Planificación y mercado se complementan durante transición socialista

La economía cubana se encuentra enfrascada en un interesante proceso de transformaciones económicas que, a la vez, incide en lo social y político, y requiere de la fundamentación y conceptualización de su propio modelo económico. En este proceso resulta significativo abordar la importancia y necesidad de la complementariedad entre la planificación y el mercado.

La planificación y el mercado constituyen un tema relevante en el actual contexto de transformación económica por el que transita la economía cubana. Pese a ser un tema polémico, ha estado carente de debate. No obstante, donde más se ha tratado y discutido, aunque insuficientemente, es en el ámbito académico.

En ocasiones se ha establecido una identidad entre mercado y capitalismo.

Al parecer, al  menos hay tres líneas de pensamiento bastante difundidas sobre planificación y mercado: aquella que atribuye el papel fundamental a la planificación y desconoce la existencia del mercado y su función; una segunda que destina el papel fundamental al mercado e ignora el de la planificación y; por último, la que plantea establecer una relación objetiva entre el papel de la planificación y el mercado1.

Algunas interrogantes pudieran, quizás, encauzar el debate: ¿economía planificada es sinónimo de socialismo, teniendo presente que en el capitalismo también existe planeamiento?; ¿es la economía de mercado2 sinónimo de capitalismo, cuando en el socialismo también existe el mercado?; ¿la planificación y el mercado no son más que mecanismos económicos?; ¿el que haya un poco más de planificación, o un poco más de mercado, es lo que distingue esencialmente al socialismo del capitalismo?; ¿es la estructura de la forma de propiedad lo que determina si una sociedad es socialista o capitalista3?.

Indudablemente, este análisis no pretende  en modo alguno responder a todas esas interrogantes, sino exponer  algunas reflexiones al respecto.

Es criterio bastante generalizado entre especialistas y empresarios que todavía en la economía cubana persisten formas rígidas de control (centralización) sobre las entidades económicas –tanto estatales, como las de carácter cooperativo, privadas y mixtas–, que las privan de la autonomía necesaria, dificultan el desenvolvimiento de la ley del valor, la función del mercado y la competencia empresarial, además de no propiciar el pleno desarrollo de las fuerzas productivas.

Estudiosos del tema consideran que el mercado no tiene identidad con el  capitalismo o el socialismo, ya que el mercado existe desde la propia descomposición de la comunidad primitiva. Señalan que el propio Marx planteó que la mercancía  solo logra su reconocimiento social mediante el intercambio equivalente (mercado). El mercado existe en los dos sistemas económicos, ya que en ambos se manifiestan las relaciones monetario-mercantiles y, por supuesto, las funciones del dinero.

En el actual periodo de transición de la economía cubana, el mercado como sistema de relaciones económicas, como causa de las transacciones mercantiles y la asignación de los factores productivos, se encuentra enmarcado por las relaciones de producción, el desarrollo de las fuerzas productivas (registra escasez por el subdesarrollo actual de estas) y una tercera variable, la ideológica. Esta última, en las condiciones de la economía cubana, se ha convertido en un freno y no en facilitador, y muestra cierta flexibilidad, aunque insuficiente.

El primero de los factores mencionados –relaciones de producción– muestra cambios en el proceso actual de transformaciones, por la diversidad de formas de propiedad que experimenta la economía cubana. La importantísima segunda variable –desarrollo de las fuerzas productivas— está sujeta al avance de las otras dos.

En ocasiones se identifica la planificación con el plan y todo parece indicar que no constituye una visión acertada: la planificación encierra un concepto mucho más amplio, social, abarcador, en busca del desarrollo armónico y sostenible, sobre la base de un enfoque sistémico, en constate movimiento e interacción de las diferentes variables que conforman la planificación y que, en ese proceso, adquieren nuevas propiedades. El actual desarrollo de la cibernética le imprime agilidad y facilita la elaboración de diferentes alternativas y decisiones, para acercarse lo más posible a lo óptimo.

