El Movimiento Pentecostal en Cuba

Diez denominaciones pentecostales eran miembros del Consejo de Iglesias de la isla en el año 2003.

Jorge Luis Baños - IPS

El pentecostalismo es una de las últimas formas religiosas introducidas en Cuba.

A partir de su nacimiento en Estados Unidos, a fines del siglo XIX y principios del XX, el pentecostalismo comenzó a expandirse. Muy rápidamente, en los primeros años de la pasada centuria, se ubican datos sobre su actividad misionera en distintos países del continente.

En Cuba, en particular, también existen referencias de que, por entonces, visitaron la isla representantes de algunas de las expresiones religiosas que conforman el movimiento pentecostal.[i] Sin embargo, es común hoy que se acepte la década del 30 del siglo XX como la de inicio del verdadero establecimiento y difusión paulatina de las iglesias pentecostales.

Líderes del pentecostalismo local, entre ellos Avelino González y Tomás Tabares, asumen en sus testimonios y escritos que fue ese el momento en que el pentecostalismo comenzó a ser un factor a considerar en el escenario religioso nacional.

Al respecto, González ha puntualizado que adopta “la década de los años treinta como llegada de los tres primeros misioneros pentecostales a Cuba, dos estadounidenses, Miss Ana Sanders y Miss Harriet May Kelty, y un puertorriqueño, el reverendo Francisco Rodríguez. No podemos afirmar ni negar -subraya- que con anterioridad algún otro pentecostal pisara nuestras playas, pero no como misionero o evangelista”[ii].

H. May Kelty y Ana Sanders, misioneras procedentes de Norteamérica y financiadas por las Asambleas de Dios, son las fundadoras. A ellas se unió, poco después, el pastor Rodríguez Agosto. Con el paso del tiempo se fundaron denominaciones que, con nombres diferentes, extendieron las creencias y prácticas pentecostales a todo el ámbito nacional.

Los primeros lugares de culto se crearon principalmente en los barrios más pobres de las áreas urbanas, y en zonas rurales y semi rurales donde, por lo general, no existían iglesias, capillas u otros centros destinados a actividades religiosas.

Con frecuencia los pastores comenzaban a predicar en cualquier pequeño local que les facilitara la oportunidad de reunirse. Incluso realizaron cultos bajo carpas o al aire libre y más tarde construyeron sencillos templos. A territorios olvidados y poblaciones que sufrían carencias de todo tipo, llevaron un mensaje de esperanza matizado por su peculiar modo de profesar la fe.

En estas condiciones era natural que la feligresía estuviera compuesta, en su casi totalidad, de individuos de los sectores sociales más humildes. A las congregaciones se acercaban mujeres y hombres de escasos recursos económicos y bajo nivel cultural, sobre todo trabajadoras domésticas, subempleados, desempleados y amas de casa. Excepcionalmente atraían a personas de nivel educacional medio y mucho menos a graduados universitarios.

Las condiciones de implante fueron de aguda competencia. Téngase en cuenta que el pentecostalismo ha sido una de las últimas formas religiosas llegadas al país, vinculado, además, a un espacio protestante que se desarrolló alejado de la mezcla con otras creencias y prácticas religiosas.

Tal vez ayudado por la autonomía de algún que otro grupo pentecostal, y gracias a su propio estilo de fe, le fue posible un cierto acercamiento a personas que se movían dentro de formas religiosas populares.

La acción de la sanidad divina fue aceptada como una alternativa a la cura de enfermedades, especialmente en regiones huérfanas de centros hospitalarios y personal especializado, donde las creencias habían asimilado prácticas similares debido a la difusión del espiritismo y el prestigio de determinados curanderos.

En 1935, la Asamblea de Dios, inscrita oficialmente como Iglesia Evangélica Pentecostal, llevaba a cabo tareas evangelísticas en diversos puntos de la isla. Rodríguez Agosto pronto se separaría. Este hombre organizó en los 40s la “Primera Iglesia Pentecostal de Cuba”. Se dice que la llamó de ese modo para remarcar que era la pionera de las denominaciones de este tipo creada en la isla por un latino.

