Dinámica de gastos básicos en Cuba (primera parte)

Un acercamiento investigativo al monto y la estructura de gastos de familias urbanas dependientes de salarios y pensiones.

El alza de precios en los mercados agropecuarios elevó en 2016 los gastos de las familias urbanas.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Una aproximación al monto y la estructura de gastos de familias urbanas dependientes de salarios y pensiones en 2016puede mostrar una realidad compleja y poco abordada, que afecta a una parte no despreciable de la población cubana. Se trata de indagar sobre la situación de aquellas familias cuyos ingresos provienen de compromisos con el sector estatal de la economía: bien a través de un empleo estatal (a razón de salarios promedio) o de la seguridad social (pensión de monto medio). Tiene como antecedentes otros realizados en 2006 y 2013[1], por las mismas autoras.

Muchas han sido las transformaciones que impactan sobre el gasto familiar básico y su estructura: la elevación de salarios y pensiones, la variación en la cantidad de alimentos racionados, la eliminación o reducción de subsidios a bienes y servicios, así como la dinámica de los precios de los bienes básicos.

Resulta importante examinar lo sucedido cinco años después de haberse iniciado la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución aprobados por el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba y en el momento en que estos se actualizaron para el período 2016-2021 por el Séptimo Congreso.

En el período transcurrido de 2011 a 2016 se aprecian dos regularidades: una mejora en el salario promedio y una contracción del rol de la canasta de productos racionados en el consumo. El trabajo se propone valorar cómo quedan las familias cubanas dependientes de salarios y pensiones ante estas variaciones.

Los análisis aquí realizados se vinculan con el deseo manifiesto en el Lineamiento 142de la política social que refiere: “Rescatar el papel del trabajo y los ingresos que por él se obtienen como vía principal para generar productos y servicios de calidad e incremento de la producción y la productividad, y lograr la satisfacción de las necesidades fundamentales de los trabajadores y su familia”[2].

Se espera que los resultados de este análisis puedan servir para fundamentar la incapacidad actual de un salario de nivel medio para cubrir las necesidades básicas de quienes trabajan y sus familia. Se requiere mucho más que un ingreso salarial para poder hacer frente a esas necesidades.

Aproximación a la estructura de gastos de una familia cubana urbana

Para la aproximación a la estructura de gastos de una familia cubana urbana, se implementa el mismo método de cálculo que en los anteriores acercamientos a este asunto. La estimación realizada se basa en la construcción de un presupuesto de gastos básicos para un hogar de tres personas y para un mes. Se ha considerado este tamaño de familia ya que se corresponde con el promedio aproximado de personas en los hogares en Cuba, según el Censo de Población y Viviendas de 2012[3].

La alimentación compromete la mayor parte de los gastos familiares.

La composición sociodemográfica de un hogar de tres personas puede variar, por lo que se han tomado en cuenta, algunas de las posibles estructuras: dos adultos en edad laboral y un anciano (pensionado y sin pensión); un adulto en edad laboral, un menor y un anciano (pensionado y sin pensión); dos adultos en edad laboral y un menor. Estas composiciones familiares resultan en distintos gastos en alimentación, en virtud de los accesos diferenciados a fuentes subsidiadas, e implican diferentes magnitudes de ingresos del hogar. Otros gastos pueden diferenciarse por la presencia de un anciano en el hogar —por ejemplo, los gastos en medicamentos o en determinados alimentos—, pero sin un levantamiento específico de información no es posible capturar esos detalles.

Entre los gastos básicos por hogar se han considerado aquellos que posibilitan acceso a las condiciones esenciales de vida: alimentación, ropa y calzado, productos de higiene y aseo, medicamentos y servicios de energía eléctrica, transporte, agua y gas. No se incluyen entre esos gastos ni los servicios de educación ni los de salud, por tratarse de servicios que brinda el Estado de manera universal y gratuita; ni el alquiler de la vivienda, pues la mayoría de la población habita en viviendas propias.

En cuanto a los gastos en alimentación, se han considerado dos variantes.

La primera parte de tomar en cuenta un consumo de alimentos equivalente a los consumos calórico y proteico promedio para la población cubana en 2016, que ascendieron a 3.524 kcal y 82 gramos al día por habitante. Estos datos fueron estimados por las autoras considerando la disponibilidad de alimentos a partir de las estadísticas de producción nacional e importaciones, ya que el último reporte publicado al respecto por la Oficina Nacional de Estadísticas data de 2008.