El proceso de planificación deberá ser lo más rico posible, al contemplar un número importante de variables, las más representativas en concatenación e interacción con el mercado (demanda-oferta, precio, créditos, intereses, financiamiento, entre otras). También deberá tener en cuenta el intercambio entre productores, suministradores y compradores.

El plan es la expresión numérica del proceso de planificación; es una guía, no constituye una  camisa de fuerza. La práctica como criterio de la verdad motiva ajustes, actualización y modificaciones que deberán ser tomadas en consideración y,  a partir del plan inicial, aplicarse los ajustes necesarios que den lugar a un plan operativo dentro del periodo establecido. Esta es una manifestación más de la complementariedad.

Complementariedad

Una serie de especialistas centran la acción de la planificación en los aspectos macroeconómicos, en busca de las proporciones, el equilibrio, la mayor equidad alcanzable, el crecimiento económico sostenido y de la economía en su conjunto, así como en las proporciones macro territoriales, como estrategia para alcanzar un desarrollo lo más armónico posible en lo territorial.

Mientras, consideran al mercado como una herramienta que facilita una mejor distribución, la eficiencia económica, la formación de precios (estos emiten importantes señales a la economía sobre determinadas situaciones y posibilitan tomar decisiones y realizar ajustes necesarios), entre otros; pero sobre la base de un mercado no espontáneo, más bien en complementariedad con la planificación, donde se manifiesten determinadas regulaciones no administrativas, sino económicas, y el Estado trabaje por el desempeño del equilibrio, evitando y corrigiendo las deformaciones que el mercado pueda originar. Cuando se habla de complementariedad entre planificación y mercado, en modo alguno se remite a participaciones cuantitativas (50 y 50 ó 60 y 40% respectivamente). Ello sería totalmente esquemático; más bien la complementariedad se refiere  a los aspectos  cualitativos, variables y de la utilización de ambos componentes  en diferentes niveles macro, meso y micro  económicos, bajo un proceso dialéctico, donde interactúen las funciones que le corresponden al Estado con las del mercado. Finalmente, ambos componentes se manifiestan o realizan en el propio mercado.

La complementariedad entre planificación y mercado se presenta como un proceso único e interactivo, en varios momentos. Se inicia en la macroeconomía, transita por la meso y micro economía (la empresa), hasta llegar a su realización y reconocimiento pleno en el intercambio (mercado).

En esta relación de complementariedad se encuentra la acción de la ley del valor4 y, por supuesto, la teoría valor–trabajo desarrollada por Marx5.

El trabajo socialmente6 necesario, materializado en la mercancía, constituye su valor (trabajo humano abstracto) en su forma natural y se expresa en su valor de cambio. Pero el valor, en su forma natural, carece de existencia objetiva y, por consiguiente, no es perceptible. El valor solo se hace objetivo en la relación de una mercancía con otra (cuando acude al mercado7 M-D, fórmula mercancía-dinero) y, por supuesto, el proceso continúa en la relación D-M, la segunda metamorfosis o final de la mercancía. En realidad es un proceso simultáneo: de un lado el vendedor; del otro, el comprador.

La relación de una mercancía con otra ya contiene la forma precio, que es una de las muchas formas del valor. Es decir, se trata solo del carácter específico del trabajo creador de valor, en una primera parte; y como segunda, la concatenación de esa determinación con la necesaria transformación de la mercancía en dinero. El precio es la expresión monetaria (externa) del valor de cambio. Y aquí no hay apología del mercado, sino la constatación de que los valores, creados en la producción, se realizan en el mercado.

En teoría se considera que hay coincidencia exacta entre magnitud de valor y precio; en la práctica siempre habrá incongruencias cuantitativas entre ambas categorías: valor y precio8. En términos científicos resulta importante y definitorio reconocer esa diferencia y la existencia de precios imaginarios9.