En los años 30 y 40 surgieron nuevas instituciones eclesiásticas de corte pentecostal: de Dios en Cuba, Evangélica Libre, de la Fe Apostólica, de Dios El Evangelio Completo, de Dios de la Profecía, Biblia Abierta, Monte Sinaí y Evangélica Bethel.

A ellas se sumaron, en la década de los 50, once denominaciones: Santa Pentecostés, Liga Evangélica de Cuba, Getsemaní, Hermandad Agraria de Cuba, Misionera de Dios, Cristiana Pentecostal (por separación de la Evangélica Pentecostal), Cristiana Evangélica Pentecostal, Apostólica de Jesucristo, Evangélica Pentecostal Luz del Mundo, Iglesia de Dios en Cristo Jesús e Iglesia de Jesucristo Libre.

En el decenio siguiente se constituyó de manera definitiva la Congregacional Pentecostal, y se fundaron la Evangélica Pentecostal Las Buenas Nuevas, de Dios Ortodoxa y Misiones Amplias Mundiales.

El pentecostalismo en Cuba, como en el resto de Latinoamérica y el Caribe, ha partido de dos orígenes básicos:

-El haber sido introducido por misioneros estadounidenses y de otros países, muy dependiente de las iglesias “madres”.

-El nacional, nacido especialmente de divisiones internas y de nuevas creaciones, más autónomo.

Iglesias pentecostales en Cuba. Época de implante.[iii]

Década 1930

Década 1940

Década 1950

Década 1960

Iglesia Evangélica Pentecostal (Asambleas de Dios)

Primera Iglesia Pentecostal de Cuba*

 

Iglesia Evangélica Santa Pentecostés

Iglesia Congregacional Pentecostal

Iglesia de Dios en Cuba

Iglesia de Dios el Evangelio Completo

 

Iglesia Liga Evangélica de Cuba

Iglesia Evangélica Pentecostal Las Buenas Nuevas*

Iglesia Evangélica Libre*

 

Iglesia de Dios de la Profecía

 

Iglesia Evangélica Getsemaní *

Iglesia de Dios Ortodoxa*

Iglesia de la Fe Apostólica*

 

Iglesia Biblia Abierta

 

Hermandad Cristiana Agraria de Cuba*

Misiones Amplias Mundiales*

 

Iglesia Evangélica Bethel*

 

Iglesia Misionera de Dios

Iglesia Congregacional Pentecostal

 

Iglesia Evangélica Monte Sinaí

Iglesia Cristiana Evangélica Pentecostal

Iglesia Evangélica Pentecostal Las Buenas Nuevas*

 

 

Iglesia Apostólica de Jesucristo

Iglesia de Dios Ortodoxa*

 

 

Iglesia Cristiana Pentecostal *

Misiones Amplias Mundiales*

 

 

Iglesia Evangélica Pentecostal Luz del Mundo*

Iglesia Congregacional Pentecostal

 

 

Iglesia de Dios en Cristo Jesús*

 

 

 

Iglesia de Jesucristo Libre *

 

 

 

Iglesia Evangélica Santa Pentecostés

 

*Son las surgidas en suelo cubano, resultado de nuevas creaciones o de la integración con otra(s). Las demás proceden de Estados Unidos y en el caso de la Santa Pentocostal, de misioneros estadounidenses y de Canadá.

En 1943, la Evangélica Pentecostal abrió un Instituto Bíblico en la Habana, que luego fue trasladado para Las Villas, en el centro de la isla, donde se formó un grupo de líderes. También por entonces esa iglesia, la mayor del pentecostalismo cubano, inauguró una librería en la ciudad de La Habana y un órgano de información que se llamó Antorcha Pentecostal.

Las demás denominaciones emprendieron igualmente labores encaminadas a mejorar su funcionamiento. La Biblia Abierta organizó su propio Instituto Bíblico. Mientras, un grupo de pentecostales optó por cursar estudios en el Seminario de Los Pinos Nuevos, fundado a finales de los 20s por el presbiteriano cubano Bartolomé Lavastida y el bautista estadounidense Elmer Thompson.

