A Rosa María Rodríguez Pupo le fascina el terror

Ya se prepara La levedad de ella, primer largometraje de una realizadora holguinera que a través de su obra quiere representar los demonios y temores de la mujer.

Rosa María Rodríguez Pupo, cineasta cubana

A Rosa María Rodríguez le gusta hacer cine de terror

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

“Cuando empecé a estudiar la historia del cine, me di cuenta de que la primera manera que encontraron los realizadores para hablar de los grandes demonios de la mujer fue a través del cine de terror”, dice la realizadora Rosa María Rodríguez Pupo.

“Se habla del miedo a la maternidad en El bebé de Rosemary (1968), La profecía (1976), Alien (1979). Cuando se empieza a despegar con el cine de autor como tal, es con el terror”, amplía la también productora audiovisual, una de las titulares del estudio independiente GatoRosafilms.

Ella nació en Holguín, en 1988, y cursó arte dramático en la Academia de Artes Vicentina de la Torre, de Camagüey, entre 2004 y 2007. Fue de los fundadores, y llevó la dirección general, en Trébol Teatro.

Egresó de la especialidad de Dirección de Cine en la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA) de la Universidad de Las Artes; y de Producción, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).

En declaraciones exclusivas para Altercine,  la cineasta holguinera cuenta: “El terror me fascinó desde muy pequeña. También fui a terapia por ello. Una noche me levanté y vi una peli sobre una mujer que mataba hombres. Me traumó. La psicóloga me explicó que todo aquello eran trucos: ‘Usan sangre artificial, y se hace así… Empecé a entender ese universo y lo vi muy divertido”.

Sonríe y confiesa que su película preferida es Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro (1992), de Peter Jackson. “El cine de terror te permite trabajar cosas que normalmente no se hacen. Mis temores y demonios no los veo tan bien representados como sucede en ese género. Eso me fascinó”.

GatoRosafilms busca producir cine independiente de autor. “Escribimos guiones e intervenimos en la parte creativa”, explica Rosa María Rodríguez, líder de esa casa productora. (Foto: Facebook de GatoRosafilms)
Una trayectoria terrorífica

Su primer cortometraje y ejercicio de graduación de la FAMCA, La casa (2013), se inspiró en el cuento La casa de la discreta despedida, de la escritora holguinera Mariela Varona. Trata de un hombre que quiere morirse, pero no se atreve a hacerlo con sus propias manos y accede a un negocio que brinda semejante servicio.

“Nos pareció maravilloso para llevarlo al cine gore”, comenta la realizadora. Par de años después, incursionó otra vez en el género con el cortometraje La costurera, premiado en el Festival Internacional de Cine de Gibara de 2017 y donde el uso de recursos de animación sirve para amortiguar el horror.

“El reto fue hablar de algo tan terrible como la pedofilia, sin caer en lo que estoy denunciando. Porque a veces veía el tema y a la actriz niña la estaban tocando. La animación fue el camino de toda la escena de la violación”. Las tramas de sus historias apuntaban, a veces sin proponérselo, a tales rincones oscuros, como sucedió con I love Papuchi, un corto sobre una mujer obsesionada con su pareja.

“Terminó siendo muy fuerte, pues empieza siendo un chiste y se va convirtiendo en una película de terror —declara Rodríguez Pupo—. La chica se ha tatuado el nombre del tipo, se pasa el día entero cocinándole, no come. Él no quiere que ella tenga un hijo, porque engordaría… Nunca le aposté nada a I love Papuchi y, sin embargo, es de mis películas más reconocidas”.

“La levedad de ella ha sido mi exorcismo”, dice la cineasta holguinera (Foto: Jorge Luis Baños/IPS Cuba)
La mística holguinera

Sus preferencias fueron volviéndose tan notorias que, cuando empezaba a buscar fondos para el proyecto de su primer y único documental, Órgano, al ritmo del son molío, agregó la última frase para aclarar que trataba de la tradición en Holguín en torno a esos instrumentos musicales, y no pensaran “que iría de algo sobre una funeraria y el órgano humano”.

Rodríguez Pupo cree que su afán por el cine de terror puede haber brotado debido a sus raíces holguineras, las de un pueblo que sin café, caña, ni mucha influencia de la negritud, se conformó con españoles que huían de la pobreza. “De alguna manera, nuestro legado es más de esta gente pobre que creaba sus pequeños nichos familiares y sobrevivía hacia dentro”.