A diferencia de los fenómenos naturales, en los sociales actúan agentes dotados de conciencia y voluntad. De manera que, si una persona decide vender su honor por una buena suma de dinero, y  lo hace, ello conlleva que su honor asuma  un precio, adopta la forma de mercancía. Su honor carece de valor, pero tiene un precio. Se produce una incongruencia cualitativa entre valor y precio. Y cuando esto sucede, se habla de precio imaginario, en lugar de precio real.

El precio siempre gravitará en torno al valor, pero en ningún caso puede suponerse una coincidencia absoluta entre ambos. En una economía donde se manifiesten las relaciones mercantiles, resulta consecuente que se registren  irregularidades, en que los precios sean tasados por encima o por debajo de la magnitud de valor. Se considera que, como media de todas las transacciones realizadas en el transcurso de un año, la magnitud de valor y el precio coinciden.

La teoría marxista de valor trabajo hasta el presente no ha sido superada por otra teoría que represente, científicamente, la naturaleza y las formas del valor de un modo más preciso y avanzado que como lo hizo Marx. Tomando como referencia a prestigiosos economistas  contemporáneos como Samuelson y Nordhaus, en la sección “El mecanismo del mercado” de su libro Economía, plantean  lo siguiente: «En un sistema de mercado, todo tiene un precio, que es el valor del bien expresado en dinero». Ambos reconocen los dos lados: valor y precio. A la vez reconocen que la relación que hay entre ellos es de expresión, que uno es expresión del otro.

Pero en esa obra no se aprecia un espacio dedicado a exponer la naturaleza del valor y su relación con el precio. Los economistas convencionales se quedan en el precio, porque es lo que aflora a la superficie, y dejan impreciso el análisis del valor, no llegan a la búsqueda de  la esencia del problema, no lo perciben o desconocen cómo captarlo en su forma natural. Ello evidencia la ausencia de una teoría propia al respecto. De ahí que, desde la economía convencional, no se pueda refutar la teoría del valor de Marx.

A partir de los aspectos anteriormente analizados respecto a la teoría valor –trabajo, la ley del valor, el proceso de intercambio (M-D, mercado) y la relación valor precio favorecen considerar, en el proceso de transición hacia una sociedad socialista, la acción de la ley del valor (conociendo su naturaleza y forma de funcionamiento) y el papel de la planificación. La primera no se impondría de forma ciega, ante la complementariedad necesaria y posible entre la planificación y el mercado, para evitar con ello la creación de desequilibrios y perjuicios para la sociedad, revertir esta situación en busca del desarrollo más armónico, proporcional, eficiente  y con la mayor equidad posible en los diferentes momentos en que se manifieste dicha complementariedad .

Resulta importante tener presente las contradicciones que se pueden presentar entre valor de uso y valor de cambio, para las empresas y la población. Para la primera como medio de producción y, para la segunda, como medio de consumo; ambas, en cierta medida, pueden demandar el mismo producto. Como parte del proceso de tránsito hacia una sociedad socialista, la complementariedad que se necesita entre planificación y mercado no puede alcanzarse de forma burocrática.  Una solución burocrática  a esta contradicción puede conducir a una competencia desigual entre el sector empresarial socialista y los miembros de la sociedad, intensificando la escasez en el mercado de medios de consumo y, por ende, en contra de la sociedad socialista.

Uno de los puntos o aspectos vitales dentro del proceso de complementariedad señalado se refiere a la presencia de la ley económica fundamental  de la sociedad. Es conocido que en el modo  de producción capitalista la ley del valor se subordina a la ley de la plusvalía. En la nueva sociedad, en busca de lo más justo y con la mayor equidad posible,   la ley del valor se subordina al desarrollo pleno de cada miembro de la sociedad. Donde el trabajador reciba de acuerdo con sus resultados, por la vía del salario, en correspondencia  con el tiempo de trabajo necesario (ver nota al pie no. 4), que le permita cubrir sus necesidades crecientes y las de su familia.

