Cubanas cosen nasobucos y sus fotos se vuelven virales
Hablamos con Yordy Morejón y Deisy María Rivero, dos mujeres que hacen tapabocas de tela para regalar en sus comunidades y despertaron la admiración de la comunidad virtual.
La propagación del coronavirus Covid-19 ha ido en paralelo. Incrementó tanto en el plano físico como en el espacio virtual. Cadenas de mensajes han recorrido el mundo con noticias falsas, información de relevancia, medidas de control, estadísticas y buenos deseos.
Los usuarios de Cuba han seguido y compartido cada una de estas modalidades, y mucho más desde que el 11 de marzo se reportaron los primeros casos y crece la lista de personas en aislamiento.
Gracias a estas vías de comunicación quienes navegan por las redes han conocido las notas oficiales sobre los casos confirmados, el cierre de establecimientos culturales y el rostro de personas que emplean su tiempo en función de otras, en especial varias mujeres que frente a sus máquinas de coser elaboran nasobucos o tapabocas de tela para entregarlos a personas necesitadas.
Dos cubanas inspiran ante la pandemia
Yordy Morejón, que vive en La Habana, y Deisy María Rivero, vecina de la ciudad central de Camagüey, representan el espíritu de solidaridad que, ante las crisis y los momentos de pánico, salva a los seres humanos.
Ninguna de ellas es costurera o tiene un emprendimiento ligado a este oficio. Sin embargo, ambas tuvieron la idea de confeccionar de forma gratuita nasobucos para sus familiares y otras personas vulnerables, un aditamento recomendado para personas que sientan los síntomas y cuidadores de enfermos.
Ante el hecho de que las mascarillas no están a disposición inmediata de la población, Yordy y Deisy comenzaron a preguntarse: ¿Qué resuelve que la tenga yo y mis vecinos no? ¿Cómo harán quienes no puedan acceder a este implemento? ¿Por qué no confeccionar para los demás?
Y rápidamente estas dos mujeres, que no se conocen, empezaron a producir.
“Ya llevo como tres días cosiendo”, comentó Deysi María Rivero vía telefónica a IPS Cuba, e interrumpió la conversación para pedirle a una joven ayudante que fuera cortando otra tanda de piezas.
“Le hablé a la presidenta del Consejo de Vecinos que convocara a todo el que pudiera dar un pedazo de tela o elástico. Gracias a eso no hemos parado. Ya tenemos cerca de cincuenta”, dijo Rivero.
“No era para tanto”, comentó apenada ante el alcance de sus fotos en las redes sociales y los halagos de cientos de personas por labor solidaria y de responsabilidad ciudadana.
La organización Mundial de la salud recomienda el uso de mascarillas o nasobucos solo para personas con síntomas o enfermas por la Covid-19 y para quienes cuidan de ellas. |
Con Yordy Morejón sucedió parecido. No cree que merezca reconocimiento un gesto que calificó de inherente a la condición humana.
“Hace unos días llegué de Italia y desde que aterricé tenía la idea de hacer los nasobucos. Después de estar en medio del pánico, de las carencias de este producto en las tiendas de Europa, me preguntaba: ¿por qué no lo hacen ellos mismos? Decidí entonces comenzar la fabricación”, dijo a IPS Cuba.
A su iniciativa se incorporaron amistades y familiares, de forma tal que realizan el proceso en cadena. “Cada quien hace la parte que mejor le acomoda: uno corta, otro mide, hay quien cose…”, contó.
Aunque aún no ha contabilizado la cantidad de máscaras cosidas, Yordy quiere lograr un número significativo para, una vez lavadas y planchadas, entregar al asilo de ancianos del pueblo Bejucal, en la provincia de Mayabeque, que colinda con La Habana.
“Quiero que las personas mayores tengan los nasobucos y los puedan usar no solo en este contexto, sino en otros momentos. Por eso no he empezado la entrega, para prever que haya suficientes”, concluyó Rivero.
También pretende donar las mascarillas a escuelas, farmacias y otros lugares expuestos. Para apoyar esta iniciativa, las personas interesadas en contribuir pueden donar telas, elásticos o prestar máquinas de coser. El contacto para ello es el número telefónico: 76 83 60 61.
Otros colores del acceso a tapabocas
Al no existir en la isla caribeña la práctica cotidiana de emplear las mascarillas para protegerse de gripes, polución o como aditamento en empleos que requieren tapar la boca y la nariz, su existencia resulta limitada.
Por eso, en cuanto el coronavirus se acercó al continente americano, las búsquedas y ofertas de este producto comenzaron a multiplicarse. Y no todos los anuncios provienen del desinterés o la hermandad realzada con el ejemplo de Yordy y Deisy.
Si bien industrias estatales ya producen para la comercialización masiva, sabemos que no todos podrán tener su máscara con prontitud. Y es aquí donde entra la solidaridad, además del desespero, la necesidad y el comercio.
Desde finales de 2019, salió un post en uno de los grupos de Facebook dedicados al intercambio comercial directo, promoviendo mascarillas para niños al equivalente a seis dólares. El grupo de esta red social, Madres Cubanas por un Mundo Mejor, con más de 28.600 integrantes, actualizó la publicación con comentarios negativos al respecto y solicitud de contacto para obtener una pieza para su prole, al precio que fuere necesario.
Según el sitio oficial de prensa Cubadebate, la fábrica textil Carlos Simón, de Sancti Spíritus, pretende confeccionar 20.038 mascarillas. |
Este mes, la red minorista de tiendas estatales de la provincia de Villa Clara ofertó nasobucos por el precio de cuatro pesos cubanos, que equivale a 0.20 centavos de dólar. Mientras, en otras provincias del país como Pinar del Río, los atelieres los brindan por 25 pesos. En el portal de compra venta Revolico diversos son los enunciados de quienes necesitan y quienes venden esta pieza. Así varían los precios, desde 0,50 centavos hasta el equivalente a cinco dólares.
En medio de este contraste, siguen replicándose las fotos de dos mujeres que, por iniciativa propia, comenzaron a crear mascarillas para repartir gratis entre la vecindad. Y se suman los reportes de otras manos y agujas solidarias en ciudades como Cárdenas, en la provincia de Matanzas. (2020)
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