La Habana, 9 feb.- El aislamiento de niños y niñas para evitar el contagio con el virus SARS-CoV-2 favorece el maltrato infantil y pone en riesgo la salud mental de este grupo etario, advierten estudios publicados en el suplemento especial de la Revista Cubana de Pediatría, adscrita al Ministerio de Salud Pública.

En su volumen 92 del 2020 disponible en el sitio web www.revpedriatria.sld.cu, especialistas de Cuba analizan los efectos negativos en el bienestar y desarrollo de los menores de edad en las condiciones de confinamiento, medida adoptada por la mayoría de los países para evitar la expansión de la epidemia.

De acuerdo con María de la Concepción Galiano, Ramón Felipe Prado y Reinaldo Gaspar Mustelier, la pandemia representa un impacto trascendental para la salud mental, algo “poco abordado por su relativa invisibilidad” y que “puede comprometer especialmente a las personas más vulnerables, entre las que se encuentra la población infantojuvenil”.

En ese sentido, especialistas en psiquiatría y neurología advierten que “las experiencias adversas vividas durante las etapas de desarrollo ocupan un lugar crítico en la conformación de la salud mental”. También aclaran que no todas las respuestas psicológicas pueden calificarse como enfermedades, pues “la mayoría son reacciones normales ante una situación anormal”.

Datos y alertas

Además de analizar investigaciones realizadas en España, Italia y Japón sobre los efectos negativos del distanciamiento y el aislamiento social, los autores refieren datos de un estudio cubano acerca del malestar psicológico sufrido por niños y adolescentes durante 2020 en el contexto de la pandemia.

Más del 60 por ciento de las y los menores edad manifestó exceso de apego familiar y horario de sueño alterado. Otros revelaron voluntarismo (57 %), conducta rebelde y desafiante (43 %), sobre todo en infantes de 3 años y mayores de 12, algo normal en las dos etapas de crisis del desarrollo, según expertos.

Se detectó irritación, alteración y llantos frecuentes en el 41,8 por ciento de los casos. Los malestares menos frecuentes comprobados fueron dificultad para concentrarse (27,5 %), apetito exagerado (24,7 %), miedos (20,3 %) y agresividad (18,3 %), entre otros.

Por otra parte, Galiano, Prado y Mustelier señalan la posibilidad del “incremento notable del maltrato infantil por violencia física, emocional y sexual”. Al respecto, mencionan el documento técnico de la Alianza para la Protección de la Infancia en Acción Humanitaria que apunta causas y formas de maltrato.

Entre las potenciales causas se reconocen la negligencia y disminución de los cuidados, el estrés psicosocial de las personas encargadas del cuidado, el aumento del tiempo de exposición a las pantallas de los dispositivos electrónicos con contenido de riesgo, la disminución del acceso a redes de apoyo protectoras intra- y extrafamiliares.

Ello puede generar abuso y violencia doméstica e interpersonal, contacto peligroso con practicantes de ciberacoso, mensajes con contenido sexual, además de acoso y abuso sexual a través de las redes sociales, lesiones e intoxicación, entre otros lamentables hechos.

En las consideraciones finales de su artículo, los autores resaltan a la familia como “el factor protector por excelencia de infantes y adolescentes”, en tanto plantean que adultos responsables y estables son capaces de ofrecer el apoyo necesario, establecer rutinas y hábitos saludables, además de promover la resiliencia. (2021)