La Habana vista y contada
Dedican Coloquio internacional a la capital cubana.

Los especialistas invitados abordaron el lugar que ha ocupado la capital de la isla en su literatura
Los grandes ventanales enmarcan el cielo encapotado que vierte sobre Niza, la hermosa ciudad de la Riviera francesa, una lluvia inusual para esta época del año. Adentro, en la sala de conferencias, se evocan al mismo tiempo las calles atenazadas por el sol de otra ciudad situada a miles de kilómetros de distancia. A fuerza de imágenes y de palabras, La Habana empieza a perfilarse casi con nitidez en la imaginación de todos: su luz, su ritmo y su gente. Sus miserias y sus encantos.
La razón (o el pretexto) es la celebración de un Coloquio Internacional que tiene como tema “Escribir/Describir La Habana”, escogido entre las temáticas de reflexión sobre arte y literatura cubanas que constituyen uno de los ejes de interés del Centro de Investigación LIRCES (Laboratoire Interdisciplinaire Récits Cultures, Langues et Sociétés), con sede en la ciudad mediterránea.
La organización del evento, desarrollado los días 21 y 22 de mayo, estuvo a cargo de Fabrice Parisot, catedrático de la Universidad de Niza, Francia, quien contó además con el apoyo de la Biblioteca de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas y del Ayuntamiento de Niza.
Como invitados especiales asistieron los escritores cubanos Abilio Estévez, Amir Valle y Leonardo Padura que, acompañados por académicos y “cubanistas” de diversas partes del mundo, abordaron durante dos maratónicas jornadas de trabajo diversos aspectos relacionados con la ineludible presencia y el lugar que ha ocupado la capital de la isla en su literatura.
¿Y por qué La Habana entre todas las ciudades del país…? Quizá porque ya desde el siglo XVIII y sobre todo desde el siglo XIX, esta villa fundada en su actual ubicación en 1519, adquirió con el tiempo tal relevancia que devino algo así como el kilómetro cero del que partían (o llegaban) todos los caminos que conducían a la isla, y desde allí al continente americano o al resto del mundo. Debido a esa circunstancia, tanto como a la geografía, ya en 1634 una Real Cédula la proclamaba «Llave del Nuevo Mundo y antemural de las Indias Occidentales». Debido a razones económicas, históricas y políticas, además de las geográficas, la capital cubana vivió un crecimiento tan desproporcionado que rápidamente superó en importancia estratégica a otras metrópolis incluso más poderosas y ricas del imperio español. La conquista de la independencia de España a inicios de la pasada centuria no cambió demasiado esa tendencia de desarrollo macrocefálico que se acentuó más aún, por lo que para bien o para mal, la urbe capitalina sigue siendo hoy la referencia cuasi obligatoria y paradigmática de cuanto bueno o malo ocurre entre las cuatro paredes del archipiélago.
Tampoco la literatura y las artes en general han permanecido ajenas a esta circunstancia, sino más bien han contribuido a reforzarla. Sin necesidad de realizar ningún censo ni inventario, es fácil asegurar que un porciento mayoritario de cuantas novelas, cuentos, películas o libros de fotografía se realizan en Cuba tienen a La Habana por escenario, lo que mucho ha contribuido a conformar su imagen y a develar ciertas claves de su intimidad, asediada y expuesta sin pudor por creadores cubanos y de otras latitudes.
En su ensayo “La Habana nuestra de cada día” el escritor Leonardo Padura argumenta que los primeros intentos de construir la imagen de La Habana en la literatura casi fueron el resultado de una estrategia consciente y premeditada del grupo de escritores e intelectuales que formaron parte de las tertulias de Domingo del Monte en el siglo XIX, y que alcanzó su cúspide en la novela Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde. Esa recreación y posterior apropiación del entramado citadino se fue enriqueciendo hasta alcanzar verdaderos hitos en las obras de Alejo Carpentier, Lino Novás Calvo y Guillermo Cabrera Infante, entre otros autores.
Con la crisis económica de los años 1990, La Habana no sólo sufrió un deterioro físico, visible en sus inmuebles e infraestructura, sino que se hizo evidente un lento pero innegable proceso de marginalización del entorno y de sus habitantes, y que todavía hoy, superados los peores momentos de la crisis, continúa afectando su vida cotidiana. Según sostiene Padura en su estudio, ese impacto se traduce en un proceso de deconstrucción de la ciudad en la literatura, especialmente palpable en autores como Pedro Juan Gutiérrez, con la Trilogía sucia de La Habana y su novela El rey de La Habana, o el propio Amir Valle, autor de varias novelas policiales y del testimonio Jineteras (2006), publicada en 2008 como Habana Babilonia.