Para extender el mensaje a mayores sectores de la población, utilizaron con mucha fuerza las emisoras radiales. Transmitían, por ejemplo, en los espacios La Hora Evangélica, Voz de Salvación, Voz de Fe, Ecos del Pentecostés y Mensaje de la Biblia Abierta.

El momento de crecimiento más significativo del pentecostalismo en sus primeros 30 años de vida ocurrió entre 1949 y 1958. En ello desempeñó un destacado papel el efecto de las campañas evangelísticas y de sanidad.

En particular se señala la campaña del predicador estadounidense T.L. Osborn, quien logró atraer a un buen número de ciudadanos, muchos movidos por la expectativa de las sanidades*. La crisis acentuada en la segunda mitad de los 50 fue otro importante factor de influencia. Para esa fecha, los pentecostales alcanzaron la cifra de 20.000 adeptos, la más alta hasta entonces.

De aquellos tiempos datan los templos Aleluya, en la provincia de Camagüey, y el de Infanta y Santa Marta, en la ciudad de La Habana, dos de los más importantes del pentecostalismo en Cuba y ambos pertenecientes a la Asamblea de Dios.

Los pentecostales cuentan con edificaciones para sus actividades por todo el territorio nacional. En años recientes, la Cristiana Pentecostal reconstruyó locales en la calle habanera de Zanja, cerca de donde se levantó la congregación que originalmente fue la misión china, y también remodeló el de Bayamo, en la provincia Granma. Otras iglesias han emprendido acciones en tal sentido.

Con posterioridad a 1959, las filas del pentecostalismo quedaron deprimidas a consecuencia de la salida del país de creyentes y líderes religiosos. Los cálculos más conservadores indican que la membresía bajó a unos 15.000 integrantes (en un movimiento inverso al crecimiento demográfico). Pese a ello, corresponde a la década de los 60s, según fue señalado, la fundación de cuatro iglesias.

El reavivamiento del campo religioso cubano en los 90s también hizo crecer las filas del pentecostalismo. No obstante, hay que advertir que Cuba no ha experimentado el crecimiento explosivo reportado para el resto del área latinoamericana y caribeña, donde se habla en algunos casos de 25 por ciento y más de la población convertida.

De todas formas, el incremento ha sido notable en dos direcciones. En primer lugar, si establecemos una comparación en relación con etapas anteriores (se ha multiplicado en unas cuatro veces, quizás más, la cifra de feligreses respecto al anterior momento de crecimiento, vivido en los 50s) y, en segundo lugar, si consideramos que se ha elevado la proporción e influencia de estas iglesias al interior de todo el espacio evangélico nacional. Por supuesto, junto a denominaciones de mayor significación y alcance existen las que se limitan a escenarios muy puntuales y a un grupo reducido de miembros.

Más que de cifras altas, es interesante destacar, en el pentecostalismo cubano, la presencia de rasgos que lo diferencian de lo que en conjunto era este movimiento. Varios estudios han comprobado el lento pero sistemático abandono de tendencias espontáneas que explotaban el recurso del carisma de los líderes. Aunque ello no ha desaparecido absolutamente, ya se evidencia la búsqueda de nuevos y variados medios de superación por parte de líderes y laicos.

Avanzada la década de los 60s se pasó, además, a un proceso de influencia nacional, con la salida del país de los misioneros extranjeros. Las repercusiones de ese hecho fueron positivas para el desarrollo y fortalecimiento de las estructuras institucionales.

Tradicionalmente, el pastor pentecostal se ha formado más por la vía de la práctica y con la ayuda de sus facultades carismáticas que por la vía del centro teológico especializado. En la historia de estas comunidades religiosas no ha sobresalido la exigencia de una formación especializada, como sí se produce en otras denominaciones evangélicas, aunque hayan contado con centros de preparación.

En Cuba, para los futuros líderes, organizaron primero cursos cortos que permitieron nombramientos rápidos en las recién estrenadas congregaciones. En lo sucesivo fueron ampliándolos, pero resultaron pocos los institutos y seminarios bíblicos creados en consonancia, bajo el criterio de que era suficiente el poder del Espíritu Santo y de que la experiencia tenía un valor determinante.

