Cuba quiere desatar sus finanzas externas

El gobierno cubano anuncia casi a la par un acuerdo internacional sobre su deuda externa y una prohibición para la recepción de dólares en efectivo en su banca.

La banca cubana se cerró a los dólares en efectivo a partir del 21 de junio, como recurso del gobierno cubano para animar la entrada de divisas convertibles que estén libres del castigo estadounidense.

Foto: Tomada de Sputnik

Dos maniobras presentó simultáneamente el gobierno cubano en estos días: la renegociación de pagos de la deuda con el Club de París y la suspensión temporal del depósito de dólares en efectivo en la banca nacional. Ambos pasos, anunciados el mismo día, 10 de junio, apuntan a aliviar el elevado riesgo-país que pesa sobre las operaciones comerciales y financieras externas de Cuba. Pero en los medios y entre la población tuvo mayor repercusión la segunda, quizás más por motivos políticos, aunque la inestabilidad en el consumo interno asome como otra razón.

El cierre temporalmente de las ventanillas de los bancos a la recepción de dólares es la última jugada de Cuba en un enfrentamiento de larga data con Estados Unidos. No es primera vez que La Habana rehúye de la divisa estadounidense ante la imposibilidad de emplearla en mercados externos, pero a juzgar por declaraciones de autoridades cubanas la situación se ha tornado más dramática en el actual año.

De acuerdo con representantes del Banco Central de Cuba (BCC), en las bóvedas bancarias de la nación se ha acumulado gran cantidad de dólares en efectivo que el país no puede emplear para importar alimentos, medicinas y materias primas para su industria, en un momento de sensible deterioro del comercio minorista por la crisis económica que acompaña a la pandemia.

La traba para operar con dólares en los mercados externos es vieja. Amparado en la soberanía estadounidense sobre el dólar, las leyes del bloqueo económico norteamericano sancionan a los bancos de terceros países que aceptan pagos, depósitos o cuentas de empresas cubanas en esa divisa. Pero la persecución se ha vuelto más intensa en los últimos años.

De acuerdo con la vicepresidenta del BCC Yamilé Berra Cires, 24 bancos extranjeros cerraron operaciones con Cuba durante los cuatro años de Donald Trump  (2017 – enero 2021) ​ de 35 bancos que lo han hecho desde el 2005. A esto se suma la cancelación de claves de mensajería SWIFT -red internacional para la comunicación financiera- de 106 instituciones bancarias extranjeras con bancos cubanos, entre otras acciones reportadas por el BCC.

Entre la espada y la pared

Los conflictos para las empresas, bancos e instituciones financieras de Cuba se agravaron en el ámbito comercial y financiero internacional después que el gobierno de Trump incluyó a esta nación caribeña en la lista de países patrocinadores del terrorismo, en enero del presente año, pocos días antes de abandonar la Casa Blanca. Y el Presidente Joe Biden no manifiesta apuro por enmendar las minas que sembró su antecesor en torno a Cuba.

Atrapado paradójicamente entre una crisis de liquidez financiera y la imposibilidad de emplear los pocos dólares que ha conseguido en medio de la pandemia, el Gobierno cubano ha renunciado de nuevo a ingresar billetes con esa identidad. En el 2004 había aplicado un gravamen del 10 por ciento sobre los dólares en efectivo que entraban al país. Pero, en busca de moneda dura por cualquier vía, el Gobierno había eliminado ese recargo en julio del año pasado. Ahora retoma el veto contra el apetecido dólar de manera más radical.

La noticia generó conmoción pública, por la incertidumbre dominante en el escenario ante la severa contracción de actividades económicas y del comercio minorista, con desaparición de productos de las tiendas, largas colas y racionamientos ampliados. Pero quizás su alcance directo sobre el consumo sea menor de lo previsto.

Después del 21 de junio -fecha en que entra en vigor la Resolución 176 del BCC-,  las personas naturales y jurídicas podrán mantener sus cuentas bancarias en dólares, así como recibir transferencias de la divisa estadounidense y depósitos de cualquier otra divisa convertible. La prohibición solo afecta a los dólares en efectivo.

Los bancos mantienen el servicio a la personas de cuentas en moneda libremente convertible (MLC), incluidos dólares que pueden recibirse solo mediante transferencias bancarias.

Persiste comercio en MLC

El comercio de las llamadas tiendas en moneda libremente convertible (MLC), polémico salvavidas del consumo que tiene respaldo en esas cuentas bancarias, se mantiene con vida, aunque marcado por las incomodidades y costos de las conversiones de monedas que tendrán que hacer las personas que envíen remesas o traigan dinero a Cuba, si optan por hacerlo en efectivo.

Con la medida, las autoridades se proponen esquivar una de las causas del elevado riesgo-país de Cuba: las trabas para operar con dólares y las pérdidas millonarias de los bancos extranjeros por sanciones de EEUU cuando negocian con empresas y bancos cubanos con transacciones en USD.

Cuando los representantes del BCC acudieron al programa televisivo Mesa Redonda a explicar la medida, identificaron este motivo como una de las razones del alza de las tasas de interés para Cuba y el encarecimiento general de los financiamientos externos.

La vicepresidenta de esta institución, Berra Cires, insistió, sin embargo, en que esta no era la única causa del elevado riesgo-país de Cuba. No identificó explícitamente otras, pese a que justo en esos días el gobierno cubano maniobraba para resolver una fundamental: los impagos de la deuda externa.

Deuda con Club de París

La decisión de enmendar el acuerdo firmado en 2015 entre el Club de París y Cuba abre las puertas para resolver la incómoda situación de impagos en que se encuentra la nación antillana desde el 2019.

Con visitas técnicas sucesivas, la renegociación ha transcurrido en los últimos meses con la discreción típica de estos asuntos hasta la firma el 10 de junio de un nuevo arreglo en la capital francesa, entre el viceprimer ministro cubano Ricardo Cabrisas Ruíz y Emmanuel Moulin, director General del Tesoro de Francia y Presidente del Club de París.

A juzgar por las escuetas informaciones ofrecidas, Cuba avanzó hacia la modificación del histórico acuerdo que firmó en 2015 con este grupo de 14 países acreedores: le condonaron entonces 8.500 millones de dólares de una deuda total en torno a 11.100 millones, con el compromiso de pagar en plazos el importe restante hasta 2033. Parte de ese capital se destinaría a inversiones en Cuba.

Pero en el 2019, La Habana incumplió parcialmente sus obligaciones y en 2020 pidió la posposición de la cuota anual. Los pagos atrasados ascenderían a unos 200 millones de dólares, según medios internacionales de noticias.

Entre las razones que le impidieron cumplir, la parte cubana mencionó el recrudecimiento de las sanciones y medidas del bloqueo de EEUU, en una situación económica compleja en el mundo, por la COVID-19 y trastornos vinculados con el cambio climático.

Aunque no se conocen aún los detalles, el arreglo pudiera incluir al menos la prórroga de pagos atrasados por un año, probablemente sin intereses sobre este retardo, entre otros detalles.

Con el veto a los dólares en efectivo y la renegociación de la deuda con el Club de París, Cuba puede amortiguar al menos dos problemas de vieja data que gravitan sobre los costos de sus finanzas externas.

Si lo logra, queda en posición más cómoda para enfrentar una vuelta a la normalidad económica y acelerar, con las reformas en marcha, soluciones para otro viejo y lacerante problema: la dependencia de un escaso número de exportaciones y de pocos socios externos. La contracción del turismo casi a cero y la recesión venezolana de varios años volvieron a visibilizar una debilidad igual de pesada para el riesgo-país de Cuba. (2021)

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