Encuentro comparte la experiencia agroecológica cubana

Una cita muestra a participantes de 26 países el trabajo de las cooperativas agropecuarias, que concentran los mayores volúmenes de agroproductos en Cuba.

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Las trampas de grasa son importantes en el control de los insectos, por ello Cardero las usa en su finca La Chatarra.

Foto: Archivo IPS Cuba

La Habana, 19 nov.- Con visitas a ecofincas como La Chatarra, del productor Antonio Cardero, se desarrolla el VII Encuentro de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en las provincias occidentales de La Habana, Artemisa y Mayabeque.

La cita comenzó el 17 y culminará el 23 de noviembre e incluye el intercambio con productores como Cardero, que hace ocho años convirtió en una parcela los terrenos de un basurero de partes y piezas de vehículos, en el municipio de Bauta, de la provincia de Artemisa.

Pero la transición “inició con un cambio de mi visión personal sobre la finca, de pequeña parcela a un agrosistema integral”, explicó el agricultor, que es hijo de campesinos de Santiago de Cuba y licenciado en Ciencias Sociales.

Ecofincas

La Chatarra es una de las 40 fincas agroecológicas, con diferencias entre ellas, comprendidas en el recorrido del encuentro organizado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.

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En la finca La Chatarra, se utilizan los desechos que había en el terreno, piedras y cercas de madera que debe cortarse en la fase adecuada de la luna.

“Comprendí que no era suficiente con dejar de usar agroquímicos, sino que era necesario construir un sistema diferente, basado en el entendimiento y el manejo de los recursos locales, así como los ciclos naturales de la energía, el agua, los nutrientes y hasta la Luna”, destacó Cardero.

En menos de una hectárea, desarrolla junto a su hermano unas 70 variedades de cultivos: mangos y aguacates para todo el año, algunas especies escasas como níspero, marañón, guanábana y anón; limón, maracuyá, así como aves de corral, carneros y cerdos.

No faltan en la finca prácticas como la lombricultura, las cortinas rompevientos, las trampas de grasa y de colores, las barreras vivas y muertas, preparados botánicos con el árbol del Nim, albahaca morada y agua de coco y algo que no puede faltar: la apicultura.

La labranza mínima, la incorporación de los restos de cosecha como abono y la agrodiversidad hacen la finca más resiliente a las plagas y enfermedades. El policultivo amplia la variedad de ofertas y favorece la comercialización. Y la siembra directa y los injertos acortan el tiempo para que los árboles, todos sembrados por ellos, den frutos.

Con los años, estas experiencias, apoyadas en el empeño de Cardero de autosuperarse y que se desarrollan con la asesoría de expertos de centros de investigación, han contribuido a mejorar el suelo y a controlar el agua, lo que ha permitido incrementar los ingresos de la familia.

Encuentro internacional

Alrededor de 140 delegados de 26 países tendrán la oportunidad de intercambiar y conocer experiencias como las de Cardero en los recorridos por fincas agroecológicas del occidente cubano.

En esta séptima edición, propicia para el intercambio de las diferentes experiencias del movimiento agroecológico, se realizan paneles sobre agricultura familiar, medio ambiente, alimentación segura, agrobiodiversidad, soberanía alimentaria, incorporación de los jóvenes y las mujeres a los sistemas agroecológicos, entre otros.

En las jornadas finales, en comisiones, cada país expondrá sus diferentes prácticas. Las delegaciones más numerosas, indicaron, son las procedentes de Estados Unidos y Puerto Rico.

Entre las organizaciones que han convocado al encuentro se incluyen Vía Campesina, movimiento internacional al cual Cuba pertenece y que agrupa a organizaciones de campesinos, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, comunidades indígenas, trabajadores agrícolas emigrantes, jóvenes y jornaleros sin tierra, y la Coordinadora Latinoamericana de Organización del Campo (CLOC). (2019)

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