Violencia: ¿dónde poner la mirada?

La investigación sobre violencia en Cuba necesita más datos cuantitativos, reclamaron especialistas e instituciones en 2009.

Jorge Luis Baños - IPS

Estudios constatan que las mujeres cubanas reaccionan más activamente ante la violencia intrafamiliar que sus pares de otras sociedades.

El tema de la violencia de género ha llegado a las agendas de muchos centros de estudios cubanos, pero falta una mirada integral, que aporte cifras más generalizadoras.

En opinión de la doctora Mareléen Díaz Tenorio, del Departamento de Estudios sobre Familia, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), cada vez más personas e instituciones se acercan a esta problemática desde diversas esferas.

“Pero hemos aprendido, sobre la marcha, que es importante tener datos cuantitativos sobre violencia. Esa información falta y es vital, porque ayuda a visualizar el problema, a sensibilizar a personas, incluidos los tomadores de decisiones”, precisó Díaz Tenorio.

Con ella coincide la doctora en ciencias Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer, de la Universidad de La Habana. “Aún falta un estudio nacional con datos objetivos, como denuncias y reportes de hospitales, para tener una idea lo más cercana posible al estado del problema en su aspecto más crítico: sabemos que esas son cifras que la realidad suele superar, pero sería un buen inicio”, explicó Vasallo.

“Que yo conozca, el único acercamiento más o menos abarcador lo hizo la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) en Holguín y Cienfuegos, y forma parte de una encuesta mayor sobre salud sexual y reproductiva. En el CIPS, en 2006, hicimos un cuestionario con unas 500 personas en seis provincias del país, pero todavía se queda por debajo de lo que consideramos que se debería hacer”, insiste Díaz Tenorio.

Inicios tardíos

Aunque la violencia intrafamiliar y de género es un fenómeno muy antiguo, su conceptualización y estudio es un hecho históricamente reciente. Según refieren investigaciones realizadas en el propio Departamento de Estudios sobre Familia del CIPS, adscrito al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), en el mundo, la violencia solo comenzó a ser tomada en cuenta como objeto de análisis a partir del siglo XVIII, y la intrafamiliar, hace unas pocas décadas.

“Hasta el momento, el conocimiento y la información rigurosa de que se dispone sobre este fenómeno, en la mayoría de los países, es sumamente escasa y, en ocasiones, prácticamente nula, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo”, detalla el estudio Violencia intrafamiliar en Cuba. Aproximaciones a su caracterización y recomendaciones a la política social.

En la isla, los acercamientos a este objeto de estudio se inician aún más tardíamente, “hace apenas algo más de una década”, aunque han ido generalizándose con el paso de los años, según el texto del CIPS. “Se han realizado desde las ópticas de diferentes especialidades, y han tenido un enfoque principalmente jurídico, médico, sociológico o psicológico”, acota la indagación.

Ya en 1999, el Centro de Estudios de la Mujer, de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), realizó una sistematización de 20 trabajos relativos a la violencia en Cuba, producidos desde 1994 hasta esa fecha, y confirmó que la intrafamiliar era la más abordada. Considerada por muchos especialistas como antecedente investigativo, esta sistematización utilizó como fuentes de información, fundamentalmente, al Instituto de Medicina Legal y a la propia FMC.

En la actualidad, además de en esos dos centros, pueden encontrarse acercamientos interesantes al tema en el ya citado CIPS y en instituciones como el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el Iberoamericano de la Tercera Edad (CITED), la Universidad de La Habana (facultades de Filosofía e Historia, Psicología y Derecho) y la ONE. Igualmente, los ministerios de Salud Pública y Educación están haciendo estudios sobre violencia.

Impulso importante

La creación, en 1997, del Grupo Nacional para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar permitió empezar a coordinar algunas acciones para abordar el tema en forma sistémica, desde una perspectiva multidisciplinaria y multisectorial.

“Los temas más abordados son caracterizaciones de diversas formas de violencia; identificación de víctimas y victimarios; algo de maltrato infantil, los medios de comunicación y su impacto en la prevención y enfrentamiento; el maltrato hacia adultos mayores, en menor medida; y algunas recomendaciones a las políticas sociales”, detalló Díaz Tenorio.

En estos momentos hay investigaciones también fuera de la capital de la isla, sobre todo desde las Cátedras de la Mujer que funcionan en universidades e institutos superiores pedagógicos, y en las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia, ubicadas en todas las provincias.