Resulta obvio que una parte del trabajo adicional en la nueva sociedad se destine a los requerimientos sociales, que en cierta medida se reviertan en la sociedad de la cual forman parte el trabajador y su familia; pero se requiere que esa proporción alcance un punto de equilibrio entre trabajo necesario y adicional, en correspondencia con las relaciones de producción vigentes y el desarrollo de las fuerza productivas,  y que no vaya en detrimento de la remuneración debida por  la vía del ingreso individual, a favor de lo social.

Debe tenerse presente que la nueva sociedad, enmarcada en el periodo de transición, emana del modo de producción anterior; en este periodo de tránsito, el trabajo aún es un medio de vida y no se presenta como una necesidad vital, y esa fase de tránsito hacia el socialismo no se construye con entusiasmo, sino sobre la base del interés de los productores.

En todo este proceso de transición,  los actos dirigidos a la producción y a la satisfacción de sus necesidades requieren que se regule de manera integral y se vele por proteger las dos fuentes originales de toda producción humana: la tierra y el ser humano.

Momentos de la complementariedad

Tradicionalmente, el estudio de la economía se dividió en dos grandes campos: la macro y la microeconomía. Pero, en épocas recientes, los estudiosos interesados en el desarrollo económico introdujeron dos nuevas ramas de estudio en esa ciencia: la mesoeconómía y la metaeconomía10. Esta última, por su importancia e interrelación con la planificación y el mercado, y con los aspectos sociales y territoriales,  requiere un análisis propio.

Macroeconomía

En la instancia macroeconómica le corresponde al Estado la función de auspiciar el ambiente propicio para el crecimiento y preservar la estabilidad bajo condiciones de equidad distributiva, para lo cual puede actuar con una cierta autonomía relativa.

La planificación en el ambiente macro requiere concentrase en los aspectos esenciales acerca de la búsqueda de las proporciones de la economía. Sin duda, requiere de una serie de variables, como: demanda,  disponibilidad de recursos (materiales, financieros, naturales y humanos), infraestructura, precios (mercado interno y externo, tendencias), créditos, fuentes de financiamientos internas y externas, tendencias tecnológicas, el medio ambiente, fuentes de energía no renovable y renovables, entre otras.

El proceso resulta interactivo y necesita apoyarse  en los métodos de matrices de insumo-producto, que ayuden a la fundamentación científica de la planificación. Esta necesita desencadenarse en varios horizontes: el mediano plazo (3-5 años, menor detalle que la planificación anual) y una visión del largo plazo (10-15 años), mientras que la planificación anual sobre bases indicativas  se manifiesta como una actualización de la planificación a mediano plazo. En ese momento se establecen las cifras y proporciones económicas indicativas para la economía.

En los niveles macro y meso se requiere disponer de los análisis y estudios  de mercado (oferta-demanda, precios actualizados y proyecciones, tanto internos como externos, globales y los propios territoriales), para que así, desde el propio inicio del proceso de planificación, comience la complementación entre la  planificación y  el mercado.

Mesoeconomía

En el nivel intermedio entre la macro y la microeconomía, se sitúa la mesoeconomía11, que estudia cómo afecta la situación coyuntural las relaciones entre los agentes económicos y el desenvolvimiento económico global. La mesoeconómía estudia los aspectos institucionales de la economía que no captan la macroeconomía y la microeconomía. No obstante, abogar por la utilización de métodos matriciales y modelos12 de optimización como herramientas y procedimientos que conduzcan a una fundamentación científico-técnica de la planificación, hay que reconocer que los habituales modelos macroeconómicos y microeconómicos actuales son insuficientes para explorar las dinámicas y complejas relaciones entre los seres humanos, las instituciones y la naturaleza, con lo que se ha desconectado de la economía real.

Entre los factores mesoeconómicos  que deben considerarse y estudiarse (como parte del proceso de complementariedad entre la planificación y el mercado), se encuentran la configuración de una infraestructura material competitiva (sistemas de transporte,  comunicaciones y energía) y de políticas sectoriales, sobretodo de políticas de educación, entrenamiento, de investigación y desarrollo más  innovación (ID+i) y tecnológica.

