En espera de una señal tras caso Gross

Gross participó, según un comunicado oficial cubano, «en un proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos» contra la isla.

Alan Gross trabajaba para una empresa contratada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional cuando fue detenido en 2009.

LA HABANA, 22 jul (IPS) – La revisión de la apelación del estadounidense Alan Gross, condenado en Cuba a 15 años de prisión por delitos «contra la independencia o la integridad territorial» de este país caribeño, podría conducir a una salida favorable para el acusado, pero no necesariamente incidiría en el curso de las relaciones con Estados Unidos.

«Como solución de buena voluntad, daría una señal positiva», comentó a IPS el académico Esteban Morales, especializado en el estudio de las relaciones entre La Habana y Washington, sobre la vista del caso que efectuó este viernes 22 el Tribunal Supremo de Cuba.

Los resultados deberán conocerse en los próximos días, anunció el sitio web Cubadebate.

Con la experiencia de haber vivido y acompañado varios momentos de la historia bilateral, Morales considera que los resultados del proceso contra Gross no tienen por qué conducir a cambios en la política cubana que sigue el presidente Barack Obama: flexibilización de viajes, remesas y envío de paquetes, apoyo a los contactos familiares y a la sociedad civil, incluida la oposición política.

Una opinión similar había expresado en abril a IPS el profesor Arturo López-Levy, de la estadounidense Universidad de Denver. El caso Gross es un «obstáculo», pero no anula «las dinámicas generadas por la administración de Barack Obama, con una visión de la política exterior, en general, y de la política hacia Cuba, en particular, centradas en la negociación y el intercambio».

Sin embargo, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el jueves 21 una enmienda que restablece las restricciones de viajes a Cuba adoptadas por el expresidente George W. Bush (2001-2009), que limitaban a una vez cada tres años las visitas de la comunidad cubana a su país de origen y que posteriormente fueron levantadas por Obama.

Para hacerse efectiva la iniciativa tendría que ser aprobada por el pleno de la cámara baja, armonizada con la versión que salga del Senado, y superar incluso un posible veto presidencial. Un camino similar enfrenta otra propuesta que intenta limitar el envío de remesas a esta isla caribeña.

En este aspecto, la tendencia a vincular la liberación de Gross con nuevos pasos hacia un mejor clima entre ambos países data del mismo momento de la detención del estadounidense en la isla, tanto de funcionarios de Obama como de sectores que apuestan a un nuevo endurecimiento de la política estadounidense con Cuba.

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Un comunicado oficial cubano aseguró el 12 de marzo que el juicio al estadounidense probó su participación «en un proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos» contra Cuba, «mediante el empleo de sistemas de infocomunicaciones fuera del control de las autoridades para promover planes desestabilizadores».

Asimismo, añadía, en la vista oral del juicio realizada los días 4 y 5 de ese mes, «el acusado reconoció haber sido utilizado y manipulado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid) subordinada al Departamento de Estado» (cancillería) de Estados Unidos.

Cuando fue detenido en Cuba el 3 de diciembre de 2009, Gross, de 62 años, trabajaba para Development Alternatives (DAI), una empresa con sede en Bethesda, al norte del distrito de Washington, dedicada a ejecutar proyectos de desarrollo en otros países y que es contratada, entre otros, por la Usaid.

Según funcionarios de Estados Unidos, Gross es una persona de «buena voluntad», que ha ayudado a mucha gente en el mundo y cuya actividad en Cuba se limitaba a entregar computadoras y celulares a organizaciones judías para mejorar sus condiciones de comunicación y acceso a la información.

Con esta posición coincidió el expresidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981) en su segunda visita a Cuba, a finales de marzo. «Creo que Gross debe ser liberado porque es inocente de un delito serio», dijo el día 30 en conferencia de prensa. Son muchas las cosas que se pueden hacer para llegar a vínculos bilaterales normales, consideró.

Fuentes diplomáticas estiman poco probable que la sentencia sea conmutada, pero no descartan su reducción o, incluso, un posible «perdón» presidencial en un paso posterior.

Mientras no pocos observadores reclaman una solución «definitiva», otros evitan cualquier apuesta sobre el final de la historia y la consideran «impredecible».

La nota publicada por el sitio web Cubadebate definió como «sentencia definitiva» la que emane del máximo órgano judicial. Gross «expuso los criterios que consideró pertinentes y agradeció la posibilidad de explicarlos personalmente ante los jueces del Tribunal Supremo Popular», asegura el texto.

Un comunicado divulgado poco antes por el abogado estadounidense de Gross, Peter J. Kahn, reiteró la esperanza familiar de que el preso fuera liberado de inmediato, tras «haber cumplido ya casi 20 meses en una cárcel cubana». Entre otros argumentos, apeló a la salud de Gross, que habría perdido unos 45 kilogramos de peso desde su detención, y a que su madre y su hija padecen cáncer.

En tanto, la vida cotidiana cubana sigue su curso marcada por el proceso de «actualización» del modelo económico, la expectativa ante nuevas medidas gubernamentales en materia de propiedad, y la participación cada vez más activa de la emigración en la economía familiar, a través de pequeños negocios privados.

«He leído sobre el caso, pero para mí lo importante es que estoy aquí. El conflicto político no está definiendo las relaciones que mantengo con mi familia ni el dinero que le dejo a mi madre», dijo a IPS una cubana residente en la occidental ciudad estadounidense de Los Ángeles, que llegó esta semana a La Habana en su segunda visita del año.

«Ojalá todo se solucione. Uno se cansa de vivir la vida de problema en problema, con el fantasma del enemigo siempre rondando y obstaculizando las mejores ideas. El conflicto con Estados Unidos ha marcado siempre la realidad cubana hasta en los más pequeños detalles», opinó un historiador habanero de 34 años.

*Con aportes de Patricia Grogg (La Habana). (FIN/2011)

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