La segunda considera un consumo de alimentos equivalente al requerimiento calórico y proteico promedio para la población cubana de aproximadamente 2.400 kcal y 72 gramos de proteína per cápita al día.

En ambas variantes es preciso completar los aportes de los alimentos garantizados mediante el racionamiento, el consumo social y la alimentación pública, a partir de compras en los diferentes espacios de mercado que existen en el país.

El referido completamiento se ha realizado a partir de los alimentos que más se venden en los mercados agropecuarios, en correspondencia con los hábitos alimentarios de la población cubana, y que garantizan los mayores aportes calóricos: arroz, frijol, carne de cerdo y viandas (papa, boniato y plátano). Como el cálculo únicamente se ha limitado a completar el consumo de energía alimentaria y proteína, quedan excluidos productos tan importantes para la salud como las frutas y las hortalizas, que proveen vitaminas, minerales y otros microelementos, así como las grasas visibles (las contenidas en productos tales como aceite, manteca, margarina y mantequilla) y los condimentos, que también son relativamente más caros.

A partir de los precios promedio del mercado agropecuario para 2016[4],  se determinó un gasto per cápita mensual en alimentación para los tipos de hogares analizados que se mueve entre 297 y 334 pesos cubanos no convertibles (CUP[5]), similar al estimado para 2011 (289 y 335 CUP). Ello contrasta con el resultado obtenido para 2005 de 228 a 250 CUP, como consecuencia, fundamentalmente, del incremento de precios.

En la segunda variante —que solo considera un consumo calórico equivalente al requerimiento promedio en función de lo prescrito por el Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos y de la composición etaria de lapoblación cubana—, los gastos per cápita estaban en el rango de los 117 a 161 CUP mensuales en 2005, mientras que en 2011 se ubican entre 135 y 174 CUP y para 2016 se mantienen en un nivel equivalente a este último, de 138 a 171 CUP.

Para estimar los gastos en ropa y calzado, se ha considerado la adquisición anual de dos mudas de ropa en el caso de los adultos y de tres en el de los niños, así como un par de zapatos y ropa interior. Estas compras se valoraron en 2005 a partir de los precios en el mercado estatal de prendas recicladas, parael vestuario, y en el mercado artesanal, para el calzado. Estos supuestos se han mantenido para 2011 y 2016, aun conociendo que más recientemente apenas existe oferta de este tipo de artículos en moneda nacional, con lo cual los gastos efectivos en estas prendas son sustancialmente mayores. Los gastos mensuales que supone la adquisición de estos artículos se mueve de 91-93 CUP en 2005, a 121-123 CUP en 2011 y 2016.

El transporte también genera más gastos.

Los gastos en productos de aseo y limpieza comprenden la adquisición mensual de productos tales como: jabón de baño, de lavar y pasta dental (que ya se eliminaron de la distribución racionada), así como desodorante, detergente y champú. Para 2005 fueron aproximadamente de 87 CUP; para 2011, 114 CUP y en 2016, 138 CUP.

Los gastos en medicamentos y artículos ópticos por familia se han calculado a partir de considerar las compras per cápita mensuales que corresponderían, según las ventas de estos artículos reportadas en los Anuarios Estadísticos de Cuba de 2004, 2011 y 2016, respectivamente. Los resultados fueron de aproximadamente 11 CUP en 2004, 19 CUP en 2011 y 26 CUP en 2016.

Para la estimación del gasto de energía eléctrica por hogar en 2005 se utilizó el consumo promedio correspondiente al primer trimestre de 2006, que valorado a las tarifas eléctricas de aquel entonces reportó un monto de 17 CUP. Tal gasto se consideraba subestimado, ya que el consumo puede ser sustancialmente mayor durante el segundo y tercer trimestres del año, debido al incremento en el consumo energético por causa de las altas temperaturas del verano, lo que elevaría las erogaciones del hogar, por el carácter progresivo de las tarifas. Para 2011 y 2016 este gasto se calculó utilizando la información contenida en el reporte del Anuario Estadístico de Cuba sobre el gasto de electricidad anual en los hogares, a partir de lo cual se obtuvo un promedio mensual que se valoró según las tarifas vigentes. El resultado muestra un aumento a aproximadamente 30 CUP en 2011 y 40 CUP en 2016.

En el caso del servicio de transporte, se ha considerado que solo los trabajadores se mueven los días laborales en el transporte público regular (tarifa de 40 centavos). Este gasto puede ser inferior si se dispone de servicio de transporte obrero, pero también puede ser sustancialmente mayor si se utiliza el servicio de transporte de refuerzo (tarifa de un peso), la variante de ómnibus en cooperativas no agropecuarias de cinco pesos, o el servicio de alquiler privado. Los resultados se mueven entre 19 y 38 CUP, según la actividad de los miembros del hogar.

