Las preguntas de El negro
El cine cubano ha abordado el tema del racismo en sus películas. Un documental de Eduardo Manet de 1960 fue la primera obra del Icaic en denunciar explícitamente este mal social.
Según resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966, el 21 de marzo se conmemora el Día Internacional por la eliminación de la Discriminación Racial, a propósito de la masacre de Sharpeville, en la Sudáfrica del apartheid, en similar fecha de 1960.
Aunque la política gubernamental en Cuba, a través del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial y el trabajo de la Comisión Aponte de la Uneac, anuncie la voluntad de su erradicación, este fenómeno es de palpable vigencia en el contexto cubano contemporáneo y está vinculado estrechamente al devenir cultural y social de la nación.
Entre las características étnico-raciales y los estereotipos
El cine cubano no ha estado ajeno al abordaje de la raza, el racismo, los prejuicios y la discriminación racial. Desde las primeras décadas del cine nacional y la obra de pioneros como Manuel Díaz Quesada y Ramón Peón brotan las características étnico-raciales del nacido en esta isla y una serie de estereotipos (la marginalidad, la sumisión, la degradación) relacionados con estas.
Según la época, distintos enfoques han marcado el cine cubano. Empezando con la extrapolación del negrito bufo hacia el cine de rumberas. Luego, la saturación del asunto de la esclavitud y las luchas por la liberación (personal y nacional) en el siglo XIX, a finales de los 60 y en los 70. Hasta llegar al protagonismo del mulato (y la mulata) como condensación y metáfora de lo nacional y de lo obrero, y los estereotipos palpables en las producciones nacionales y coproducciones de los años 90.
Como apuntó el investigador cubano Esteban Morales (1942- 2022), la raza no existe, “es una construcción social, una invención”. En tanto muestra supuestas diferencias innatas y naturales, conlleva a una “dinámica útil para las intenciones de concentración y manipulación del poder”, con la creación de categorías sociales jerárquicas que incluyen o excluyen.
Pero el proceso revolucionario cubano, desde el propio 1959, catalogó al racismo como un problema social y tomó medidas para erradicarlo. Esa misma radicalidad de querer acabarlo de una manera contundente, hizo que, sin embargo, el racismo fuera analizado como un subproducto de las clases privilegiadas, reduciendo así a la lucha de clases un problema con mayores imbricaciones históricas, sociales y culturales.
Eduardo Manet se pregunta qué es el negro
Dado que el fin de las clases supondría el fin del racismo, se pensó que bastaba conceder los mismos derechos y las mismas posibilidades a todos (de acceso a los estudios, a la salud pública o al trabajo). Este comportamiento incluía acabar con las manifestaciones de diferenciación racial de cualquier signo, por lo que tuvo un efecto contrario al minimizar la cultura y la religión afrocubana y terminar perjudicando a los que en un principio se quería proteger.
El intento de zanjar las diferencias raciales propias de la evolución sociohistórica del país, acabó coartando la diversidad; además de alejar el racismo del discurso oficial del gobierno, con la pretensión de subrayar que ya no existía en el país.
En este contexto, el escritor y director teatral Eduardo Manet (Santiago de Cuba, 1930) realiza El negro. El documental fue estrenado a finales de julio de 1960, junto a otros seis nuevos documentales del naciente Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).
Rodado en 35 mm, con guion del propio Manet, El negro puede ser considerada la primera obra del Icaic que denuncia explícitamente la discriminación racial en Cuba, “desde la época colonial hasta el triunfo de la Revolución en 1959 y la persistencia de esta injusticia en algunas regiones como el sur de los Estados Unidos”. Sobre su documental comentó el realizador a Luciano Castillo:
“Todo el mundo en Francia decía que Cuba antes de la Revolución era extremadamente racista, y en cierta manera lo era. Pero después de una Revolución yo suponía que el racismo continuaba, porque no es una política, es un sentimiento y creo que Fidel Castro habló (…) de que es algo que existe en el interior y que a veces bajo una revolución se puede seguir siendo racista.”
