólo entregó 25 mil de las 100 mil yuntas programadas.

Quizás lo único positivo en el desastre azucarero es que impactado por su magnitud e incidencia en el resto de la economía, el gobierno parece haber tomado conciencia del problema y se comienza a trabajar sobre base reales.

La apertura del Mercado Agropecuario creó dificultades entre los productores de caña de azúcar, exceptuados de esa oportunidad comercial, y sin otro estímulo a la vista.

Al igual que en la agricultura no cañera, parece necesario agilizar mecanismos y quitar frenos, de manera que se dé un incentivo material a quienes deben producir las cañas.

El gobierno parece estar consciente de que la oportunidad de rectificar vence y la industria azucarera debe comenzar su recuperación en 1996, aunque tarde entre 3 y 5 años en alcanzar sus niveles históricos.

Informaciones oficiales indicaron que a fines de año muelen 40 centrales en todo el país, mientras el gobierno negocia financiamiento externo.

Agricultura no cañera

El sector agropecuario cubano vivió en 1994 otro año mas de crisis, pues las medidas aplicadas tardarán algún tiempo en fructificar.

La producción de viandas y hortalizas no fue mucho mayor que los 18.5 millones de quintales en el primer caso y los 3,9 millones de quintales, obtenidos en 1993, a pesar de que las afectaciones climáticas fueron menores.

Si la efectividad de la agricultura cubana se mide en su capacidad de abastecer a la población de alimentos, entonces las estadísticas demuestran que nunca fue eficiente.

En la década de los años 50 la isla tenía que invertir alrededor de 150 millones de dólares (una suma entonces considerable) para complementar la dieta nacional a partir de importaciones.

En 1993, el estado gastó el 25,9 por ciento de su capacidad importadora en comprar alimentos básicos para la población, o sea, algo más de 500 millones de dólares, que solo sirvieron para paliar el déficit alimentario.

El pasado año el Estado aplicó una importante reforma en la estructura agrícola cubana, al cooperativizar las grandes fincas y empresas estatales cubanas en Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).

Unas 1 500 de esas unidades se integraron en la agricultura no cañera y más de mil en la producción de caña, que en total abarcan un área superior a los dos millones 600 mil hectáreas, cerca del 80 por ciento de la tierra cultivable de la isla.

«Las UBPC deben representar un crecimiento importante en la producción de alimentos. Cuando hablamos del objetivo de autosuficiencia alimentaria, siempre hay que pensar en aquellas cosas en que razonablemente podremos serlo, porque hay productos que deberán ser importados», opinó en mayo Osvaldo Martínez, presidente de la Comisión Económica del Parlamento.

Sin embargo, un año después de su constitución, las UBPC no significaron el incremento productivo esperado. En ello hay varias causas.

Para el Ministro de Finanzas José Luis Rodríguez, uno de los principales problemas es que «no se cumple lo programado en la actividad fundamental, se trabajan 4 ó 5 horas al día y la mayor parte del personal y los recursos lo dedican, por ejemplo, al autoconsumo».

Otros señalan que ha incidido el desconocimiento de los antiguos obreros agrícolas de administrarse, pues a diferencia de las Cooperativas de Producción Agropecuarias (CPA), integradas por pequeños propietarios, los obreros nunca tuvieron que pensar como dueños.

La Central de Trabajadores de Cuba celebró numerosas reuniones a fines de año en las UBPC donde se puso de relieve la incapacidad de los actuales cooperativistas de acometer las tareas sin contar con personal adicional voluntario.

Tampoco puede obviarse los mecanismos creados para el funcionamiento de esas unidades, muchas veces provistos de una rigidez y concepción lejos de la realidad.

La agricultura como la industria cubanas han sido en buena medida subsidiadas por el estado en todos estos años, posibilidad que terminó. Ahora, ambos sectores deben ir a la eficiencia en un período menor de cinco años.

La política oficial aplicada a fines de año parece andar sobre camino sólido, y algunos vaticinan un rápido detenimiento del deterioro, y el inicio de la recuperación para 1995.

El primer y más importante paso es la apertura del Mercado Agropecuario, que permite la venta de toda la producción no contratada con el Estado a precios regidos por la oferta y la demanda.

En los dos primeros meses y medio de aplicación, octubre, noviembre y hasta la mitad de diciembre las ventas sobrepasaron los 364 millones de pesos, ritmo que aumentará en los primeros meses del año como consecuencia de una mayor oferta, por la cosecha de invierno, que según todos los pronósticos será abundante.