Ana Melva Ramírez, de la Cátedra de la Mujer, la Familia y la Sociedad, del Instituto Superior Pedagógico (ISP) “José de la Luz y Caballero, de Holguín, confirmó ese desarrollo. “Este tipo de estudios ha ido aumentando paulatinamente en los últimos años. En Holguín comenzó desde finales de la pasada década del noventa y se ha incursionado en el entorno de la educación superior, en espacios de la salud pública y desde los centros de orientación y diagnóstico de la educación general, entre otros”, dijo Ramírez.

La mayoría de las investigaciones coincide en que la intrafamiliar, como forma particular de la violencia social, es un fenómeno que afecta de uno u otro modo a todas las sociedades, sin distinción de clases sociales, etnias, niveles educacionales o creencias religiosas. Igualmente, han constatado su presencia en Cuba, en todas sus manifestaciones, aunque los resultados de los estudios apuntan a una presencia mayoritaria de la psicológica.

Esos resultados permiten afirmar que “la violencia intrafamiliar no se da aisladamente, sino en interacción con otros importantes fenómenos sociales”, precisó el ya citado texto del CIPS.

Reflexión crítica

Para la doctora Clotilde Proveyer Cervantes, del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana, los resultados de los estudios cubanos muestran la presencia del componente de género en la victimización femenina.

En su artículo Los estudios de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja en Cuba: una reflexión crítica, la experta asevera que “los delitos en los que ellas son víctimas se producen mayoritariamente en la relación de pareja y en el espacio doméstico, ellas desempeñan el rol de agresoras en una proporción menor –casi siempre como alternativa al maltrato que padecen–, y reciben mayor ensañamiento de sus hombres cuando las agreden”.

Sin embargo, para las especialistas, todavía hay temas relacionados con la violencia que exigen miradas más detenidas. La doctora Díaz Tenorio insiste en que hay vacíos “en las investigaciones acerca de la evolución histórica o la caracterización antropológica de la violencia en Cuba; en la evaluación de los costos económicos, sanitarios y laborales; en el vínculo de determinados fenómenos o procesos sociales con la violencia, entre los que podrían citarse las creencias religiosas, las discapacidades síquicas y físicas”. “También faltan miradas comparativas entre territorios y regiones e indagaciones en áreas rurales, por solo citar algunos ejemplos”, agregó.

Según el texto del CIPS, uno de los pocos estudios comparativos existentes hasta el momento sobre la violencia intrafamiliar ejercida hacia las mujeres cubanas y de otros países lo hizo la doctora Proveyer a finales de la pasada década.

Ese trabajo constató “algo que se suponía, pero sobre lo que no existía ninguna información directa: las mujeres cubanas, debido a su desarrollo social, reaccionan más activamente ante la violencia intrafamiliar que sus pares de otras sociedades, incluso de países económicamente desarrollados. Aunque no puede decirse que esta investigación por sí sola constituya la comprobación de esa hipótesis, al menos aporta algunos elementos en esa dirección, precisó el CIPS.

Entorno jurídico

A juicio de la doctora Norma Vasallo, casi todos los temas vinculados con la violencia son poco abordados. En ese camino, la experta destacó la necesidad de dar continuidad a estudios sobre las leyes y el entorno jurídico en general. “Aunque se han hecho cambios a la legislación, la población no los conoce, lo cual atenta contra la prevención y el enfrentamiento, pues un mayor conocimiento pudiera ayudar, por ejemplo, en el momento de la denuncia y también serviría de freno a los agresores”, argumentó.

A Díaz Tenorio le interesa también profundizar en el destino que corren las investigaciones sobre violencia y cree que es necesario el ensayo, la implementación y evaluación de las que se van haciendo, porque tienen que ver con la vida de las personas.

“Ese es un desafío. Otro es tener claro cuáles recomendaciones aportan a la política social y qué se hace con ellas. No es un hecho común y frecuente la elaboración de recomendaciones. Muchas veces, las que se han hecho no han sido tomadas en cuenta del todo”, precisó.

La preocupación de esta experta tiene sus raíces no solo en cuestiones puramente académicas, sino también en otras esencialmente humanas, porque la violencia puede causar dolor, daño e, incluso, la muerte. “En cuestiones de violencia, como en ningún otro asunto de las ciencias sociales, no es posible asumir una actitud contemplativa; no puedes diagnosticar y quedarte en el ámbito descriptivo”, concluyó.

(Tomado del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe/SEMlac)

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