En la actualidad asistimos a un cambio, con la creciente diversificación de opciones para una mejor formación pastoral. Aunque esta es todavía relativa, aumenta la demanda de cursos especializados bíblicos y teológicos que es canalizada a través del Sistema de Estudios Dirigidos de Superación Bíblica de la Asamblea de Dios, del que participan unas 30 denominaciones, pentecostales o no.

Por otra parte, hacen uso de las aulas del Seminario Evangélico de Teología, ubicado en la ciudad de Matanzas; de los Cursos de Educación Pastoral del Centro Memorial Martin Luther King, Jr., que radica en la iglesia bautista del municipio Marianao, en la ciudad de La Habana, y del bachillerato y Licenciatura en Teología que ofrece el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos, creado en 1994 y adscrito al Centro de Estudios del Consejo de Iglesias de Cuba. Evangélicos de diversas denominaciones del país se superan en estos centros, dentro de un ambiente armonioso.

También la feligresía muestra cambios. Ahora sus filas se nutren de creyentes con un nivel educacional y cultural sin precedentes en la historia del pentecostalismo en la isla, incluido un número destacado de profesionales. Esta característica, en la que influye el avance del sistema educacional cubano, establece una diferencia sustancial con respecto a épocas pretéritas.

Características pentecostales

Los elementos doctrinales esenciales del pentecostalismo son la conversión, el bautismo del Espíritu Santo, la sanidad divina y el segundo advenimiento de Cristo. A menudo se sintetiza en la frase “Cristo sana, salva, bautiza en el Espíritu Santo y viene otra vez”.

A la conversión o nuevo nacimiento, disposición de la persona a ser transformada por Dios a través de la acción del Espíritu Santo, debe seguir un comportamiento cotidiano estricto, de obediencia y de alejamiento de todo lo que consideran pecaminoso.

El mundo, identificado como lugar de los vicios, se presenta regularmente en una lectura de acento individual (pecados de la carne, ingestión de bebidas alcohó­licas, hábito de fumar), muchas veces llevada a extremos. El individuo debe abandonar cualquier vicio y adquirir modelos de conducta. Se alude a este proceso con la metáfora de un cambio de vida directamente vinculado al momento expedito de convertirse.

El “nuevo nacimiento” es usualmente representado en los testimonios de los creyentes como un salto cualitativo- reconstructivo hacia otra forma de vivir que desvaloriza el pasado, especialmente desde lo ético. A los que han sentido esa experiencia, este evento incorpora un sentido de pertenencia a algo distinto.

Las personas aseguran ser revalorizadas gracias al poder del Espíritu y el apoyo de sus hermanos de congregación, lo que hace más sólida la incorporación al grupo religioso. Expresiones comunes son: “llevaba una vida sin orden, de pecados”. “Estaba angustiada. Le pedí a Dios que si existía cambiara mi vida”. “Lo malo se fue. Dios me ha dado salud y felicidad”. “Sentía que mi vida no tenía sentido”. “No era feliz. Mi vida cambió en la iglesia y con la Biblia. Con mi fe me basta. Encontré a Dios y con Él la felicidad que buscaba”.

Aparecen también testimonios en los que se incorpora una proyección con un sentido armonioso hacia lo social y que podemos ilustrar con el siguiente fragmento: “Yo no viví una experiencia de cambio de hoy para mañana. Gracias a la oración y al contacto con personas que me enseñaron con sus historias, es que fui cambiando. Para mí hoy mi iglesia es también mi casa. La fe en Cristo me hizo una persona mejor en sentimientos, en la forma de expresarme. Ha llenado mi vida. Estoy segura que de lo contrario sentiría un gran vacío. No siento contradicciones de llevar mi fe conmigo y ser una mujer que tiene que cumplir sus responsabilidades sociales. Tengo un trabajo en el que me realizo, no sé si me entiende, significa una manera de expresar mis sentimientos cristianos”[iv].

