Imagen Cuba: de lo nacional a lo globalizado

Desde varios blogs se analiza la crisis de identidad cubana y las modas extranjeras imperantes en la nación caribeña.

Cortesía de Leandro Pérez

Encontrar la bandera británica en la cartera de algún joven de Cuba es una imagen habitual.

Algunas bitácoras cubanas han abordado el tema de los símbolos en la Cuba de hoy, los precios de las vestimentas con diseños nacionales o imágenes de líderes como el Che y la inserción total de modas y atributos foráneos en los estilos de vestir.

Por ejemplo, la holguinera Liudmila Peña, desde su blog Poesía de Isla, publica los comentarios de algunas personas entrevistadas, quienes aseguran que «es la globalización, no hay más que hablar», mientras otras justifican su estilo: «¿qué globalización de qué? Yo me visto con lo que me regalan…»

Liudmila se pregunta qué estará pasando con los cubanos «para que llevemos casi con más orgullo un símbolo extranjero que uno nacional. ¿Por qué extraña coincidencia hay tantos jóvenes interesados en vestirse como extranjeros que en parecerse un poco a sus abuelos? ¿Por qué veo yo en la calle más prendas con banderas de Brasil, Inglaterra y Estados Unidos que cubanas? ¿Será desarraigo o desaciertos de las políticas nacionales con lo que a la industria vinculada con el asunto respecta?»

Los precios emergen como una de las causas de este fenómeno: «¿por qué no encontramos a precios asequibles nuevos modelos de guayaberas para hombres y mujeres? ¿Por qué se va perdiendo el gusto en los más jóvenes, incluso niños, por las prendas tejidas?», interroga la holguinera.

«Conozco a otra muchacha que convirtió un inmenso pulóver con la imagen de los Cinco en una camiseta modernísima en la no se perdía ese mensaje de libertad que tenía la prenda original. Vaya, una alternativa creadora de hacer más atractivos estos símbolos, lo cual indica, sin dudas, que muchas cosas fallan hoy en el marketing y la industria ligera del país para conservar nuestra identidad desde el vestir de los adolescentes y jóvenes».

La bloguera no propone una batalla contra símbolos extranjeros, sino potenciar los nacionales. «En el preciso instante en el que el país se mira a sí mismo por dentro, los símbolos han de ser nuestros aliados en la búsqueda y realce de la identidad nacional».

Los comentarios no se hicieron esperar en Poesía de Isla y Abdiel acotó: «La culpa también es del miedo. Y el miedo engendra cierta predisposición, sobre todo entre los jóvenes… Hay cosas que no necesitan explicación. Sueño con tener una bandera -mi bandera- en mi casa, no tan grande, y que no me cueste lo que no puedo pagar. Sueño con ver lo que nos identifica más allá de marchas y desfiles».

Símbolos perdidos

Desde La Chiringa de Cuba, el matancero Harold Cárdenas analiza la crisis de símbolos en el archipiélago. «Cuba necesita una dosis muy grande de patriotismo, nacionalismo e identificación con su cultura e historia. La realidad da síntomas de que hemos perdido terreno en este sentido y las propias leyes obstruyen el camino en busca de una solución.

«El dogma santificador de la burocracia no permite ver que una de las posibles soluciones a esta situación pasa a través de los símbolos nacionales y su uso. En este sentido, Cuba parece perder terreno en los últimos años.

«El hecho es que nos morimos por usar nuestra bandera, aclaro que no en ropa interior o de forma irrespetuosa (no faltará nunca quien utilice ese pretexto para desacreditar la idea) sino en una camiseta, un abrigo o una ropa deportiva con los colores de mi patria, como mis deportistas hacen en el extranjero. Es que no se trata de algo nuevo, resulta vergonzoso ver cómo los amigos venezolanos hacen uso de sus símbolos mediante las más disímiles formas y de manera muy original, mientras nosotros nos limitamos a observar», asevera Harold.

El joven se dirige a la constitución y cita «nuestra Ley 42: ‘los símbolos nacionales sólo pueden ser usados en los lugares, ocasiones y modos que la presente Ley y su Reglamento establece’. Yo estoy muy de acuerdo con eso, lo que nuestro reglamento es muy conservador y poco revolucionario en este sentido. Ya nos hemos referido al elevado número de banderas inglesas y brasileñas en las calles cubanas, para no hablar de canadienses o norteamericanas. Podríamos cambiar esa proporción, es solo cuestión de comprensión, consenso colectivo y luego voluntad política.

