Cuba y covid-19: el año de la ciudadanía en redes sociales
Entre el avance forzado del comercio electrónico en la nación caribeña y la participación cívica en debates en redes sociales, se movió un 2020 que fue intenso en temas de nuevas tecnologías.

En este 2020 de emergencia sanitaria se hizo evidente la necesidad palpable de informatizar el país, desde una implementación más acelerada y efectiva que la actual.
Foto: Tomada de Cubadata
El 2020 será recordado, indudablemente, como el año de la covid-19. Pero con ella, y alrededor de ella, se movieron muchos escenarios a nivel mundial y nacional: fueron retados, interpelados, y en muchas ocasiones, superados.
Hacía dos años que en Cuba se había aprobado, en febrero de 2017, la Política Integral para el Perfeccionamiento de la Informatización de la Sociedad en Cuba. Su aplicación había sido lenta según lo esperado, especialmente, por la ciudadanía. Fue entonces que el contexto demandante de la situación pandémica puso sobre ruedas forzadas a determinados eslabones de la informatización de la sociedad.
Lo que sí indicó claramente este 2020 de emergencia sanitaria fue la necesidad palpable de informatizar el país, desde una implementación más acelerada y efectiva que la actual.
Deficiente ejecución del comercio electrónico, limitadas condiciones para la aplicación del teletrabajo y el trabajo a distancia, insuficientes capacidades tanto en recursos humanos como en infraestructura de instituciones y ministerios, escasa digitalización de procesos, registros y servicios, entre otros, son obstáculos que adquirieron mayor visibilidad con el nuevo coronavirus. Si en años anteriores el activismo y la participación cívica en redes habían sido ascendentes, en 2020 se desataron las voces en las plataformas digitales; tanto, que influyeron en decisiones gubernamentales e, incluso, determinaron agendas de comunicación pública y políticas.
Acceso a internet: lo inesperado y el fact check
El primer gran choque con la emergencia de la covid-19 en Cuba fue el crecimiento abrupto del acceso a internet; esperado en parte, pero incalculable en toda su dimensión, al menos en los primeros meses. En marzo y abril, las redes de datos se lo sintieron y la estatal empresa de telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) también.
En ese escenario, el monopolio de las comunicaciones estableció un grupo de medidas, entre las que implicaron rebaja del precio de los servicios de voz y datos por telefonía móvil en horario de la madrugada, ampliación de la vigencia de los llamados bonos, rebaja de tarifa de larga distancia para llamadas nacionales, extensión de la fecha límite de pago de facturas para servicios de telefonía fija, entre otras.

No obstante, los precios de conexión a internet siguieron siendo privativos para buena parte de la población, muy resentida económicamente por la coyuntura sanitaria.
Ni siquiera las mejoras en los paquetes de datos –sobre todo en la tecnología LTE a la cual no acceden muchos usuarios en Cuba– representó un aliciente para el aumento del acceso a las redes y del casi obligado empleo de correos y plataformas digitales con el teletrabajo. Esto generó campañas, post y exigencias por parte de la ciudadanía que encontraron oídos sordos en la empresa.
De todas formas, con una sola entidad dedicada a las telecomunicaciones en la nación caribeña, se mantiene el crecimiento del servicio. Tanto así que, en agosto, Etecsa anunció que ya cuatro millones de clientes contaban con acceso a internet desde los celulares.
Y hubo de todo, y crecieron las aplicaciones en línea, en tanto se incrementó el empleo de WhatsApp y Telegram: desde grupos o canales de apoyo psicológico para familias de niños y niñas, hasta bots creados para alertar sobre las compras online han hecho de estas aplicaciones entre las más empleadas durante los últimos meses.
El incremento en el uso de datos y acceso a internet en Cuba supuso otros retos frente a la infodemia que trajo aparejada la covid-19. El aumento acelerado de información no verificada puso a prueba la capacidad de medios de comunicación y autoridades sanitarias para manejar la desinformación, en un contexto que aún resulta novedoso.
En el país, las alternativas fueron diversas e imbricaron actores institucionales, medios de comunicación estatales y prensa independiente. Varias iniciativas digitales, independientes o institucionales, se sumaron al análisis de datos y la recopilación de información confiable, incluida fuentes científicas. También se hizo más recurrente el uso de las redes sociales, destacando Twitter, para que periodistas y autoridades aclararan dudas de la ciudadanía en relación con el virus o desmintieran contenidos falsos.
Un pesquisador en tiempo real, una comunidad basada en minería de datos, un sitio para la búsqueda científica de artículos y métricas, un bot verificador y una encuesta de carácter sociodemográfico han sido algunas de las alternativas generadas por diferentes colectivos de todo el país.