La experiencia personal de la fe es tan relevante que ubican como punto central el Bautismo del Espíritu Santo. Este se manifiesta a través de los dones espirituales, de gracia o carismas. En total reconocen nueve dones espirituales[v]. Se destacan el hablar en lenguas desconocidas (glosolalia) y su interpretación, la sanidad divina y la facultad de profetizar o predecir.

El bautismo del Espíritu Santo supone un paso superior a la satisfacción y el renacer espiritual al que aspiran. Los creyentes se esfuerzan por lograrlo por medio de oraciones y ayunos. La señal externa o evidencia inicial por excelencia que da la seguridad al creyente de haber recibido el bautismo es el hablar lenguas desconocidas o extrañas[vi].

Los testimonios de creyentes cubanos recogen expresiones que denotan la gran satisfacción espiritual que para ellos implica recibir el Bautismo, incluyendo sensaciones físicas vinculadas al momento[vii]: “Una experiencia de amor”, “Una fuerte emoción”, “Una alegría muy grande”, “Una bendición que fortalece”, “Sentí que los huesos me traqueaban”, “Sentí algo encima de la cabeza”.

La sanidad divina (cura divina) produce impacto en las congregaciones y a nivel social. Se refiere a la creencia de que Dios actúa a través de determinadas personas, sanando mediante la oración. Para muchos significa acceder a la cura sin intervención del especialista de la salud. Otros consideran también la intervención del facultativo.

Los pentecostales enfatizan el segundo advenimiento de Cristo tras el empeoramiento de la situación del mundo; es decir, son premilenaristas. Fundamentalistas al realizar interpretaciones literales de la Biblia basadas en que las Escrituras son “regla infalible de fe y conducta superior a la conciencia y la razón”[viii].

Todas las denominaciones protestantes confieren a la Biblia un lugar preferente y, en rigor, el fundamentalismo se manifiesta no sólo entre los pentecostales, sino también en otras iglesias que incorporan en sus estilos, prácticas y pastorales, la separación rígida de espacios: iglesia-sociedad, sagrado-profano, mundo-cielo.

El pentecostalismo ha exhortado a alejarse de lo mundano para alcanzar el Reino y ser salvados, para favorecer con ello evasiones y falta de compromisos sociales dentro de una perspectiva religiosa donde la fe –y no las obras– es la que salva. La salvación puede perderse si la persona se aparta de la fe. No es un estado permanente, sino de búsqueda.

Lecturas literales del Evangelio acostumbran a resaltar la naturaleza pecaminosa del hombre contra la cual se exhorta a luchar de manera constante con la ayuda del alejamiento de “las cosas del mundo”. Sin embargo, no todos los creyentes pentecostales asumen exactamente estos postulados en el modo de vivir su fe. De hecho, no todos se manifiestan, en pensamiento y acción, atados a categorías fundamentalistas.

El movimiento pentecostal se caracteriza también por las alabanzas frecuentes en voz alta, énfasis emocional, cantos que se acompañan con palmadas y música alegre y contagiosa. Aunque hay un orden de culto, con su debido momento para la lectura bíblica y la prédica o mensaje, se deja oportunidad a la espontaneidad y tiempo suficiente para los testimonios, oportunidad de expresar gratitud y reconocimiento a Dios.

La participación de los laicos es mayor, entre otras razones, por los carismas extendidos. Hay exhortaciones que acentúan y animan la participación individual.

Igual que en todo el protestantismo, los sacramentos son el bautismo y la Santa Cena. Para integrarse como miembro pleno (adolescentes y adultos), el creyente debe ser bautizado en agua, por inmersión. Pero el rasgo más distintivo es el bautismo del Espíritu Santo.

La personalización más emocional de lo religioso y el sentido de inmediatez, proveen al pentecostalismo, en general, de bases asociativas que tienden un puente entre estas iglesias y la religiosidad más extendida en Cuba, con énfasis en lo emotivo y sensorial, acompañado de manifestaciones prácticas. También –en el campo estrictamente simbólico– con expresiones como el espiritismo, por la presencia de trances, visiones, profecías y el hablar en lenguas y su interpretación.

