Resumen de noticias. Un año de arte cubano en Estados Unidos

Doce meses de eventos históricos para el arte cubano en los Estados Unidos terminan con una antología del cine independiente de la nación caribeña en la Florida.

Pese a la ralentización del acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos de América, debido a las decisiones políticas tomadas por la nueva administración del país norteño, la presencia del arte y los artistas cubanos en importantes instituciones estadounidenses no se detuvo. Todo lo contrario. Entre 2017 y lo que va de 2018 se han producido eventos históricos de los que poco se ha hablado en Cuba.

El primero, y acaso más ambicioso de ellos, fue la mega-exposición Adiós Utopia: Dreams and Deceptions in Cuban Art Since 1950 (Adiós Utopia: Sueños y frustraciones en el arte cubano desde 1950), que el Museo de Bellas Artes de Houston, Texas, presentó entre marzo y mayo de 2017. Esta antología de más de medio siglo de arte cubano, fue la mayor de las montadas en ese país desde que, en 1944, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) hiciera la antológica Pintores cubanos modernos.

La de 2017 reunió más de un centenar de obras de pintura, diseño gráfico, fotografía, video, instalación y performance, de más de 50 artistas nacidos en la isla. Cubrió las diversas evoluciones y generaciones del arte nacional a partir del triunfo de la Revolución socialista, incluyendo, entre muchos otros nombres, a José Bedia, Tania Bruguera, Servando Cabrera Moreno, Los Carpinteros, Raúl Corrales, Salvador Corratgé, Tomás Esson, Alexis Leyva ‘Kcho’, Alberto Korda, Glenda León, Carlos Martiel, Raúl Martínez, Glexis Novoa, Reynier Leyva, Alexandre Arrechea Novo, Eduardo Ponjuán, Wilfredo Prieto, Sandra Ramos, René Francisco Rodríguez, José Ángel Toirac, Lázaro Saavedra y Antonio Eligio ‘Tonel’.

Adiós Utopia fue curada por importantes especialistas cubanos: el destacado teórico Gerardo Mosquera, el artista y profesor Rene Francisco y la curadora del Museo de Houston, Elsa Vega. Este proyecto fue concebido por la Cisneros Fontanals Fundación para las Artes (CIFO), que ofreció una parte importante de su acervo de arte cubano, y fue organizada en asociación con el propio Museo de Houston y el Walker Art Center de Minneapolis.

Según un reporte de la agencia EFE, que cita a la puertorriqueña Mari Carmen Ramírez, curadora de Arte Latinoamericano de esa institución, la muestra “se empezó a planificar mucho antes de que Obama restaurase las relaciones entre ambos países, en 2015”. Su propósito era “ayudar a los artistas cubanos a promover sus obras más allá de su país, ya que el arte surgido en Cuba a partir de la revolución es prácticamente desconocido en EE.UU.”

Asegura el propio reporte que Adiós Utopia había recibido antes de finalizar su presencia en Houston, más de 35.000 visitantes.

En noviembre de 2017, la expo se trasladó a la institución que también coordinara su organización: el Walker Art Center, de Mineapolis. Allí permaneció entre el 11 de ese mes y el 18 de marzo de 2018. Según el catálogo, “en lugar de ofrecer un recorrido exhaustivo o un relato totalizador del reciente arte cubano, se ha optado por favorecer el diálogo y el surgimiento de fricciones entre generaciones de obras y por unir a artistas que han trabajado en torno a asuntos comunes. (…) Aunque cada autor ofrece respuestas personales a los programas sociales y políticos puestos en marcha en Cuba, en conjunto el camino es relativamente claro: si en los cincuenta predomina la abstracción geométrica y en los sesenta y setenta se asistió a un resurgimiento de lo figurativo por influencia del Pop Art, en los ochenta nació un Nuevo Arte Cubano surgido de exploraciones críticas posmodernas, y desde entonces los artistas de la isla, en esto no ajenos a corrientes internacionales, han cultivado corrientes y prácticas interdisciplinares y globales.”

Pero el Walker Art Center quiso además comisionar una muestra colateral. Se trató de Cinema Revolution: Cuba, una selección de cuatro clásicos del cine cubano de la Revolución: Memorias del subdesarrollo (1968) y La muerte de un burócrata (1966), ambas de Tomás Gutiérrez Alea; Lucía (Humberto Solás, 1968) y De cierta manera (Sara Gómez, 1977).