Los retos de la educación en casa y el teletrabajo
En Cuba, según datos oficiales de 2019, alrededor de siete millones de los 11,2 millones de habitantes acceden a Internet por alguna vía, aunque algunas variantes de las utilizadas con frecuencia –como centros de trabajo, escolares y Joven Club de Computación– estuvieron cerradas durante los meses de la pandemia.
Por ello, el cierre de las escuelas supuso un reto para la educación en casa. Aun con clases televisadas, la enseñanza en el hogar se resintió con la ausencia de posibilidades de educación en línea, ya que no es una alternativa con alcance universal debido a los costos de la conexión a Internet.
Durante más de cinco meses y a pesar de las propuestas educativas institucionales, el acceso a Internet y a las tecnologías de la comunicación se mostró como una necesidad para complementar los contenidos y disponer de herramientas más interactivas.
En ese sentido, existen una serie de plataformas digitales desarrolladas por el Ministerio de Educación con recursos educativos como software, diccionarios y juegos. Sin embargo, la accesibilidad estaba limitada no solo por precios, sino también por capacidad tecnológica de las familias e incluso conocimientos de cómo funcionan estos espacios.
Un obstáculo en el periodo también fue el teletrabajo y el trabajo a distancia, en un país donde no existe una tradición de esta modalidad.
Cuando, en marzo, la isla entró en asilamiento, ni las instituciones ni las personas estaban preparadas tecnológicamente para el teletrabajo, ni los presupuestos estatales soportaban un exceso de gastos por concepto de conectividad (incluso ni lo tenían concebido) y mucho menos las mentalidades de “ocho horas de oficina” confiaban cabalmente en la productividad de estas opciones laborales. No estaban preparadas y tampoco lo están hoy, cerrando el año.
Según datos ofrecidos en agosto por Marta Elena Feitó, ministra de Trabajo y Seguridad Social, al intervenir en el programa televisivo Mesa Redonda, el país llegó a tener unos 624.000 trabajadores en estas formas de trabajo. Eso apenas representó 13,4 por ciento de la población económicamente activa.

Un tiempo antes, la misma Feitó reconoció que hay organismos más avanzados que otros, los cuales han podido adquirir equipamiento en el ámbito de las TICs que les permiten flexibilidad y optimizar las modalidades de trabajo. A las limitaciones de soportes técnicos esenciales para el teletrabajo, trabajo a distancia o cualquier proceso laboral en sentido general, se suman prácticas profesionales tradicionales.
La odisea del comercio electrónico
Hay que reconocer que uno de los espacios más retados y que ha crecido, es el comercio electrónico.
Si como parte de la política gubernamental de informatización está la intención de disponer de prestaciones en línea “entre instituciones y hacia los ciudadanos, con prioridad en trámites, gestión del gobierno y comercio electrónico”, la crisis de la covid-19 puso al descubierto, y duramente, cuán lejos se está de esa panacea.
Un comercio electrónico incoherente, con más preguntas que respuestas, con una demanda que supera en miles a la oferta, con un sistema logístico interno deficiente, fue la primera alerta a inicios de año.
Cuando todo el país estuvo en plena cuarentena, las autoridades quisieron acelerar la compraventa de productos de primera necesidad, un fenómeno que les superó y para lo cual no estaban ni están preparados aún hoy día, más allá de que se perfecciona el mecanismo. Fue precisamente la plataforma de tiendas virtuales de Tu Envío, de la sociedad mercantil Corporación Cimex S.A, la que ocupó más titulares, post y memes en las redes sociales que las propias noticias oficiales, durante todo el periodo.