Se ha constatado una movilidad de creyentes de otras expresiones religiosas –protestantes o no– y de personas procedentes de zonas rurales, hacia organizaciones pentecostales. En ellas encuentran un lugar donde satisfacer sus necesidades religiosas. Con frecuencia conservan símbolos, creencias y formas de pensar.

El sistema de gobierno eclesiástico es de tipo congregacional. Hay mujeres pastoras, pero no es usual la ordenación de mujeres, por lo que no pueden oficiar en las ceremonias religiosas (casar, bautizar, dar la Santa Cena). Estas limitaciones persisten. La subordinación de la mujer es una lógica que se reproduce y las variaciones son muy lentas, a pesar de que muchas veces su presencia es mayoritaria en las congregaciones.

El pensamiento pentecostal ante la sociedad

Las ideas pentecostales dejaron poco margen a una adecuada valoración de los males sociales durante la República neocolonial. Básicamente se orientaba a los fieles a la búsqueda del perfeccionamiento espiritual en la espera del segundo advenimiento de Cristo, alcanzar el Reino y ser salvos.

El estilo participativo y comunitario que les es propio se circunscribía especialmente a los marcos de la organización religiosa. Avelino González, dirigente pentecostal cubano, fallecido en 199l, decía al valorar aquella situación y establecer comparaciones: “el pentecostalismo real, el pentecostalismo puro, es aquel que después de haber recibido el poder del Espíritu Santo, los carismas del Espíritu Santo, se integra, se encarna en la sociedad necesitada”. Antes –añadía– todo era puro emocionalismo, pietismo, ascetismo, y el mundo a un lado (…) “Tenemos que estar en el mundo, trabajar por un mundo mejor y así es como realizaremos una misión profética pentecostal”[ix].

Algunos miembros del pentecostalismo se sumaron a la lucha revolucionaria. La figura emblemática fue Francisco Martínez Luis, joven campesino, pobre y negro, de amplio sentido de justicia social. Colaboró con el Movimiento 26 de Julio y se unió a las fuerzas del Ejército Rebelde.

Después continuó en el trabajo pastoral, donde sembró nuevas proyecciones que abarcaron la unidad cristiana y el servicio, hasta el momento de su muerte, en un lamentable accidente ocurrido en 1975. Fue el primer pentecostal que ocupó una vicepresidencia en el Consejo de Iglesias.

Diferencias de apreciación han dado pie a la aparición de nuevos sentidos y la implicación en tareas sociales de una parte de los creyentes que integran estas expresiones. Aun cuando en un importante sector del pentecostalismo permanece el llamado enfático a mantener la distancia entre lo espiritual y la salvación del alma frente a lo mundano (o pecaminoso), postulado con mayor insistencia por los sectores teológica y socialmente más conservadores, al unísono se manifiestan también posiciones que abren espacios a formas participativas.

Así, están aquellos que aun predicando no contaminarse con el mundo, trabajan en el rescate de jóvenes con problemas de conducta y logran reincorporarlos al estudio o al trabajo, en una labor con efectos positivos de saneamiento social.

En otro grupo se aprecia la incorporación de formas de pensamiento analíticas y la expansión paulatina de actitudes y conductas que postulan la necesidad de brindar un testimonio eficiente, partiendo del criterio de que su experiencia cristiana no los puede apartar del medio en que se desenvuelven ni de considerar las reales condiciones de los seres humanos y sus necesidades. Bajo la premisa de que esta posición constituye un deber, se encuentran afirmaciones de quienes defienden que, si bien ellos no son del mundo, viven en el mundo y la responsabilidad social no contradice la vivencia de la fe.

Junto a cristianos de otras denominaciones, algunos representantes del pentecostalismo han participado en talleres y seminarios de estudios bíblicos y en reflexiones colectivas convocadas, en especial, por el movimiento ecuménico, espacios que en Cuba abrieron pautas para el vínculo de la fe con el acontecer nacional.

La influencia pentecostal

Desde hace unos años se ha producido la expansión a otras iglesias cristianas de énfasis propios del pentecostalismo, lo que ha contribuido a dinamizar la liturgia a través de la utilización de música e instrumentos más cercanos a la cultura cubana.

