La Habana, 16 dic.- Las desigualdades de género y su relación con el VIH se expresan con mayor relevancia en la educación, el empleo, el acceso a los recursos y el poder de decisión, los roles de género, la discriminación y la violencia, concluyó un estudio publicado a inicios de diciembre en Cuba.

El folleto Desigualdades de género y VIH en poblaciones clave, indica que  “el fenómeno se expresa de múltiples formas según la identidad de género, la orientación sexual y los comportamientos sexuales, en los diferentes ámbitos de la vida con predominio para la identidad masculina y la homosexualidad”.

La indagación, realizada por un colectivo de autores del Centro Nacional de Prevención de las ITS/VIH/sida, hace un resumen sintético de los principales resultados obtenidos en un estudio realizado durante los años 2013 y 2016.

Reseña la búsqueda de las múltiples diferencias que, en cuanto al género, podrían traducirse en desigualdad, para las poblaciones consideradas clave y su determinación en la transmisión del VIH.

Se estudiaron 297 personas. De ellas, 267 (89,9 por ciento) se identificó con el género masculino, en su mayoría con prácticas sexuales solo con hombres (80 por ciento).

Desigualdades

De manera general, el texto destaca que si bien la igualdad de oportunidades de la ciudadanía en Cuba “está reconocida en el ordenamiento jurídico vigente, se trata de procesos culturales que se escapan de cualquier pliego o manifiesto, para calar el imaginario y las representaciones sociales sobre las que se ancla una cotidianidad no exenta de discriminación”.

En este sentido, la primera investigación de su tipo en el contexto nacional resumió que existe para las poblaciones clave desigualdad de oportunidades básicas, especiales y profesionales, relacionadas con la carencia de vivienda estable, el trabajo sexual y el limitado acceso a servicios de salud.

A su vez, padecen la desigualdad en el hogar y las posesiones, consecuencia de la expulsión de sus viviendas por motivos de la orientación sexual y la identidad de género, y la práctica de relaciones sexuales en condiciones que dificultan la negociación de protección.

De manera específica, la indagación arrojó que, en cuanto a los roles de género, las principales desigualdades se expresan en la reproducción de tareas en las relaciones de pareja entre hombres, condicionados por conceptos heteronormativos.

Por otro lado, el equipo investigador determinó que, según los encuestados, existen relaciones desiguales de poder y baja autoestima que condiciona insuficiente percepción de riesgo, autocuidado y menor autonomía sobre la sexualidad.

Relacionado con el empleo, aspectos como “bajo salario, trabajos poco remunerados, presencia de trabajo sexual, transmisión del VIH como consecuencia de una relación desigual de poder entre cliente y proveedor de servicios” fueron otros resultados.

Ello se vincula con las violencias de género que sufren poblaciones clave, asociadas a relaciones forzadas o no consentidas; relaciones sexuales en lugares con riesgos de agresión y sin posibilidad de negociación de uso del condón, además del maltrato físico, psicológico y sexual hacia las personas con VIH.

Otras desigualdades se adjudicaron a la limitada representación de la realidad de hombres homosexuales y bisexuales en los medios de difusión masivos, la insuficiente aceptación y apoyo familiar y las necesidades del respeto de la sociedad con independencia de la orientación sexual y la identidad de género.

Discriminación

También se suma, según el criterio de las personas encuestadas, “la discriminación en espacios sanitarios, mediante el limitado acceso a tratamientos y servicios de salud amigables y el no acceso a información básica sobre protección, uso de condones, y otras medidas de prevención debido al ocultamiento de orientaciones sexuales e identidad de género para evitar el rechazo”.

En relación a otros ámbitos en que fue percibida la discriminación, resultaron más frecuentes “la pérdida de amistades a causa de la orientación sexual, la valoración que otros hacen del trabajo realizado, el asedio o maltrato por parte de las autoridades y el limitado acceso a cargos y responsabilidades”.

Asimismo, la pesquisa reflejó que las manifestaciones de violencia y discriminación resultan más frecuentes para las personas transgénero (autopercibidas femeninas), que formaron parte de la muestra estudiada.

El estudio concluyó que “las estrategias para enfrentar las desigualdades en salud para las poblaciones clave deben abordar los problemas relacionados con el género, el desarrollo de la diversidad de masculinidades, las relaciones intragéneros, la promoción de una comunidad de apoyo fuerte y mejorar el acceso a servicios de salud de calidad”. (2022)