De la desgracia tecnológica surgieron entonces las iniciativas ciudadanas. Aparecieron así las alertas por Telegram para avisar cuando existieran combos en las tiendas virtuales y más reciente, la aplicación Comprando en Cuba, empleada por la ciudadanía para intentar “cazar” alguna oferta en los escasos minutos del día en que están disponibles en los sitios.
A su vez, en tiempos de covid-19 se confirmó la importancia de la gestión de trámites online y la necesidad de tener totalmente digitalizados los registros públicos, como los servicios hospitalarios y legales, el Registro de Consumidores (Oficoda), entre otros. La realidad demostró ser otra.
Aunque en toda la madeja –hay que destacar–, la gestión de la telebanca funcionó efectivamente en medio de la compleja situación. La aplicación Transfermóvil resistió, salvo contadas jornadas, un crecimiento exponencial en sus operaciones, e incluso aumentó su capacidad en el pago de servicios básicos y solicitud de nuevas prestaciones, como la posibilidad de abrir una cuenta con tarjeta magnética en moneda libremente convertible con un solo click, literalmente.
Entre emprendimientos y challenge: ciudadanía
La migración acelerada de los emprendimientos cubanos hacia el espacio digital fue uno de los resultados de los meses de confinamiento por la covid-19, en los cuales se asentó el comercio electrónico y la creación de servicios online como parte de la nueva dinámica nacional.
De ahí surgieron proyectos como Powerbot, un emprendimiento por el comercio digital en Cuba o Cubaweb un “acelerador de negocios para emprendedores cubanos”, que funciona como una plataforma de gestión integral de servicios.

Otro escenario de crecimiento fue el activismo en redes. La violencia de género ocupó, durante varias semanas, los intercambios en plataformas digitales, tanto que el año cierra con una guía para atender las denuncias telefónicas, elaborada por un grupo de trabajo coordinado por la Federación de Mujeres Cubanas, con la participación de la Universidad de La Habana, la Fiscalía General de la República, la Policía Nacional Revolucionaria y el Centro Nacional de Educación Sexual.
Con el aislamiento por la covid-19 se produjo un incremento de la violencia contra las mujeres en los hogares. Aunque las autoridades no ofrecieron cifras públicas al respecto de forma frecuente, la plataforma actualizó de forma constante sobre el tema y abrió en esa etapa su línea telefónica de apoyo a mujeres en situación de violencia machista, autogestionada por sus creadoras y colaboradoras. A su vez, destacan los materiales y mensajes compartidos en el periodo por Evoluciona, la campaña cubana por la no violencia hacia las mujeres.
Durante el año, varios fueron los espacios que promovieron, visibilizaron e impulsaron la sororidad entre las cubanas y la identidad afrocubana. Entre ellos resaltan las alianzas de emprendimientos liderados por mujeres, las convocatorias y contenidos compartidos desde las redes sociales y las iniciativas de algunas figuras de la comunidad artística.

En estos meses resaltan también iniciativas digitales enfrascadas en un discurso antirracista, como la recién creada revista , los podcast de Lo llevamos rizo y En Estéreo, así como el grupo comunitario Hair Love.
A la par que prosperan las acciones por la salvaguarda y el respeto de los animales en el país caribeño, ganan reconocimiento los sitios y perfiles digitales de quienes abogan por esta causa. Revistas online, canales de YouTube, grupos y perfiles en Facebook mostraron un espectro amplio de la situación actual de los animales en la nación caribeña y de las garantías esperadas para ellos. El Arca, El refugio y La cobija marcaron agenda en cuanto al activismo animalista.
Los meses de confinamiento desataron, de la misma manera, propuestas artísticas online, desde creadores que ofrecían clases y conciertos por sus perfiles oficiales hasta eventos creados específicamente para este escenario, como el festival Tunturuntu para tu casa.
Fue 2020 un año activo en retos virales como el #JerusalemaChallenge, con el cual personas dentro y fuera de la nación caribeña subieron a sus perfiles de Instagram, Youtube y Tik Tok sus videos realizando el desafío que se convirtió en un “canto de esperanza contra la pandemia del coronavirus”. Entre los más vistos estuvieron los realizados por el Lizt Alfonso Dance Cuba, el colectivo de La sombrilla amarilla y un grupo de fieles en la iglesia El Cobre, en Santiago de Cuba.
Y no faltaron los memes con una explosión creativa durante la transmisión de la telenovela cubana “El rostro de los días”, que desencadenó una furia de burlas gráficas publicadas al final de cada emisión. No obstante, en no pocas ocasiones se generaron fuertes debates sobre algunas de estas gráficas que contenían mensajes sexistas.
Igualmente, generaron polémica el challenge “la fábrica y el producto”, por su contenido discriminatorio, así como filtraciones de chat privados ocurridos durante estos meses que destaparon un intercambio sobre las respuestas legales e institucionales a este tipo de ciberacoso o ciberviolencia.
Redes sociales como escenario de debate nacional
El año empezó con debate en redes sociales y parece ser que cerrará igual. ¿La diferencia? La polémica va marcando agenda pública y política y, en algunos casos, logra alcanzar resultados o cambiar decisiones.

