Alejandro Ramírez Anderson y los caminos del oro
Formado en Cuba, el realizador guatemalteco dedica su nuevo documental a la denuncia social y política sobre los procesos de minería y extracción en América Latina.

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Foto: Cortesía del entrevistado
Formado como realizador en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de La Habana (FAMCA) y residente por muchos años en Cuba, el guatemalteco Alejandro Ramírez Anderson presentó en Quito, Ecuador, donde vive actualmente, la cinta Caminos del oro.
La sinopsis de su nuevo documental queda resumida en los últimos parlamentos en off: “El oro sale del subsuelo y termina en el subsuelo, en un recorrido inútil y absurdo que destruye naturaleza y culturas, enfatiza las diferencias sociales, corrompe, asesina y perpetua los mecanismos de poder”.
Caminos del oro (Producciones CANEK y CALAS) tuvo su primera presentación en Guadalajara, como parte del laboratorio de investigación del Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS). Este espacio académico de la Universidad de Kassel, dedicado a fortalecer la cooperación académica entre América Latina y Alemania, había lanzado una convocatoria con el tema “La acumulación de riquezas en América Latina”, a la cual Ramírez Anderson envió y ganó con su proyecto.
La premiere fue en el importante evento Documenta , en Kassel. “Luego lo presenté en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Quito. El debate se extendió, pues la gente quiere hablar, exponer sus dudas”, comenta Ramírez Anderson.
Alejandro Ramírez Anderson cuenta con una amplia obra como fotógrafo y documentalista, realizada en varios países de la región, entre ellos: deMOLER, Permiso a la tierra, Monteros, Hombres sobre cubierta, La otra piel, Haití, la apuesta por la vida, Resistencia, Canción de barrio y Tejiendo hilos.

Su obra ha sido expuesta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en la Sociedad General de Autores y Escritores de España (SGAE), en el Instituto Cervantes de París y en el Museo de la Memoria de Chile, entre otros. Posee en Cuba la Distinción por la Cultura Nacional.
El absurdo en el extractivismo del oro
“Pensamos enviar Caminos del oro a algunos festivales, pero luego circulará por las redes, pues me gusta liberar rápidamente mis documentales”, comenta Ramírez Anderson para Altercine.
Conversamos con él sobre el proceso de realización de este documental, que explora y visibiliza, desde la denuncia social y política, los ciclos de la explotación del oro, como maldición y bendición de América Latina. Ramírez Anderson explica:
“Hace unos años tuve la oportunidad de intercambiar en varias conversaciones con el sociólogo venezolano Edgardo Lander y veíamos lo absurdo que es el extractivismo del oro. A diferencia de otros minerales que el hombre sí utiliza ampliamente en la industria, del oro solo se emplea el 8 % de lo extraído en la industria.
“El resto va para reservas privadas y federales; y a la joyería, que el hombre no le da una utilidad real, sino una creada artificialmente, como lo es la ostentación y la acumulación de riquezas… Se me quedó grabada la idea y tenía deseos de hacer algo. Empezó la Covid-19, comencé a investigar más profundamente y CALAS luego lanzó la convocatoria a la cual apliqué con mi proyecto.
Erian Peña Pupo (EPP): ¿Qué objetivos te planteaste al realizar Caminos del oro?
Alejandro Ramírez Anderson (ARA): Visibilizar que este camino del oro, a pesar de lo absurdo, está lleno de recorridos industriales, extractivistas, de corrupción y de violación a los derechos humanos en esos territorios, en los que hay muchas víctimas, como los defensores, los grupos que viven allí, la naturaleza… Es un camino lleno de tropiezos para algo que realmente el ser humano no utiliza.
Una obra creada en los mecanismos alternativos
EPP: ¿Cómo lograste acceder a estos sitios? ¿Tuviste que adaptar la idea original a las posibilidades de filmación?
ARA: El documental es una amalgama de técnicas audiovisuales. Tiene stop motion, 2D, filmaciones reales e imágenes de archivo de Guatemala, pero la mayor parte lo filmé en Ecuador. No está ubicado en ningún país, porque es una situación que se da prácticamente en toda Latinoamérica.