También hay que considerar una política comercial específica, mecanismo de mercado y unos sistemas regulatorios (por ejemplo, estándares ambientales y de seguridad técnica), que contribuyan ala generación de ventajas competitivas (además de políticas a nivel regional y local) para las administraciones locales, las instituciones de ID+i, las empresas jurídicas y naturales locales. Estas pueden y deben interactuar, desplegar las relaciones horizontales,  para el mejoramiento de la calidad y el desarrollo económico-social territorial. De ese modo, el Estado y los actores sociales crean ventajas localistas y de facilitación en los niveles nacionales, regionales y locales.

En la instancia mesoeconómica, al Estado le compete el papel de promotor, generador y catalizador de las condiciones adecuadas para lograr la relación entre agentes y organizaciones, con miras a crear y recrear un entorno funcional para la competitividad sistémica. Desde los niveles macro y meso se puede accionar, por medio de mecanismos económicos, empleando reservas en productos y monetarias, e interactuar con el mercado, mediante el empleo de las estructuras institucionales gubernamentales, ante alzas de precios o desequilibrios detectados. También aplicando niveles de subsidios, tasas de intereses, impuestos, facilidades de créditos, entre otros mecanismos económicos.

Microeconomía

La microeconomía13 abarca el estudio de la asignación de recursos por los hogares y las empresas, las normas y las instituciones del nivel microeconómico que entrañan consecuencias macroeconómicas.

En los niveles micro (donde se desempeña la empresa, célula económica de la economía) se precisa una utilización más inmediata y cotidiana del mercado como herramienta, del comportamiento de la oferta-demanda, precios (formados a partir de la concurrencia nacional y extranjera), la competencia (que los empresarios trabajen sobre condiciones tensas de liquidez, que propicien la creatividad), así como la necesaria información actualizada y ágil a los productores, para tomar decisiones rápidas (que dispongan de la autonomía que les corresponde). La empresa es el nivel más cercano, inmediato, que logra la interacción señalada de la complementariedad con el mercado.

El comportamiento de los empresarios (productores)  cambia  de forma radical cuando producen para un mercado:

* La realización (venta) de su producción no está garantizada si no logra producir en los límites de calidad y precios que impone el mercado.
* Su nivel de producción ya no está restringido por los suministros o insumos productivos que le asignan por medio del balance material de planificación centralizada, sino por su propia capacidad de ampliar su participación en el mercado y por capacidad de autofinanciarse.

Consideraciones finales

Para cualquier economía, los recursos no son ilimitados. Aplicar métodos de optimización, valoración, de gestión  y mercado en complementariedad con la planificación puede ayudar a una mejor distribución y eficiencia económica.

Todo este recorrido y proceso de análisis realizado encierra como objetivo  fundamental expresar que las formas de organización y funcionamiento de la economía  constituyen elementos activos sobre la propiedad y la producción, para discernir cómo ambas formas (la planificación y el mercado)  se complementan en sus diferentes momentos, en busca de lograr el funcionamiento acertado de la economía,  teniendo bien claro el papel que cada uno desempeña en el  periodo  de tránsito y, en última instancia, cuál determina o condiciona.

1 Armando Nova: “Plan y mercado”, en La agricultura en Cuba, evolución y trayectoria (1959-2005), Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006.

2 No existe propiamente una economía de mercado; el mercado, al menos desde que el capitalismo se estableció como sistema dominante en el mundo, siempre ha tenido la presencia de la regulación. Y suele identificarse la economía de mercado con el capitalismo, frente al socialismo conocido.

3 El tipo de propiedad predominante determina e identifica el  modo de producción.  La propiedad estatal en la construcción del socialismo no es el tipo predominante o la que debe predominar; es una de las formas que, unidas a otras formas de propiedad social como la cooperativa (que pudiera concebirse como la predominante), o la familiar, la privada (incluyendo aquella que contrata fuerza de trabajo),conviven en el proceso de transición. Esto se convierte en una consideración de inicio,  que marca  la complementariedad a lograr entre la planificación y el mercado, en dicho periodo. No obstante, las formas de  organización y funcionamiento de la economía  son elementos activos y actúan sobre la propiedad y la producción. Resulta importante distinguir que ambas formas –planificación y mercado– se complementan para la organización y funcionamiento de la economía, teniendo bien claro el papel que cada una desempeña en el  periodo  de tránsito.