“La cultura y la religiosidad era muy mixta”, agrega. “Mi bisabuela nunca fue católica, sino de los cuáqueros, pero veía espíritus. Me hablaba de ellos desde que era niña y, de momento, cogía gajos de una planta u otra y me santiguaba ella misma. Creía en el espiritismo, pero al mismo tiempo, en los espíritus del bosque. Eran cosas muy raras”.

“El cine autóctono es muy peculiar”, expone Rodríguez Pupo y menciona a Rafael de Jesús Ramírez, otro realizador de su mismo barrio, cuya obra “no es para entenderla, sino sentirla”. Y no solo el holguinero, sino el de todo Oriente y también el de Pinar del Río, el de ambos extremos, tienen “algo muy marcado, diferente del cine de la capital: esa cosa mítica… Recursos más fabuladores”.

La levedad

Actualmente, la cineasta holguinera está desarrollando su primer largometraje, La levedad de ella. Con este proyecto ganó el Premio Cine Qua Non Lab-Nuevas Miradas 2022 y fue seleccionada para las formaciones profesionales BoliviaLab. También logró pase directo al Salón de Productores y Proyectos Cinematográficos (Sapcine) del Festival Internacional de Cine de Cali y asistió al Taller de proyectos cinematográficos de Centroamérica y Caribe, del Programa Ibermedia.

El audiovisual trata sobre una mujer de 42 años que, tras haber sobrevivido a un cáncer de mama, recae, esta vez en estado terminal. Ella decide no someterse al tratamiento invasivo propuesto por los médicos, ni contarle a su familia al respecto. La manera que encuentra para ocultar la enfermedad y justificar el vientre fatídico que va creciendo, es decir que está encinta”.

“Decide que sea un embarazo porque ha perdido un hijo”, acota la realizadora. “Es una película donde aparece todo el recorrido de ella, con ese vientre que sigue creciendo. Es muy letal el personaje, una antiheroína. Es casi una peli de testamento, porque ella va construyendo los cierres con todas las personas que le importan”.

El filme tiene listo su guion definitivo y la protagonista será Lola Amores, la actriz de Santa y Andrés (2016), La mujer salvaje (2023) y Una noche con los Rolling Stones (2023). Será una coproducción entre Cuba (con los estudios GatoRosafilms y Vedado Films), México (Martha Films) y Colombia (Ciudad Lunar y Laima Productions).

La joven directora pretende grabar en el segundo trimestre de 2025 y, mientras apuesta a diferentes fondos de financiamiento, aún está haciendo casting para ponerle rostro al resto de los personajes.

Exorcismo

“Vuelvo de alguna manera al terror, porque más allá de la mentira, la mente enferma de Nora (la protagonista) le juega cabeza”, adelanta la creadora de La costurera. “Siente peste. En su cabeza se está descomponiendo y en los reflejos se ve como un monstruo. Los sueños se vuelven reiterativos y se convierten en una realidad paralela”.

“Quiero hablar en mi película sobre la mente de las personas enfermas, porque la mayoría de las mujeres de mi familia ha fallecido de cáncer y tenemos miedo de que eso nos pase. La historia es esa mezcla de todo lo que viene en mi sangre y de mi pérdida como madre”.

Poco antes de escribir las primeras escenas, también la holguinera había perdido un hijo, días después de nacer. “La levedad de ella ha sido mi exorcismo”, dice.

La directora de La trenza —una de las historias que integró el filme coral Cuentos de un día más (2021), bajo dirección general de Fernando Pérez— quiere con su obra confrontar los juicios de las personas sanas sobre el comportamiento de las enfermas.

“O con un proceso de duelo, como el mío —agrega—. ‘Eres joven, vas a ser madre algún día’, me decían; y yo respondía: ‘Soy madre’. No puedo borrar que tuve un hijo y no cerraré el ciclo de dolor teniendo otro. Porque de eso no se trata. Tuve un hijo, que no vive en este terreno, pero existe”.

“Escribir esta película ha sido duro”, confiesa Rosa María Rodríguez. “Y a Nora, el público va a odiarla o amarla. No la concebí para ser ‘políticamente correcta’. Es una persona que está pasando por un proceso de aceptación y decide vivir su propio duelo… a su manera” (2024).

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