Ventas de Garaje en Cuba, opción para sobrevivir
Este comercio minorista está cobrando fuerza y se ha convertido en un alivio para quien vende y compra, pero con nula repercusión en el desarrollo macroeconómico del país.

A falta de garaje, el negocio se instala en patios, azoteas, portales, salas y hasta en quicios de puertas.
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
Cuando se viven tiempos difíciles como los actuales, no pocas personas se crecen ante las dificultades, apelan a su ingenio y talento y ponen en marcha iniciativas, aunque sean copiadas, de otras latitudes. Es el caso de las ‘ventas de garaje’, término que viene del inglés ‘garage sale’, una costumbre iniciada a mediados del siglo pasado en Estados Unidos.
Esta modalidad de comercialización va creciendo en La Habana y otras ciudades del país, con mayor o menor fortuna. No pocos de estos nuevos comerciantes consideran que se trata de un negocio que llegó para quedarse en patios, azoteas, portales, salas y hasta en quicios de puertas.
La Resolución 102 de 12 de agosto de 2021 autoriza a las personas naturales la comercialización minorista eventual, de artículos usados, especialmente ropa usada, libros, juguetes, adornos para el hogar, herramientas de jardinería, artículos deportivos y juegos de mesa.
La nueva opción en la práctica legaliza lo que ya algunos emprendedores venían
realizando tímidamente desde 2019, al convertir espacios de sus viviendas en tiendas improvisadas donde se deshacían de bienes que ya no les interesaban y para obtener ingresos.
Días buenos y otros no tanto
En medio de blusas, sayas, carteras de mujer, zapatos deportivos, shorts de hombre, bisutería y artículos para el hogar, algunos nuevos y otros seminuevos, Zoila Armenteros, jubilada de 75 años que desde hace meses comenzó a incursionar en este emprendimiento, cuenta su experiencia:
“No siempre es fácil, aunque hay días mejores que otros y logro vender algo, por lo general a personas que tienen buenos ingresos. Vienen pocos jubilados como yo, pues se encuentran entre los grupos más pobres de la población y muchos son vendedores callejeros», explica.
Un transeúnte de unos 55 años se detuvo unos minutos frente a la venta de Armenteros, en el populoso municipio de Centro Habana.
«Realmente es una buena opción sobre todo para comprar artículos que no encuentras en ninguna o muy pocas tiendas estatales: zapatos, ropas, bolsos, mochilas y en ocasiones artículos nuevos. Pero fíjese en los precios. Yo no puedo pagar esto con mi salario», comentó.
Ante una crítica situación económica debido a la pandemia de Covid-19, la crisis internacional y las sanciones de Estados Unidos a la isla, la potencial clientela encuentra algún alivio frente a los precios descabellados de los negocios privados, o frente a la carencia de acceso a las tiendas dolarizadas que venden en Moneda Libremente Convertible (MLC).
Sin embargo, pese a que no alcanzan los niveles desmesurados de los particulares, la inflación galopante que, junto a la caída de la producción, provoca el desabastecimiento, también se expresa en estos negocios familiares.
Calzoncillos para hombre colgados en percheros o sogas, que en cualquier mercado informal de América Latina no superan los dos dólares, se venden a 300 CUP (moneda nacional), lo que al cambio oficial de 24 X 1 superan los 12 dólares.
Igual ocurre con los zapatos de hombre y de mujer desde cuatro mil hasta seis mil CUP (166 hasta 250 dólares, según la tasa mencionada), que se mantiene fija, pese a que el dólar alcanza los 100 CUP en el mercado informal.

Regulaciones en marcha
A la expansión ayudó la publicación en la Gaceta Oficial No. 66 Extraordinaria de 20 de julio de 2021, de la resolución 97 de 2021, que autorizaba y dictaba las regulaciones para el ejercicio de las ventas de garaje en Cuba. El documento reconocía que la situación del mercado demostraba «la necesidad de flexibilizar las modalidades de comercialización y acercar el comercio a la comunidad».
El texto aprobaba las ventas de garaje como «modalidad de comercialización minorista eventual», y establecía las regulaciones para su realización.
De acuerdo con la normativa, para efectuar tal actividad las personas no requerían de licencia comercial ni de trabajador por cuenta propia, pero sí tenían que solicitar permisos a la oficina designada del Consejo de la Administración Municipal, así como pagar una tarifa mínima no superior a los 50 pesos diarios.
Pero dos semanas después el MINCIN derogó la normativa 97 y emitió la 102, que eliminó la necesidad de otorgamiento de permisos por las autoridades y el pago por el mismo. La función de los Consejos de la Administración Municipal se limita ahora a definir y divulgar los días para realizar las ventas.
La Resolución 102, firmada por la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz, y publicada en la Gaceta Oficial, estableció que la venta se realiza en garajes, portales y otras áreas residenciales que no obstruyan el tránsito por aceras y vías; pueden organizarse por las autoridades territoriales en parques y otras áreas.
También que para realizar esta actividad, las personas no requieren de licencia comercial ni de trabajador por cuenta propia.
Los artículos a comercializar son de uso doméstico y personal; pueden ser usados, seminuevos y nuevos; y los consejos de la Administración Municipal definen y divulgan los días en que se realizan las ventas.
Opiniones y otros detalles
Personas consultadas lamentaron que se limitara a una fecha u hora determinada a «una modalidad comercial tan oportuna para que la población adquiera ingresos extras y obtenga productos necesarios a precios asequibles», según afirmó Mario Villegas, un médico de 35 años.
Un lector, identificado como Armando Enrique, opinó en la web oficial Cubadebate que esta «es una forma que otorga ligeros ingresos monetarios. Mantiene activa a la persona que realiza la actividad (…) da a la ciudad una imagen de movimiento comercial y establece relaciones sociales entre vendedores, compradores y proveedores».
Entre los elementos que se excluyen en la modalidad de ventas de garaje, de acuerdo con la Resolución 102, están “lotes de artículos nuevos importados y de la industria nacional; pieles de animales y maderas preciosas; y alimentos”.
De todas formas, cualquier observador puede notar que entre los artículos a la venta muchos proceden del extranjero, traídos por las llamadas mulas que realizan viajes periódicos (que mermaron por las restricciones de la pandemia y limitaciones de visados de países vecinos) para realizar compras y después revender.
“Es imposible tener en estas llamadas ventas de garaje disponer de tantos bienes en desuso que faciliten ofertas constantes”, conjeturó un cliente que optó por no ser identificado. (2022)
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