El mercado agropecuario ofrece la posibilidad a muchas UBPC, CPA, fincas, y otras unidades, de recaudar suficientes cantidades de dinero como para eliminar sus deudas, aumentar las ganancias e incentivar más a los trabajadores.

Sin embargo, el mismo gobierno trata de no otorgarle más posibilidades de las que realmente tiene, y los voceros oficiales niegan que esta sea la solución o el camino de la eficiencia.

Esa ruta pasa por producir mucho y barato para vender en un mercado de precios normales (los actuales son sumamente altos), y para ello es necesario ser muy eficientes.

El Ministerio de la Agricultura implementa una política de supervisión general: pero cada vez tiende más a la descentralización y que propugna decisiones rápidas y efectivas a nivel de unidad pequeña.

En las UBPC se trabaja con el principio de vincular al hombre con la tierra, en específico con un área y lógicamente con los resultados de su trabajo.

Se espera que la acción conjunta de todas esas medidas y la participación de todos los productores en el mercado provoquen un despegue de la producción alimentaria en 1995.

Comercio y turismo

Una relación favorable de precios en el mercado mundial hizo crecer modestamente las exportaciones cubanas en 1994. Al cierre del año, el azúcar se estaba cotizando en Nueva York a 14.50 centavos de dólar la libra, mientras que el níquel alcanzó los ocho mil 140 dólares la tonelada.

Aunque considerado marginal por su volumen, el café es otro producto básico de exportación de la isla y al término del año se cotizó a 1.55 dólares la libra.

El vicepresidente Carlos Lage se refirió a este crecimiento del comercio exterior al inaugurar la Feria Internacional de La Habana, en noviembre.

«El valor de las exportaciones cubanas hasta el 30 de septiembre de este año muestra un discreto crecimiento con relación a 1993, por el efecto de los precios en el mercado y el crecimiento de otros productos y ramas de la economía», dijo.

Fuentes cercanas al Ministerio de Comercio Exterior indicaron que esta tendencia se mantuvo hasta finales de año, lo que significa un crecimiento de unos 60 millones de dólares, a partir de los mil 700 millones vendidos al exterior en 1993.

Aunque el crecimiento es muy modesto, para algunos especialistas significa sólo el «stop» en la caída de las exportaciones registradas en los últimos años.

De los cinco mil 415 millones de dólares que Cuba exportó en 1990 cuando comenzó la crisis actual, las ventas cayeron a dos mil 961 en 1991 y a mil 922 millones en 1992.

Al cierre del año, el gobierno no ha dado indicios del comportamiento de las importaciones, que también mantuvieron un comportamiento descendiente.

Esas compras totalizaron siete mil 416 millones en 1990, bajaron a cuatro mil 149 millones en 1991, a dos mil 236 millones en 1992 para ubicarse en dos mil millones en 1993.

Según los especialistas, la balanza comercial seguirá siendo negativa, pues las importaciones apenas alcanzan para cubrir las necesidades mínimas. La estructura misma de esas compras indica lo difícil de administrar la crisis cubana: el 44,2 por ciento de las compras se emplea en petróleo y derivados.

Los alimentos básicos para la población: granos (incluyendo soya), grasas, pollo congelado y otros, consumen el 25,9 por ciento de las importaciones, mientras que los medicamentos, insumos agrícolas y de industrias de ramas exportadoras, el 29,9 por ciento.

Sin embargo, 1994 fue un adelanto en el camino de reorientar el comercio exterior cubano, que quedó en el aire tras la desaparición de la Unión Soviética y su bloque comunista, con el cual Cuba realizaba el 85 por ciento de su comercio exterior.

Las principales exportaciones cubanas: azúcar, níquel, mariscos, tabaco y cítricos, tienen mercado asegurado, en algunos casos gracias a asociaciones económicas con capitales extranjeros.

Al término del año, Cuba tenía relaciones económicas de intercambio con mas de tres mil firmas de 98 países de cinco continentes, de cuales unas 400 mantienen oficinas permanentes en la isla.

La experiencia iniciada por Cimex de almacenes de depósitos aduanales (in bond) con la compañía Havana in Bond, creció notablemente en el año, con todos sus espacios contratados y en espera de la apertura de una sucursal en Santiago de Cuba.