Para los servicios de agua y gas se han aplicado las tarifas fijas vigentes por consumidor para usuarios que no tienen metro contador de agua y para usuarios del servicio de gas manufacturado, respectivamente.

Los otros servicios comprenden un conjunto de naturaleza industrial (reparación de equipos electrodomésticos, tintorería y lavandería, reparación de muebles y calzado, sastrería y atelier, entre otros) y de tipo personal (barbería y peluquería, entre los más importantes), y se incluyen en la canasta, a partir del gasto per cápita que corresponde a lo reportado para su circulación minorista en el Anuario Estadístico de Cuba: de aproximadamente tres CUP en 2004 y nueve CUP en 2011. Para 2016 se asume un crecimiento promedio anual de 15 por ciento en estos gastos, dinámica similar a la del período de 2004 a 2011, ya que el Anuario Estadístico de Cuba dejó de publicar esta información. El resultado para ese año se ubica en 19 CUP por hogar.

A partir de todas estas consideraciones, se estimó un gasto mensual total por hogar para la variante con consumo de alimentos equivalente al reportado como consumo aparente en 2005 y 2008 (3.356 y 3.285 kcal diarias, respectivamente) y estimado en 2016 (3.524 kcal).

 

Los resultados fueron gastos totales que se movieron en un rango entre:

  • 934 y 1.007 CUP en 2005, que significa un gasto per cápita al mes de 311 a 336 CUP;
  • 206 y 1.348 CUP en 2011, para 402 a 449 CUP per cápita;
  • 283 a 1.395 CUP en 2016, equivalentes a 428-465 CUP per cápita.

En la variante con consumo de alimentos equivalente a 2.400 kcal, los gastos mensuales totales por hogar se mueven entre:

  • 611 y 739 CUP en 2005, correspondiendo un per cápita de 204 a 246 CUP;
  • 747 a 865 CUP en 2011, para 249 a 288 CUP per cápita;
  • 806 a 904 CUP en 2016, equivalentes a 274-301 CUP per cápita.

Se estimó un gasto promedio de los hogares para las variantes tomadas en consideración y a partir de los “tipos” previstos según su composición. La estructura resultante por destino evidencia que lo que compromete la mayor parte del gasto es la alimentación, que abarca: entre 62 por ciento y 74 por ciento en 2005, entre 58 y 73 por ciento en 2011, y entre 55 y 71 por ciento en 2016.

Los productos no alimenticios aparecen en segundo lugar, con una participación entre 20 y 28 por ciento; y los servicios básicos en el tercer puesto, entre seis y 10 por ciento en 2005. Para 2011 estas proporciones se mueven entre 20-32 por ciento y 6-9 por ciento, respectivamente. Mientras que en 2016 se ubican en proporciones análogas a las de 2011: entre 21-34 por ciento y 6-9 por ciento, respectivamente.

Los resultados obtenidos para la participación de los alimentos en los gastos de la familia pueden ser contrastados con los referidos por el estudio realizado por Ferriol, Ramos y Añé[6], que hace públicos algunos datos del procesamiento de la Encuesta sobre la Situación Económica de los Hogares realizada por la ONE en 2001: 66,3 por ciento de los gastos totales de la población de la entonces Ciudad de La Habana correspondieron a alimentos y bebidas en aquel momento. Se pone de manifiesto que esta situación apenas ha variado en época más reciente, mostrando la inercia que prevalece en la estructura de los gastos de consumo y la alta proporción de los alimentos en esta, rasgo típico de un país subdesarrollado.

Otra arista de este problema del gasto básico es la capacidad de acceder a estos bienes y servicios mediante los ingresos familiares. Para lograr un acercamiento a esta cuestión se ha tomado en cuenta el ingreso promedio de los tipos de familia analizados, suponiendo que dichos ingresos provienen de la relación laboral de sus miembros con el Estado o que se benefician de la seguridad social que el Estado garantiza a los que fueran trabajadores; es decir, se han tomado como referencia los salarios promedio de los trabajadores y la pensión media correspondientes a los años 2005, 2011 y 2016.

