El potencial frenado de las industrias culturales y creativas en Cuba
Políticas y normas cubanas restringen el despliegue de los diversos emprendimientos relacionados con las industrias culturales y creativas.
Este producto periodístico forma parte de la cobertura especial Nuevos actores económicos y desarrollo local en Cuba (2023-2025). #DesarrolloLocalParaCrecer |
La Habana, 7 sep.- El sector privado de Cuba demanda que las instituciones reconozcan ya los emprendimientos vinculados con las industrias culturales y creativas, sobre todo como agentes de desarrollo económico, mayores oportunidades de equidad de género y bienestar social.
En medio de incomprensiones y carencias por la crisis económica, líderes de negocios privados y personas que ejercen el trabajo por cuenta propia buscan alternativas para crear y posicionar productos y servicios vinculados con la artesanía, la cosmética, el diseño, la producción audiovisual, entre otras labores artísticas.
De acuerdo con la economista Tania García, tanto en Cuba como en el resto del mundo “existen prejuicios y tabúes como identificar la industria cultural con el sistema de relaciones económicas que establecen los grandes monopolios internacionales”.
Indica la experta que “hoy existe un importante debate en la sociedad cubana alrededor de la relación siempre conflictiva entre la creación y el mercado”.
Según advierte, “no es posible eludir la dimensión económica de cualquier proyecto cultural, no solo porque resulta forzoso en el proceso creativo mismo, sino porque sus proyecciones determinarán el alcance del propio hecho cultural”.
Al respecto acota: “Sin industria no hay libros, ni cine u otra manifestación artística que llevan –unos más que otros– determinados procesos”, reafirma.
Asimismo resalta que en las industrias culturales y creativas cubanas “hay un gran potencial económico, y urge ampliar las miradas, reforzar la actividad empresarial e incrementar la inversión como uno de los tantos caminos a recorrer”.
Diversidad de actores
“Con la emergencia del sector privado y el trabajo por cuenta propia (desde 2021) se diversificaron y complejizaron las ofertas culturales, recreativas y simbólicas conviviendo así con aquellas que se gestan desde el sector público”, reconocen los investigadores Rubén Padrón, Yamilé Ferrán y Ailyn Martín.
En un artículo publicado en la revista Economía y Desarrollo, en octubre de 2023, exponen que “un grupo de emprendimientos se consolida como micro, pequeñas y medianas industrias culturales y creativas que incluyen bares y restaurantes que fungen como centros nocturnos”.
¿Qué son las industrias culturales y creativas? La Guía para el desarrollo de las industrias culturales y creativas, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, indica entender el concepto “en el sentido de sectores de actividad organizada, compuestos por las funciones necesarias para permitir que bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial lleguen al público o al mercado”. Según la fuente, el proceso de realización y difusión de los productos culturales y creativos incluye reproducción y duplicación; soporte técnico y equipamiento de apoyo; promoción, difusión, circulación, venta y distribución; conservación; comunicación, información y formación. |
Apuntan que personas dedicadas a labores de artesanía, diseño, producción cinematográfica independiente, publicidad, organización de eventos, enseñanza de bailes, entre otras, “están incidiendo de forma directa en el panorama cultural y mediando la forma en que los cubanos interactúan con las producciones simbólicas”.
También señalan que, “en el sector vinculante a las industrias culturales y creativas conviene advertir que entre las actividades prohibidas (desde 2021 para el ejercicio del trabajo por cuenta propia) hay varias relacionadas con la producción simbólica y artístico-literaria”.
Entre los nuevos actores económicos aprobados hasta mayo de 2024 por el Ministerio de Economía y Planificación se incluyen 181 micro-, pequeñas y medianas (mipymes) privadas y un Proyecto de Desarrollo Local (PDL) de confección y diseño de prendas de vestir, calzados y accesorios.
También figuran 94 mipymes privadas y un PDL dedicados a la gestión de discotecas, pistas de baile, la organización de cumpleaños, bodas y otras actividades festivas permitidas por la ley.
Por su parte, 62 mipymes privadas y dos PDL tienen como actividad principal la fabricación de productos de cosmética y limpieza; en tanto otras 25 empresas no estatales ofrecen servicios de diseño aplicado a la comunicación visual, el paisajismo, la confección textil y la informática.
Entre las 598 270 personas que ejercen el trabajo por cuenta propia (TCP) en Cuba, se destacan las integrantes del gremio de cosmética natural artesanal y el de tejedoras, que realizan diversas acciones para impulsar su participación y reconocimiento dentro de las industrias culturales y creativas, con énfasis en preservar tradiciones.
Esa constante búsqueda marca el quehacer de jóvenes artesanas como Karla Dedieu y Yenifer Álvarez, líderes de Chulita teje y Tejidos Leyda, respectivamente.
A la par que realizan iniciativas para el crecimiento de sus negocios y marcas, ambas son gestoras del Encuentro de Tejedoras Habaneras, que tuvo dos ediciones el pasado año en la capital cubana, para visibilizar diversos emprendimientos liderados principalmente por mujeres en una red de desarrollo y consumo local.
Romper barreras
Con la reciente aprobación del Decreto 107/2024, el pasado 19 de agosto, se amplían las restricciones al sector privado y cuentrapropista al prohibir 125 actividades, entre ellas, 12 categorías relacionadas con el arte, el entretenimiento y la recreación, incluido el trabajo cultural comunitario.
Tampoco se permite el ejercicio profesional con fines comerciales sin representación estatal a artistas, de forma individual o colectiva, con excepción de lo previsto en el Decreto-Ley 373 “Del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente”.
En un comentario sobre las nuevas medidas, el crítico, ensayista e investigador de cine cubano, Juan Antonio García, expone: “para nuestros legisladores (e intelectuales y funcionarios que apoyan esa decisión), a estas alturas del siglo XXI no existe la autonomía (la libertad) del consumidor”.
“Cuando la creación se tiene que poner en función de los límites establecidos por los que mandan (que ya tienen una visión del mundo bien definida), esa creación termina mutilada”, señala.
Rosa María Rodríguez, fundadora del Colectivo de Creación Audiovisual Gato Rosa Films, considera “sumamente difícil” encaminar los proyectos privados, “que salen de lo personal, de este espíritu de hacer algo que esté fuera de lo que nos han mostrado, enseñado o inculcado en nuestro país”.
Para la artista y emprendedora, “la propiedad privada es una de las fuentes principales para la evolución de la economía sustentable de un país”.
En tal sentido, considera como un reto para la producción cinematográfica en Cuba la inexistencia de mecanismos para realizar una película sin necesidad de buscar fuentes financieras del extranjero.
Identifica entre las responsabilidades sociales del cine independiente cubano crear “canales propios y vías para que el pueblo acceda a esas películas”.
Sobre las perspectivas de desarrollo en el país de emprendimientos como Gato Rosa Films, comenta: “No creo que tengamos ambiciones difíciles de conseguir, sino que debemos materializarlas con constancia. Esto no es una carrera de velocidad, sino de resistencia”. (2024)
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