La Loynaz también escribe cartas…
Cincuenta misivas inéditas de la Premio Cervantes Dulce María Loynaz serán publicadas el próximo diez de diciembre en ocasión del aniversario de nacimiento de la poeta y novelista cubana.

Dulce María Loynaz también incursionó en el periodismo y la narrativa.
Una Dulce María cotidiana, con las mismas dificultades y preocupaciones del resto de los cubanos, saldrá a la luz el próximo diez de diciembre cuando el Centro de Promoción Hermanos Loynaz de Pinar del Río publique cincuenta cartas inéditas de la escritora que dirigiera a un músico de esa provincia entre la década de los sesenta y los noventa del siglo pasado.
José A. Martínez de Osola, pianista acompañante del Teatro Lírico Ernesto Lecuona, se negaba hasta ahora a dar a conocer dichas misivas. Él fue el primer pinareño en establecer una relación de amistad con la autora de Jardín, quien debe a intelectuales de esa provincia occidental su retorno al panorama literario en la década de los noventa después de muchos años de aislamiento voluntario.
Hay algo muy sutil y muy hondo en volverse a mirar el camino andado… El camino en donde, sin dejar huella, se dejó la vida entera”.
Todo fue dado a conocer por Luis Enrique Rodríguez Ortega, director del Centro de Promoción y Desarrollo de la Literatura en una entrevista exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias.
Como ya hemos dicho, el destinatario de las cartas se negaba a darlas a la publicidad pero ahora se acercó a María Carolina Mora, miembro del Consejo Editorial Provincial y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba para entregar este tesoro del patrimonio literario cubano. Será ella quien tendrá a cargo el prólogo del volumen que presentará el Centro Hermanos Loynaz.
Naufragio
¡Ay qué nadar de alma es este mar!
¡Qué bracear de náufrago y qué hundirse
y hacerse a flote y otra vez hundirse!
¡Ay qué mar sin riberas ni horizonte,
ni barco que esperar! Y qué agarrarse
a esta blanda tiniebla, a este vacío
que da vueltas y vueltas… A esta agua
negra que se resbala entre los dedos…
¡Qué tragar sal y muerte en esta ausencia
infinita de ti!
Esta institución ha desempeñado un loable trabajo en el rescate de la obra de la familia Loynaz que contó con varios escritores además de Dulce María como su hermana Flor y su hermano Carlos Manuel, hijos todos del general, Enrique Loynaz y del Castillo, héroe de la independencia cubana, autor del famoso Himno Invasor.
Martínez de Osala fue el iniciador de una profunda relación entre la poetisa y Pinar del Río y se conservan en esta provincia numerosas muestras de dichos vínculos, todos con los que en su momento fueron jóvenes artistas y escritores considerados los redescubridores de una de las cimas de la literatura cubana contemporánea.
El músico destinatario de las misivas fue amigo de toda la familia Loynaz desde la época en que esta se mantuvo en el ostracismo y Dulce María Loynaz era una figura prácticamente desconocida en su país.
Las cartas son ahora patrimonio del Centro Loynaz y se presentarán en una edición limitada pero tendrán también una versión en soporte digital.

Los admiradores de la autora de Juegos de Agua esperan con ansiedad estas cincuenta cartas que los acercarán a una escritora de carne y hueso, fuera de los pedestales de su inmensa obra literaria, aunque seguramente tendrán el sello de una mujer que no sabía escribir mal.
El descubrimiento es todo un acontecimiento que seguramente tendrá repercusiones en todo el mundo hispanoparlante, donde Dulce María Loynaz es considerada figura cimera y legendaria.
Dulce María y su época
Dulce María Loynaz (1902-1997) publicó sus primeros poemas en 1920, año en que realizó numerosos viajes, pasando por Estados Unidos, México, España, Turquía, Siria, Palestina y Egipto, entre otros destinos.
En la década de los 30 su casa de La Habana comienza a convertirse en centro de la vida cultural de la ciudad, acogiendo en las llamadas “juevinas” a diversos intelectuales y artistas, como Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral o Alejo Carpentier.
En 1937 publica el poema Canto a la mujer estéril en la Revista Bimestre Cubana, y al año siguiente Versos, que había comenzado a escribir en 1920.
También incursionó en el periodismo y la narrativa. En su novela Jardin (1951) se pueden encontrar elementos estilísticos que ubican a este relato como precursor de la actual novelística hispanoamericana.
En 1992 se le concedió uno de los mayores galardones que pueda recibir un autor que escriba en español, el Premio de Literatura Miguel de Cervantes.
Su obra ha sido traducida al francés, italiano, inglés, serbio, noruego… y forma parte de la poesía intimista femenina latinoamericana.
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