Esta selección vino acompañada por acercamientos críticos de estudiosos del cine cubano de la isla y el exterior: el británico Michael Chanan, y los cubanos Juan Antonio García Borrero, Gustavo Arcos, Oneyda González, Alejandro Veciana y Dean Luis Reyes. En palabras de los curadores, sus textos “cubren consideraciones clave, incluidas las innovaciones en la forma, la técnica y el estilo que todavía se admiran o emulan en la actualidad; el impacto de estas películas de la década de 1960 sobre los jóvenes de Cuba en la actualidad; su influencia en la generación actual de artistas; y la relevancia de este trabajo para audiencias fuera de Cuba”.

De manera coincidente, una de las más importantes instituciones museísticas del mundo, el MoMA de Nueva York, programó los días 9, 10 y 11 de marzo, la muestra Cine Cubano bajo censura. Colateral a la presentación allí, desde febrero, de la pieza Sin título (Habana, 2000), de la artista cubana Tania Bruguera, esta serie de 10 películas incluyó títulos como PM (Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, 1961), Conducta impropia (Orlando Jiménez Leal y Néstor Almendros, 1983), Seres extravagantes (Manuel Zayas, 2004), Santa y Andrés (Carlos Lechuga, 2016), Persona (Eliécer Jiménez, 2016), Nadie (Miguel Coyula, 2016), Crematorio (Juan Carlos Cremata, 2013), Despertar (Ricardo Figueredo, Anthony Bubaire, 2011) y El tren de la línea norte (Marcelo Martín, 2015).

Ambas aproximaciones al acervo fílmico cubano permitieron el acceso a las tradiciones en evolución del audiovisual cubano, en sus manifestaciones más canónicas, pero también en direcciones menos legitimadas o reconocidas. La muestra del MoMA puso a dialogar al cine cubano clásico, eso que Juan Antonio García Borrero denomina “la década dorada” de la década del sesenta 60 del siglo XX, con el cine independiente cubano de este siglo XXI.

Y precisamente a esa tradición emergente, pero sólida, del arte cubano estará consagrado el evento Forbidden Fruit: Cuban Independent Film in the 21st Century (Fruta prohibida: Cine Cubano Independiente en el siglo XXI), que celebra el Coral Gables Art Cinema, de la Florida, entre el 23 y el 29 de marzo.

“Vienen en todas las formas y tamaños. Son temerarios y vuelan bajo el radar. Armados con poco más que su inmenso talento y un decisivo sentido del humor, los cineastas cubanos independientes han estado tallando un significativo nicho para sí mismos”, declara el autor del programa, el director de programación del CGAC, Nat Chediak.

La selección de 25 películas cubanas se declara como “un tributo a estos héroes no reconocidos”. Incluye a realizadores como Enrique Colina, Miguel Coyula, Ricardo Figueredo, Carlos Lechuga, Manuel Zayas, Eduardo del Llano, Humberto Padrón, Vanessa Portieles, Yanelvis Gonzalez, Juan Pablo Daranas, Juan Carlos Cremata, Diana Montero, Eliecer Jiménez Almeida, Gustavo Pérez Fernández y Oneyda González González.

Entre los títulos programados están Video de familia (Humberto Padrón), Nadie (Miguel Coyula), Casting (Eduardo del Llano), Operación Alfa (Ricardo Figueredo), Todas iban a ser reinas (Oneyda González, Gustavo Pérez), La vaca de mármol (Enrique Colina), Los bañistas (Carlos Lechuga) y Seres extravagantes (Manuel Zayas). Contará con la presencia de varios de los directores y de actores destacados de la escena cubana, como Mario Guerra.

El Coral Gables Art Cinema ha prestado atención al cine cubano de ayer y hoy. En septiembre de 2017, exhibió durante una semana el más reciente largo de Fernando Pérez, Últimos días en La Habana; el pasado febrero, programó sesiones especiales con la copia restaurada de Memorias del subdesarrollo.

Estos sucesos hacen evidente el interés que sigue despertando el arte cubano en el mundo. Y demuestran la salud de una cultura que tiene mucho que mostrar. (2018)

2 comentarios

  1. Alexis

    El articulo sobre arte está bien redactado.

  2. Redacción IPS Cuba

    MáS DE LO MISMO.

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