El conjunto de medidas anunciadas por el gobierno a fines del 2023 ha desatado preocupaciones producto de los impactos a corto plazo que se derivarán del alza de precios en el combustible, en el uso de algunos medios de transporte y en la electricidad a partir de ciertos niveles de consumo.

Alza que denota la insostenibilidad de seguir manteniendo ciertos precios al margen de lo que ocurre en la economía mundial, sacudida por tensiones geopolíticas, incertidumbres y trastornos en las cadenas de suministro y la transportación marítima y sus respectivos efectos sobre la inflación.

El panorama para 2024 – al decir de organismos internacionales- no resulta muy halagador en cuanto a estimaciones de crecimiento económico.  Y para Cuba, además, se suma el omnipresente bloqueo en «modo plus». Todos, de conjunto, factores que actúan fuera de nuestro control.

 

Asuntos internos

Dicho lo anterior, no puede soslayarse que en la situación de estancamiento e inflación por la que se atraviesa están presentes asuntos internos cuya solución es perentoria, pero que por su magnitud no será inmediata. Razón de más para emprenderla.

Una lista incompleta de tales asuntos incluye la estructura de las inversiones, la dinámica y composición de las exportaciones, los impactos del diseño y secuencia de la «Tarea Ordenamiento», el manejo del mercado cambiario y del elevado déficit fiscal, el comportamiento de los sectores energético y agroalimentario, el desplome de la agroindustria azucarera , las limitaciones del mecanismo de asignación de recursos, todos problemas que recurrentemente son objeto de análisis y propuestas por varios economistas cubanos.

Hay un tema en particular, más cercano al perfil de quien suscribe, del que depende en gran medida enfrentar exitosamente esta crisis, en tanto factor para la transformación productiva de la economía cubana: aumentar la capacidad empresarial del país, entendida como su capacidad para generar empresas, ya sean nuevas o surgidas a partir de las existentes.

La relación positiva y avalada por investigaciones que existe entre dicha capacidad y el crecimiento económico, la productividad y la innovación, indica que la misma es determinante para alcanzar en la práctica el proclamado reimpulso a la economía y, en una perspectiva de más largo aliento, para el tantas veces mencionado y necesario cambio estructural en la economía.

En otras palabras, la transformación productiva – y con ella el desarrollo – pasa obligatoriamente por el fomento del tejido empresarial y de las interrelaciones entre los actores económicos que lo conforman. En tal sentido, un reimpulso a la economía no puede sustraerse de incorporar, como uno de sus pilares, el aumentar la capacidad empresarial del país en términos de cantidad, tipología, formas jurídicas y composición ramal, todo lo cual requiere, sin pretender enumerarlos todos, aspectos como los que a continuación se relacionan.

 

Algunos requerimientos 

-Acometer sin más demoras la transformación de la empresa estatal – en su gestión y en su entorno institucional- bajo una tipología de empresas estatales más acorde con sus peculiaridades.  Tema que abarca no solamente la dilatada promulgación de la ley para la empresa estatal y otras normativas asociadas. Sin esta acción no habrá avances significativos.

-Incentivos adecuados al empleo, la responsabilidad social y ambiental, la producción de bienes, la innovación y la exportación (exenciones tributarias, aduanales, subsidios, créditos blandos y otras facilidades)

-Modificar la composición de las inversiones en favor de sectores de la infraestructura y la producción de bienes

-Incrementar los espacios de contacto entre actores privados y estatales que permitan un mayor conocimiento mutuo y la identificación de oportunidades de negocios

-Estimular colaboraciones y alianzas estratégicas entre todos los actores nacionales y de estos con el capital extranjero.

-Un soporte institucional de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (con instituciones financieras especializadas, incubadoras y aceleradoras de empresas, servicios profesionales …) junto con la revisión y cambios en el Decreto Ley 46 de 2021 que norma las mipymes, pasados ya dos años de su promulgación, tal y como establece la propia norma.

-La introducción de prácticas de emprendimiento corporativo, también conocido como intraemprendimiento, como parte de una agenda de desarrollo empresarial concebida desde lo interno. Tales prácticas pueden derivar en la creación de nuevos negocios e incluso de nuevas empresas a partir de las existentes, pero a partir de un clima organizacional y un ambiente de negocios que faciliten este propósito.

La regulación económica contiene la necesaria formulación y puesta en práctica de políticas para conducir hacia ciertos fines el desempeño de todos los actores económicos , esos que en nuestro caso   conforman el diverso  – para bien- paisaje empresarial .

Tales políticas no sólo deben incluir y normar decisiones para ejercer un mayor control de su funcionamiento. La palabra de orden debe ser el fomento de empresas de calidad. Ni refugios para la sobrevivencia, ni entidades rehenes de la cultura de la espera o carga permanente para el presupuesto por sus pobres resultados y una gestión ineficiente.

Las empresas también nacen, se desarrollan, envejecen y mueren. Pero a diferencia de los demás seres vivos, pueden renovarse y renacer, en un ambiente que favorezca y oriente su desempeño hacia el crecimiento y el desarrollo. Y con ellas, sólo con esas empresas de calidad, puede crecer y se desarrolla un país.  (2024)