Dentro del movimiento pentecostal se ha dado más espacio que en otros sectores del protestantismo al uso de guitarra, claves, guayo, tambor, que han acompañado al piano, las panderetas, la batería y otros instrumentos.

Por supuesto, sobreviven congregaciones que mantienen viejos himnos tradicionales, en los cuales se subraya el Reino por sobre todas las cosas, y que tienen música proveniente de la cultura anglosajona, pero en la mayoría de los casos tampoco estos se conservan de forma pura, sino que se combinan con himnos y coros que incorporan estribillos populares.

De manera bien diferenciada se ha producido, además, una “explosión de carismas” que ha impactado a iglesias pentecostales y no pentecostales. De aquí ha derivado una llamada Renovación Carismática en el Espíritu Santo que, aunque minoritaria, se ha instalado y distorsiona manifestaciones doctrinales genuinas del pentecostalismo.

Esta renovación se apropia de elementos que llegan por diversos medios (visitas, videocasetes, la influencia del tele-evangelismo) y desde diferentes lugares. Aparecen fenómenos como la “risa santa”, el “vómito santo” y la expulsión de demonios como forma de restauración personal. Según se percibe, estas manifestaciones muestran un movimiento horizontal no generativo de nuevas iglesias, sino de incidencia sobre las existentes, y desarrollan sus propios énfasis.

Las exageraciones han provocado agudas reacciones de rechazo. Las comunidades religiosas que participan de esta renovación son las que se muestran más ensimismadas, inclinadas a lo estrictamente religioso y a la devaluación del espacio temporal y los compromisos sociales. Aunque tales “explosiones” han impactado el espectro pentecostal, sus diferencias son marcadas en relación con el pentecostalismo y sus doctrinas.

Las iglesias pentecostales se incluyen en los segmentos religiosos que más se han dinamizado en los últimos años. Están matizadas por una heterogeneidad de posturas entre las que se destacan, en los polos más extremos, las posiciones fundamentalistas y conservadoras, por un lado, y por el otro las favorecedoras de conductas que muestren la responsabilidad social que atañe también a los creyentes.

Diez denominaciones pentecostales del país son miembros del Consejo de Iglesias de Cuba, para constituirse en uno de los casos más representativos de incorporación pentecostal al ecumenismo dentro de una nación en el continente. Otras dos participan en calidad de observadoras. Asimismo, hay pentecostales en otros organismos ecuménicos como el Movimiento Estudiantil Cristiano. A todas las anima la unidad basada en el respeto mutuo. El movimiento ecuménico, que implica generalmente posiciones de avanzada, se ha fortalecido, a su vez, con los aportes de pentecostales que han tomado y toman parte de sus labores y proyecciones.

Además funcionan otras, para un total de 25 iglesias de este corte que constituyen poco más del 45 por ciento de las denominaciones evangélicas cubanas, que en conjunto son 54. Creyentes de este tipo colaboran en la atención de ancianos. A nivel más global se actúa en planes de cooperación y diálogo por medio de la Comisión Evangélica Pentecostal Latinoamericana (CEPLA).



Notas:

*Se refiere al don de la sanidad divina.

[i] Maruja Olmos ofrece el dato de un trabajo misionero desarrollado por aquella época en las ciudades cubanas de Cárdenas y Trinidad y que no trascendió. (Maruja Olmos, “Un trabajo estadístico histórico en síntesis de la obra evangélica en Cuba”. Tesis para el Bachillerato en Teología, Seminario Evangélico de Teología, Matanzas, Cuba, 1952, p. 10). A su vez, Marco Antonio Ramos, en su detallado estudio sobre el protestantismo cubano, nos habla de un grupo misionero enviado a la isla en 1902 por la Misión Pentecostal con sede en Nashville, Estados Unidos. Aclara que este formaba parte del llamado movimiento de santidad y que finalmente se unió a la Iglesia del Nazareno, para ubicarse como precursor en Cuba de esa denominación. Ramos también ofrece información sobre la visita realizada por un evangelista estadounidense de la Iglesia de Dios de Cleveland, Tennessee, de nombre Sam C. Perry, quien “no estableció iglesias”. Además, se refiere a la misionera de la Asamblea de Dios, May Kelty, quien a partir de 1920 organizara reuniones evangelísticas en carpas levantadas en la provincia de La Habana. Agrega que Kelty regresó en 1927 o los alrededores de 1930, junto con Ana Sanders, de origen danés. (Marco Antonio Ramos, Panorama del Protestantismo en Cuba, Editorial Caribe, Costa Rica, 1982 p. 321). La línea de surgimiento del pentecostalismo en Norteamérica va de la Iglesia Metodista a los Movimientos de Santidad, pasando por movimientos avivadores (Nota de la autora).