Los méritos de El negro
A través del fotomontaje (grabados, ilustraciones, fotografías), El negro recorre la historia del racismo en Cuba, desde la trata de africanos de múltiples culturas para alimentar el trabajo esclavo, sobre todo en las plantaciones azucareras. Ya en la isla una sola palabra los une: negro (con toda la carga despectiva, de inferioridad social, que conllevó la palabra).
El montaje de fotos fijas al ritmo rápido de la música, con cortes y edición de Benito Martínez, a partir del mismo tema, el racismo, sería más tarde explotado por Santiago Álvarez en su clásico documental Now!, de 1965.
Es atractivo también el interés por la animación ―en este caso a partir de la fotografía, del fotomontaje― y como las fotos, colocadas en secuencia, posibilitan la ilusión de movimiento y ritmo.
El director Julio García Espinosa nota que es “uno de los primeros documentales (o el primero) que utiliza la foto-fija con sentido cinematográfico; pese a la falsedad de algunas escenas de la realidad reconstruida (desafortunada herencia de los primeros documentales), encontramos esa presencia vital como si entre el autor y el espectador no mediase esfuerzo técnico alguno”.
Atisbo de duda ante los cambios reales
El racismo está inmerso en el lenguaje cotidiano, donde a todo lo que se quiere otorgar una connotación peyorativa se le añade el adjetivo “negro”: mercado negro, trabajar como un negro, lista negra, hambre negra o tristeza negra (el duelo también es negro). La complejidad del racismo en Cuba ―cree Manet― queda reflejada a través de un análisis (cultural, laboral, histórico) más allá de la clase social.
Como producto de una acumulación histórica, las personas negras son asociadas a solares o a barrios periféricos y pobres. El guion subraya de modo didáctico que un doce por ciento de los seis millones de habitantes de la Cuba de entonces es de piel negra; y hasta ese momento, solo “la miseria y la falta de oportunidades” existente antes de 1959 caracterizaba su ardua vida.
Aunque el documental busca acreditar al gobierno cubano como capaz de acabar con las injusticias contra las minorías raciales, Manet incorpora una secuencia que crea en el espectador un atisbo de duda respecto a las posibilidades reales de un cambio inmediato.
Es una secuencia en la que un niño negro ―especie de protagonista o hilo conductor del relato y metáfora al mismo tiempo de la discriminación racial y el futuro que “la Revolución pondrá en sus manos”― mira de manera cómplice a un niña, también negra, que limpia las escaleras de un edificio.
Ambos sonríen hasta que la propietaria del inmueble, una mujer blanca, sale del edificio mirando al niño negro con desprecio. Las condiciones de desigualdad de antes de la Revolución, motivadas por la pobreza y el racismo, seguían existiendo así tras un año del triunfo.
Un documental notable
El negro ―con fotografía de Ramón F. Suárez, en la que sería su primera colaboración con Manet― denota el interés del joven director por la Nueva Ola francesa y establece un diálogo con el documental Las estatuas también mueren (1953) de Chris Marker y Alain Resnais.
¿Qué es un negro? Es la pregunta que intenta responder el director de los largometrajes cubanos Tránsito, Un día en el solar y El huésped. Y la misma encuentra, desde “el programa sociopolítico de la Revolución”, solo una respuesta posible: “Un negro es un hombre”.
Proyectado en el Festival de Tours en Francia y seleccionado entre los filmes notables del Festival de Cine de Londres en 1961, El negro recibió también una felicitación del Jurado Internacional del Festival Internacional de Cortos de Oberhausen, República Federal Alemana.
Humberto Solás (1941-2008) diría que El negro “habría de demostrar en imágenes las causas que han determinado la posición racista del blanco hacia el negro en los países subdesarrollados socialmente. Problema resuelto a medias, pero argumento para un documental notable en el orden formal.
El negro, añadiría Solás, “mantiene una edición inteligente y exacta, y la banda de sonido abre nuevos caminos a nuestro cine documental”. Un cine documental que, junto a la ficción, volvería varias veces al tema del racismo en Cuba (2023).
Su dirección email no será publicada. Los campos marcados * son obligatorios.
Normas para comentar:
- Los comentarios deben estar relacionados con el tema propuesto en el artículo.
- Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
- No se admitirán ofensas, frases vulgares ni palabras obscenas.
- Nos reservamos el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas de este sitio.