Según algunas versiones que circularon a fin de año, las autoridades estudian un proyecto de puerto libre para la ciudad de Matanzas, 100 kilómetros al este de La Habana, aunque algunos funcionarios defienden la idea de aumentar la modalidad in bond, y no de la de una zona franca.

La Crisis de los Balseros, ocurrida en agosto y septiembre, cortó un magnífico año en turismo, y moderó significativamente el crecimiento propuesto para 1994.

En esos dos meses, 35 000 personas salieron de Cuba en precarias embarcaciones hacia Estados Unidos, las que fueron concentradas en bases militares norteamericanas en Guantánamo y Panamá.

La crisis fracturó la imagen de plaza segura que gozaba la isla y provocó muchas cancelaciones no sólo para la temporada baja, sino también para la alta, que comenzó en noviembre y se extiende hasta abril.

Hoteleros con experiencia reaccionaron con fuertes campañas promocionales fundamentalmente en España, Italia y Alemania los dos mercados mas afectados por la imagen desfavorable.

No obstante esas gestiones, a principios de diciembre los hoteles de mayor eficiencia en la isla no sobrepasaban el 70 por ciento de ocupación lineal.

Datos preliminares aseguran que el número de turistas en 1994 llegó a 630 mil, lo que representa un crecimiento de 16-18 por ciento frente a 1993.

En cuanto a la recaudación bruta, se estima en 850 millones de dólares un 18 por ciento más, de los 720 millones del pasado año, debido al crecimiento del número de visitantes, pero sobre todo de los servicios extrahoteleros.

Durante 1994 se entregaron dos mil 53 habitaciones entre nuevas y restauradas, lo que lleva el fondo general en servicio a 24 mil habitaciones aproximadamente.

Al cierre del año funcionaban en el país 27 asociaciones económicas en el turismo, básicamente en la construcción conjunta de hoteles, así como alrededor de 40 contratos de administración hotelera por parte de firmas internacionales.

El gobierno siguió priorizando el desarrollo de este sector y durante el año se pusieron en funcionamiento alrededor de mil nuevas habitaciones.

Sin embargo, especialistas en esta rama indican que el gobierno alcanzará para 1995 los mil millones de dólares de ingresos brutos por turismo, pero quedará por debajo del millón de visitantes propuestos para esa fecha y tampoco podrá alcanzar las 35 mil habitaciones.

No obstante, el turismo se mantendrá como la mayor aportadora de divisas al país hasta tanto no se recupere la zafra azucarera y alcance sus niveles históricos, cercanos a los 8 millones de toneladas.

Industria, minería y construcciones

Como sector de la economía, la industria cubana no certificó recuperación en 1994, pues la menor producción azucarera diluyó los avances en otras ramas. No obstante, se reportaron crecimientos físicos en 18 de las 21 ramas del sector.

Estas ramas que registraron reanimación en muchos casos están vinculadas a las inversiones extranjeras, las que con capital fresco y adaptaciones tecnológicas, han aprovechado parte de la capacidad industrial instalada que se mantenía ociosa a consecuencia de la crisis.

En ese sentido denotan avances en la rama textil, confecciones, cuero, materiales de la construcción, alimentaria, bebidas y tabaco, farmacéutica, combustibles y otras.

La entrada de capital mexicano en la producción de cemento al adquirir parte de la fábrica El Morro, ubicada en El Mariel, La Habana, estimuló una industria que ya venía avanzando con sus 6 fábricas.

Los especialistas esperan aumentar la producción este año y sobre todo las exportaciones de cemento, que en 1993 fueron de 375 mil toneladas.

También se registraron avances en la producción y comercialización en el resto de la industria de materiales de la construcción, con aumentos en las exportaciones de mármoles, mosaicos, azulejos y módulos de construcción de casas prefabricadas.

En la industria textil también se registraron avances y al acuerdo productivo suscrito con capitales mexicanos se sumó otro con capitales israelíes, lo que supone un continuado crecimiento en 1995.

A fines de año se abrió una nueva planta embotelladora de agua mineral con posibilidades para producir también otros tipos de bebidas, mientras la producción cervecera nacional se vio incentivada por el consumo en el turismo, al igual que la de jugos, en marcha con capital de Chile.

La industria siderúrgica también marcó algún crecimiento productivo y de exportaciones en el área del Caribe y países de América Latina, con aumentos en la venta de barras corrugadas de acero, palanquillas y otros productos.

El combustible mantuvo un buen paso durante todo el año con proyecciones promisorias para el futuro y marcó incluso un crecimiento cercano a las 100 mil toneladas previstas, al finalizar con casi 1,3 millones de toneladas.

