Expansión privada en Cuba
Al cierre de primer semestre, los nuevos actores de la economía aprobados por el Ministerio de Economía llegaron a 8 774, pero mantienen todavía una participación reducida en el PIB, las ventas del sistema empresarial y el comercio exterior.

La gastronomía es la actividad donde mayor expansión han conseguido las formas de gestión privada.
Foto: Archivo IPS Cuba
Las empresas privadas han ganado protagonismo como alternativa económica atractiva para un sector creciente de la sociedad cubana. Los datos de los últimos meses lo confirman. Bajo el formato de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), han logrado una expansión que refuta los vaticinios lúgubres que han acompañado a esta novedad.
Sin amilanarse ante el entorno inflacionario, o quizás aguijoneadas precisamente por él, y sin hacer mucho caso al ruido de las redes sociales, alguna torpeza fiscal y dudas comprensibles ante el nuevo camino, las mipymes experimentaron un fuerte crecimiento en el primer semestre del 2023.
De acuerdo con el último parte de junio, el Ministerio de Economía y Planificación ha dado luz verde a 8 774 nuevos actores de la economía desde la entrada en escena en septiembre de 2021 de las mipymes privadas y estatales, junto a las cooperativas no agropecuarias (CNA). Las organizaciones privadas siguen dominando como opción preferida, con el 98 por ciento de las formas aprobadas.
En comparación con las 6 273 reportadas al cierre de 2022, el total de nuevas empresas aumentó en un 29 por ciento –2 501 en términos absolutos–, ritmo de crecimiento ligeramente superior al de los seis meses finales de 2022.
¿Faltan incentivos?
La velocidad de expansión sería mayor y, sobre todo, más sólida, si el gobierno adopta una política de incentivo fiscal más comprometida con las transformaciones en marcha en el modelo económico. La anulación en diciembre de la exención tributaria que tenían las mipymes en su primer año de vida resulta contradictoria. Tampoco ayudan las limitaciones que existen para crear formas no estatales en actividades profesionales de mayor calado económico.
La cifra real de nuevos actores que entra a operar en la economía suele ser menor, a juzgar por el tiempo que se toman, después de la aprobación del MEP, para completar los trámites burocráticos y completar los activos de la empresa en creación.

A fines del 2022, este ministerio había aprobado 6 138 mipymes privadas, pero el Anuario Estadístico de Cuba de ese año registró solo 4 665 al cierre de diciembre. Lo hace solo cuando estas empresas concluyen su inscripción en el Registro Mercantil y en la Oficina Nacional de Administración Tributaria. Son los pasos que siguen a la autorización del MEP.
Consideradas por muchos entendidos como una de las transformaciones más radicales en la reforma socioeconómica iniciada en 2011 en Cuba, las mipymes se han hecho sentir en varias actividades de la economía, como el comercio minorista, y comienzan a mostrar presencia en el comercio exterior, pero de manera limitada.
El grueso de estas formas privadas se concentra en servicios de gastronomía y alojamiento (22,1 por ciento) y de la construcción (20,1 por ciento). Reproducen la tendencia más común entre sus antecesores, los trabajadores por cuenta propia. Pero la economista Ileana Díaz valora de positiva la presencia de las mipymes en actividades manufactureras (19,6 por ciento) y en la producción de alimentos y bebidas (12 por ciento). Son dos de las áreas más debilitadas en la economía cubana actualmente.
El consenso de economistas destaca también el beneficio de estas empresas como oportunidad laboral, al ofrecer trabajo a 225 000 personas -189 000 son nuevos empleos-, por lo general mejor remunerados que en el sector estatal.

Desafío mayor: comercio exterior
Aunque más concentradas en la importación que en la exportación, las mipymes comienzan a revelar capacidades comerciales que pueden resultar oportunas para una economía abierta como la cubana.
De acuerdo con el informe presentado al Parlamento en mayo por el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, las formas no estatales importaron 270 millones 294 100 dólares en los primeros cuatro meses del año, pero apenas exportaron 4 millones 788 500 dólares. Por cada dólar exportado importaron 56.
Ileana Díaz explicó a Cubadebate este desequilibrio como una expresión de la deformación general de la economía cubana. “En Cuba siempre se ha importado más que lo que se exporta en bienes. Por cada 1 por ciento de PIB el país necesita más del 30 por ciento de importaciones. Las mipymes son parte de esa economía que no produce”.
El gobierno les ha dado luz verde a estos nuevos actores para incursionar en el comercio exterior, pero su efecto se concentra por el momento en la importación de cervezas y otros bienes de consumo destinados al deprimido mercado minorista.
La penetración de estos nuevos actores en el espacio externo puede verse limitada, por la naturaleza agresiva de bolsas, banca y mercados extranjeros para formas empresariales cubanas de poca experiencia.
Aunque es muy probable que continúe creciendo el número de micro, pequeñas y medianas empresas privadas –pasarían de 10 000 en unos tres meses-, no apunta a alcanzar tanto protagonismo ni en el comercio exterior, ni por su aporte global a la economía.
Entendidos como Ileana Díaz y Ricardo González descartan por estas y otras razones el temor a la privatización que caldea el debate. Las formas de gestión no estatal –incluye cooperativas agropecuarias y no agropecuarias y mipymes- aportan solo el 13,9 por ciento del PIB, tienen participación reducida en las ventas del sistema empresarial (8 por ciento) y no son mayoría como fuente de empleo. De acuerdo con el Anuario Estadístico de 2022, el sector privado, incluido los TCP, ocupa el 22 por ciento de los trabajadores en Cuba.
Por más que se caldean en ambas orillas ideológicas polémicas sobre la presunta privatización de la economía cubana, lo cierto es que el consenso en la sociedad y los pasos de la reforma económica favorecen la participación conjunta de las formas de gestión estatal y no estatal. Queda conseguir una eficaz articulación o encadenamiento productivo entre unas y otras, una meta que depende ante todo del reordenamiento monetario y cambiario del país. (2023)
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