En los primeros meses se sintió el intercambio sobre la censura en la televisión, a propósito de un beso gay cortado en una película. El revuelo fue tal que no solo se emitió una disculpa institucional, sino que se repitió el filme de forma íntegra.
Desde ese mismo espíritu y resultado destacó la polémica desatada por la medida del cobro de prórroga, de forma retroactiva, a cubanos que quedaron varados fuera del país con el cierre de fronteras ante la covid-19. El debate generado en plataformas digitales sumó centenares de usuarios que manifestaron su descontento e incluso se produjo una petición de recogida de firmas para exigir la cancelación de la medida. Y lo lograron. Días después el gobierno anunció la modificación de la disposición.
Y casi cerrando el año, el intercambio en redes parece tener también algunos resultados, cuando recién se debate sobre el incremento de la tarifa eléctrica, una de las acciones más criticadas en el proceso actual de reordenamiento monetario.
Desde que el 10 de diciembre el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, anunciara la esperada y debatida unificación monetaria a partir del primero de enero, las redes sociales se dispararon con criterios emitidos desde la nación caribeña. Comentarios, debates, documentos con las disposiciones legales y las nuevas tarifas inundaron durante días las principales plataformas digitales, donde tampoco faltan los memes, especialmente vinculados a los nuevos precios de la electricidad. Tal ha sido el alcance de las publicaciones que, durante la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular de 2020, Marino Murillo, jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, informó que se está revisando la nueva tarifa eléctrica.
En tanto, otros debates sirvieron para esclarecer posturas sobre complejos temas, como el sacrificio animal en las religiones afrocubanas. A inicios de año, destacados activistas animalistas y antirracistas sostuvieron criterios encontrados sobre una cuestión evadida muchas veces por los espacios tradicionales y oficiales, pero que se reaviva con la aún pendiente Ley de Protección Animal. La polémica inició un fuerte diálogo que convocó a respetar identidades y evitar las “ofensas desagradables, excluyentes, racistas y discriminatorias contra toda una población practicante, una historia, una identidad”.
Por otra parte, la ciudadanía colocó en diálogo nacional el estado constructivo de la capital cubana. Luego de la trágica muerte de tres niñas por causa del colapso de un balcón en La Habana Vieja, varios usuarios se sumaron al hashtag #Alertadederrumbe, que denunciaba las múltiples edificaciones que representan un peligro para la vida en la capital cubana, donde se estima una pérdida anual de 1.000 viviendas por deterioro.
Pero, sin duda, la mayor polémica de alcance nacional, tanto en plataformas digitales como en medios tradicionales, sucede desde el pasado mes de noviembre, tras los sucesos del Movimiento San Isidro.
Las redes se inundaron de publicaciones, cuando personas cercanas al movimiento con sede en la barriada habanera de la cual toma su nombre y periodistas independientes reportaron que, en la noche del 26 de noviembre, autoridades desalojaron a sus integrantes y aliados quienes protagonizaron, durante varios días, una huelga hasta de hambre y sed en algunos casos.
Los sucesos fueron y son todavía muy comentados. Han suscitado diversas reacciones por parte de voces y organizaciones oficiales, así como de entidades ciudadanas.
De una parte, se ha calificado de provocación y manipulación política esos hechos, con fines injerencistas por intereses foráneos. Otra parte comprende las razones de las y los huelguistas, que promueven la libertad artística y de pensamiento; y numerosas personas llaman a la conciliación de posiciones entre las partes y al diálogo.
Al intenso debate se sumó que, el 27 de noviembre, más de 300 artistas, intelectuales y ciudadanos cubanos acudieron al Ministerio de Cultura para “exigir el cumplimiento de libertades y derechos ciudadanos”.
“El detonante fue la violencia policial ejercida el día anterior contra el Movimiento San Isidro, y también el aumento de la censura y represión contra artistas, intelectuales y activistas, que nos ha sacudido y obligado a pronunciarnos”, emitieron en su declaración.
Cientos de comentarios aparecieron en días posteriores, en un debate que duró semanas y de cierta manera todavía pervive, aun cuando el proceso de reordenamiento se lleva la mayoría de los posts por estas jornadas. (2020)
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