La industria farmacéutica logró nuevos mercados en el año y economistas independientes auguran un crecimiento sostenido en los próximos años hasta convertirse en una de las principales fuentes de divisas del país.

La minería es otra actividad que se reanimó durante el año y se prevé un sensible despegue para 1995. Cuba firmó un importante contrato con la firma canadiense Sherrit Inc, dando lugar a una de las mayores y más importantes compañías productoras del mundo.

Con una planta productora en Cuba y una refinería en Canadá, la asociación echó a andar a fines de año. No obstante, se registraron en 1994 crecimientos moderados en la producción que en el año anterior había sido de algo más de 30 mil toneladas.

Otro acuerdo importante suscrito este año fue entre la empresa cubana Caribbean Nickel y la australiana Western Mining Co. para la explotación de un yacimiento en la zona de Pinares de Mayarí, provincia de Holguín, cuyas inversiones se calculan en 500 millones de dólares.

El resto de la minería también marcó adelantos importantes. Un total de 10 compañías canadienses suscribieron contratos para exploración y explotación de oro, plata, zinc, cromo, cobre, plomo y manganeso. A los canadienses se sumó una compañía australiana, mientras se desarrollaban negociaciones con otras de Panamá y Venezuela.

En cuanto a las construcciones, el sector que en la segunda mitad de los 80 se convirtió en el más dinámico de la economía cubana, se registraron avances en 1994 respecto al año anterior.

Aunque no hay precisiones al respecto, se sabe de la terminación de casi mil habitaciones nuevas para el turismo, la remodelación y reanimación de otras instalaciones relacionadas con esta actividad, así como de algunas plantas dedicadas a la producción de medicamentos. No obstante, el nivel productivo del país sigue siendo bajo, con algunos crecimientos en las llamadas viviendas de bajo consumo.

¿Hacia dónde va la economía cubana?

Si algo quedó en el tamiz al finalizar 1994, fueron los contornos de un modelo que la isla parece buscar desde 1990 entre tropezones y apremios de una crisis que no dejó referencias.

De manera general, son innegables las aproximaciones a las experiencias chinas y vietnamitas, pero entendidas en una realidad nacional diferente, y bajo la acción de un bloqueo económico y comercial por parte de Estados Unidos, con un fuerte impacto negativo.

El proceso de reformas que en 1993 y 1994 se llevó a cabo en Cuba y que aún debe continuar en 1995 hizo pensar a observadores extranjeros y habitantes de la isla, que el gobierno había decidido un retorno al capitalismo por una vía menos traumática.

Para el vicepresidente Carlos Lage, el conjunto de medidas tienen relación entre sí y conforman un programa coherente, aunque este no haya sido expuesto en forma pública.

«Algunas reformas aplicadas, vistas superficialmente, pueden considerarse medidas aisladas, pero si se analizan en profundidad se observaría que se trata del inicio de un proceso de cambios y transformaciones que inciden en el conjunto de la economía cubana», dijo.

De manera general, el modelo que está conformando el gobierno de Fidel Castro, está regido por un partido único y una ideología socialista, a la que no se piensa renunciar, aunque sus manifestaciones han variado en el sentido político, adaptándose más a la realidad mundial y local.

«El país aspira a un sistema socialista, lo cual significa un sistema de propiedad estatal de la producción, de igualdad y justicia social», dijo Lage.

La característica fundamental de la economía cubana en 1993 fue el repliegue del estado de la actividad productiva y de otras esferas, pero manteniendo la propiedad.

Para graficar esta tendencia, que se acentuó en 1994 y seguirá creciendo el próximo año, algunos la expresaron como un señor rentista, que controla lo general de la economía, cobra usufructo e impuestos, y sostiene con ese dinero amplios programas de salud y educación.

Al cierre de 1994 había en el país 165 asociaciones con capital extranjero, y otros 200 proyectos en estudio, lo que quiere decir que el número de esos negocios puede duplicarse en 1995, habida cuenta de nuevas facilidades y seguridades otorgadas por el gobierno a los inversionistas.

Pero el 50 por ciento de las mayorías de esas inversiones son propiedad del estado cubano, quien seguirá siendo el gran propietario en la economía.

La inversión extranjera, a partir de los resultados productivos positivos en 1994, juega un papel importante en el modelo económico en diseño.

