Enrique López Oliva, apuntes para entender a un profeta
Mínimo homenaje a un destacado periodista y profesor universitario cubano.
Nunca es fácil ver partir a un amigo, por eso cuando el pasado jueves 4 de febrero recibí la noticia de la muerte del profesor emérito de Historia de las Religiones en la Universidad de La Habana, Enrique López Oliva, se me estrujó el corazón.
A sus 85 años López Oliva era aún todo un personaje, parecía un ser mítico, su cabello blanco, gastado por el tiempo, siempre acompañado de algún sombrero elegante y una energía pura con mucha luz en su hablar, lo hacían una persona difícil de olvidar.
Murió feliz, rodeado de sus libros sobre religión en su “castillo” precedido por un extraordinario altar macroecuménico en el reparto Kholy, en el municipio Playa de La Habana.
Periodista de formación, fue un hombre radicalmente dedicado al estudio del campo religioso en nuestro país. Trabajó en Prensa Latina, donde le dieron la oportunidad de ir a la Unión Soviética en 1962 como corresponsal al congreso por la paz y ahí pudo hacer una famosa entrevista a Raúl Castro Ruz—hermano menor del líder cubano Fidel Castro (1926-2016)— que fue portada del periódico Revolución.
Experto en asuntos religiosos
También fue fundador del grupo de Estudios de la Religión, creado en la Universidad de La Habana en 1971, los otros dos integrantes del equipo eran Eduardo Torres Cuevas (1942-académico, historiador y pedagogo) y Aurelio Alonso (1939- sociólogo, filósofo y escritor) Además, publicó el texto Los católicos y la Revolución Latinoamericana, que obtuvo mención en el Premio Literario Casa de las Américas en 1968, y el Camilismo en América Latina, libro tomado como referencia en universidades de la región para comprender la figura del sacerdote guerrillero Camilo Torres. En su quehacer intelectual también resaltan ensayos importantes publicados tanto dentro como fuera del país.
A pesar de una larga y fructífera labor educativa, ejerciendo por más de 40 años como profesor universitario y de ser uno de los periodistas especializados en el campo religioso que generó méritos suficientes para obtener algún reconocimiento académico a nivel nacional, su nombre nunca se postuló para ningún premio institucional; pero, él mismo decía que su mayor galardón era sentirse útil y necesario en la formación de las nuevas generaciones.
Desde su acervo católico —él preferiría el término macroecuménico— estuvo en el grupo que medió en el conflicto Iglesia-Estado en los años más críticos del proceso revolucionario. De ese grupo de intelectuales católicos que mediaron en el conflicto se constituyó la Comisión para el Estudio de la Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA-CUBA), en la cual fungía como secretario y pudo ser parte de una red de intelectuales latinoamericanos nucleados alrededor de la organización que coordinaba el destacado filósofo argentino, Enrique Dussel (1934 -).
El diálogo como opción de vida
López Oliva siempre se caracterizó por ser una persona de diálogo, aunque admitía que ser así le había costado más de un encontronazo con algunos sectores poco benevolentes con una voz libre como la suya aferrada a la verdad. Quizás por eso tuvo que retirarse con un salario mínimo de la Universidad de La Habana, cuando aceptó cubrir como corresponsal de una agencia de prensa extranjera la visita del Papa Juan Pablo II.
También un gran amigo suyo, monseñor Carlos Manuel de Céspedes (1936-2013) quien era su párroco, lo llamaba un renegado, sobre todo para referirse a él como un hombre difícil de encasillar en una sola postura ideológica o espiritual. Sin lugar a dudas, su alma era libre y solía posar sus criterios en los lugares más oscuros de la Historia para iluminarlos.
La mejor forma de recordar al profesor Enrique López Oliva es siendo optimista ante la vida, él siempre lo fue y no perder la fe, pues siempre en nuestro mundo son posibles los milagros sociales.
Algunos meses antes de fallecer, describió con mucha claridad, cómo le gustaría ser recordado, aquí compartimos sus palabras: “Desearía que me recordaran como uno de aquellos antiguos profetas del viejo testamento a los que Dios escogía para dar su testimonio y ellos decían: Padre, si soy analfabeto, si soy tartamudo. Quizás, Dios me ha escogido para transmitir algún mensaje a Cuba con mi vida dedicada a la enseñanza de la Historia de la Religión y el Periodismo, sin considerarme yo su digno seguidor.”
Un recuerdo de IPS Cuba
¿Qué decir de nuestro colega y gran amigo que solía alertarnos, cuando el día apenas comenzaba, del acontecer noticioso? En tiempos de pandemia, abandonó esa costumbre, de llamarnos y comentar las últimas noticias o para alertarnos de algo que él consideraba muy importante y quería asegurarse de que IPS estuviese al tanto. Cuando hablamos en enero pasado, solo comentó: “Estoy muy preocupado… Muy preocupado”. No quiso agregar más, como dando por entendido el o los motivos de su preocupación.
Colaboró durante muchos años (1984-1989) con IPS, ya sea con sus artículos publicados en IPS Cuba o sus acertadas valoraciones para nuestros reportajes. Compartía sus conocimientos sobre temas religiosos en Cuba y el mundo sin egoísmos, ni espíritu competitivo alguno.
Así lo recordaron colegas de la prensa extranjera acreditada, al conocer la triste noticia de su fallecimiento: “Inteligente, siempre dispuesto a echar una mano a todos, solidario…” Así fue y así lo guardaremos en nuestra memoria. Gracias por todo apreciado colega y amigo. ¡Te extrañaremos! (2021)
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