Club de París se arrima a negociar con Cuba
Ambas partes buscan una solución para la deuda multimillonaria de la nación caribeña con el foro de 19 países acreedores. La demora europea obra esta vez a favor de la parte cubana.
Parece poco creíble que sea un acreedor poderoso quien se apresure para negociar con su deudor, pero puede pasar. La evolución de los contactos más recientes con Cuba sugiere que el Club de París ha modificado el tono de sus exigencias frente a un país tan reducido de tamaño como apurado en términos financieros. Si se examina el asunto con ecuanimidad, ni siquiera se le observa la pose del europeo pudiente que impone condiciones.
Los informes de prensa se inclinaron a decir que Cuba aceptó reconciliarse con ese grupo informal de países acreedores. Prejuicios a un lado, lo veo a la inversa. El Club fue quien cedió. Probablemente le preocupan las maniobras con que el gobierno de Raúl Castro tiende a aislar a los miembros más intransigentes de ese foro.
El presidente del Club de París, Bruno Bézard, viajó a La Habana a inicios del actual mes para estudiar una renegociación de la fuerte deuda de Cuba con varios países de esa agrupación de prestamistas. A juzgar por sus declaraciones, el conflicto arrastrado desde 1987, por suspensión cubana de pagos, puede zanjarse en cuestión de semanas.
«Hemos avanzado rápido. Por la parte de Cuba y por la parte de los acreedores existe una voluntad de llevar a cabo este trabajo», dijo Bézard. “Vamos a cerrar la reconciliación dentro de unas pocas semanas, y después de algunas semanas o meses más tarde tendremos una negociación”, agregó el también jefe del Tesoro francés durante su estancia en la capital cubana.
Después de una larga ruptura, ambas partes se han sumergido en un regateo respetuoso para definir el monto exacto de la deuda y los intereses que La Habana debe a cada acreedor del grupo, paso necesario antes de iniciar negociaciones formales.
Cuba paralizó los pagos al Club de París hace casi tres décadas por el intento de miembros de ese foro de entrometerse en la política económica interna de la nación antillana. La Habana no lo aceptó, los prestamistas entonces redujeron al mínimo la asignación de créditos y el gobierno cubano suspendió o inmovilizó finalmente el pago del servicio de la deuda en 1987.
Cualquier intento de diálogo posterior fracasó. En 2001, el gobierno cubano le propuso al Club buscar una “solución razonable”, pero consideró “totalmente inaceptables” las condiciones que reclamó este foro de 19 países.
De acuerdo con fuentes europeas, Cuba le debe a ese grupo entre 15.000 y 16.000 millones de dólares. Alrededor de la tercera parte se lo adeuda a Francia. Bézard, de hecho, se adelantó para preparar la visita a Cuba del presidente galo Francois Hollande. Previsto para el 11 de mayo, el tope de ambos gobiernos al más alto nivel incluye arreglar el diferendo financiero.
¿Por qué intentan entenderse ahora La Habana y el Club de París?
Desde hace unos cinco años, el gobierno cubano se ha propuesto recuperar la disciplina financiera con el exterior. “Continuaremos honrando estrictamente los compromisos asumidos en el reordenamiento de las deudas con nuestros principales acreedores”, reiteró el Presidente Raúl Castro ante la Asamblea Nacional de Poder Popular en diciembre pasado. Esta política responde a un objetivo explícito: “contribuir –dijo el mandatario- a la paulatina recuperación de la credibilidad internacional de la economía cubana”.
La Habana se ha anotado éxitos significativos en esa línea. Sucesivamente ha reestructurado deudas con gobiernos de varios países, como China (en 2010) y México (en 2013). Los pactos no escapan a los ojos del Club de París porque algunos quedaron sellados también con miembros de ese foro de acreedores: Japón y Rusia.
A puertas cerradas y de manera bilateral, Cuba logró con cada uno de esos dos países los acuerdos que no ha conseguido con el Club de conjunto. En 2012, Tokio le condonó el 80 por ciento de una deuda de unos 1.400 millones de dólares y el año pasado Moscú reprogramó la deuda de mayor monto que tenía La Habana con el exterior: la eximió del pago del 90 por ciento de los 35.200 millones de dólares adeudados desde tiempos de la Unión Soviética.
Las maniobras cubanas han dividido y debilitado al Club. El analista Richard Feinberg, del Brookings Institution, con sede en Washington, advirtió después del pacto con Rusia que «Cuba estará en una posición de negociación más fuerte para la reestructuración de sus restantes deudas con los países occidentales del Club de París».
La perspectiva de reanudar relaciones diplomáticas con Estados Unidos, otro miembro del grupo financiero, dejaría en una posición aún más incómoda a los rancios y entretenidos europeos, mientras sus bancos siguen entre los objetivos más torpedeados por el bloqueo económico de Washington a Cuba.
El alemán Commerzbank se sumó a los sancionados; aceptó a inicios de marzo una multa estadounidense de 1.710 millones dólares por mantener operaciones financieras en USD con cuatro países, incluida la nación caribeña. El castigo lo hizo público el diario Financial Times el 16 de diciembre pasado, un día antes de anunciar los presidentes Raúl Castro y Barack Obama el inicio de conversaciones para arreglar relaciones entre sus dos países.
Aunque Cuba llega con obvias desventajas financieras a la mesa de negociaciones con el Club, también es evidente que su posición es mucho más sólida hoy. Los europeos demoraron. Los términos del acuerdo que ambas partes probablemente presenten o encaminen en mayo lo dirá todo.(2015)
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