«En ese sistema socialista, en las condiciones actuales que debe desarrollarse, hay que concebir, promover y estimar convenientemente una creciente participación del capital privado, principalmente en asociación con la propiedad estatal socialista, buscando además tecnología y mercado», estimó Lage.

Una importante decisión aún en desarrollo fue la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), con lo que se acentuó de manera decisiva el proceso de cooperativización en la economía.

En términos políticos, la cooperativa se entiende en Cuba como propiedad socializada, es decir, diferente a la privada y a la estatal.

El nuevo modelo en diseño en Cuba lleva una buena dosis de esta modalidad de propiedad, aun cuando no se haya decidido extender a los servicios, posibilidad no descartable en el futuro.

«En ese sistema socialista se debe concebir una participación importante de la producción cooperativa, esencialmente en la agricultura, para incentivar y motivar la participación de todos los interesados en la producción», dijo el vicepresidente.

Dirigentes cubanos aseguran que el proceso de reformas es irreversible, aunque la dinámica puede poner cambios en ellas.

Para Lage, algunas de esas medidas en curso «pueden y deben ser atenuadas por reformas posteriores», pues sus consecuencias políticas a veces no son favorables.

La ampliación del decreto de Trabajo por Cuenta Propia que estudia el gobierno a fines de año, podría incrementar el ámbito de la iniciativa privada, pero no parece haber intenciones de permitir la capitalización de fortunas nacionales.

Como consecuencia de la crisis, algunas personas acumularon relativas cantidades de dinero como los pequeños campesinos, con las que podrían fomentar negocios.

Sin embargo, el modelo que se proyecta en Cuba no parece contemplar esa posibilidad para tratar de mantener una sociedad sin diferencias significativas en términos de ingresos personales e igualdad social.

 

 

 

Conclusiones

Si se acepta que 1993 fue el año más grave de la crisis cubana actual, entonces hay que ubicar a 1994 como el año del frenazo en la caída.

La continuidad de las reformas emprendidas durante el año anterior, el reordenamiento de las finanzas y las primeras acciones para recuperar el mercado interno dejan a fin de año otro clima no sólo en el ámbito económico, sino también en el político.

Los elementos negativos más importantes de la balanza económica fueron los pobres resultados de la zafra azucarera, que aún deben marcar un mayor deterioro en 1995, la baja en el turismo en el segundo semestre del año, el corte de las remesas familiares desde Estados Unidos y la persistencia de problemas estructurales en la agricultura.

Aunque algunos opinan que es hora de decir adiós al azúcar, el discurso oficial y la opinión de muchos técnicos y economistas siguen defendiendo a esta industria como cabecera de la economía por algún tiempo.

Si las medidas tomadas en la industria azucarera entran en efecto a fines de la próxima zafra, sólo en 1996 se podrá apreciar el inicio de la recuperación en esta rama y por lo tanto de la economía.

La baja en el turismo como consecuencia de la Crisis de los Balseros y la prohibición dictada por el gobierno de Estados Unidos de enviar remesas monetarias a Cuba, tendrá un impacto de unos 400 millones de dólares menos este año, según cálculos de economistas independientes.

Por otro lado, las reformas en la agricultura no dieron los resultados inmediatos esperados, agudizándose los problemas alimentarios y de producción cañera en la primera mitad del año.

Del otro lado de la balanza, la industria comenzó a reportar avances propiciados por la inyección de capital extranjeros y por algunos recursos obtenidos por el gobierno por otras vías, como por ejemplo, las remesas familiares enviadas desde Estados Unidos.

La apertura a fines de año de los mercados agropecuarios e industrial marcó un fuerte estímulo sobre todo en la agricultura, donde se toman medidas que deben apuntar a la eliminación paulatina de los subsidios en los próximos tres-cinco años.

La reducción del excedente circulante y del déficit presupuestario crean condiciones para una mayor operatividad de la economía y para conducir las diferentes ramas hacia los cauces de la eficiencia.

Durante 1994 se han creado las condiciones contractuales, legales y productivas para que una serie de proyectos gestados echen a andar en 1995, dando un avance considerable en muchas ramas.

En ese sentido, a la vez que se volverá a contraer la producción azucarera, se esperan crecimientos significativos en materiales de la construcción, refinación de petróleo, minería, industria farmacéutica y en turismo, entre otras ramas.

Estas previsiones deben apuntar hacia 1995 con despegue en la mayoría de las ramas de la industria, una mejor situación en la agricultura no cañera en medio de una realidad energética menos tensa.

 

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