Ángel Alonso y el sentimiento de exponer en Cuba
Suave y fresco cuatro décadas después.
Ángel Alonso Blanco es un artista visual muy inquieto, de búsqueda constante. En su labor atesora pinturas, grabados, arte digital, animación, diseño, y hasta composición musical para las animaciones. Esa diversidad creativa incluye, además, la curaduría, el ejercicio de la crítica, y la edición.
En sus obras, de acento antropológico, hay una mirada oblicua, generalmente irónica, hacia el destino del hombre; una reflexión sobre las paradojas del progreso tecnológico y la dialéctica en la civilización, pero también un enfoque de ese hombre hacia dentro, una revisión de sus conductas, gestos y vicios.
Es un ejercicio lúdicro en el que reconocemos los códigos del cómic, el cine negro, el expresionismo, y la carnavalización del arte posmoderno; en fin, una continuación de aquella aventura que él comenzara en la década de 1980, un arte suave y fresco, como se titulara una de las muestras antológicas de aquellos años, donde estuvo presente en la capital cubana.
La inquietud del artista —nacido en La Habana, en 1967— está en consonancia con su inquietud humana, expresada en el movimiento, la circulación, los viajes por Europa, y las estancias prolongadas en dos países del viejo continente: Suecia, donde permaneció cuatro años, y España, donde reside ahora.
La circunstancia de la pandemia ha hecho que Ángel lleve ahora mucho más tiempo del acostumbrado sin regresar a la Isla para encontrarse con su familia y exponer su obra, de manera que conversamos con él para actualizarnos sobre sus últimos avatares.
José Antonio Michelena (JAM): Ángel, tú has experimentado en una diversidad de formas expresivas en el campo de las artes visuales y hasta un poco más allá. A quienes no estamos al tanto de los trabajos que has hecho en España, qué nos puedes decir para ponernos al día.
Ángel Alonso (AA): Al llegar a Calaf, el pueblito de Cataluña donde vivo desde hace cuatro años, lo primero que hice fue un proyecto llamado “El sentimiento de la urgencia”, que aglutinaba artistas de Cuba y de Cataluña. El título trataba de reflejar esa inmediatez que veía como punto en común entre los artistas invitados, casi todos marcados por el expresionismo y la frescura de la pincelada. Incluso los que expusieron videoarte o performance tenían esa urgencia de comunicación que sugiere el título, una frase tomada de El pequeño príncipe.
He trabajado también en otros proyectos colectivos, como la exposición “Herederos de Hatuey”, que aglutinó a muchos artistas cubanos, tanto de los que viven en España como de los que viven en Cuba. Ya sabes que me gusta pintar, pero también hacer otras cosas, como organizar exposiciones.
Mi última muestra personal en Barcelona, recientemente finalizada, se llamó “Figuras Salvajes” y contenía, como tema principal, la vigencia del pensamiento colonial. Se hizo en el Centro Cívico Cotcheres Borrell, un sitio muy céntrico. Aparecían imágenes, por ejemplo, de un policía de la Guardia Civil con casco de conquistador, o de un perro con armadura, de esas que se usaron en la conquista de América. Y es que yo creo que ese pensamiento colonialista está naturalizado aquí, como se puede ver en la estatua a Cristóbal Colón en Barcelona, que señala nuestro continente y parece decir: “Todo aquello nos pertenece”.
(JAM): Sabemos que la revista de arte Artepoli te ha tenido muy entusiasmado –y ocupado– últimamente, ¿cuándo surge y se desarrolla esa publicación, cómo funciona, y cuál es tu función?
(AA): Artepoli surgió hace más de cinco años, yo la conocí cuando aún era solamente digital. Empecé colaborando con textos y ahora soy el editor de contenidos. Ya tiene casi treinta números impresos. Pertenece a una asociación y no tiene anunciantes ni subvenciones. Se imprime gracias a los suscriptores y a lo que aportan los artistas que se promueven en sus páginas. No puede ser de otra manera porque es una impresión de lujo, más cara ahora que ya tiene lomo y pasa de las ochenta páginas. Somos muy selectivos con los artistas que publican sus trabajos allí.
La revista demanda una labor incesante. Parece que la hiciera una gran empresa, pero somos un equipo muy pequeño de personas haciéndolo todo, desde ordenar la oficina hasta llevar al correo los envíos de ejemplares a los suscriptores. Siempre se está trabajando y no solo en labores creativas. Hacemos además presentaciones públicas cuando sale un nuevo número y organizamos exposiciones con los artistas participantes. Tenemos dos muestras programadas en salas de exposiciones para este año.
(JAM): ¿Cuál ha sido tu experiencia en España con la pandemia de la Covid-19 y cómo has podido desarrollar tu trabajo?
(AA): Tuve la suerte de pasar el estado de alarma, acompañado de mi novia, en un pueblito de unos 3 500 habitantes, en una casa agradable y amplia, con patio y huerto. Esto no hubiera sido placentero ni en un pequeño apartamento en Barcelona ni en una urbe superpoblada como La Habana. En las grandes ciudades, sobre todo si utilizas el transporte público, te cruzas con tantas personas al día que las posibilidades de enfermarte se multiplican enormemente.
El confinamiento total, bajo la fase más dura, resultó para mí una etapa fecunda en todos los sentidos, pues pude pintar intensamente, escribir intensamente y amar intensamente, sin presiones de tiempo. Pude gozar del vuelo de una mariposa en los alrededores de mi casa sin las distracciones de la agitación diaria, sin la velocidad a la que tenemos que ir en tiempos normales. La pandemia es lamentable, pero se irá; mientras, cada minuto de nuestra vida ha de ser bien aprovechado
Como uno pinta en casa, el confinamiento no afecta. En mi última muestra personal el aforo era de seis personas y no se podía hacer inauguración, pero organicé diversos encuentros con pequeños grupos a lo largo del primer día de exhibición. Cuando sumas los asistentes casi fueron los mismos que hubiesen concurrido a una inauguración tradicional, pero en cambio pude dar una atención más personalizada, vieron la muestra con mucha más calma, más atentos que cuando hay brindis y vida social intensa.
(JAM): ¿Qué lugar ocupa Cuba en tus proyectos artísticos?
(AA): El primer lugar. Me empieza a preocupar que a causa de la Covid he atrasado mis frecuentes estancias en Cuba, en las que siempre expongo, sea en muestras personales o en colectivas; la última vez que vieron algo de mi trabajo allá fue en aquella gran exposición que organizó Lamothe por el 500 aniversario de la Habana. Por suerte me prometieron un próximo artículo sobre mi obra en la revista Arte Cubano. Como ahora es difícil organizar algo a causa de la pandemia esa será otra manera de estar presente en mi país. Es en Cuba donde más me interesa que se conozca mi trabajo. No sé por qué, simplemente me siento más a gusto con la recepción. Hay un público mucho más interesado en el arte que aquí. Uno piensa desde allá que es diferente, uno supone que al ser España un país desarrollado el nivel cultural será más alto, pero no es así, al menos por lo que yo he visto. (2021)
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