La Habana, 25 ago.- De todas las atracciones, Lucía, de cuatro años, prefiere la casita amarilla, donde con otras niñas y niños juega a que atiende en una cafetería. El Parque Hábitat, en un céntrico espacio de la capital cubana, pasó de ser un lugar poco atractivo a un espacio para la recreación y el aprendizaje, a partir de una nueva forma de gestión.

“Soy el emprendedor detrás de Hábitat, un espacio público, eso es lo más importante: conocer que no hay privatización del espacio”, dice Oscar Mendía, de 32 años.

Comenta que su idea inicial era “llegar a un modelo bien sencillo para lograr rescatar este tipo de lugares, activar estos espacios que existen en las comunidades y que, en su mayoría, están bastante desatendidos”.

La manera que encontró para hacerlo, cuenta, fue “insertando un negocio privado dentro del espacio público, entonces las ganancias o parte de ellas van al espacio: gastos de mantenimiento, de seguridad y realización de actividades educativas y pedagógicas”.

Apoyo de la comunidad

Asimismo, asegura: “esas actividades, en alianza con otros proyectos y personas dispuestos a compartir su trabajo y su experiencia con nuestra comunidad, se realizan en un espacio de encuentros para la pedagogía urbana”.

“Llevamos más o menos un año y cuatro meses ya funcionando y realmente la comunidad está muy agradecida, porque era un sitio bastante descuidado. Reparamos los equipos, sembramos plantas y le dimos vida a este espacio que era casi un baño público”, dijo el joven, cuya iniciativa da empleo a unas 15 personas, entre labores de servicio y seguridad.

Según resalta, “antes de empezar, en aras de no llegar a imponer nuestra visión, hicimos una serie de talleres con niños, adolescentes, adultos y con adultos mayores, les explicamos nuestro proyecto y les preguntamos qué tipo de espacio querían tener, cómo veían el parque en el futuro y qué tipo de cosas querrían hacer”.

Esa consulta, prosigue, contó con la participación de una socióloga, “quien lleva una conceptualización, y de ahí salieron ciertas pautas que después aplicamos en la implementación del proyecto”.

Novedades en el parque

A juicio del emprendedor, lo novedoso de Hábitat es que constituye una nueva forma de gestión de espacios públicos: una organización privada, en este caso, una mipyme gestiona un espacio que sigue siendo público y donde las actividades son gratuitas, con un enfoque pedagógico.

“Es muy acogedor para los niños, porque hay muchos aparatos, sobre todo tradicionales, para escalar, otros son didácticos y algunos poco habituales –simulan un barco y un muelle–. Tienen servicios de bebidas y helados, pero los precios…”, dijo Luis González, papá de Lucía.

La entrada, el uso de aparatos inflables y de atracciones son gratis, el consumo en las cafeterías es solo una opción, no es obligatorio. A su vez, las personas usan el mobiliario para hacer sus picnics, señala Mendía.

“El objetivo es llegar a un modelo que se pueda replicar en otros parques y públicos de la ciudad”, agregó y precisó que trabajan mucho desde el diseño, con la asesoría del estudio de arquitectura Ad Urbis, a partir de una guía basada en preguntas a usuarios del parque y la observación.

“Tenemos muchos datos que hemos ido recopilando sobre los públicos: cómo se sienten en el espacio, de dónde son”, entre otras cuestiones.

Impacto social

Para Mendía, el primer impacto social fue la rehabilitación del parque y su conversión en un bien activo, adonde acuden muchas personas de la comunidad y visitantes de varios lugares de la ciudad.

A eso se le suman los talleres. “Este año hemos hecho más de 100 actividades. Y esto es realmente lo que más gusta, porque los niños no solo están saliendo a divertirse, sino que están haciendo algo instructivo, según comentan los padres”.

Uno de los criterios de quienes llevan a sus niñas y niños al parque es la ausencia de árboles, cuya sombra propiciarían un mejor disfrute de la estancia.

“Hay poco arbolado, el lugar se llama Hábitat, así que para hacerle honor al nombre hace falta un poco más de siembra”, consideró González.

Al respecto, Mendía explica que desde el inicio cuentan con un plan de renaturalización, tanto dentro del parque como fuera de él, por el que sembraron diferentes especies de plantas, entre ellas, árboles como vomiteles colorados (Cordia sebestena), framboyanes (Delonix regia), almendros (Prunus dulcis) y robles blancos (Quercus alba)  resistentes a las penetraciones del mar.

También apunta que un fondo otorgado por el proyecto Clic, de la Unión Europea, les permitió crear un biojardín, un sistema de filtros naturales de aguas grises y negras, que funciona sin electricidad e incluye una trampa de grasa, una fosa séptica, una piscina de gravilla y plantas, que hacen un proceso fitosanitario para obtener agua limpia que se utiliza en el riego.

De igual modo, anuncia que planea “seguir creando infraestructura verde, con pérgolas de enredaderas”. (2023)