Asentado desde hace varios años en Berlín, Alemania, Valle presentó la ponencia “La isla viajera: Cuba novelada desde el exilio”, en la que analizó una serie de obras escritas por autores residentes fuera de la isla que vuelven a La Habana a través de su literatura. En opinión de Valle, algunos de ellos lo hacen incluso de manera sesgada, como en el caso de Antonio Álvarez Gil (Perdido en Buenos Aires, premio Vargas Llosa 2009), o Karla Suárez (La viajera, 2005), donde las protagonistas femeninas inician un largo peregrinaje en la búsqueda (quizá inútil), de una ciudad que identifican como su posible lugar en el mundo.
A diferencia de los otros dos autores invitados al Coloquio, Valle no es habanero de nacimiento y carece por tanto de vínculos “filiales” con la urbe a la que fue a vivir en su juventud. Según sus propias palabras, para él la ciudad fue un descubrimiento sobre el cual no le fue posible escribir desde el periodismo, aunque encontró en la literatura, y en especial en la novela negra, la posibilidad de abordar determinados fenómenos como la prostitución, la doble moral y la delincuencia.
La propia obra de este autor y su cuestionadora actitud hacia la capital fue analizada por la investigadora Nelly Rajaonarivelo, de la Université de Provence, en su trabajo “La cara oscura de La Habana de Amir Valle”.
En “Los límites de un reino pequeño y acogedor”, el narrador Abilio Estévez recordó otra vez su natal Marianao. Más que una ponencia, el también dramaturgo afincado en Barcelona desde hace varios años, protagonizó una emotiva “descarga poética”, hermosa por el tratamiento del lenguaje y el tono íntimo, casi confesional, común a varias de sus obras. En Inventario secreto de La Habana o El año del Calipso, su novela más reciente, Estévez acepta la omnipresencia más o menos evidente de ese espacio en su literatura, capaz de trascender la realidad física para alcanzar una cualidad metafórica alimentada por los recuerdos y experiencias personales de un período de su vida.
Sobre este autor se presentaron además los estudios realizados por Armando Valdés Zamora, de la Université de Paris Est Créteil, quien habló de “La Habana secreta de Abilio Estévez”; Milagros Ezquerro, de la Université de Paris IV, que acudió con su trabajo “La Habana de Abilio”, y Cindy Quillivic, que preparó el texto “La escritura de la ciudad por Abilio Estévez”.
Con su estudio “Amor y dolor: La Habana en La neblina del ayer,” Fabrice Parisot se adentró en la ciudad novelada de Leonardo Padura, uno de los autores que más ha contribuido a conformar la imagen contemporánea de la urbe a través de sus ruinas físicas y morales de la mano de su exdetective Mario Conde y sus amargas obsesiones. Sobre el mismo autor la ponente Dorita Nouhaud, de la Universidad de Bourgogne, presentó el interesante estudio “El hombre que contaba en Cuba la caída de la casa Usher”, sobre El hombre que amaba a los perros.
La visión de La Habana en la obra de otros escritores cubanos también fue abordada por investigadores que presentaron estudios sobre la literatura de Pedro Juan Gutiérrez, Joel Cano y Nancy Morejón; y la exhaustiva investigadora Carmen Vázquez volvió una vez más a la narrativa de Alejo Carpentier para ahondar en las fuentes de El Siglo de las luces, desde Silvestre de Balboa en su Espejo de Paciencia hasta los primeros historiadores de la isla y viajeros ilustres, cuyo testimonios sirvieron al autor para dar forma y vida a La Habana dieciochesca.
Una nota especial supuso un interesante estudio sobre “La invención de La Habana”, a partir de los documentales turísticos y de viajes filmados por estadounidenses de 1898 a 1958, presentado por Emmanuel Vincennot, de la Université Tours. El investigador trabaja actualmente en un texto de historia de La Habana, a partir de variadas fuentes.
La revista electrónica Literatura de América Latina (Littérature d’Amérique Latine), dirigida por Fabrice Parisot, publicará a partir de octubre las memorias del Coloquio de Niza, como una manera más expedita de divulgar los estudios sobre literatura y cultura cubanas realizados por académicos y cubanistas de diversas latitudes, centrados en esta ocasión en la obra de reconocidos escritores cubanos empeñados en descubrir los mil (y un) rostros de La Habana.
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