El castigo del cielo
Los daños provocados por la sequía en los primeros meses de 2015 alarman a los cubanos, a pesar de lluvias recientes. Cultivos, embalses e importantes ciudades se encuentran bajo tensión por el déficit de agua acumulado.
Las intensas lluvias de la semana pasada no enfriaron en Cuba los temores generados por una sequía que castiga duramente a la actividad agropecuaria y el suministro de agua a las poblaciones. En medio de aguaceros que forzaron un aviso de alerta de la Defensa Civil para todo el país, en los medios de prensa emergieron multiplicados los comentarios y declaraciones sobre afectaciones severas por la reducción de precipitaciones en los primeros meses de este año y la baja disponibilidad de reservas hídricas.
Los datos inquietan tanto como la aridez que domina importantes áreas agrícolas y el tránsito creciente de camiones cisternas o pipas que acuden en auxilio de poblaciones rurales y barrios urbanos.
La magnitud de los daños despertaba el recuerdo de la sequía más lamentada en las últimas décadas, la de 2003 a 2004, o devolvía comparaciones con el desastre natural más temido en el Caribe. Tan nociva como los huracanes, la calificó el diario Granma, al hacer un recuento de trastornos
La revista de mayor circulación en Cuba, Bohemia, bautizó como huracán silencioso la agonía hídrica hace diez años, cuando el agua embalsada disminuyó a una cuarta parte y dos millones de personas recibían mediante pipas el recurso más valioso. Este año amenaza con aproximarse.
Al cierre de mayo, las presas cubanas almacenaban el 36 por ciento de su capacidad total. Los 242 embalses administrados por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) solo contenían 3.317 millones de metros cúbicos de agua. De acuerdo con ese organismo, en los primeros cinco meses del actual año cayeron en Cuba 265,5 milímetros, equivalente al 68 por ciento del promedio histórico en ese período.
Las provincias donde menos ha llovido son Santiago de Cuba y Guantánamo, del oriente del país, ambas con menos de la mitad del promedio histórico. Le siguen Artemisa y Pinar del Río, de occidente, y Ciego de Ávila y Villa Clara, del centro.
La situación, sin embargo, se observa más tensa desde el punto de vista del agua disponible en embalses y cuencas subterráneas. La provincia de Sancti Spíritus solo almacenaba en sus embalses el 17,5 por ciento de la capacidad. La mayor presa de Cuba, Zaza, ubicada en ese territorio, guardaba al cierre de mayo 137,4 millones de metros cúbicos, el 13 por ciento de llenado posible, el segundo nivel más bajo en su historia.
También ven casi secas sus presas las provincias de Granma, con el 19 por ciento de su potencial, Las Tunas (23,4 por ciento), Pinar del Río (24,6 por ciento), Camagüey (27,4 por ciento) y Santiago de Cuba (29,1 por ciento).
En tres de los territorios bajo mayor presión, Sancti Spíritus, Granma y Pinar del Río, se hallan los principales sembrados de arroz de Cuba, un cultivo que el gobierno ha tratado de levantar para reducir la importación de ese alimento, básico en la dieta cubana.
Desde finales de abril, los embalses de Pinar del Río dejaron de entregar agua a los arrozales de la Empresa Agroindustrial de Granos Los Palacios, que prevé sembrar por ese motivo apenas dos tercios del área de cultivo disponible. Como consecuencia de la sequía, directivos de esa entidad prevén pérdidas de 18.800 toneladas de arroz. Dejarían de producir alrededor de un 31 por ciento de las 59.000 toneladas contratadas para el actual año.
La Empresa Agroindustrial del Grano Sur del Jíbaro, en Sancti Spíritus, dependiente del suministro de la presa Zaza también anticipa recortes severos en su producción. Aunque el gobierno cubano no ha hecho declaraciones al respecto, es muy probable que se vea obligado a incrementar las importaciones del cereal, cuyos precios subieron fuertemente en 2014.
Reportes generales de la agricultura estiman en 75.772 hectáreas el área cultivable afectada, mientras más de 324.00 cabezas de ganado reciben el líquido con pipas. Pese a la severidad de estas afectaciones, y su implicación para la balanza comercial externa del país, más visibles resultan las contracciones en el suministro de los acueductos a las poblaciones y el impacto consecuente sobre las condiciones de vida. En ciudades importantes como Santiago de Cuba, Holguín y la capital se han alargado los ciclos de abasto de varios municipios. Un millón 193.282 personas recibían el agua mediante carros cisternas en todo el país.
De acuerdo con el INRH, de las cien cuencas subterráneas, 68 están en descenso, 27 se encuentran cerca del mínimo histórico, y siete ya están en estado crítico, uno de los síntomas más inquietantes de la presente sequía. El Instituto de Meteorología estima que esta adversidad de la naturaleza ya está presente en el 41 por ciento del territorio nacional, pero un 75 por ciento ya ha sido afectado por la falta de lluvias.
Ante la magnitud del desastre y los millonarios daños de este huracán silencioso, las intensas lluvias recientes llegaron como una bendición del cielo, a pesar de algunos derrumbes constructivos provocados en La Habana. En provincias como Sancti Spíritus comentaron alborozados el crecimiento de seis millones de metros cúbicos en la presa Zaza, todavía ínfimo.
En una reunión de urgencia convocada por la Defensa Civil, el director científico del Intituto de Meteorología, Abel Centella, anticipó un pronóstico favorable para las precipitaciones en el mes de junio. En su opinión, pueden estar cercanas a la media histórica en todas las regiones del archipiélago cubano. Pero advirtió que la situación continúa siendo tensa porque el déficit acumulado se mantiene elevado. La situación, dijo Centella, no se revierte con unos días de lluvia. (2015).
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