«Cuba necesita una dosis muy grande de patriotismo, nacionalismo e identificación con su cultura e historia. En la solución a estos problemas los símbolos del país juegan un papel importante, daremos los primeros pasos el día que comencemos a utilizar mejor no solo la bandera o el escudo sino toda la simbología revolucionaria. La pelota está en nuestra cancha», concluye el bloguero.

Vuelve el debate a la Chiringa cuando César le comenta a Harold: «acabas de nombrar otro item más dentro de la larga lista de falta de libertades que padece nuestra patria.(…) No es raro que en nuestra patria haya mucha tanta gente prefiera llevar esos horribles pull-overs con banderas americanas, Hulk o el Hombre Araña.

«Le faltaron mucho el respeto a los símbolos patrios, a Martí, jurando que tenía ideologías porque no se le podía preguntar, a Maceo igual y a la historia entera. Alguien en el futuro se encargará de recuperar lo que antes era natural y podías ver una banderita cubana hasta en un sillón de limpiabotas porque su humilde dueño estaba orgulloso de ser cubano, votara por quien votara y nadie le negaba esos derechos».

En tanto, otro comentarista de ese espacio, Sanson, dice que «la patria es una sola, y es de todos, así como la bandera, el escudo y el himno. No tienen porque ser supeditados a un líder, ni a un grupo, ni a una ideología, que se otorga desde su llegada, el derecho a decidir quien es merecedor y quien no de la patria y sus símbolos. Nuestros símbolos existían desde siempre pero se supeditaron al grupo de poder y se solaparon debajo de banderas y marchas que eran enarboladas por ese grupo que pensó construiría una patria sin detenerse a pensar que esta ya existía».

Por otro lado, Alejandro Ulloa publica en su blog Esquinas: «Yo quiero a Martí en el pecho y una bandera en la sala de mi casa. Yo quiero una estrella blanca, solitaria y grande, guardando mi perenne gorra.

«La simbología e identidad nacionales, patrióticas, solo pueden enraizarse en el sentir de un pueblo cuando el Estado y los principales productores de sentido y líderes de opinión pública son capaces de articular discursos asociativos entre la realidad emocionalmente significante y sus representaciones simbólicas. Solo combinando acertadamente las emociones con el conocimiento puede llegar una nación a respetar y sentir en lo más profundo de su alma esa sensación irreverente y dulcísima de modular la palabra Patria».

Y regresa el tema económico como causa. Alejandro asegura que «quizá siga queriendo un Martí al pecho –infructuosamente para mis bolsillos– en lugar de un insulso Adidas; o rabiando de indignación mientras los niños y jóvenes que me suceden en edad carecen de sentimientos de amor fundado para cuanto simboliza las grandezas de mi linda y siempre ecuestre Cuba».

Karina y Estela le comentan al bloguero martiano; la primera comparte mucha de las ideas del post, pero se niega a compartir su visión apocalíptica y absoluta. «Y me niego no porque quiera adornar la píldora, suavizar el fenómeno, creer que todo está bien. No se trata de eso. Me niego a creer que toda la generación ‘que me sucede en edad carece de sentimientos de amor fundado para cuanto simboliza las grandezas de mi linda y siempre ecuestre Cuba’, sería como darle la razón a quienes pregonan la perdición de la juventud sin sentirse responsables por ello».

Estela cuenta que su hija tiene 14 años. «La traje a la otra orilla cuando solo tenía año y medio. Su español no es el mejor, pero lo habla, lee y escribe sin problemas. ¿Quién puede decir que mi hija es cubana cuando escuchan su acento y le ven el color de la piel? Ella, que lo grita a los cuatro vientos aunque nadie le crea, ella que tiene una bandera cubana de unos siete pies de largo colgada en la pared de su cuarto, junto a posters de bandas de Heavy Metal. Nació en Cuba y quiere vivir en Cuba. Nunca nadie le enseñó o le habló en la escuela de Martí, del Ché, pero su madre hizo lo posible para que ella nunca olvidara sus raíces, o de dónde vino».

La crisis de identidad cubana y las simbologías más populares ocupan varias líneas de los blogs cubanos: ¿qué hacer?, ¿qué cambiar?, por ahí andan las inquietudes.

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