[ii] Avelino González, “La Iglesia Cristiana Pentecostal en Cuba como misionera y misionada”. En: Rafael Cepeda (editor), La Herencia misionera en Cuba, Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José de Costa Rica, 1986, p.217. Puede consultarse también a Tomás Tabares, “Apuntes para una historia de la Iglesia Cristiana Pentecostal en Cuba”. Tesis. Licenciatura en Teología, Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, 1982.

[iii] Este listado recoge la propuesta de fechas de Daisy Fariñas y Ana M. Díaz: “El pentecostalismo en Cuba”. En Reinerio Arce y Manuel Quintero, Carismatismo en Cuba, CLAI, Ecuador, 1997, p.1- 45.

[iv] Todos los fragmentos de testimonio de creyentes pentecostales corresponden a entrevistas realizadas por la autora.

[v] Carismatismo, del griego Kharis=gracia. Carisma es la acción concreta de la gracia. Su base bíblica está en la lra. Epístola a los Corintios. Los carismas aparecen también narrados en diversos momentos de la Biblia. La doctrina del Espíritu Santo y sus manifestaciones en dones gratuitos de gracia, espirituales o carismas, es característica acentuada del pentecostalismo. Los dones: Sabiduría, Conocimiento, Fe, Milagros, Sanidad divina, Discernimiento, Profecía, don de lenguas (hablar en lenguaje desconocido) e Interpretación de lenguas.

[vi] Para Donald Dayton, en su obra Raíces teológicas del pentecostalismo, Nueva Creación (edición castellana), Buenos Aires, 1991, la práctica de la glosolalia es un “fenómeno religioso generalizado que aparece en una gran variedad de contextos”. Ejemplifica en Norteamérica donde “apareció en grupos como los llamados ‘shakers’ y mormones del siglo XIX”. A su vez, otros autores apuntan que “la glosolalia ocurre no solamente en el ámbito religioso, sino también en el ámbito mágico y esotérico y no es una práctica exclusiva de algunas sectas cristianas, sino se encuentra también entre etnias ‘primitivas’ y en las religiones de la Antigüedad” Ver al respecto Angelina Pollak- Eltz,“Glosolalia, hablar en lenguas”. En: Presencia Ecuménica, # 38, enero marzo de 1996, p.26.

[vii] Juana Berges, “La conversión y el bautismo del Espíritu Santo en creyentes pentecostales”. En página web de CLACSO.

[viii] Walter Hollenweger, El pentecostalismo. Historia y Doctrina, La Aurora, Buenos Aires, 1976, p. 273.

[ix] Entrevista realizada por Carmelo Álvarez a Avelino González y recogida en el libro Cuba: testimonios y vivencias de un proceso revolucionario, Departamento Ecuménico de Investigaciones, Costa Rica, 1989 pp.-60-61.

Un comentario

  1. miriam

    Quisiera saber sobre una misionera estadounidense la senora Hilda no recuerdo su apellido,se que estuvo casada con el senor Andres Bernabe Roman Marrero,fundo la iglesia
    de aquellos tiempos datan los templos Aleluya, en la provincia de Camagüey, y el de Infanta y Santa Marta, en la ciudad de La Habana, dos de los más importantes del pentecostalismo en Cuba y ambos pertenecientes a la Asamblea de Dios.
    La honorable senora fallecio hace tantos anos pero dejo tras ella una historia tan triste que solo su presencia hubiera evitado.

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