Para acceder a la canasta, que contiene entre sus componentes el consumo de alimentos promedio de cada uno de esos años, se presentan déficits de ingresos:

  • En 2005 estas carencias se observaban en todos los casos analizados y se ubicaban en 25 CUP (para el caso de las familias con dos trabajadores y un pensionado), 350 CUP (para las familias con un trabajador y un pensionado) y 536 CUP (para las familias con solo un trabajador).
  • En 2011 también estaban presentes en todos los casos y se movieron de 188 CUP (en el caso de las familias con dos trabajadores y un pensionado) a 502 CUP (para las familias con un trabajador y un pensionado) y 751 CUP (para las familias con solo un trabajador).
  • En 2016 solo se presentan dificultades para las familias con un solo trabajador y las que tienen en su composición a un trabajador y un pensionado, con déficits de ingresos de 564 y 287 CUP, respectivamente.

Un gasto equivalente a la segunda variante, que considera como consumo de alimentos el que se corresponde con el requerimiento nutricional medio para la población cubana, era asequible en la mayoría los casos analizados, con excepción de las familias con un solo miembro trabajando o con un trabajador y un pensionado. En estos casos se presentan déficits de: 261 y 75 CUP en 2005, 325 y 75 CUP en 2011, respectivamente.

En 2016, y a partir de la mejora sustancial del salario medio nominal que se presenta en relación con 2011, solo se observa carencia de ingresos de aproximadamente 83 CUP en el caso de las familias con un solo trabajador.

Debido a que el gasto en alimentos es el de mayor impacto, resulta pertinente detenerse en las peculiares características de la distribución alimentaria en Cuba. (2018).

(Continuará)

[1]García, Anicia y Betsy Anaya: Política social en Cuba, nuevos enfoques y programas recientes, en CD Publicaciones 2006-2007 del Centro de Estudios de la Economía Cubana (pp. 37-43); Gastos básicos de una familia cubana urbana en 2011. Situación de las familias «estado-dependientes», en el CD del Seminario Anual sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial, CEEC, junio de 2013.

[2]Partido Comunista de Cuba: Documentos del 7mo Congreso del Partido aprobados por el III Pleno del Comité Central del PCC el 18 de mayo de 2017 y respaldados por la Asamblea Nacional del Poder Popular el 1 de junio de 2017 (I), La Habana, pág. 27.

 

[3]ONEI: Informe nacional. Censo de Población y Viviendas, Cuba 2012. En Cuba contamos todos, La Habana, enero de 2014, pág. 69.

 

[4]Cálculo de precios realizado a partir de ONEI: Ventas de productos agropecuarios. Indicadores seleccionados, enero-diciembre de 2016, edición marzo de 2017.

[5] El CUP, peso cubano no convertible, es la moneda más antigua del país y una de las dos que existen de circulación nacional, con una equivalencia aproximada de 24 CUP respecto a la otra moneda cubana (CUC o peso cubano convertible) y el dólar estadounidense, de acuerdo con el cambio oficial.

[6]Ferriol, Ángela; Maribel Ramos y Lía Añé: Reforma económica y población en riesgo en Ciudad de La Habana, reporte de investigación correspondiente al “Programa Efectos Sociales de las Medidas de Ajuste Económico sobre la Ciudad. Diagnósticos y Perspectivas”, INIE-CEPDE-ONE, enero de 2004.

 

Anexo 1. Recomendaciones nutricionales por grupo etario y promedio para la población cubana según su estructura en 2004, 2011 y 2016

 

    0 a 6 años 7 a 13 años 14 a 64 años  65 o más años Promedio
Año 2004            
           
Energía Kcal 1409 2057 2643 2030 2406
Proteínas g 42 62 79 61 72
Grasas g 46 64 82 63 75
Población 2004 hab 969.263 1.228.446 7.818.350 1.225.232 11.241.291
 Distribución % 9% 11% 70% 11%
Año 2011            
Energía Kcal 1409 2057 2643 2030 2412
Proteínas g 42 62 79 61 72
Grasas g 46 64 82 63 75
           
Población 2011 hab 866.552 1.070.543 7.840.132 1.470.698 11.247.925
8% 10% 70% 13%
Año 2016            
Energía Kcal 1409 2057 2643 2030 2408
Proteínas g 42 62 79 61 72
Grasas g 46 64 82 63 75
   
Población 2016 hab 854.701 979.757 7.781.186 1.623.580 11.239.224
8% 9% 69% 14%

 

Fuentes: Elaboración propia a partir de Lam, Lorenzo: El consumo normado en Cuba, Ponencia presentada al VIII Fórum de la ANEC, Ciudad de La Habana, p.15; ONE (2005) y ONEI (2012 y 2017b)

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