4 La ley del valor pretende explicar la regulación  de la proporción en que se intercambian las mercancías entre sí. Las distintas proporciones en que se intercambia una mercancía por las demás debe poder reducirse a una expresión común y distinguirse solamente por la proporción en que contienen ese patrón o medida común. La ley del valor parte del hecho de que la sustancia común entre las diferentes mercancías, en tanto productos sociales, es el trabajo humano. El valor y, por tanto, la proporción de valor está determinada por las cantidades de trabajo-tiempo humano socialmente necesario que se requiere para producir las mercancías.

5 Existen dos cuestiones clave de la teoría del valor desarrollada por Marx: el carácter específico del trabajo creador del valor y la concatenación entre la determinación del valor por el tiempo de trabajo y la transformación de la mercancía en dinero (M-D).

6 La cantidad de trabajo se mide en unidades de tiempo, y así se expresa el tiempo de trabajo socialmente necesario. Es conocido que el salario se establece en función de una jornada laboral  medida en horas de trabajo, y resulta destacable que el tiempo de trabajo necesario, los salarios, deben corresponderse con las necesidades del trabajador y su familia, considerando la reposición y ampliación de la fuerza laboral. También la reducción del tiempo de trabajo (vivo y pretérito) constituye un elemento vital en el incremento de la productividad y la producción. El  tiempo es un concepto económico fundamental.

Carlos Marx: “El salto del valor de la mercancía desde el cuerpo de esta al cuerpo en oro es, como ya digo en otro sitio, el salto mortal de la mercancía. Claro que si le falla, no es la misma mercancía la que se estrella, sino su poseedor”, en El Capital, Tomo I, sección I, capítulo 3, Dinero como medio de circulación. M-D primera metamorfosis de la mercancía.

8 Carlos Marx: «La posibilidad de incongruencia cuantitativa entre precio y magnitud de valor radica en la misma forma de precio. Esto no es ningún defecto de la forma, sino que, por el contrario, hace de ella la forma adecuada de un modo de producción donde la regla se impone como ley media y ciega de la irregularidad», en El Capital, tomo I.

9 Carlos Marx: «Cosas que en y de por sí no son ninguna mercancía, por ejemplo, la conciencia, el honor, etcétera, pueden considerarlas sus poseedores como vendibles por dinero y recibir así, mediante su precio, la forma de mercancías. Por consiguiente, una cosa puede tener un precio sin tener por ello valor. La expresión de precio se hace aquí imaginaria, como ciertas magnitudes de las matemáticas. Por otro lado, también la forma de precio imaginaria, por ejemplo el precio del suelo no cultivado, que carece de valor por no haberse objetivado en él ningún trabajo humano, puede ocultar una relación real de valor, o una relación derivada de ella», en El Capital, Tomo I.

Los críticos de la teoría marxista dicen que el suelo virgen tiene un valor y, sin embargo, en él no se ha objetivado ningún trabajo humano. De manera que concluyen que la sustancia del valor no puede ser el trabajo humano abstracto. Pero su  error radica  en que no diferencian el valor del precio, puesto que siendo cierto que el suelo virgen tiene un precio, no obstante, no es cierto que tenga valor. La esencia del problema radica en reconocer la diferencia entre valor y precio y, por otra parte, de reconocer la existencia de precios imaginarios.

10 La metaeconomía va aún más lejos, al estudiar aspectos funcionales más profundos de la economía, entendida como un complejo e interactivo sistema vivo y dinámico, que obliga a adoptar un planteamiento abierto, sistémico y evolutivo y a reconocer la economía real como un complejo sistema vivo dentro de otros sistemas. Es difícil porque las estadísticas oficiales no recogen a cabalidad estos aspectos  –o simplemente no los  tienen en cuenta–, incluidas muchas de las normas y prácticas ocultas de la economía real.

