Dazra Novak: ¿Con  la cabeza entre las nubes?

La talentosa y joven escritora cubana gana el Premio Italo Calvino entre 62 obras presentadas al certamen italo-cubano.

Dazra es la directora del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.

Foto: Caimán Barbudo

Dazra Novak (La Habana, 1978) es una joven escritora cubana cuyas osadías temáticas y formales han llamado la atención de la crítica especializada. Es quizás esta, una de las razones que hicieron que obtuviera el Premio Italo Calvino correspondiente a 2020 y que acaba de entregarse pues la ceremonia de premiación se retardó debido a la pandemia.

El jurado integrado por Roberto Méndez, Carlos Zamora y Gaetano Longo destacó entre 62 novelas presentadas a Cherie y enfatizó las cualidades formales y conceptuales de la obra. El premio convocado por la Asociación Cultural Italiana ARCI y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba es uno de los más codiciados por los escritores cubanos y uno de los más importantes entre los que se convocan en la Isla.

En busca de mayor información La Esquina de Padura entrevista a la ganadora quien nos ofrece un fresco sobre ella misma y la literatura de sus contemporáneos.

Marilyn Bobes (MB): Háblanos sobre tu novela premiada

Dazra Novak (DN): La novela Chérie es un recorrido sentimental por la vida y obra de la reconocida pintora cubana Rocío García. Eso es en un sentido más amplio, digamos, más abarcador. Dentro hay muchas más cosas. Primero, creo que es una gran artista, muy aplaudida y seguida, pero debería ser más atendida (para nuestra suerte el crítico Rufo Caballero, ya desaparecido, supo verla y entenderla a tiempo) y por eso me lancé a esa exploración más a fondo de las «narrativas» subyacentes con el fin de despertar otras lecturas posibles. Segundo, la manera en que se acerca la gente a ella, las cosas que esperan de ella a partir de esa obra irreverente, que atraviesa zonas tan oscuras de la sexualidad y el poder, por ejemplo, pero que no sospechan su búsqueda constante de la belleza. Rocío le da muchísima importancia a lo bello, en todo el sentido de la palabra. Tercero, mis propias inquietudes con la pintura. Antes de la escritura yo intenté la pintura, o mejor dicho, el dibujo. Solía dibujar manos (obsesión que quedó después en la simple observación, suelo mirar las manos de los demás cuando me hablan, su arquitectura y movimiento). Y Rocío comenzó contando historias, de ahí que bromeáramos en nuestros numerosos encuentros, en medio de mis decenas de preguntas, con la idea de que quizá ella fuera una escritora que pinta y yo una pintora que escribe. Cuarto, su historia de vida, en particular ese amor tan grande que conoce en el antiguo Leningrado (hoy San Petersburgo), donde estudió por siete años y a dónde llegó después de viajar un mes entero en barco. Ese amor inspiró uno de sus más bellos cuadros, «La nieve». La novela comienza con su niñez y esa pasión por los cómics y las historias, y termina con su exposición The Mission, en 2015.

MB: ¿Qué te impulsó a concursar en el Italo Calvino?

DN: Yo había trabajado tres años en esa novela, había pasado sin descanso de la escritura de Niñas en la casa vieja, a Chérie. La primera tardó dos años en quedar lista, la segunda, tres. Ya había aceptado la propuesta del profesor Eduardo Heras para dirigir el Centro Onelio y me forcé a cerrarla en diciembre de 2019, porque sabía que después ya no tendría tiempo. Entonces la dejo reposar un poco, como suelo hacer con todos los proyectos, y sale la convocatoria del Calvino. Sin dudas una buena oportunidad tanto para publicación como para su valoración, y también, claro, porque es un reconocimiento importante más allá de la dotación. Cuando llegó la noticia, francamente, ya no la estaba esperando. Había tardado tanto que me dije, seguro que es otro el ganador, porque a estas alturas, si fuera yo, ya me habrían dicho. Qué alegría haberme equivocado.

La escritora ha obtenido diversos premios y publicado en numerosas antologías en Cuba y el mundo.

MB: ¿Por qué tu interés en el mundo de las artes visuales?

DN: Como decía anteriormente yo solía dibujar, y en algún momento acaricié la idea de intentar entrar a San Alejandro (creo que tendría unos 16 o 17 años). Al final nunca lo hice, pero sí revisaba muchos catálogos de pintores, luego visitaba el museo. Hay cuadros que no me canso de mirar. Escuchando a Rocío hablar con sus estudiantes me volví a conectar con todo aquello. Llegué a hacer algunas cositas con acuarelas sobre cartulina, a partir de sus consejos. La pintura es como un pase directo a otra dimensión, suelo caer en un estado delicioso donde los ruidos bajan de tono, como si las molestias del mundo se replegaran y ahí, sobre el blanco, va saliendo alguna forma que a veces ya está en la mente, a veces no y uno se pregunta ¿qué guía entonces la mano? Es un lenguaje muy hermoso y yo quería contar eso. Y creo que lo logré en alguna medida, por los comentarios que me hicieron el día de la premiación Roberto Méndez y Carlos Zamora, jurados del concurso. También Rocío me lo dijo cuando se la di a leer un año atrás. Me dijo, hablas como una pintora.

MB: ¿Qué piensas sobre las novelas que se escriben actualmente en Cuba?

DN: No creo haberlas leído todas, y es algo incómodo meterlas todas en un mismo saco si no he hecho bien esa tarea. Solo diré que, en mi opinión, hasta donde he podido leer, la literatura cubana está viviendo un momento de transición. Me atrevería a decir que este es un fenómeno a nivel mundial.

MB: ¿Reconoces diferencias entre la literatura escrita por mujeres?

DN: No suelo buscar esas diferencias, me gusta más aplaudir el valor de cada quien para contar, con la mayor honestidad, su propia perspectiva. Eso sí, aplaudo el valor de todas, absolutamente todas las mujeres que van siempre abriendo camino, en la literatura o donde sea.

MB: ¿En qué trabajas actualmente?

DN: Dos años dirigiendo el Centro Onelio, donde tuve que enfrentar obras de reparación en plena pandemia, han sido realmente un duro comienzo. Pero no me quejo, ya se van viendo algunos resultados. Por supuesto, no me ha quedado tiempo para la narrativa (aunque, por esas cosas misteriosas de la vida, he vuelto a escribir poesía). Ya a estas alturas siento de nuevo la necesidad, el llamado, y comienzo desde ya un nuevo proyecto de novela.

MB: ¿Cómo definirías a Dazra Novak?

DN: Es alguien que vive con la cabeza entre las nubes.

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