La afición de los videojuegos “indies” en Cuba
Aunque no existe una industria de videojuegos en Cuba de acuerdo con los requerimientos técnicos y mercantiles, hoy se desarrolla este sector de la tecnología y el entretenimiento.
A la sombra de grandes empresas lúdicas como Sony, Nintendo, Ubisoft o Activision Blizzard, en el mundo subsisten los estudios de videojuegos “indies” o independientes, desarrollados por grupos reducidos y de bajo presupuesto, que se desmarcan de la industria establecida.
Los productos de estos ya empiezan a notarse en el escenario cubano, si bien no son los preferidos de sus consumidores naturales. En la última década, varios estudios privados han podido culminar y distribuir videojuegos totalmente independientes.
Pero el origen en la isla caribeña procede de más atrás, si se considera a los desarrolladores estatales de los Estudios de Animación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, la Universidad de Ciencias Informáticas, entre otras, como parte del universo indie.
Esta idea la sostienen varias voces del sector, a pesar de la posible contradicción que pudiera surgir entre la independencia y el paraguas estatal, pero con base en la inexperiencia y la falta de recursos y mercado que conlleva una “industria” de videojuegos en Cuba propiamente dicha.
No obstante, las primeras incursiones independientes en ese campo del entretenimiento datan de los años 90 del siglo XX, o incluso antes. De acuerdo a Miguel Nicolás Díaz, fundador del estudio The Solar Moose, hubo juegos creados en esa época. Es una tradición que ha crecido con persistencia y todavía hoy sobrevive.
Videojuegos desarrollados por afición
Nicolás Díaz, ingeniero informático egresado de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría”, lleva casi tres años en el mundillo. Empezó con participaciones en distintos Game Jam (lleva seis por ahora), encuentros entre programadores con el propósito de crear juegos en corto tiempo, con plazos de 24 horas o dos días, pero también hasta de un mes de duración.
La mayoría de sus productos partieron de esos encuentros. Y luego se montó sobre estos y los perfeccionó junto a su colega Javier Montenegro, también miembro de The Solar Moose. Ambos fueron ganadores en el MatCom Game Festival 2021 con su juego Romb Tider. Y luego obtuvieron el premio de Mejor Jugabilidad en la sede cubana del Global Game Jam 2022 con La Vida de Andrea.
Eso sí, le sobran los proyectos engavetados. Ahora quiere introducir uno dentro de la plataforma de juegos online Steam, pero desde Cuba el acceso resulta imposible, por el bloqueo tecnológico a Cuba en muchos servidores internacionales. Entonces deberá hacerlo desde otro país o simplemente rendirse con la monetización. De hecho, su estudio jamás ha logrado ganar dinero alguno por sus productos de entretenimiento, aseguró.
“No me dedico a esto de manera profesional, porque por ninguno de los juegos he recibido ingreso: todos los que tenemos también son gratuitos porque son muy sencillos o porque los hemos hecho en muy poco tiempo y no tienen la calidad como para venderlos”, dijo.
“No se puede hablar en Cuba de una industria de videojuegos”, sentenció. Para crear esa industria, explicó, además del acceso a plataformas eficaces de monetización, se necesita mejorar la formación profesional en esa especialización de la informática.
“Al final, quienes nos dedicamos a esto en Cuba lo aprendimos de forma autodidacta”, dijo. Son un grupo que, en su mayoría, tampoco han logrado lucrar con esa actividad.
Eso no significa que fuera de Cuba lluevan las historias de éxito, pues de los miles de videojuegos que se producen cada año, más del 80 por ciento pasan desapercibidos, y apenas una minúscula porción llega a recaudar la inversión realizada.
Aun así, en Cuba ya pueden los desarrolladores percibir algunos ingresos a través de la plataforma Apklis, como el estudio ConWiro y su éxito a escala nacional de La Pira, un videojuego de tipo endless runner (corredor infinito).
“Pero el modelo de monetización que tiene Apklis no es el que se usa para aplicaciones móviles”, opinó Nicolás Díaz. “En el mundo, normalmente, se hace con anuncios, compras dentro de la app, suscripciones, etc”.
El deseo de muchos programadores de juegos es que se cree una plataforma de venta para sus productos, que funcione bien, sea flexible con los micropagos dentro de la propia interfaz del producto y las distintas formas de comercialización y utilice pasarelas de pago eficientes. Y, sobre todo, que sea legal y atraiga a los consumidores.
Nuevos proyectos
El impulso de los videojuegos indie cubanos crece cada vez con mayor fuerza. Ya son varios estudios los que alumbran esta carrera sin perspectivas de triunfo.
Existe Matandile Games, que data del año pasado, con un enfoque en temáticas de enseñanza primaria y en no crear juegos. Por cierto, también empezaron concursando en los Global Game Jame, y han utilizado Apklis para vender productos como Pedrito Cambolo.
Geek Zone Studio es otro proyecto creativo. Solo está conformado por una persona, pero ha culminado apps con temas muy locales: Vivir de Cuento El Juego, Capitol Defense, The Fisherman, Bubble Shooter Habana Pop, The Last Soldier y más.
Nameless Studio probablemente sea uno de los más reconocidos –junto a ConWiro– en el ámbito nacional, por su popular Dungeon and Honor, un RPG (juego de rol, por sus siglas en inglés) de estrategia en tiempo real con multijugador online, su título Reincarnated Souls, o su colaboración en Coliseum, del estudio Vertex.
Junto a los mencionados, conviven Kaytam Projects, Fatestudiosgame, Versus Windmill, y un prologado número de estas iniciativas cubanas, quizás pioneras de una futura y ojalá establecida industria cubana de videojuegos. (2023)
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