Nunca saqué permisos, filmé por mi cuenta. Gracias al editor Marcos Louit, filmé con celular de alta gama; eso me permitió no llamar mucho la atención, al no llevar un equipo con cámaras, micrófonos… Era solo yo o junto a mi compañera. Podríamos parecer turistas haciendo selfies, cuando estábamos rodando el documental.
Uno está acostumbrado a rodajes con equipos, pero cuando cambié la forma de rodar me fue muy cómodo y me permitió hacer cosas que con un equipo grande no hubiese podido hacer. Tuve algunos inconvenientes, de todo tipo, porque las autoridades (la policía, el ejército) siempre se acercan.
Entrar a los territorios es difícil, pues la gente está muy aprensiva. Tienes que entrar con facilitadores o activistas que tengan una labor previa para poder acceder a las situaciones, porque hay mucha desconfianza. Son territorios complejos, con bandas armadas, grupos de delincuencia. Costó muchísimo entrevistar a los mineros ilegales, pero hicimos un trabajo de estancia y logramos confianza.
Por otra parte, el documental está realizado y producido por la beca del Centro CALAS y al ganar la beca no tuve que tramitar más fondos. Actualmente, y más para el documental político, es bastante difícil acceder a fondos. Casi toda mi obra ha buscado mecanismos alternativos, casi nunca he accedido a los fondos.
Una carga social bastante grande
EPP: Haces un uso muy sugerente de las técnicas de animación. ¿Esto se deriva de la imposibilidad de filmar algunos sitios/hechos o desde un principio la creíste necesaria?
ARA: Tenía desde hace varios años la idea de utilizar animación, también por la relación de amistad que tengo con Ivette Ávila (stop motion) y Ramiro Zardoya (2D). La estética de ambos me atrae muchísimo, pero no había encontrado la oportunidad.
Este documental es muy complejo, porque incluye a las élites económicas de América Latina, y las élites son muy difíciles de penetrar, ya sea en procesos de investigación o de filmación, porque están al filo de la ilegalidad.
Vi una oportunidad para utilizar la animación, ante la imposibilidad de filmar sitios, lugares, testimonios… Fue un poco difícil porque era algo nuevo, pero el trabajo en equipo hizo que lográramos esta narrativa, que es una amalgama con videoclip, animación, la narración en voz en off…
EPP: Tu documental posee una alta carga de denuncia social y política…
ARA: La minería es una de las principales fuentes económicas de las trasnacionales en América Latina. Necesitamos muchos de estos minerales para crear la tecnología que nos permite vivir, pero no estoy de acuerdo en las formas en cómo se hace el extractivismo. Se procede de una manera carroñera, destructiva, sin planificación… devastando los territorios y las culturas originarias, eliminando a la gente que se opone, sin consultorías previas o manipulando a las poblaciones dueñas de los territorios ancestrales.
Las leyes están diseñadas de tal forma que los países en donde se encuentran los minerales no obtienen grandes beneficios. Se anuncian como una actividad que va a desarrollarlos; pero, además de no ganar, pierden por la destrucción de su naturaleza y sus recursos, a veces irreversible.
Militancia con los de abajo
EPP: Caminos del oro sigue la tradición de cine social y político de la región…
ARA: Mi militancia es sobre todo con las personas, con los de abajo, con la gente que está en desventaja social por los poderes y las economías, y en este sentido, por supuesto, soy heredero de todo el movimiento de cine político y de documental político. Hace falta crear conciencia de la situación y por eso la denuncia social y política.
Me cuesta decir cuáles son mis referentes específicos, porque no fui, antes de mi carrera, un cinéfilo empedernido. Descubrí el cine entrando a la FAMCA; y el documental, con mi profesora Belkis Vega, que es uno de mis referentes, y también Octavio Cortázar, con el que tuve la oportunidad de trabajar.
Después, en el camino, descubrí la obra de realizadores como Patricio Guzmán, Fernando Birri y Fernando Pino Solanas; aunque mi mayor inspiración son las luchas sociales y la resistencia de los pueblos a lo largo de más de quinientos años (2022).
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