Conmemoración y aflicción
Día del Perro en La Habana
En circunstancias especiales, se celebró el segundo domingo de abril, Día del Perro en Cuba, la peregrinación de animalistas residentes en La Habana a la Tumba de la Lealtad, en el cementerio de Colón, donde reposan los restos de la filántropa estadounidense Jeannette Ryder, fundadora en Cuba de la Sociedad Protectora de Niños, Animales y Plantas, simiente del movimiento animalista cubano.
Esa tradición, que ya tiene ocho décadas, ha cobrado fuerza en los últimos años, porque a pesar de muchísimos pesares, la cantidad de animalistas cubanos ha crecido, porque es mayor el amor a los animales, porque ha aumentado la conciencia de que en tanto seres vivos, ellos tienen derecho a ser tratados como tales, a no recibir maltrato; y ha crecido el reconocimiento al animal que representa en grado más alto la lealtad, la fidelidad y el amor sin límites, el perro.
Los animalistas cubanos, y de modo particular los protectores, sortean cada día incontables obstáculos para salvar, atender, cuidar, a los numerosos perros y gatos que reclaman atención en las calles de la ciudad, bien porque fueron abandonados por sus dueños, o porque nacieron callejeros.
Esos protectores (la mayoría mujeres) entregan tiempo y recursos propios de manera constante en un escenario nada propicio, porque las clínicas veterinarias del estado han ido desapareciendo, los medicamentos son caros, y ni qué decir del costo de la alimentación. La mayoría de ellas y ellos están desbordados de animales en sus propias viviendas como refugios temporales, pero nada los detiene.
Uno de los rostros más visibles y conocidos entre los animalistas y protectores cubanos es el de la bailarina y profesora universitaria Grettel Montes de Oca, cofundadora de Cubanos en Defensa de los Animales (CeDa), un proyecto sociocultural y humanitario con base en las comunidades de La Habana, nacido en 2016. A ella acudimos para que nos comentara cómo había transcurrido esta jornada del Día del Perro, qué novedad presentó dentro de la comunidad animalista, qué pasó el 14 de abril en el cementerio de Colón.
Grettel siempre está ocupada; ella debe multiplicarse para atender la cantidad de tareas que lleva; pero es tan amable, tan generosa, que hizo un aparte en medio de un ensayo para responder.
Para Grettel, el segundo domingo de abril, “es un día muy especial, porque es la única vez en el año en que coincidimos la mayor parte de los animalistas de La Habana. Veo protectores, activistas, que solamente veo ese día. Para mí es bonito reencontrarme con todos ellos. Es una jornada feliz en ese sentido”.
Y, siguiendo su relato, esta vez no fue la excepción, aunque con matices: “Ayer fuimos al cementerio bastantes animalistas; sin embargo, había también un grupo grande de personas ‘controlando’, casi tantas como nosotros. Pero hicimos nuestra marcha, nadie nos lo podía impedir”.
Entre lo acontecido, Grettel narró que la presidenta de Aniplant, habló de Jeannette Ryder, y luego una protectora se refirió a la falta de apoyo que tiene el movimiento animalista; después, Lila, una protectora miembro de CeDa, hizo un homenaje a la francesa Monique Peaincheau, quien participó en la fundación del primer grupo de Protección Animal en Cuba (PAC), en 2012, que también es cofundadora de CeDa, y que está enfrascada, desde hace cinco años, en una investigación para la escritura de un libro sobre la vida de Jeannette Ryder.
Hasta ahí, en apretado resumen, lo sucedido, y Grettel lamenta que “ya no se pudo decir nada más, a pesar de que resultaba importante expresar que esa marcha del 14 de abril de 2024, también era para pedir modificación del Decreto-Ley de Bienestar Animal, para reclamar un Código Penal, y para pedir justicia por el último acto de crueldad animal del que sabemos, y por todos los demás ocurridos”.
Y concluye: “Entonces, fue un momento feliz, por ese reencuentro anual de los que le dedicamos parte de nuestras vidas a los animales, pero con independencia de esa celebración, también estamos de duelo por tantos crímenes cometidos contra los animales”.
A propósito de esa paradoja, la escritora, editora y animalista Zoila Portuondo Guerra, compartió en redes sociales, un texto nombrado “El Día del Perro en Cuba. ¿Celebración o duelo?”, en el que expresa:
“…Solo una cosa podemos celebrar: el incremento de número de cubanos con consciencia y sensibilidad hacia los animales […]. El esfuerzo de cientos de miles para protegerlos y salvarlos de la enfermedad, el abandono y la muerte. La hermosa solidaridad en red que se establece entre protectores, animalistas y personas sensibles […]. Todo eso es de un gran valor y belleza. Porque trae luz y esperanza al corazón. Porque nos hace realmente humanos”.
Pero –según el texto–: “los innombrables hechos de los últimos días, el secuestro continuado de perros, la desesperación e impotencia de los dueños y el despliegue de la violencia hacia los animales en nuestra sociedad, inclina más el ánimo a la tristeza que al júbilo”.
Tanto Grettel como Portuondo Guerra hacen referencia a un asesinato de perros –con el propósito de comercializar su carne– en el pueblo de San José de las Lajas, provincia de Mayabeque, que tuvo amplia repercusión en las redes sociales y en otros medios, y del cual la prensa oficial amplificó una nota al respecto del Ministerio de Agricultura (Minagri).
La publicación del Minagri decía: “Durante el día de hoy se ha estado publicando a través de las redes sociales un despreciable hecho contra el bienestar animal, ocurrido en San José de las Lajas, cuando personas inescrupulosas, atentando contra todas las normas de Sanidad y Bienestar Animal, violando los principios éticos y morales de nuestra sociedad, han realizado matanzas de perros en ese territorio”.
La propia nota declara que “se aplicarán con el máximo rigor las sanciones administrativas, disciplinarias y contravencionales que corresponden en este tipo de incidencia, a tenor de lo establecido en la Política de Bienestar Animal y las normas jurídicas vigentes”, pero esas normas, presentes en el Decreto-Ley número 31/ 2021 de Bienestar Animal, no contemplan el acto de asesinato de perros, ni tampoco el vigente Código Penal establece como delito el maltrato animal. Esas carencias jurídicas son reclamadas por los animalistas cubanos desde hace mucho tiempo.
La matanza de perros y gatos para su comercialización bajo el engaño de ser carne de carnero u otro animal no es nueva en la isla. Ya en la crisis de los noventa sucedió. Ahora, cuando convergen los inhumanos abandonos de mascotas por sus dueños –porque emigraron, o por otros motivos– con la actual crisis económica, vuelve a tomar presencia ese acto despreciable.
El secuestro de perros –sobre todo los de raza– para su posterior venta tampoco es nuevo, pero últimamente se ve una gran cantidad de publicaciones, en las redes sociales, en las que los dueños, muy afligidos, denuncian la pérdida de sus mascotas. Solo quien siente verdadero amor por esos amigos tan entrañables, sabe lo que significa perderlos.
El maltrato animal merece el más enérgico repudio de toda la sociedad en su conjunto. Una sociedad civilizada educa a sus ciudadanos en el respeto a todas las formas de vida y no permite esas conductas; no les brinda, en absoluto, oportunidad.
“El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del ser humano”, nos dejó dicho Charles Darwin; mientras que Abraham Lincoln, expresó algo similar: “Estoy a favor del derecho de los animales. Ese es el camino de un ser humano completo”. Y nunca es demasiado tarde para conocer el valor de esta frase de Anatole France: “Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida”. (2024)
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