Ordenamiento monetario y producción agropecuaria concentran debate en Cuba
La producción de alimentos es una de las mayores prioridades de la agenda económica y política del país.
Un tema pendiente de solución en la economía cubana, es la insuficiente producción agropecuaria para satisfacer la demanda de alimentos de la población. En Cuba la producción doméstica aporta aproximadamente el 60 por ciento de la energía y el 40 por ciento de la proteína que se consume. El resto se garantiza a través de la importación de alimentos, a lo que se destina alrededor de dos mil millones de dólares anualmente.
Esta dependencia importadora imprime una vulnerabilidad considerable a la oferta total de alimentos, ante una carencia crónica de divisas en el país.
En enero del presente año, comenzó a implementarse la tarea ordenamiento en Cuba. En los tres meses transcurridos, múltiples reportes de la prensa nacional ponen sobre la mesa la difícil situación que enfrentan hoy producciones agropecuarias, esenciales para el consumo nacional y la sustitución de importaciones, como las de arroz y leche.
¿Por qué un proceso cuya finalidad es impulsar la economía nacional, favoreciendo los propósitos de aumentar la productividad, sustituir importaciones y generar exportaciones, tiene en la agricultura, efectos contrarios?
Varias son las razones tras este resultado, las cuales vienen impactando históricamente de manera negativa, muy particularmente dos: la existencia de una cultura de toma de decisiones centralizada que poco interactúa con la base productiva y la ausencia de un enfoque de cadena de valor evidente en los procesos de fijación de precios de los productos tras el ordenamiento.
En cuanto al primer aspecto, aunque hace algunos años se ha puesto en el centro del debate la necesidad de descentralizar la economía y que los territorios sean los protagonistas de sus procesos de desarrollo, esta es un tránsito que implica el cambio de una cultura arraigada durante décadas y por ende requiere tiempo y creación de capacidades en los territorios.
El arroz de cada día
Cada provincia o municipio y cada actividad agropecuaria, tiene características específicas que deben tomarse en consideración. En el caso particular del sector agropecuario, no es posible lograr una transformación exitosa que no contemple el criterio de los productores. En un artículo del periódico agramontino “Adelante” sobre la producción de arroz, testimonios de productores dan cuenta del costo de no incorporar a la base productiva en procesos decisivos:
“con Camagüey se debió contar, al igual que con otros territorios. Ese paso -omitido en este proceso- pudo ayudar a cometer menos errores”
“Los cálculos no pueden dar porque se asumió a nivel de país un rendimiento promedio de 1 340 quintales por caballería, cuando el promedio histórico en Camagüey, teniendo los recursos que hoy no se aseguran, es de 900 quintales. En 2020 en la cooperativa no llegamos ni siquiera a los 600”.
Con relación al enfoque de cadena de valor, aunque desde 2011 mucho se habla de la necesidad de emplear este enfoque dentro de la política agroindustrial, la mayoría de las medidas tomadas en los últimos diez años, adolecen de la necesaria visión sistémica que la agricultura precisa.
Para garantizar una oferta de alimentos estable no solo hace falta producir más, sino lograr que esas producciones lleguen a la mesa de los consumidores.
Por ende, hay que articular toda la cadena de valor agropecuaria que comprende, además de la producción primaria, otros eslabones como: la provisión de insumos, el beneficio, el acopio, la industria (para el caso de productos procesados) y la comercialización. Esta cadena, precisa de servicios en cada uno de los eslabones mencionados como, por ejemplo, los de transporte, abasto de agua y suministro de energía eléctrica.
Continuando con el ejemplo del arroz, cabe señalar que este constituye el cereal básico en la dieta de la población cubana, cuya demanda se satisface solamente en un 22 por ciento con producción doméstica. Si bien lo que se precisa es lograr un mayor nivel de satisfacción a partir de la producción nacional, en el presente año tras la implementación del ordenamiento, mantener el 22 por ciento actual parece poco probable.
Ello asociado a que los precios de compra a los productores devienen en pérdidas dado el incremento no proporcional de los costos, fundamentalmente de los servicios (como fumigación, abasto de agua) e insumos básicos. “El precio del grano ni siquiera lo duplicaron y los servicios y los productos [insumos] se multiplicaron hasta por 10”, refiere un campesino (Periódico Adelante, 2 de marzo).
La leche, un producto clave
En el caso de la cadena de la leche, los periódicos Invasor (1ro de marzo) y Adelante (3 de marzo), dan cuenta de que, a la hora de fijar el precio de compra a los productores, se obviaron dos procesos clave: enfriamiento y acarreo, cuyo costo resulta impagable según los precios actuales de compra del litro de leche.
También pasaron desapercibidos cuellos de botella que limitan la cadena como, por ejemplo: la insuficiente capacidad de trasportación de la industria que deviene en costos más altos para los productores que deben conservar el preciado líquido en los puntos de enfriamiento por un tiempo como mínimo tres veces superior al establecido en tanto llegan a recogerla.
La leche constituye un producto clave ya que el país garantiza un litro diario (fluida o su equivalencia en leche en polvo) a todos los niños y niñas de entre 0 y 7 años, a precio subsidiado. Al mismo precio, se entregan mensualmente suministros de este producto a personas por concepto de dietas médicas.
Estos compromisos, más la demanda de la industria y otros organismos se satisfacen mayoritariamente a partir de importaciones de leche en polvo, producto de elevado precio en el mercado internacional.
Desde hace años, se cuenta con un programa de sustitución de importaciones que privilegia la producción nacional de leche, y que ha permitido que ese consumo subsidiado se satisfaga a partir de producción doméstica en algunos territorios.
Aun así, la dependencia importadora es de alrededor del 50 por ciento. Cabe resaltar que la demanda real de la población cubana es muy superior, dado que la leche que se produce en el país no se vende de manera liberada.
El caso Ceballos
Otro ejemplo bien fundamentado se asocia a los costos que asume la reconocida Empresa Agroindustrial Ceballos, en Ciego de Ávila, que pone en tensión sus producciones industriales
“Si el productor de guayaba debe pagar los nuevos costes de los insumos agrícolas, del agua, la electricidad, el combustible, no le deja utilidad. Esto es una cadena; parte de la base y, si la agricultura es costosa, la cadena de valor va incrementándose”, refirió Miguel Ángel Pérez Leiva Especialista en Gestión Comercial de la UEB Comercializadora de Ceballos.
En declaraciones al periódico Invasor, el pasado 11 de febrero, Pérez Leiva hace alusión al dilema que enfrenta la empresa con relación al elevado precio al que debe comercializar sus conservas para que resulte rentable la actividad industrial.
La producción de alimentos es una de las mayores prioridades de la agenda económica y política del país. En consecuencia, el pasado año se aprobó el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional de Cuba. Por ende, corregir las incongruencias que el ordenamiento ha causado resulta apremiante si queremos que la meta de una mayor autosuficiencia alimentaria se convierta en realidad en el corto plazo. (2021)
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