Para algunos autores  se define la metaeconomía como la humanización de la economía, teniendo en cuenta el imperativo de un medio ambiente sostenible; así, incluye elementos de filosofía, moral, psicología, antropología y sociología que transcienden los límites de la obtención del máximo beneficio y la racionalidad individual.

Lo anterior se encamina hacia  un nuevo planteamiento que está ganando espacio, el cual se ha identificado como “el nuevo pensamiento económico” una “nueva forma de ver y entender el mundo económico”. Ese planteamiento requiere la incorporación de la psicología, la antropología, la sociología, la historia, la física, la biología, las matemáticas, la informática y otras disciplinas que estudian sistemas adaptativos complejos.

La metaeconomía se acerca a una herramienta científica de auditoría del sistema, al analizar y evaluar los efectos de los modelos de organización económica sobre la sociedad y el medio, de cuya suma resulta el conjunto global que define la riqueza real de las naciones. Esta rama introduce enfoques humanísticos que refuerzan el carácter de ciencia social de la economía respecto de la dimensión humana en la que se desarrolla, al analizar formalmente los valores potenciales emergentes en términos más generales que la suma de las partes.

Se formula como una especialidad reciente que analiza los equilibrios económicos en unión con los equilibrios sociales y medioambientales, considerando el desarrollo de las herramientas de análisis que concretarán en cuerpo la metáfora de la mano invisible, y permitiendo con esto evaluar mejor en la práctica la diferencia entre los elementos que enriquecen el conjunto del sistema en el que se desenvuelven los seres humanos; de los que lo empobrecen como detonantes de crisis y de inestabilidades sociales.

11 Nivel intermedio entre la macroeconomía y microeconomía, donde las personas e instituciones interactúan con el fin de fomentar el desarrollo desde la región, teniendo en cuenta que dentro de un país existen diversas regiones, con diferentes necesidades y grados de desarrollo. Por lo tanto, es muy importante la interacción y articulación entre todos los actores sociales, con el fin de lograr que el país sea competitivo a nivel internacional.

12 La forma y elegancia de los modelos microeconómicos y macroeconómicos los hace útiles para explicar el mecanismo de los precios y el equilibrio o desequilibrio de las variables económicas agregadas fundamentales, pero ninguno de los dos modelos puede describir ni analizar el comportamiento real de los participantes, actores principales en los mercados.

13 La microeconomía es una parte de la economía que estudia el comportamiento económico de agentes económicos individuales, como son los consumidores, las empresas, los trabajadores y los inversores; así como de los mercados. Considera las decisiones que toma cada uno para cumplir ciertos objetivos propios. Los elementos básicos en los que se centra el análisis microeconómico son los bienes, los precios, los mercados y los agentes económicos.

Para el estudio de estos fenómenos, la microeconomía se vale de modelos formales, que explican las decisiones de productores y consumidores, partiendo de supuestos, hasta llegar a conclusiones a través de métodos deductivos.

Las personas tienen necesidades elementales y específicas que cubrir (alimentación, vestido, medicinas, vivienda, otros), y existen múltiples factores que influyen en la capacidad de generar recursos para satisfacer dichas necesidades, tales como trabajo, materia prima o capital. El equilibrio y óptima distribución de estos recursos es materia microeconómica.

Las ramas de estudio de la microeconomía, para desarrollar sus aplicaciones, son las teorías y los indicadores. Las teorías empleadas en microeconomía son las siguientes: teoría del consumidor, de la demanda y  del productor, equilibrio general y mercados de activos y financieros.

Un comentario

  1. Producción y comercialización agropecuaria: recientes medidas y posibles impactos | Inter Press Service en Cuba

    […] las desproporciones ni logra el equilibrio. Se aboga por una relación  de complementariedad entre la planificación y el mercado. Este último posibilita que afloren los problemas a la superficie y sean  percibidos  e […]

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